Llevaba ya unos años en la sede del gobierno central, cuando vino a vivir a la ciudad eterna un primo hermano, legionario de Cristo. Vino a verme, con perfecto clegryman cruzado (lo que les diferenciaba de los numerarios que salvo don Flavio Capucci nadie llevaba así), aunque todavía no era sacerdote sino seminarista, y empezamos a charlar de la familia común,... Pero la gran sorpresa fue cuando me comenzó a hablar de su Orden religiosa. Pensé que se estaba riendo de mí, de la obra... todo el vocabulario era exacto al interno nuestro,... pero no era broma era su forma de hablar.

Meses más tarde, en Tor d'Aveia me contó el entonces prelado don Alvaro que él mismo, por encargo del fundador de la obra, les había ayudado al principio a buscar una forma jurídica, pero que con el tiempo habían copiado todo, hasta los libros, camino, praxis, todo... salvo el buen gusto y en especial en el trato con el Santísimo, me dijo.

Más tarde, ya con don Javier fui atando cabos y efectivamente todo parecía que había sido copiado, como ahora se ha ido demostrando. Los legionarios, de hecho habían pasado a sustituir a los de siempre, de siempre, los jesuitas, y buena parte me comentaban tuvieron en unos momentos difíciles previos a la declaración de la prelatura.

Me hizo gracia también el que dice ser de casa y que usa los textos publicados en la web para preparar sus charlas. Una muestra más del bien que hace esta web entre la sociedad en general. Ya lo decía Gandhi:

"Cuando metemos la mano en una palangana de agua,

cuando atizamos el fuego con un fuelle de bambú,

cuando alineamos interminables columnas de cifras en la oficina del contable,

cuando el sol nos quema y estamos hundidos en el fango de los arrozales,

cuando estamos de pie ante el horno del fundidor,

si no realizamos entonces justamente la misma vida religiosa

que si estuviésemos en oración en un monasterio,

el mundo nunca será salvado".

Rapelu