Costanza, puestos a escribir podemos decir lo que sea, aún cuando no sea verdad, como lo haces tú respondiéndome aunque no te dirijas a mí en tu escrito del 6 de noviembre.

Dices que estamos enceguecidos, quienes permanecemos dentro de la Obra, ciegos para ver qué? No será más bien que tú deseas ardientemente que estemos ciegos para no ver la grandeza de Dios?

Dices también que somos producto del mundo tortuoso y oprimido en el que vivimos. Más bien, no será que te molesta la vida sencilla y alegre que como todo buen cristiano tratamos de hacer nuestra?

Dices que en el centro en que viviste no había nunca un chiste, nunca una sonrisa, todos eran rostros amargos, seriedad mortal. La sala quedaba comunicada a las habitaciones por una escalera, me queda todavía el recuerdo de las numerarias jovencitas que por allí bajaban o subían. Serias, rígidas, antipáticas, pasaban de largo sin siquiera decir Buenos días o Buenas tardes. Este sí que es un relato de extraterrestres o cuento de brujas o llámalo como quieras, pero de ninguna manera es cierto, son inventos tuyos propios quizás de tu mente tortuosa y oprimida, usando tus propias palabras.

Con gusto te invitaría a que vivas unos días en mi centro. No pararías de reírte y de pasarlo súper bien. Te haría ver los libros que tenemos, te prestaría alguno para que te entretengas. Te invitaría a la tertulia… lo pasaríamos tan bien!! Ahora, es cierto que la Obra en mi país lleva mucho más que 6 años. Debes ser más comprensiva y entender que si no había un televisor en tu centro es porque no habrían podido comprárselo puesto que llevaban muy poco tiempo, eran los primeros tiempos!!

Sabes, escritos como el tuyo me llevan a pensar qué mal se lo deben haber pasado los que ahora ya no pertenecen a la Obra. Deben haber pasado muchos malos momentos y como dice Naranjas muchos, muchísimos miedos. Esto sí me lo creo porque yo también los pasé en la época en la que no había alcanzado la madurez.

Bueno, Costanza que tengas un buen fin de semana, lo mismo a todos.

Calandria