El descontrol de la Universidad Austral ha tenido su punto álgido el 18 del pasado mes de julio, cuando el anterior Rector de la Institución, numerario inquisidor y contumaz defensor de los valores tradicionales, especialmente durante su desastrosa gestión de seis años (que arrumbó en el despido de varios señeros profesores, con juicios laborares consecuentes y el desprestigio de algo que en algún momento pudo ser), contrajo nupcias, a  tan sólo tres años de dejar el cargo, y cuando todavía se desempeñaba como profesor full time en la Facultad de Derecho, con una conocidísima supernumeraria del foro, profesora abnegada de la Casa, defensora, a su vez, de los valores morales y éticos sobre todo en el ámbito de la familia. No parece, pues, muy inconsecuente ella, ni se le niega a él la posibilidad de ser feliz como considere pertinente tanto dentro como fuera de la Obra, de la Austral y de donde sea.

El problema es el desempeño previo, la falta declarada con tal comportamiento de una verdadera vocación académica, atentas las gravísimas resoluciones adoptadas durante su gestión, la irresponsabilidad de quienes apañaron durante meses el romance y la ostentación de ambos en la salida, con lista de bodas y participaciones sociales incluidas; y todo ello en desmedro de los que, aun sin ser de la Obra, se entregan día a día en el quehacer de una Universidad cuya camada de advenedizos continúa usufructuando su buen nombre.

La fama de la Austral entre las obras corporativas era internacional por el desmanejo, pero a Roma, diría "el Diego" (Maradona), con esto se le escapó la tortuga. Pobre Obra mía¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ Lo que fuiste y en que te están convirtiendo¡¡¡¡¡¡¡¡¡ Y todo, diría el tango, por unos mangos¡¡¡¡¡¡¡

La seguiremos, pues esto no ha hecho más que comenzar...

Camino 3,14,16