Zuri :
Hola:
es la primera vez que os escribo aunque llevo unos días leyendo con asiduidad los textos que habéis colgado en la web. He sido numerario durante 25 años y llevo casi dos fuera de la obra.
Hay tres cuestiones que quiero comentar, por si interesan a alguien.
La primera es la cuestión de la seguridad social de las numerarias auxiliares, tema que estáis trayendo a colación: me consta, porque se pagaba a través de mi cuenta que las numerarias auxiliares del centro donde viví en los años 98-2003 cotizaban a la seguridad social, eso sí, efectivamente dadas de alta como si atendieran a una familia. Esto ocurría en Palencia (España).
La segunda cuestión es algo que me ronda la cabeza, que no se si se ha tratado en la web, pero que comento brevemente por si a alguno os parece interesante profundizar. Es la cuestión de la doble verdad en tantas cuestiones doctrinales y vitales.
Tengo la convicción que la mayor parte de la gente de la obra no es fanática y tampoco es tonta.
Es decir, cuando la doctrina común de la obra es que los que dejan la obra no tienen salvación o la tienen muy difícil, la mayor parte de los miembros saben que por un lado Dios es misericordioso y nos ama siempre, y por otro que "sólo Dios juzga" las intenciones y las obras de las personas. Por un lado conocen las afirmaciones de Jose María Escrivá, y por otro sus propias convicciones y razonamientos maduradas en conversaciones, estudios, oraciones y reflexión.
Otro tanto ocurre con el apostolado: tenemos por un lado un proselitismo "pelín fanático" que se ejerce con gente joven y de manera a veces imprudente e inoportuna y que puede ocasionar coacciones y daños reales a los catequizados. Pero la mayoría de los miembros que dan una charla sobre apostolado hablan de amistad real y profunda con los amigos, de tratar a mucha gente, de portarse honradamente con los que nos rodean etc. Y procuran vivir eso en su vida. Estos dos planteamientos no corresponden a los "malos" y los "buenos" de la obra sino que coexisten, sin desplazar del todo el uno al otro, en la concepción del mundo de casi todos los miembros.
Podría dar ejemplos que recuerdo o que he revivido al leer algunos escritos de esta web pero creo que sería reiterativo. Creo que es bastante general en caso de confrontación entre el espíritu y la razón dilatar el problema y no agotar el conflicto. Intentar compatibilizar la fe en el "espíritu de la obra" y los dictados de la razón.
El problema de asumir esta "doble verdad" para una gran mayoría de miembros, que por si fuera poco intenta vivir la "unidad de vida", es que es una situación deletérea, corrosiva. Se pueden aceptar por fe y por entrega una gran cantidad de planteamientos que contradicen nuestros gustos, nuestras preferencias y nuestras opiniones. Pero es una gran imprudencia dar por ciertos a la vez unas cuantas afirmaciones disparatadas que se contienen en el "espíritu del Opus Dei" y las opiniones sensatas de cristianos maduros y con criterio formado que sostienen la mayor parte de los miembros. Si se contradicen una debería prevalecer sobre la otra, no deben coexistir pacíficamente.
Muchos miembros perseveran a base de no someter sus convicciones y el espíritu de la Obra a confrontación. También pueden evitar tomar demasiado en serio su vida y evitar exigirse resultados acordes a lo que consideran debería ser su vida. Hablo por experiencia, de prolongar la entrega con paciencia y fe en Dios (sin aclararse a que carta quedarse con su objetivo personal en la vida). Con eso consiguen sobrevivir y perseverar pero, ¿por cuanto tiempo, y a costa de qué?
Creo que convivir estable y pacíficamente con esas grandes incoherencias en la vida personal es un error: las personas necesitamos buscar la coherencia entre lo que creemos y lo que razonamos; también procuramos que nuestra vida sea coherente con nuestros ideales y convicciones. Actuar de otra manera es llevar una bomba debajo del sombrero. Sólo por casualidad la persona que lleva una bomba debajo del sombrero (o de la boina) terminará su vida sin que esa bomba haya explotado. Lo previsible es que la bomba explote destruyendo la salud física, psíquica y espiritual de la persona que la llevaba.
La tercera es aún más delicada. Después de dedicar una parte importante de nuestra vida y de nuestro esfuerzo al Opus Dei (donde muchos hemos dejado también la salud) ¿compensa dedicar el resto a tirarle piedras o a cubrirle de mierda?. Entiendo que sea un tema que todos llevamos muy dentro; que muchos de los ex miembros se sientan traicionados por la Obra; que hayamos visto defectos importantes que convendría subsanar, pero ¿Cual es el objetivo de esta web y de cada uno de nosotros? ¿Mantenernos en un síndrome de estocolmo? ¿En una especie de sustitución del amor por el odio, tal y como experimentan muchas parejas rotas? Es posible que tal y como comentáis algunos de vosotros hayamos perdido algo allí que deberíamos recuperar, pero no a costa de continuar encallados en las mismas rocas. Aquí si que convendría afinar los proyectos de cada uno.
Bueno a ver qué os parece. Si queréis me contestáis.
Un abrazo fuerte para todos vosotros y besos para todas vosotras.
Zuri
Publicado el Tuesday, 30 March 2004
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