PRIMERAS MISAS CON RELLENO

El 24 de mayo, el prelado del Opus Dei, monseñor Javier Echevarría y  Rodríguez, ordenó un grupo de 36 nuevos sacerdotes de la prelatura durante una solemne ceremonia que tuvo lugar en la Basílica de San Eugenio de Roma. Los ordenandos se repartirán ahora entre los distintos países de procedencia para celebrar las primeras misas solemnes, que, como es habitual en sus actos, contarán con relleno de miembros opusianos, para que no se note mucho la crisis de vocaciones.

Un plato de la alta cocina internacional es mejor no solo si tiene alta calidad el producto a cocinar, sino si se le incluye un buen relleno o una buena salsa. La Obra del Santo Marqués también sabe hacer relleno en las reuniones multitudinarias y en las menos multitudinarias. Así aparenta que es una institución que va de maravilla con muchas vocaciones de célibes y de casados y las personas que acuden a ellas piensan que es un modelo a seguir.

El Opus Dei tiene cuidadosamente estudiados todos los actos que celebra y las primeras misas solemnes de los nuevos sacerdotes no podían ser menos. Hace tiempo en otro de mis artículos dedicados al tercer control de las tertulias recordaba que una vez había descubierto que mis compañeros periodistas habían sido engañados en una tertulia numerosa  del entonces presidente general del Opus Dei, monseñor Álvaro del Portillo, en el colegio Retamar de Madrid. Todas las preguntas habían sido preparadas de antemano y asignadas a numerarios, agregados o supernumerarios allí presentes. Ninguna persona podía formular una pregunta que los directores de la Obra no supieran de antemano y hubieran designado quién debía hacerla.

Los responsables de la Oficina de Prensa del Opus Dei en España habían invitado a un grupo de mis compañeros de distintos medios informativos. Estaban situados estratégicamente en la primera fila frente al estrado donde se encontraba monseñor Álvaro del Portillo. Los informadores veían el hecho en primera fila, pero no observaban que las preguntas estaban preparadas de antemano. Yo no fui invitado con mis compañeros, pero quise que el presidente del Opus Dei me contestara a alguna cuestión. Quien portaba el micrófono me dijo que ya estaba asignada. Me quedé con las ganas.

Pues bien, en estos días se celebrarán primeras misas solemnes de los nuevos sacerdotes en distintos sitios del mundo. Cuando las familias de los nuevos presbíteros observen que el templo está lleno pensarán que éstos tenían muchos amigos. Será un pensamiento falso, pues en los días previos en los distintos centros se avisa que tal ceremonia tendrá lugar tal día. Por si alguien se había despistado, los miembros de los consejos locales de los centros (directores, subdirectores y secretarios de los centros y el sacerdote) recordarán a sus administrados la importancia de estar  allí presentes.

El predicador de la primera misa solemne del nuevo sacerdote no es uno que elige éste, sino uno asignado por los directores del Opus Dei. Es una maniobra que viene directamente de la alta jerarquía de la prelatura del Santo Marqués. ¡Cuántos rollos he aguantado en mis casi treinta y cuatro años en la Obra! Esta mañana, cuando fue a comprar el periódico me encontré a un nuevo sacerdote con su madre. Para mis adentros pensé: ¡Buena te espera!

Una vez me contaron que un comercio importante tiene más clientes si tiene un escaparate atractivo. También la gente entra más si observa que otros se introducen en buen número. Eso es lo que sucede en estas primeras misas con relleno. “Pues cuántos son en el Opus Dei! ¡Cuántos amigos tiene fulanito!”, dirá algún crédulo. No es más que un relleno cuidadosamente preparado, pura comedia con un escenario ficticio.

La primera misa con relleno tiene otras aristas. Cuando alguien del Opus Dei llega al presbiterado, algunos de los que participan en la ceremonia aprovechan para hacer proselitismo entre los allí presentes. Más de uno caerá y, si no cae, se aprovecha el contacto para el futuro, cuando haya necesidad de dar un sablazo de dinero a alguien para sacar adelante una obra corporativa o empresa relacionada con la Obra.

Cuando ya había dado el primer paso para dejar el Opus Dei, una de las personas con quienes hablé me invitó a participar de la primera misa de un agregado llamado Felipe Álvarez Quintero, que había sido compañero mío en un centro opusiano. Naturalmente dije que no. No quería caer en esa trampa y volverme atrás de algo que tenía muy claro desde unos diez años antes. ¡Cuánto aguanté!

Por eso, si a alguien le invitan a participar en una nueva primera misa, que sepa que lo que acabo de describir es lo que hay detrás. Yo estaré muy contento si existen personas a las que se les abren los ojos ante una institución que tiene todo cuidadosamente preparado y nada deja a la espontaneidad. En todo caso serán espontáneos los que acuden de buena fe  a la ceremonia.

NACHO FERNÁNDEZ