Debe ser duro eso de tener que mandar una carta mensual a los suyos, cuando no tiene gran cosa que decirles. Para eso, sería mejor esperar a que surgiera algo que valiera la pena comentar, y entonces escribir. Pues lo de esta última temporada resulta cada vez más tedioso. Pero, claro, a ver quién es el guapo que le dice al Prelado que no tiene por qué crearse esa obligación…

            En todo caso, la Carta pastoral del Prelado en este mes resulta de una pobreza llamativa. Unos cuantos comentarios piadosos a las fiestas litúrgicas cristianas y el recurso a la mención de los aniversarios de acontecimientos de la vida del Fundador. Viviendo de recuerdos. Es justo lo contrario de lo que suele insistirse a quien ha de recibir charlas: que no se conforme con dar un consejito genérico en función de la fiesta cristiana o interna de turno.

Por lo demás, esa misma equiparación entre las fiestas del año cristiano y los acontecimientos de la vida del fundador siempre me resulta muy molesta, en cuanto da a entender subliminalmente que el más mínimo gesto de Escrivá, por muy santo que hubiera sido, ha de seguirse a pie juntillas como si se tratase del mismo Hijo de Dios. Habría que recordarle al Prelado aquellas palabras de Jesucristo, que suelen cantarse (“No adoréis a nadie más que a Dios”) en la parroquia por la que voy frecuentemente: Vosotros, al contrario, no os hagáis llamar Rabí, porque sólo uno es vuestro Maestro y todos vosotros sois hermanos (Mateo 23, 8).

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