Orejas, una vez me modificasteis el título de un escrito para que quedara claro que mi texto era una ironía. Gracias, las ironías son difíciles de pillar. Lo he recordado después de leer las respuestas al genial escrito de J.J. Irrazábal, y también me acordé de vuestro añadido a mi título cuando leí las respuestas al complejo escrito personalísimo de un tal Silas.

Cambiando de tercio, uno de los indefinibles daños que hemos sufrido los hijos de supernumerarios que no pitamos a los 14,5 creo que puede llamarse exclusión moral, lo aporto porque definirlo así me ha supuesto un avance en el proceso de comprender mi propia historia, a menudo narrada pontificalmente por los miembros de esa institución que me excluía moralmente. Gracias al Opus Dei muchos niños y jóvenes sufrimos exclusión moral en la propia familia en la que debíamos criarnos y desarollarnos.

Espero que comprender eso os haga sufrir mucho, mucho, mucho. ¡Es broma! ¿Hacía falta aclararlo? Ja, ja, ja. Pero yo y otros no miembros también andamos necesitados de apropiarnos de nuestra historia (qué perlas se pillan a veces por aquí) y de reestructurar nuestro discurso pese a las posibles culpabilizaciones que a veces nuestro dolor os puedan causar. Si escribieran aquí para repararse todos aquellos a los que ha dañado la exclusión moral de la institución y de los miembros del Opus Dei... pero no todos ellos la sufrieron de niños en su propia familia como los que no pitamos.

Comprendo y disculpo que a algunos eso os cueste de ver y de aceptar. Igual que las exnax también he recibido algún desagradable comentario privado de esos que en los ambientes de la prelatura se han utilizado para mantener nuestra situación de exclusión moral. Pienso que cada uno está en su momento y que no caen todas las vendas en un día, e incluso si alguien anda rejaljado me gusta ver como antes de morir mata aunque sea yo la víctima. Rejaljados y encrucijados varios cuando no podáis más antes de morir, por favor, matad.

No puedo dejar de amar a los miembros de otras familias de la poco salubre institución de marras con los que siento vinculación tribal. Le quede claro a cualquier otra persona que se me acerque pensando que mi intención es la de hacer daño. ¡Vaya idiotez! ¿No hay ya bastante dolor en todo esto de la Opus? Pero justifico incluso ese odio que dijo sentir una forista (yo creo que no es odio sino dolor y rabia) porque fuera de la vida consagrada puede serle mucho más saludable a un cristiano guerrear contra su enemigo.

Pienso que esa es una de las contradicciones del Opus Dei: la indefinición sobre si sus miembros son o no son del mundo, según los esquemas culturales cristianos, para sencillas cuestiones de vida cotidiana como esta de si deben amar a sus enemigos o guerrear contra ellos. No todos las heterodoxias abren caminos que valga la pena recorrer o hacen aportaciones significativas por las que valga la pena aceptarlas como una nueva ortodoxia.

En el cajón de sastre hay otra asunto que no perfilo. Igual que los primeros padres fueron tentados con un "seréis como dioses", pienso que la Obra es hija de la tentación "dios somos nosotros". La Obra fue así tentada, y los alemanes nazis del "Dios somos nosotros, los alemanes", y muchos comunismos del "Dios somos nosotros, la clase obrera", etc... En la Obra me parece que primero se divinizó el nosotros católico siguiendo o extremando el Magisterio, pero rechazados por el cuerpo sano ese nosotros pasa a convertirse en un nosotros que sólo incluye a los supuestos únicos buenos fieles que le quedan a la Iglesia, los miembros del Opus Dei. Las shoas que provoca el que tienta con ese 'Dios somos nosotros' son sonadas. En algunas ocasiones ese enemigo ha actuado exclusivamente mediante asedio externo, pero esa shoa de nuestras prominentes familias cristianas que tan mansamente estamos también tolerando se está llevando acabo menos visiblemente mediante asedio interno.

Admirable Irrazabal, ojalá vuelva a aparecer algún otro texto como el suyo que me resuelva también estos otros barruntos que nunca termino por aclarar. ¡Qué gusto da leerles, @@@@@@@! :-)

Xavier de Barcelona