Marmedgan, me gustaría precisar y comentar algunas cosas de tu carta, curiosamente me he encontrado en la vida, muchas personas que han llamado a mi puerta al salirse de la obra, incluso una de ellas vino con las maletas, por supuesto se quedó varios días en mi casa ya que yo estaba soltero, de vacaciones, y lo pude acoger convenientemente.

Sólo me quiero centrar en esa persona ya que fue la que me vino en peores condiciones. Esa persona la conocí cuando llegué al centro que por el azahar me tocó. Yo era un chaval de San Rafael y él era un numerario hecho y derecho, al menos en apariencia. Éste me dio mis primeros círculos, era algo mayor que yo, trabajaba en la Universidad de Navarra, vamos, lo veía como algo muy superior a mi, y en cierto modo lo admiraba, daba muy bien los círculos y era coherente. Era de aquellos que cojeaba a ciertas horas de la tarde y estaba plenamente integrado en la Organización.

Pasó el tiempo, yo pité, me fui a otro centro, pasaron los años, despité y cambié de ciudad, por circunstancias profesionales. Y un día de verano, estaba sólo en el piso, lo compartía con otro chaval que estaba de vacaciones en casa sus padres. Llamaron a la puerta, abrí y encontré a X con las maletas, y me dijo: ¿Puedo pasar?, Sí sí claro - le dije – oye X, estás más calvo, te recordaba con más pelo y más gordito,¿qué de viaje?, seguramente habrás hecho escala en la ciudad y me vienes hacer una visita. Nos sentamos, le ofrecí bebida y merienda, y me contó la historia de miedo. Y en ese estado no podía volver a casa sus padres.

Me llevé un buen susto, no era aquella persona recia en apariencia, era un fantasma, un alma en pena que vagaba y empecé a preguntarle, con un diálogo de franqueza, pero si tú eras tal cosa, y hacías tal otra y no me salía del asombro de cómo había llegado a ese estado. Era alucinante.

Como no sabía que hacer con é, al día siguiente, decidí salir a la calle, al menos que nos tocase el aire, le di varias opciones para hacer, era incapaz de decidir por su cuenta, me escogía una opción cuando nos dirigíamos al museo me cambiaba a la opción de ir a dar a comer a las ocas (patos no para no herir sensibilidades), cuando nos íbamos a ver las ocas, otra vez al museo, pasamos una mañana sin hacer nada, de aquí para allá, sin decidir. LA CAPACIDAD DE DECISIÓN Y ENFRENTARSE A UN POSIBLE ERROR ERA NULA.

Durante el mes que estuve con él, manteniéndole en todos los aspectos, le reforcé la capacidad de pensar, decidir y a enfrentarse al error, y asumir todas las consecuencias de sus actos. No quiero alargarme, más, pero tratamos muchos aspectos, entre ellos a sonreír, a disfrutar del aire fresco respirábamos, de beber agua fresca de una fuente, a caminar paso a paso por la vida, a ser paciente, a divertirnos… y muchas otras cosas más que dejo y quedaron en el tintero. Ahora cuando nos vemos o nos escribimos, es una persona feliz, al menos lo saqué del hoyo para dejarlo en un bache.

El punto uno que pones yo recomiendo que se pierda el trato con la obra, para qué la vas utilizar, quien juega con fuego se quema. O a lo peor, te utilizan ellos a ti.

El punto dos el “piensa qué hacer con tu vida”, en muchas ocasiones el pensar está atrofiado. Necesitas ayuda de alguien. Cuando recuperas la capacidad de pensar, ya estás salvado, pero debes comprobar que esa capacidad de está deacuerdo con la cordura. A veces podemos hacer cosas raras, cuando recuperamos esa capacidad, ya que nos falta mucha experiencia vital pasada. Y como todos sabemos, muchos errores a los 17 años, no pasa nada, pero a los mismos errores a los 30 son patéticos. Ejemplo: cogerse una borrachera.

El empezar estudiar, siempre va bien, y el relacionarte. Pero hay una edad para cada cosa y una cosa para cada edad e ir a clase a los 30 o 40 años, está bien, pero entre otras cosas estará llena de “críos”. Yo le propondría más bien un taller o una afición, alguna actividad manual para descargar la mente. Aunque el estudio y formarse no hay que dejarlo de lado.

Ocupar el tiempo me parece una excelente idea, pero sin agobios, no se deben hacer muchas cosas, pero cosas que ocupen tus tiempos, de forma planificada, no hacer sondokus o ver la tele o ir de tiendas, fruto de no saber qué hacer. Ya que si no sabes qué hacer te pondrás a recordar.

El punto 5 es la clave maestra, OLÉ TORO, tener oídos que me escuchen y no que me juzguen, manos que me ayuden, y palabras de afecto… esto es el mejor tónico para superar cualquier adversidad. Muy loable por tu parte dar ayuda, es lo mejor de la carta, el darte tú.

Y perdona la crítica. 

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