OS ESCRIBO A VOSOTROS QUE ESTAIS DENTRO y que además estáis mal. Hace poco alguien me dijo que la gente de la Obra ya no era mi “problema” y que si había gente pasándolo mal, YO NO les podía ayudar. Sin juzgar a esa persona, vi todavía más claro que efectivamente no sois mi problema pero si mi “preocupación” y que quiero y puedo brindaros mi ayuda de todo corazón.

Cuando pasas por una experiencia dolorosa en la vida, puedes optar por  intentar olvidarla o solidarizarte con las personas que actualmente pasan por donde pasaste tú y echarles una mano. Pienso que son lícitas las dos posturas pero yo he optado por la segunda.

Yo estuve mucho tiempo pensando que formaba parte del “tesoro” de la obra; casi me llegué a convencer que Dios quería que estuviera rota a pesar de mi juventud y que eso era hasta un “privilegio” divino. Que la fidelidad a Dios era ser fiel a la obra, a pesar de no ser feliz, de ir contra mi conciencia, de renunciar a la libertad me dio Dios y de faltarme hasta el aire para respirar.

Yo estaba dispuesta a morir en “casa” hecha jirones pero fiel a la obra. De verdad que era lo único que quería. Pero Dios no. Por eso me ayudó a salir y me estaba esperando a la salida con los brazos abiertos para abrazarme, cubrir con besos mis heridas, arroparme con su misericordia y para hacerme ver que me necesita feliz y sana para poder cumplir con su voluntad.

Ahora que llevo unos añitos fuera, Dios me sigue pidiendo lo mismo: que le sea fiel, a su persona y a su doctrina, que quiera mucho más, que sea menos egoísta, que me de a los demás, que me sienta feliz y privilegiada y que me deje de tonterías.

Si sufro por los que sabéis que en la obra no sois felices y no queréis marcharos por no ser infieles, es porque Dios también sufre. Dios necesita cristianos felices y muy fieles que llenen de caridad y de buena doctrina el mundo. Dios no quiere “cuartas plantas” llenas de enfermos mentales, de gente maravillosa rota que además piensen, si es que aún pueden pensar, que están allí "por la voluntad divina".

Ya seguiremos hablando.

Un beso

Arancha