ESPAÑA, VERANO DE 1970. EL MIEDO EMPIEZA A DESAPARECER. Juan Martínez Alier
Comentado por Ana Azanza
Ese verano los dos conflictos principales que había en España eran el conflicto entre la burguesía y los obreros, (hubo tres obreros muertos en una manifestación en Granada) y dentro del bloque gobernante, el enfrentamiento entre los tecnócratas del opus y la burocracia falangista. Este segundo conflicto estalló a raíz del escándalo MATESA.
Falange era el partido fundado por José Antonio Primo de Rivera que tras la victoria de Franco en 1939 ocupó el aparato del estado. Era una falange domesticada por el dictador, pero para lo que aquí nos importa, digamos que cuando los opus empiezan a entrar en el gobierno el partido con el que se encuentran es Falange. Ese enfrentamiento entre los falangistas y los opus lo vivió todo el país, era algo manifiesto, público, sin embargo es lo curioso, dentro del opus dei estos hechos se niegan. Creo que no hay peor ambición política que, la de quien niega que la tiene. Ellos la tienen, les gusta, les interesa el poder, además de una manera “quasi ciega”. Mientras en el resto de partidos o de grupos hay unos ideales, todo lo deformados y corrompidos que se quiera, pero un ideal de sociedad, de país, algo que se quiere mejorar, en el opus interesa estar arriba por el mero hecho de estar arriba, mandar en sí mismo. De ahí que con tal de mandar sean capaces de cualquier cosa, de cambiar de bando cuando es preciso, y sobre todo, su especialidad, no dar la cara. Los argumentos que tienen para justificar sus actuaciones son siempre iguales, los diga quien los diga, son respuestas automáticas, dichas sin reflexión, no hay una personalidad detrás, hay gente que repite consignas, por eso es tan fácil prescindir y cambiar de portavoz en el opus.
Jamás los que toman las decisiones darán la cara, sería exponerse a “quemarse”, y por tanto se podría prescindir de ellos, así que los directores de asesorías y comisiones están siempre bien pertrechados detrás de numerarios y supernumerarios a los que entrenan para “dar la cara” en los medios de comunicación. Si esas personas meten la pata el problema es de la persona, se prescinde de ella y se pone a otro infeliz. No recuerdo que se haya hablado en la página de “Vitrubio”, la oficina de aop [apostolado de la Opinión Pública] en esa calle de Madrid donde periódicamente se organizaban convivencias en las que se “entrenaba” a fieles de a pie para salir en la tele, o participar en un programa de radio. ¡Qué honor ser elegida para ir un día a Madrid y que te hicieran una prueba! Por lo visto un supernumerario que trabaja en la televisión era el encargado de hacer de “periodista mal intencionado” y entonces la “persona a prueba” tenía que saber defenderse ante las cámaras.
Pero por mucha justificación que den a sus actuaciones, los españoles pudieron percibir en los años sesenta que los opus actuaban formando un grupo, una unidad, más unidos que nadie, pues el opus dei uniformiza a sus huestes sin importar “el cargo y posición”.
Martínez Alier destaca que los años sesenta intervinieron nuevos factores en la economía española. La emigración masiva de obreros españoles a diversos países de Europa –más del 10% de los obreros españoles emigraron- y la llegada de gran número de turistas ayudaron al crecimiento de la economía. El nivel de vida mejoró notablemente en el país. Para mantener la tasa de crecimiento de la economía era necesario diversificar las exportaciones, incrementar la exportación industrial, es lo que hicieron los tecnócratas del opus dei y que se manifestó en el escándalo MATESA.
En 1957 cuando los ministros del opus dei llegaron por vez primera al gobierno decidieron “abrir” la economía española, “abrir” la economía significaba salir de la autarquía, y facilitar la entrada de capital extranjero en España. Hubo que racionalizar los salarios para poder competir en el mercado internacional, se empezaron a negociar los primeros convenios colectivos entre patronos y obreros. Todo ello acompañado de conflictos pues con frecuencia los líderes obreros eran encarcelados.
Los años 1956-60 “representan una línea divisoria durante la cual los falangistas se desacreditaron ya de una vez por todas como administradores de la economía, mientras los ministros del Opus Dei conseguían los éxitos que se habían propuesto. La Falange desperdició una gran ocasión (…) La expansión del turismo tanto hubiera ocurrido con un gobierno de mayoría falangista como con un gobierno de mayoría opusdeísta, y fueron los turistas el factor decisivo (…)
En los años sesenta, “Falange continúo perdiendo terreno en el gobierno hasta lo que parecía su derrota final en 1969: la instauración del príncipe Juan Carlos –tenido por muchos por semi-imbécil (sic)- como futuro sucesor de Franco en la jefatura del Estado, y la designación de un gobierno homogéneo del Opus Dei. La falange había conservado algunos puestos sin menor importancia, entre ellos muchos de procuradores en Cortes, que le iban a servir para presionar sobre el Tribunal Supremo en el escándalo MATESA.”
Quiere decir que el escándalo de los millones “perdidos” en esa empresa lo sacaron a relucir los falangistas contra el opus dei, como trapos sucios que se sacan diversas facciones que luchan por el poder.
“Los falangistas tienen buenas razones para lamentarse de no haber ganado prestigio alguno del milagro económico de la década de 1960. Se les echó del barco cuando éste empezaba a navegar en aguas placenteras. Los falangistas no son, sin duda, expertos economistas pero hubieran sido igualmente amables con los turistas, que trajeron el milagro consigo; hasta los obispos han perdido su adustez inicial respecto a la cuestión de los trajes de baño de las turistas… El impresionante plan de Viviendas para obreros que Arrese, otro falangista, preparó durante su corto paso por el ministerio después de 1957, fue otro esfuerzo frustrado, que tres o cuatro años más tarde hubiera podido ser perfectamente viable. Llegó hasta la publicación en los periódicos, pero se le puso el veto por los ministros del Opus Dei.”
El articulista hace una reflexión sobre el hecho de que los obreros españoles de los sesenta “dan señales de combatividad”. La dura represión que siguió a la guerra civil sembró el pánico entre ellos, pero las cosas estaban cambiando. La economía española “es ahora una economía occidental más y el llegar a pertenecer al Mercado Común es un objetivo que el gobierno ha hecho suyo explícitamente.” Ullastres (numerario) fue embajador en Bruselas durante varios años y se supone que “algo” hizo para que España entrara en el Mercado Común Europeo. “Algo” que cualquier otro podría haber hecho en su lugar. No olvidemos que ese puesto en Bruselas fue una forma de quitarlo de en medio tras sus fallidas políticas en el ministerio de comercio (ver los cambios ministeriales de julio).
En ese 1970 se planteaba la posibilidad de sindicatos obreros independientes del estado. Hasta entonces existía el “sindicato vertical” que agrupaba a obreros y empresarios, la aparición de ese tipo de sindicatos hubiera significado un progreso y una “liberalización” del franquismo. ¿Cómo lo afrontaron los “tecnócratas” = (ministros opus dei)?:
“Los tecnócratas no querrían en modo alguno volver a la época en que el Estado fijaba minuciosamente los salarios de todas las ramas de la economía. Podría parecer que los tecnócratas mismos del gobierno deberían estar a favor de sindicatos independientes. Pero no se han atrevido a deshacer la organización sindical corporativista. Esta vasta burocracia, donde apenas se trabaja, ha servido para colocar falangistas, cuyos sentimientos de frustración podrían haber aflorado si se les dejaba cesantes. Además, cada vez que la clase obrera muestra señales de combatividad, bien sea en la forma de “comisiones obreras”, bien sea amparada en organizaciones laborales católicas que son también ilegales, los tecnócratas se asustan. Les es más cómodo continuar usando a la Falange todo el tiempo que sea posible para que trate de frenar a los obreros en el seno de la organización sindical vertical. Cuando el día llegue en que haya que desmontarla, será fácil echar a la Falange la culpa de que haya durado tanto. De ahí, los retrasos, idas y venidas durante los últimos dos o tres años con respecto a la prometida nueva ley sindical.”
Una vez más el opus dei mostraba su cara de saber sacar partido de la situación echando las culpas de lo que no funciona a otros.
Habla Jiménez Alier de que la fuente de legitimidad del régimen de Franco es la victoria en la guerra civil. Su gobierno se ha mantenido tantos años por la represión feroz que atemorizó a la oposición. Los ministros más viejos seguían denominándola “Cruzada”, los más jóvenes, del Opus Dei, hablaban de la guerra civil: “tal vez sus recientes éxitos económicos les parece que les da derecho a ser ministros.”
Además en 1970 se plantea algo que todavía en 2006 se está terminando de digerir en nuestro país, la cuestión de si hay que sacar a la luz la dura represión o es mejor olvidar. El articulista opina que si se sacan a la luz los hechos, al comprender la razón del miedo, ese miedo empezaría a desaparecer. “El miedo que, para conservar el respeto por uno mismo, frecuentemente se disfraza de prudencia.”
“El escándalo MATESA podría dar ocasión a que la Falange volviera al poder. Siempre ha habido un elemento populista en la ideología falangista (…) El Opus Dei está metido en el escándalo MATESA de dos maneras distintas. Una parte del dinero defraudado parece haber sido donado a ese Instituto secular: a su casa en Roma, a su Universidad en Perú, a su Universidad en Navarra, etc. Los ministros responsables son por otro lado del Opus Dei. Sin duda, no se trata de un caso de enriquecimiento privado; los miembros del Opus Dei no se apropian de los dineros públicos para llenarse sus bolsillos o los de la institución a la que pertenecen. La ideología del Opus Dei es hasta cierto punto una adaptación puritana, calvinista, del catolicismo y muy idónea por tanto al desarrollo del capitalismo en España –tal vez uno debiera decir en Castilla. El concepto de “vocación” es precisamente crucial en su ideología, y no significa como siempre había significado en la doctrina católica “vocación religiosa”, sino el cumplir lo mejor posible los deberes correspondientes a la posición profesional que uno ocupe en la vida. Muy posiblemente los ministros del Opus Dei hayan pensado que uno de esos deberes era el contribuir al incremento de las exportaciones españolas de maquinaria, para alcanzar cuanto antes la cifra mágica de 1000 dólares de ingreso per capita que en la opinión de López Rodó (antes de los sucesos de mayo en Francia) iba a permitir en España un sistema político democrático occidental. Muy bien pueden haber estado convencidos que Dios quería que otorgaran una enorme cantidad de crédito a la exportación a un empresario catalán, Vilá Reyes, cuyos empleados extraían en maletas las pesetas obtenidas, compraban divisas en el extranjero que en parte volvían a España para pagar puntualmente los créditos vencidos, probando así satisfactoriamente que las exportaciones de maquinaria florecían, y obteniendo así nuevos créditos. Las máquinas eran fabricadas y almacenadas a la espera de clientes. MATESA obtuvo además el control de setenta y cinco sociedades en España y en el extranjero, que iban a comercializar el producto. Cuando el escándalo empezó a trascender, en julio de 1969, los créditos para pagar importaban diez mil millones de pesetas, más de ciento cuarenta millones de dólares. Uno de esos millones de dólares había sido donado para la campaña presidencial de Nixon. Lo irónico de la situación es que las máquinas textiles fabricadas pudieran aún tener éxito en el mercado internacional; la opinión de los fabricantes catalanes de textiles no es del todo adversa, y se cree que una velocidad de operación algo mayor las haría viables.
Pero no cabe ninguna duda que se cometieron numerosas infracciones, y que los “ministros económicos” que regalaron tanto dinero incurrieron en responsabilidades políticas, y tal vez penales. El Tribunal Supremo parece estar dispuesto a juzgar a algunos ex ministros (incluyendo al presidente del banco de España –otro opus implicado, Navarro Rubio-) y a algunos ministros, incluyendo al ministro de Asuntos exteriores, López Bravo, que era entonces ministro de Industria, un ministro joven y moderno, que para irritación de la Falange no se preocupa de Gibraltar y que es preeuropeo (…)
Tras el esfuerzo que supuso hacer del príncipe Juan Carlos el sucesor oficial, aprovechando justamente el año del vuelo a la luna para darle públicamente tan alto puesto, enfrentándose a las objeciones de su padre, Don Juan, y tras diez años de dominación del Opus Dei y de éxitos económicos, no parece nada probable que la Falange pueda llegar al poder (…) Si Franco, que tiene 78 años muriera ahora, dejaría un panorama incierto.
Lo más probable, sin embargo, es que todavía tengamos a Franco con nosotros después del verano, y el año próximo, y que el escándalo MATESA desaparezca finalmente de la escena política. (…) El Opus Dei como institución sufrirá un tanto, pero no faltan tecnócratas que comparten su espíritu, en lo secular si no en lo religioso, y que aspiran a ministerios. Hay a veces la tentación, en la izquierda española, de echar la culpa al Opus Dei por los triunfos de la variedad española de neocapitalismo. (…)
A pesar del ingenio y aptitud para la política económica mostrado por el Opus Dei, y a pesar de su tibio liberalismo político (¡y tan tibio! No creen en él), a la hora de la verdad las demandas de los obreros a favor de salarios más altos y de sindicatos independientes se contestan a tiros (alusión a los 3 obreros muertos en Granada). El Opus Dei, ahora bajo ataque falangista, va a estar menos dispuesto que nunca a tratar de imponer una nueva estructura sindical y a permitir que los convenios colectivos se negocien libremente.”
Ana Azanza
Notas sobre la pornocrítica, artículo de Rafael Lozano, pseudónimo de Luciano Rincón, Ruedo Ibérico 31-32, 1971.
Trascripción y comentarios: Ana Azanza
Rafael Lozano hace una crítica de las críticas recibidas por el libro de Jesús Ynfante, La progidiosa aventura del Opus Dei, Génesis y desarrollo de la Santa mafia, publicado en París en 1970 por ediciones Ruedo Ibérico. Dice que lo original del libro es que se trata de una obra “de izquierdas” que ha tenido sobre todo lectores “de derechas”.
El articulista opina que las críticas que se han hecho al libro son bastante superficiales, parciales, sin entrar en el contexto del ensayo político español por ejemplo. La crítica española ha mostrado así su trivialidad, su falta de rigor y su escasez de conocimientos bibliográficos.
Al autor de estas notas también le parece un libro insuficiente, contiene información sobre el opus dei pero según él le falta crítica, elaboración, análisis. Falta una explicación global del fenómeno Opus Dei. Creo que los lectores y colaboradores de opuslibros.org estamos de acuerdo en que no es nada fácil llegar a esa síntesis total que cancele el tema, aún hoy. Por eso seguimos aquí, intentando comprender entre todos. Sabemos que la institución de la que nos ocupamos es maestra en el arte de ocultar las pistas y del disimulo, todo lo cual no facilita nada la comprensión y el análisis.
Analiza una de las críticas que le parecen más características, la de José María Ruiz Gallardón[1] en el diario madrileño ABC (29-10-1970): “Se puede juzgar un libro y valorarlo, y se estará de acuerdo o no con ese juicio. Pero no se puede juzgar críticamente un insulto.” Comenta Luciano Rincón que desde la inefable majadería del ex ministro Arias Salgado, “toda la libertad para la verdad, ninguna libertad para el error”, no se había vuelto a escribir, aunque la competencia es mucha, otra engolada banalidad tan grotesca.
Mi pregunta a la que no tengo contestación por ahora, es si ese tal Ruiz Gallardón, apologista del opus, pertenecía al mismo, o fue sólo uno más de esos defensores que le salen gratis a la “obra de Dios”.
Sigue Ruiz Gallardón padre: “No es un ataque –se refiere al libro de Ynfante- no es una discrepancia, es pura y simplemente una injuria.” Y comenta Luciano Rincón: “Curiosamente no es una injuria generalizada la carrera de José María Escrivá, no es una injuria –aunque sólo sea al sentido común- la adopción de títulos nobiliarios como medio de santificación (…), no es una injuria la utilización del cristianismo para manejos que abarcan desde el gansterismo puro y simple a la explotación de clase, empleando razones aparentemente marginales de los iniciales propósitos religiosos para procurarse imperios y subimperios económicos, políticos y paraculturales; no es una injuria el tráfago de negocios, divisas, títulos y otras armas pícaras, nacido y permitido al amparo de una manipulación religiosa. Nada de eso es injurioso, lo que sí es injurioso es decirlo públicamente. Como el vicio en las sociedades burguesas, como los prostíbulos en esas sociedades que existen y son utilizados por los que mandan en dichas sociedades, deben existir pero no deben verse. Tienen sus barrios propios, apartados. La corrupción puede ser un hecho, pero no debe hablarse de ella.”
Ruiz Gallardón debería de haber mostrado en qué miente Jesús Ynfante en su libro. “Pero eso le obligaría a tener que meter las manos en el fangal que el mismo crítico sabe que existe (…) Tratar de desautorizarlo con el empleo de esos calificativos sin razonamiento, al que califica es al crítico, que no sólo no ha sido capaz de negar uno solo de los cargos concretos con los que se enfrenta al Opus Dei, sino que se ha limitado a un rasgamiento literario de vestiduras y a ciertas insinuaciones amistosas para que también a él le cuente el Opus sus secretos. Ruiz Gallardón pide una obra seria sobre el tema. Pero no cita, ni comenta, ni critica la de Artigues, que tiene un planteamiento bien diferente de la de Ynfante. Es porque la de Artigues tiene que tomarla como un estudio histórico, mejor o peor logrado de un tema en el que no quiere incidir Ruiz Gallardón en profundidad. Porque eso es crítica. Y crítica es lo que en torno al Opus Dei no puede hacer Ruiz Gallardón.”
“El libro de Ynfante no ha dado un armamento doctrinal a la oposición al régimen, pero ha tocado uno de los temas que más irritan la piel de sus mantenedores: los escándalos, las infidelidades teóricas, las técnicas de explotación, la usurpación de los bienes nacionales por una minoría.”
Otra perla que recoge del artículo de Ruiz Gallardón: “un espécimen perfecto de un género que alcanza en él su más exacta definición: la pornocultura.” El libro de Ynfante sería un ejemplo de pornocultura. Dice al respecto Luciano Rincón:
“Yo no me atreveré a decir que la pornocultura en España la haya creado ABC, pero sí que la ha utilizado de manera continua, deliberada y sistemática durante muchos años. Durante todos los años de su vida (…) Una antología de textos de Radio nacional, editoriales de Arriba, fondos de ABC, etc., en los años inmediatos al fin de la guerra, con textos escritos incluso por ese pariente próximo del Opus que dicen que es Carrero Blanco, en los que se insultaba no a las ideas sino a las personas con nombres y apellidos, aclara perfectamente esta cuestión. La prensa y la radio victoriosas crearon un repertorio que dejaría absorto al más audaz libelista actual de cualquier tendencia ideológica. ABC no ha sido menos que radio Nacional en la antología de la pornopolítica y la pornocultura, de pornodenuncia y pornocrítica (…) ¿Quién ha inventado en España la pornocultura? Por lo visto Ynfante, no los que hacían aquellos retratos de personajes enemigos, en el amplio abanico que iba desde Manuel Azaña a Dolores Ibarruri, retratos en los que toda la suciedad de este mundo estaba acumulada.”
“En los años sesenta, pasada toda pasión de posguerra, un obispo, monseñor Gúrpide escribía una carta pastoral sobre el verano, después de hablar de la honestidad de las mujeres españolas: “Pues digan lo que digan, sepa bueno o malo, hay que pensar en que las mujeres sean como las quería Aparisi, como las quería Mella, como han sido las que más hijos han dado a la patria, como aquellas de la Cruzada que cuando recibían la mala racha se sorbían las lágrimas y bendecían a Dios… que para ser de las “otras” ya tenemos bastante en el campo enemigo”. ¿Quién ha inventado la pornocultura, y la injuria, y la zafiedad añadida y la suciedad en el enjuiciamiento al que disiente? Durante años ésa ha sido la tónica. Los textos están escritos y parece necesario que a un país físicamente renovado se le refresque la memoria cuando los honestos críticos de la profesionalidad herida se escandalizan.”
Denuncia también Ruiz Gallardón que el libro de Ynfante no va sólo contra el Opus sino contra todos los grupos que existían en el régimen de Franco, como si Ruiz Gallardón hiciera una llamada a hacer frente común frente a esos ataques al sistema establecido.
Sin embargo Luciano Rincón considera que “si los creadores y ejercitadores de la pornocultura la pornocrítica durante más de treinta años de violencia victoriosa, consideran que el ataque a tales hábitos es también pornocultura sólo que de signo contrario, la están justificando. Porque si ellos son el Bien y la Verdad, no caben matizaciones respecto a su absoluto, sino el desmonte realizado por otro Bien y otra Verdad.”
Reseña de Juan Martínez Alier
sobre el libro de Jesús Ynfante, La prodigiosa
aventura del Opus Dei, Ruedo ibérico 31-32, 1971.
“Este libro está siendo con todo merecimiento la sensación del año en España, dirigido a un público, no precisamente proletario, que ya está un tanto aburrido de los treinta años de paz de camposanto y que piensa, un tanto alarmado, que la era de Franco está, por fin, acabando.
El autor pertenece la vieja tradición hispánica del más rabioso anticlericalismo. Un verdadero quemaiglesias andaluz. Es un placer leer las páginas que dedica, de paso, a los católicos progresistas.
Su idea básica, para interpretar la secta llamada Opus Dei –católicos no progresistas: profesionales, funcionarios, financieros, industriales y ministros- se consideraría como una de las ramas del fascismo español, que no ha sido realmente como los fascismos europeos sino más bien un producto ibérico que debería llamarse “clerical-autoritarismo”. La fórmula es un aporte importante. Las raíces de la personalidad autoritaria de los clerical-autoritarios españoles debe buscarse en la educación que recibieron de manos de la Iglesia, organización jerárquica. En las Constituciones del Opus Dei –por primera vez difundidas ampliamente, en forma de apéndice al libro que comentamos- hay verdaderas perlas del pensamiento jerárquico (y por tanto misógino) que engarzan, o pretenden engarzar, con tradiciones anteriores no ya al liberalismo del siglo XIX español sino a Carlos III. Por ejemplo, el presidente del Opus Dei debe ser hijo legítimo y, mientras los socios del Opus Dei deben dirigirse a la Virgen María llamándola sedes sapientiae, las socias han de conformarse con ancilla domini. Y es evidente que aunque el Opus Dei intente ahora disociarse de la represión antipopular que bajo el mando de Franco realizaron la Falange, el Ejército y la Iglesia a partir de 1936 –una matanza notable- el fundador del Opus Dei, Monseñor Escrivá de Balaguer, que pasó la guerra civil en Burgos, pertenece a la generación de concienzudos sacerdotes que asesinaron a cristazos a rojos y masones –figurativamente hablando, aunque no siempre.
Sin embargo después de disfrutar leyendo el libro de Ynfante, quedan algunas dudas. De un lado, no todos los fascistas españoles han sido clericales. De otro lado, más importante, no todos los afiliados del Opus Dei son clericales. Por supuesto que la lista de socios y simpatizantes que Ynfante incluye en su libro no es ni completa ni libre de errores.”
No quiero seguir sin un comentario, la palabra “afiliado” en este caso puede dar lugar a errores de interpretación. Si se interpreta como miembro efectivo del opus dei, esta página web ha demostrado fehacientemente que el opus dei es una organización clerical en la realidad de su gobierno y de su día a día, de arriba abajo, por mucho que lo quieran disfrazar. Ahora bien, si la palabra “afiliado” incluye a los cooperadores o simpatizantes, es decir, aquellas personas a las que el opus se acerca buscando “lavar su imagen” de sociedad autoritaria y sectaria, entonces es posible que haya incluso “ateos”, “judíos” y “protestantes”, hasta “musulmanes” entre sus “afiliados”. Cualquier individuo de las clases mencionadas no será clerical por definición, pero tampoco pertenece a la estructura dura del opus.
Otro comentario, seguro que en la lista de miembros que da Ynfante no hay una sola numeraria auxiliar, ni una agregada, ni siquiera numerarias ni supernumerarias. Y eso que sabemos el papel tan fundamental que el opus da a las mujeres como transmisoras de las “esencias”, del “espíritu de familia”, de la educación y cuidado de los hijos, futuros numerarios….etc. Por no decir aquello tan “lindo” que solía decir Escrivá de las auxiliares, ¿lo recordáis? Que le gustaría no haber sido el fundador, sino haber sido mujer para pitar como numeraria auxiliar… cuanta hipocresía. Ya, y pasarte la vida en una cocina, fregando, planchando y trabajando como una mula para gente a la que ni siquiera conoces, y a la que no se te deja querer, como se quieren las personas de verdad en una familia. Y por supuesto sin ver un duro de tu sueldo, porque los trámites ya los hace la secretaria del centro, en un lugar del libro de contabilidad escribe que te entrega tu sueldo y en la línea siguiente que tú lo entregas a la caja…pues eres una numeraria “comme il faut”, desprendida. Ya hay otros en el opus suficientemente prendidos al dinero.
Ya que sale el tema de las numerarias auxiliares, ¿alguien sabe cuando se maquinó el cambio de nomenclatura y cómo se justificó? Antes eran las “sirvientas” y las agregadas habían sido las “oblatas”. Lo que sí se mantuvo siempre es aquello de “nuestras hermanas pequeñas” para referirse a las auxiliares, ¡qué vergüenza me da todo esto! Es cierto que si ya de por sí el infantilismo se extiende entre muchas numerarias, entre las numerarias auxiliares es algo exagerado, como también algunas personas han explicado en esta página.
Pero sigo con la reseña:
“Dado que el Opus Dei es una sociedad secreta, es perfectamente razonable incluir esa lista que procede de informaciones fragmentarias, a veces de primera mano y a veces de segunda. Pero hay gente en esta lista, en la categoría de cooperadores por ejemplo, que aunque políticamente simpatizan con lo que la secta representa hoy en España, no son gente de misa. Ynfante hace constar, con razón, que para ser influyente dentro de la secta hay que ser de misa, pero que para ser considerado como simpatizante no hace falta. Pero no obstante, no todos los españoles que no son de misa podrían simpatizar con el Opus Dei, ni ser bien vistos por la secta. Por ejemplo, quienes sean socialistas. O quienes son falangistas de izquierda: es decir, fascistas anticlericales, nacionalistas castellanos, populistas, anticapitalistas, o por lo menos antiimperialistas, en política económica. Para dar un ejemplo concreto: el señor Estapé, que hoy ocupa un alto cargo político en el Plan de Desarrollo y que por tanto puede servir como tema de discusión pública, figura en la lista de simpatizantes. Evidentemente lo es. Pero no es en absoluto un clerical-autoritario. Es un hombre que más de una vez debe haber pensado que tuvo mala suerte en nacer en Port Bou y no en Cerbère y que hoy da el insólito espectáculo de un ampurdanés franquista. Si pudiera, no le hubiera importando ser liberal, Pero seguramente, como el franquismo ha durado tanto, ha tenido interés en convencerse de que para que España llegue de una vez a parecerse a Europa hace falta llegar a los famosos mil dólares de ingreso per capita (a precios de 1957, hay que suponer), lo que felizmente debería de coincidir, más o menos, con el fallecimiento del general Franco. Lo que hay que evitar es otra revolución de los pobres.”
“Y mientras tanto el liberalismo queda en suspenso. Ynfante no parece haberse dado cuenta que hay una burguesía así en España y que por ahora participa cada vez más del poder. El mundo occidental está ya lleno de liberales de este tipo –de ahí, lo que a mi juicio son exageraciones de Ynfante sobre la posible influencia que el Opus Dei puede adquirir en Norteamérica, o en Alemania, o en la Argentina. En España, el espíritu capitalista, el culto a la expansión económica y el liberalismo muy prudente –subordinado a las necesidades del capitalismo y a la represión contra las fuerzas revolucionarias, claro está- se ha encarnado últimamente en el Opus Dei, porque sólo podía vivir, tras la guerra civil, bajo un disfraz clerical-autoritario. El disfraz fue accidental. Por ejemplo, tras lo que pasó en España, hoy Cambó sería, si no miembro del Opus Dei –la puntualidad, el trabajo, ganar dinero, etc. son virtudes que en las regiones industriales se practican sin necesidad de que cuenten como méritos para la vida eterna-, por le menos simpatizante. Ynfante parece creer que la pelea en España se desarrolla todavía entre Olavide y la Inquisición.”
“En el libro de Ynfante yo echo de menos la consideración del Opus Dei, no sólo como una secta clerical autoritaria, sino también como el representante político, desde 1957, de los capitalistas españoles y de los capitalistas extranjeros en España –a pesar de algunos conflictos que siempre pueden existir entre representados y representantes. Aunque que los datos que da Ynfante sobre los negocios del Opus Dei tienen un gran interés, quizá le llevan a considerarlo como un grupo financiero. Su importancia, sin embargo, está sobre todo en la política económica que ha seguido en el gobierno, en pro de lo que se suponen ser el bien de los españoles.”
“Esa representación se adorna, por los interesados, con exagerados tintes de competente tecnocracia. Como Porfirio Díaz en 1910, Franco, también a los 78 años, está rodeado de “científicos”. En realidad, una exageración notoria: tecnócratas que se dejan embaucar por el señor Vilá de MATESA, y que se atribuyen el mérito del crecimiento de una economía que no podía menos que crecer, a base de la acumulación de capital realizada a expensas, evidentemente, de la clase obrera, y extraordinariamente favorecida por el turismo, las remesas de los emigrantes y el primer impacto de la inversión extranjera. La historia durará –como máximo- hasta que haya una crisis en el capitalismo mundial que, sin necesidad de ser muy grande, tendría gran repercusión en España.”
Ana Azanza, trascripción y comentarios.
[1] Supongo que se trata del padre del actual alcalde de Madrid y político destacado del Partido Popular, Alberto Ruiz Gallardón
Ir
al inicio de “Ruedo Ibérico”, por Ana Azanza
Ir a la correspondencia
del día