Por Joseph I. B. Gonzáles,
antiguo numerario, seis años,
Estados Unidos
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Versión original en inglés: http://www.odan.org/questionable_trap.htm
La traducción al castellano ha sido realizada con la
autorización de ODAN
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Hoy me gustaría escribir sobre lo que se ha llamado
"la trampa vocacional" del Opus Dei. Es una trampa
porque, cuando alguien cae en ella, es psicológicamente
muy difícil que logre escaparse. Creo que la "trampa"
en su forma más coercitiva es psicológica, aunque
tiene la capacidad de sujetar como una cárcel. En mi
propio caso, tardé por lo menos tres largos e infelices
años decidirme a dejar la organización Opus
Dei, desde el momento en que sentí el deseo inconfundible
de salir hasta el punto en que realmente lo hice.
La trampa se desarrolla más o menos de la siguiente
forma:
-Alguien "ve" su vocación de numerario
o por lo menos es persuadido de que la "ve".
-Escribe una carta al prelado del Opus Dei para pedir la
admisión como numerario y es aceptado.
-El numerario aprende las ideas, costumbres y tradiciones
del Opus Dei.
-Después de un tiempo, por alguna razón,
el numerario no siente la vocación de permanecer
en el Opus Dei - a veces desarrolla ese sentimiento después
de entender de las ideas, costumbres y tradiciones del Opus
Dei-, que en algunos casos se conocen sólo después
de muchos, a veces muchísimos, años porque
ellas se revelan gota a gota en un largo período
de tiempo, y algunos aspectos nunca son revelados.
-El sacerdote le indica al numerario que tiene vocación,
aún si éste no puede recordar "haberla
visto", y que cometería un pecado mortal si
abandonase el Opus Dei.
-El numerario confía en el sacerdote y no quiere
cometer un pecado mortal, de modo que permanece, algunas
veces agonizando sobre su decisión.
-El numerario decide irse y es censurado por la organización.
El proceso es abusivo principalmente por la falta de consentimiento
informado, aunque hay otros aspectos abusivos como la coerción
psicológica, atribución falsa de una vocación,
y el estigma impuesto sobre el antiguo socio.
Inicialmente, se le pide a la persona que "entregue
todo a Dios." La frase identifica "Dios" con
el "Opus Dei". El nuevo no sabe el contenido de
la entrega: no le será posible conocer y evaluar la
naturaleza del compromiso sino hasta después de muchos,
a veces muchísimos años en cuyo momento la organización
Opus Dei ya no le permite una salida airosa. De ahí
la carencia de consentimiento informado.
Esta situación es clásica: "condenado
si lo haces, condenado si no lo haces." El numerario
está atrapado dentro del Opus Dei y, si él o
ella toman la decisión de marcharse, se anuncian consecuencias
fatales, reales o imaginarias. Además de la amenaza
de perdición eterna y el chantaje emocional pernicioso
engendrado por el cargo de traición a Jesucristo, hay
otras formas de presión psicológica, en la forma,
tal vez, de presión de grupo o disonancia cognoscitiva
que resulta de la terminación de la intensamente cultivada
visión del mundo a través de los ojos del Opus
Dei. Usando una analogía de la bolsa de valores, después
de muchos años de servicio sincero a la organización,
se vuelve muy difícil para el numerario aceptar la
torpeza de su inversión, evitar pérdidas futuras,
y salirse. Ello implica la aceptación de un terrible
error -tal vez el más difícil de los procesos
psicológicos- y pasar luego muchos años corrigiendo
las consecuencias negativas y algunas veces traumáticas
del error.
Hay una teología vocacional detrás de esta
trampa que encuentra su fuente, justificación y perpetuidad
en las palabras y acciones de San Josemaría Escrivá
de Balaguer y Albás. Al institucionalizar este proceso
específico de incorporación en el sistema del
Opus Dei, San Josemaría Escrivá de Balaguer
y Albás es el responsable último de las consecuencias
abusivas y funestas.
En el sistema de San Josemaría Escrivá de Balaguer
y Albás, una vocación al Opus Dei se define
por los siguientes rasgos:
-Es producto de un momento de iluminación lleno
de oración.
-Mantiene una relación esencial o intrínseca
con la salvación del individuo.
-Es obligatoria bajo la pena de pecado mortal.
A los reclutas numerarios se les dice que una vez que hayan
"visto" su vocación, tienen la obligación
moral de seguirla. Se implica que la supuesta visión
instantánea da validez a todas las obligaciones y enseñanzas
que el Opus Dei impone sobre los reclutas mientras ellos permanezcan
en el Opus Dei.
En meditaciones predicadas por los sacerdotes del Opus Dei,
se han reportado las siguientes palabras de San Josemaría
Escrivá de Balaguer y Albás con respecto a la
vocación:
"Si un hijo mío ha visto su vocación
una vez y nunca la ve de nuevo, debería bastarle para
el resto de su vida."
"Si un hijo mío deja la Obra, no puedo garantizarle
su salvación."
Esta frase es una amenaza velada, especialmente porque San
Josemaría Escrivá de Balaguer y Albás
garantizaba la salvación de los miembros que permanecieran
dentro el Opus Dei hasta la muerte.
Mantener a los numerarios en el Opus Dei parece haber sido
una obsesión a lo largo de la vida de San Josemaría
Escrivá de Balaguer y Albás. Nos contaban historias
de cómo había llorado cuando "Dios le quitó
sus primeras vocaciones," de cómo él personalmente
amonestó a ciertos numerarios a "ser fieles"
y no irse, y cómo el gritaba, exhibiendo lo que parece
haber sido enojo público premeditado, al leer cartas
de separación de antiguos numerarios o hacia los numerarios
mismos que le comunicaban la decisión de irse. El identificó
al Opus Dei con Jesucristo -tal vez una identificación
válida en su caso, pues aparentemente sintió
su vocación al Opus Dei con certeza indudable, pero
ciertamente una proposición discutible respecto a muchos
individuos que eligieron seguir su propia conciencia, algunas
veces después de gran lucha interna, y dejar la organización.
Creo que su intolerancia refleja sus convicciones cerradas
y falta de respecto por la verdad que reside en las conciencias
de antiguos numerarios.
Como yo mismo experimenté, los directores calificaban
de pecado mortal el abandonar el Opus Dei. Considerando lo
obsesivos que eran los directores al citar y trasmitir las
ideas y prácticas de San Josemaría Escrivá
de Balaguer y Albás, yo concluí que la fuente
de visión fue el mismo San Josemaría Escrivá
de Balaguer y Albás. Cuando me salí, el sacerdote
me mandó confesarme de pecado mortal y, por lo que
entiendo, la misma imposición absurda ha sido impuesta
en otros antiguos numerarios. La teología oficial acerca
de la vocación del Opus Dei es solamente una entre
varias ideas legítimas sobre la vocación. Sin
embargo, la teología de San Josemaría Escrivá
de Balaguer y Albás es presentada a los numerarios
como la única.
La teología de San Josemaría Escrivá
de Balaguer y Albás es similar a lo que se encuentra
en los escritos de San Alfonso de Ligorio, que de hecho parece
ser uno de las fuentes teológicas oficiales del Opus
Dei sobre este tema. Según San Alfonso ya que la vocación
tiene una relación intrínseca con la salvación
del individuo, la falta de respuesta del individuo a la vocación
significa pecado mortal y condenación eterna. (Ver
Nota 1)
Otra idea importante acerca de la vocación, expresada
en los escritos del sacerdote del Opus Dei José Luis
Soria y que resume la línea oficial del Opus Dei, es
que la obligación de permanecer fiel a la vocación
puede ser impuesta moralmente si la vocación es "absolutamente
cierta." Soria también indica que es posible que
un individuo tenga "absoluta certeza" acerca de
su vocación. (Ver la Nota 2)
Sin embargo, hay varias concepciones teológicas de
la vocación, algunas de las cuales contradicen la línea
oficial del Opus Dei. Entre ellas están las siguientes:
-Una vocación es producto de un proceso gradual de
iluminación. Frecuentemente se cita a San José
como el ejemplo clásico.
-Una vocación no tiene una relación intrínseca
con la salvación porque demanda más de lo que
Cristo espera o requiere para lograr la salvación.
Este es el argumento que se formula, por ejemplo, con respecto
a la vocación religiosa, en la cual los votos de pobreza,
castidad y obediencia no son considerados esenciales para
la salvación.
-No hay pecado en abandonar la vocación precisamente
porque las demandas de una vocación exceden lo que
normalmente se requiere de un cristiano.
-Una vocación no es evidente, y mucho menos absolutamente
evidente. Dado que una vocación es una realidad moral
y espiritual más que una realidad científica,
no es posible obtener la misma certeza acerca de la vocación
personal como la que caracteriza las respuestas empíricas
a preguntas científicas o empíricas.
-Una vocación no se puede imponer. Esto se sigue
de la premisa de que una vocación no es cierta.
-Una vocación es una invitación de Jesús,
no una obligación.
Mi propia opinión es que es posible que alguien alcance
certeza moral, inclusive una fuerte certeza moral, acerca
de una vocación o llamada interior. Sin embargo, la
convicción debe también estar confirmada por
circunstancias externas, especialmente por las personas que
poseen la autoridad de confirmar la vocación, como
en el caso, por ejemplo, de un obispo que ordena a un sacerdote.
Me atrevo a afirmar que una vocación es una realidad
interna en el alma de una persona que debe ser confirmada
por circunstancias externas. Cuando la realidad interior y
la exterior coinciden, la posibilidad de una vocación
es alta pero de todas maneras no es científicamente
demostrada.
Por consiguiente, creo que un director espiritual debe respetar
la realidad interior de la conciencia individual. Basado en
mi propia experiencia, este respeto es verdaderamente deficiente
en el Opus Dei. ¿Cómo puede un director espiritual
estar "seguro" de la vocación personal, y
mucho menos aún, imponerla? Creo que es más
importante que el director ayude al individuo a conocer la
realidad interior de su alma que imponer un compromiso absoluto
a una organización que, después de cierto punto,
pudo haber perdido gran parte de su credibilidad.
San Josemaría Escrivá de Balaguer y Albás,
por las ideas acerca de la vocación que impuso a los
miembros del Opus Dei, ha empañado la causa de la verdad.
Su teología estrecha de la vocación tiende directamente
a atrapar a personas bien intencionadas, al calificar una
vocación como cierta y obligatoria, comunicada en un
momento de iluminación divina. Hay una variedad de
nociones legítimas sobre la vocación; y de ninguna
manera hay unanimidad en que la vocación es obligatoria,
ni muchos menos, que es cierta. Afirmar que las ideas teológicas
preferidas de San Josemaría Escrivá de Balaguer
y Albás son parte de la doctrina católica básica
es una falsificación. Es especialmente opresivo y dañino
cuando tales falsedades, en el nombre de la verdad y la santidad,
distorsionan la conciencia individual, restringen e inclusive
manipulan la actuación de acuerdo a dicha conciencia.
Su influencia perniciosa no puede desestimarse.
Nota 1: El siguiente pasaje fue
tomado de la Enciclopedia Católica en la Internet,
en la sección sobre Vocaciones Eclesiásticas
y Religiosas. La Enciclopedia Católica es un bastión
de la teología conservadora y la apologética
Católica. Es llamativo lo que sostiene sobre el tema
de la vocación:
"San Pablo no intenta señalar ninguna profesión
particular como un regalo de Dios, pero hace uso de una expresión
general para implicar que la dispensación desigual
de gracias al igual que la diversidad de virtudes explica
la diversidad de objetivos ofrecidos para nuestra selección.
Coincidimos con Ligorio cuando declara que cualquiera, estando
libre de impedimento y motivado por una intención correcta,
es recibido por el superior si es llamado a la vida religiosa
La influencia rigorista a la que San Alfonso fue sometido
en su juventud explica la severidad que le llevó a
decir que la salvación eterna de una persona dependía
primordialmente de su elección de un estado de vida
conforme a la elección Divina. Si este fuese el caso,
Dios, que es infinitamente bueno, haría conocer su
voluntad a cada hombre en una forma tal que no pudiese ser
malentendida."
La forma rigurosa de pensar acerca de la vocación
que se deriva de San Alfonso de Ligorio era común en
la espiritualidad del período formativo de Escrivá,
es decir en los años 20 en España, y el paradigma
persistió de una forma extendida en la Iglesia hasta
los años 60. Puede notarse que el pasaje citado subraya
la importancia de una intención correcta al determinar
la existencia de una vocación. Desafortunadamente,
la intención correcta es obstaculizada por la falta
de consentimiento informado, agravándose por la práctica
de una censura absoluta, el uso de "la santa discreción"
para ocultar información vital, y la falta de discernimiento
espiritual, específicamente en lo relativo a la vocación,
en las actitudes de los miembros del Opus Dei. Esta última
deficiencia, que ha sido señalada por Tammy DiNicola,
se confirma por la experiencia de otros. Nótese también
que la última frase del pasaje citado implica la naturaleza
incierta de la vocación.
Creo que la culpabilidad por haberse institucionalizado este
dudoso sistema de reclutamiento recae no sólo en Escrivá,
sino también sobre la misma autoridad eclesiástica
por apoyarlo en su apresuramiento irresponsable.
Nota 2: El punto de vista de José
Luis Soria acerca de la vocación está contenido
en un folleto, "Vocación," publicado en la
década de los 80 por el Centro Teológico, otra
organización "tapadera" del Opus Dei basada
en Manila, Filipinas. He examinado la última versión
de otro folleto "Vocación" de Soria y no
menciona ninguna de estas ideas cuestionables. Sospecho que
el Opus Dei habrá procurado que desapareciera aquel
primer folleto de Filipinas, igual que procuraron hacer con
las Constituciones del Opus Dei del año 1950, cuando
fueron publicadas en 1970 en París por vez primera,
o con el relato autobiográfico de María Angustias
Moreno cuando se publicó en España "El
Opus Dei, anexo a una historia". Hay razones para
sospechar. Robert Hutchinson, en "Their Kingdom Come"
(1995) y María del Carmen Tapia, en "Beyond the
Treshold" ("Tras
el Umbral. Un vida en el Opus Dei", 1998) han reportado
que el Opus Dei falsifica y destruye documentos. Estas afirmaciones
son creíbles porque son consistentes con mí
propia experiencia. Durante mi tarea como numerario, fui testigo
de cómo numerarios, incluyendo los directores, intermitentemente
quemaban libros en el jardín de atrás del centro.
Usualmente, la Biblia Protestante y libros sobre la teoría
de la evolución.
Joseph I. B. Gonzáles
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