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OPUS DEI: ¿un CAMINO a ninguna parte?

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Reflexiones en torno al proceso de salida del Opus Dei

Enviado por Claudia el 11 de diciembre de 2003
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I. Factores que intervienen en el proceso:

1. El tiempo que se lleva en la Obra y los compromisos jurídicos adquiridos:

Como introducción al tema vale la pena contar con una visión general de los tiempos que transcurren respecto la situación jurídica en relación con la Prelatura.-

a) La Petición de Admisión es cuando se escribe una carta a la autoridad de la Obra correspondiente pidiendo ser miembro –numerario, supernumerario, agregado- del Opus Dei, y marca la FECHA inicial de relación más formal con la Prelatura. A partir de ahí corren seis meses para que la Obra responda a la solicitud (se es o no se es admitido conforme se solicitó). En el argot interno de la institución se conoce a tal fecha como fecha de “pitaje” o en que se “pitó”.

Alfredo añade: los aspirantes, o sea los que 'pitan' entre los 14 y medio y los 16 y medio, es verdad que no tienen ningun tipo de contrato con la Prelatura, pero se les hace entender que se dan a Dios en la Obra para toda su vida. Para aspirantes numerarias/os y agregadas/os, esciben una carta al Vicario Regional y, cuando cumplen 16 y medio, escriben otra carta al Prelado (normalmente, no se deja pitar de supernumerario alguién de esa edad; se le dice que tiene que pitar de numeraria/o o de agragada/o). A partir de los 16 años y medio siguen los mismos plazos que los otros (admisión a los 17; oblación a los 18 y fidelidad a los 23 si todo sigue su cauce normal). Si un aspirante no quiere seguir adelante, como no hay nada juridico, solamente tiene que decirlo. Ademas, en esos casos es mas facil que puedan re-'pitar' mas tarde (tanto como numerario que agregado o supernumerario segun los casos).

b) La fecha de Admisión (a los seis meses de solicitarla).

c) La fecha de Oblación (un año después de haber sido admitido).

d) La fecha de Fidelidad (cinco años después de haber hecho la oblación). Es para numerarios y agregados, pero algunos supernumerarios excepcionalmente hacen también la fidelidad –con una serie de consecuencias propias-.

e) Tiempos establecidos para la salida después de solicitar la DISPENSA ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿?????????????: INDEFINIDO (al menos para el que la solicita). Imagino que jurídicamente estará establecido en los documentos internos de la Prelatura.

La “facilidad” para salir del Opus Dei una vez que se ha sido aceptado (“admisión”) depende del tiempo en la institución y los compromisos jurídicos adquiridos.

Hasta antes de la “oblación” (año y medio después de pedir la “admisión”) la salida puede ser sencilla. Simplemente se deja de hacer la incorporación. En el caso de numerarios y agregados que deciden no seguir en ese momento, se les suele invitar a que queden incorporados como supernumerarios.

Uno Más añade al respecto: Una persona que pida la admisión como numerari@, queda automaticamente admitida como miembro supernumerario desde el momento del pitaje. Me consta que los directores no suelen comentar este aspecto bastante peculiar al interesado. Así está recogido en las Constituciones.

Alfredo dice: También se dice en el Catecismo de la Obra (por lo menos en las dos ultimas versiones que conozco; ha salido una nueva este año 2003) y también en otro documento interno para los directores (por lo que no hace falta conocer las Constituciones para saberlo; todos los directores tienen que saberlo). Sin embargo, tiene toda la razón Uno Más que eso no se indica a los interesados. Creo que esta dispoción está prevista para asegurar que siempre se pueda atender a esas vocaciones recientes por parte de los sacerdotes de la Obra. Porque si uno pide la admisión en una diocesis donde el Obispo no da las licencias a los sacerdotes de la Obra, normalmente no pueden atender a los fieles de esa Diócesis, pero siempre pueden atender a los que son fieles de la Prelatura. Así, uno que ya es admitido como supernumerario desde el día de su pitaje también es fiel de la Prelatura y puede ser atendido por parte de los sacerdotes de la Obra.

En principio hasta ese momento uno (sin saberlo a ciencia cierta) está en período de prueba previo a la incorporación jurídica temporal (que se realiza mediante la ceremonia de “oblación” y que debe renovarse cada año hasta la ceremonia de incorporación jurídica permanente denominada “fidelidad” -pasados 5 años después de la “oblación”-). Eso en términos jurídicos, es decir, en términos del contrato personal que se establece con la Prelatura por el que la institución se compromete a formar y velar por el bien espiritual de la persona, y la persona se compromete a seguir el espíritu y realizar los apostolados conforme la Obra le indique.

Galileo añade: El tiempo entre la oblación y la fidelidad de 5 años es en realidad un tiempo mínimo. No era infrecuente que al enviar el preceptivo informe personal a la delegación/comisión se denegara el permiso para la fidelidad. Normalmente se trataba de problemas de pureza, dudas sobre la salud mental,... Estas personas quedaban en una especie de stand-by, se les comunicaba que "excepcionalmente" se les prorrogaba el plazo para la fidelidad, la delegación por escrito ponía unas metas concretas en las que debían luchar y se les daban 6 meses o un año de tiempo para resolver los problemas. En el caso de la salud mental se pedían nuevos informes médicos. Cuando se acercaba el final del plazo el consejo local debía emitir un nuevo informe de conciencia indicando si se habían resuelto los problemas. Como a veces la mejoría era parcial se volvía a dar otra prórroga, de modo que a veces pasaban 2 o 3 años hasta que esa persona era rechazada o admitida.

El problema no viene tanto en el ámbito jurídico porque la mayoría de las personas ni conciencia tienen de su vinculación jurídica (excepto cuando tienen que “renovar” formalmente los compromisos adquiridos con la Prelatura cada 19 de marzo –hasta la fecha de fidelidad en caso de numerarios y agregados-).

No, los problemas vienen sobre todo en los ámbitos espiritual-moral-psicológico porque la “mentalidad vocacional” que se induce en la persona que ingresa es de que SU COMPROMISO ES PARA SIEMPRE (independientemente de que del lado de la Obra se sepa que eso no es real en términos jurídicos dado que pueden decidir “rescindir” el contrato si “no ven condiciones vocacionales” en el interesado –por motivos de salud, adaptación y otros-).

En un correo de Héctor (8-X-2003) se afirma que en "las sucesivas incorporaciones, al interesado jamás se le dice que dichos pasos son ocasión para la libre elección. A nivel de directores, se suele explicar que tales pasos son a favor de los directores (que pueden advertir falta de idoneidad), nunca del interesado. Al interesado se le insiste sin más que su decisión inicial tiene plenas consecuencias desde el principio, y que decidir marcharse es un descamino".

El abuso puede darse (y por lo visto es experiencia común según testimonios de varios exmiembros), cuando es el propio interesado quien decide no continuar con su compromiso (teniendo jurídicamente todo el derecho), pero de parte de directores de la Obra comienza una presión psicológica-moral-espiritual mediante la que se pretende conseguir la “perseverancia-en-la-institución” (muchas veces ajena a la propia salud espiritual y moral), intentando confundirla con un verdadero sentido de “fidelidad a Dios” (que NO SE PIERDE por abandonar la institución, pero que se emplea como argumento de intimidación o inculpación).

Tenemos la descripción de Jack como muestra:

“Estoy de salida, desde julio pasado planteé que me iba, hasta el momento mi peregrinación hacia la salida ha tenido los matices tipicos:

Al principio: "estas cansado, necesitas descanso, haz apostolado y piensa en los demás", luego ante mi firmeza: "tienes mucho amor propio, tu problema es la pureza" además de: "he visto a gente que se ha ido, la pasan mal y luego quieren volver a recibir formación", "Dios te da la gracia de la perseverancia final a través de la vocación, si te apartas de ella te puede faltar la gracia" y sin faltar "no te tires de cabeza por la ventana”.


Y contamos también con el testimonio de H.E. (7 sept. 2003) sobre la forma en que a quien desea irse le dan… “razones que nos hacen dudar, que nos infunden miedo como:

- la vocación es para siempre
- si abandonas tu vocación no serás feliz
- si abandonas tu vocación tendrás muchas más posibilidades de irte al infierno
- si no has sido fiel a tu vocación, tampoco serás fiel a un amor humano (para numerarios y agregados)
- dejar el Opus Dei no arreglará tus problemas, te los llevarás completos
- la fidelidad de muchos depende de tu fidelidad
- "quien pone su mano en el arado y mira atrás no es apto para el reino de Dios"
- quien han dejado la Obra se han arrepentido (aquí se ponen ejemplos)
- Dios necesita de tu fidelidad
- si luchas y te dejas ayudar, la luz volverá a tus ojos
- debes luchar en tal o cual cosa, decidirte de verdad a entregarte, y ya verás que Dios no te abandona
- despues de la fe, el tesoro más grande que Dios te ha dado es el de la vocación (…)

Con estas y otras muchas consideraciones se trata de suscitar duda en el interesado, miedo e inseguridad. Esas ideas se escuchan miles de veces, mucho antes de querer marcharnos, en círculos, retiros, meditaciones, lecturas, crónica, libro de meditaciones... Y como quien está en la Obra es una persona que ama a Dios y ha sido formado y troquelado con estas ideas, el miedo aparece, y se experimenta una angustia muy grande, fruto de la contradicción entre el deseo de marcharse y el temor a cometer un gravísimo error.”

Y por último sugiero consultar el texto “complejo de Infidelidad” enviado por Crítico Constructivo el 29-9-2003.

Pero volviendo a los tiempos jurídicos, si ya se ha realizado la incorporación definitiva (“de por vida”, mediante la ceremonia de “fidelidad”, en la que uno entre otras cosas se compromete además a GUARDAR LA UNIDAD DE LA OBRA –entendiendo por ello el jamás “criticar” NI DECIR NADA FUERA de los cauces de autoridad de la Obra jerárquicamente establecidos-), entonces las cosas se complican porque no basta con “no renovar” el convenio anual, sino que hay que pedir una “DISPENSA” a las autoridades de la Obra en Roma (directamente al Padre –Prelado en turno-).

El proceso suele ser desgastante porque entran en “conflicto” el interés de la Obra por no perder a sus fieles (por diversos motivos, válidos o no), y la vida misma del interesado (que para llegar a tomar esa decisión sin duda habrá pasado por un largo y doloroso proceso de “autovaloración existencial” –si me permiten llamarlo así-).

Además, la Obra tiene “de su lado” un elemento que también suele convertirse en causa de presión: los “tiempos y términos jurídicos”, es decir que si alguien desea “salir” para reiniciar su vida “YA”, en el acto, como persona normal, ha de esperar a que se cumplan los “plazos” fijados por la propia Obra (y de los que a uno JAMÁS le informan al pedir la admisión ni durante su etapa de “formación”).

Durante ese “tiempo” la Obra tiene esperanza de que la persona “recapacite sobre su error” y decida regresar. Los directores les llaman “tiempos prudenciales”, mientras que la experiencia para muchos que hemos salido es que ese tiempo se convierte en una etapa de presión y confusión moral -uno no sabe bien a bien cómo actuar porque en conciencia “no es” pero jurídicamente “sigue siendo” y de continuo le recuerdan que “se debe portar bien” (sic)-…

Existen varios testimonios desafortunados –conste que no dije que sea el caso de la totalidad de los exmiembros-, sobre cómo se afectó a las personas DURANTE EL PROCESO DE SALIDA porque interesaba más “cuidar apariencias”, “no causar escándalos”, “no dar mal ejemplo” –con la simple partida- (sic)…, que proporcionar medios para la tranquilidad de la conciencia y la oportunidad de reiniciar una vida personal a quienes se iban.

En mi caso particular, además de comunicar mi sentir y dar mi punto de vista al respecto a mi directora, fui también a hablar del tema a la directora de San
Miguel de mi Delegación con la esperanza de que APRENDAN a tratar CADA CASO en particular, en lugar de aplicar “la letra de la ley” y los “criterios de perseverancia” sin considerar las necesidades espirituales personales, dañando a muchas personas que intentaron salir bien de la institución.

Continuará…

 

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