MI
TESTIMONIO
Enviado por Hyatt el 17 de octubre de 2003
He pasado 8 años en el Opus Dei como numerario, y
ya llevo 11 años fuera. Durante esa época he
tenido cargos de dirección en Centros y en labores
internas. Era un numerario mimado debido a mi orígen
japonés y mis ganas de ayudar en un futuro cercano
con la labor apostólica del Japón.
Me identifico plenamente con muchas personas que cuentan
acerca de su experiencia en la Obra. Me ha resultado muy interesante
y entretenido leer el libro
de María del Carmen Tapia, porque muchos hemos pasado
en mayor o menor medida a través de esa experiencia,
además como ex-numerario a uno le queda cierta curiosidad
acerca de las cosas que ocurren a 5.000 km de distancia.
Quiero compartir con todos también la transición
que he vivido al salir de la Obra y colaborar con la gente
a que sea llevadero este proceso que para muchos es traumático.
Todo comenzó unos años después de recibirme
de la Facultad cuando tuve que salir "a la calle"
y romper la cápsula en la que estaba viviendo. Allí
fuera la profesión estaba dura, no encontraba trabajo,
cuando encontraba algo como para comenzar, siempre había
una excusa para deshechar la oportunidad. O que el salario
era bajo, o que debía de viajar mucho, o que iba a
tratar mucho con mi familia, etc. A partir de allí
me entró la crisis vocacional.
Planteé el problema abiertamente a mi Director, cosa
que no le gustó para nada, ya que era un numerario
de buen espíritu y trabajando en cosas internas. Me
pidió que rezara y pensara mucho más profundamente
en el tema. Así lo hice y después de pensarlo
durante un año me dieron la dispensa de la vida de
familia (ya tenía hecha la fidelidad). Tampoco quise
tomar una decisión apresurada dada la importancia del
tema. Gracias a Dios mi transición fue poco traumática.
Dios sigue siendo Dios para nosotros estando dentro o fuera,
y seguí con mi vida de piedad, cosa que me ayudó
bastante porque sentía el miedo del arrepentimiento
y que se me cierren las puertas del cielo para siempre. Tuve
la suerte también de integrarme a mis viejas amistades
y ser bien acogido. A los pocos meses viajé a Japón
para proseguir mis estudios y luego a Canadá.
Mi inserción en la sociedad fue lenta pero segura.
Yo era muy ingenuo. Inclusive al salir de la Obra a los 24
años, no me podía imaginar una mujer soltera
que no fuera virgen (esto como muestra), pero poco a poco
fui acostumbrándome a la realidad de este mundo.
Hoy día no puedo decir que mi vida en la obra ha sido
traumática como muchos han experimentado. Yo, como
creo que muchos de los que venimos de la "gentilidad",
le debemos a la Obra el haber conocido a Dios, con una doctrina
sólida y unas normas de piedad que pienso, en mi caso
al menos, no hubiese podido aprenderlo en otro lugar. No quiero
escandalizar a nadie pero si tuviera que vivir nuevamente
esta vida me animaría a decir que pitaría de
nuevo, porque a partir de allí conocí a Dios,
y despitaría de nuevo porque luego conocí el
mundo. A aquellas personas que han salido de la Obra les diría
que sigan con las normas de piedad. El asunto de salir del
Opus Dei es con el Opus Dei, no con Dios.
También otra cosa que les diría, al ver numerosas
experiencias de ex-numerarios, que al salir de la Obra sean
prudentes con las mujeres, no casarse con la primera mujer
que a uno se le pasa enfrente ya que todos los casos que yo
conozco han ido mal. Tómense tiempo, conozcan un poco
la naturaleza femenina y después decidan.
Espero que esta experiencia, nada fuera de lo común
sea de ayuda, porque noto por las cartas que mucha gente ha
salido muy golpeada, traumatizada. Ya de nada echarle la culpa
a otros. Nosotros debemos vivir nuestra vida.
Aprovecho la ocasión también para felicitarlos
por las bibliografías que ponen a disposición
que es de mucha utilidad.
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