LA
FUERZA PARA SALIR ESTÁ EN TI Y EN DIOS
Carmen Charo, 26 de octubre de 2003
Yo pité con 15 años, con una inseguridad personal
tremenda. Como cuenta Aquilina en su
escrito sobre el derecho o deber de criticar a la
obra, muchos entramos en la obra con defectos estructurales.
Yo salí de casa de mis padres a los 17 años,
huyendo. Entonces no era consciente de ello. Era patente mi
inseguridad personal, y, eso es una de las cosas que más
me escandaliza de la obra: nadie tuvo la lealtad ni la honradez
de ayudarme, como hoy a Pablo.
Nadie me dijo que ese no era mi sitio en ese momento ya que
no tenía madurez ni seguridad para tomar esa decisión.
También me hubieran podido ayudar a afianzarme como
persona dentro de la obra, a madurar. Fueron dos años
de adscrita. Creo que no lo veían muy claro ya que
no hice, ni siquiera la admisión, hasta la víspera
de entrar en el centro de estudios. Tampoco hubo ninguna información.
Siempre digo, que en la obra interesan: 1) quienes aportan
dinero, 2) quienes tienen poder, posición social...
y 3) los peones fieles y trabajadores, a ser posible ciegos,
sordos y mudos (los burros de carga). Yo, claro, era de estos
últimos. En un principio me sentí querida y
valorada. Me sentía útil e importante. En mi
caso, como en el de tantos otros, se ve la inmoralidad y el
abuso que se ejerce sobre los menores.
Puede ser que des con una directora que no tenga luces y
sea incapaz de ver si esa es tu vocación o no. Pero,
para mí no tiene justificación el que tu alma
la manoseen, la persona que lleva tu charla, el consejo local,
la delegación, el cura, y de refilón toda la
gente de la obra que está alrededor, y nadie sepa ver
que te estás ahogando. En mi caso hay que añadir
la asistencia de una psiquiatra agregada de la obra durante
los siete últimos años.
A mi, ya que nadie te ayuda a crecer como persona y a ser
verdaderamente libre, con la libertad que nos da Dios, y que
ni El nos quiere quitar, tampoco me ayudaron a salir. Lo hice
yo, cuando ya no tenía fuerzas más que para
estar en la cama y vivía una angustia profunda.
No se trata de liberar a nadie, de ayudarle a ser santo, de
ayudarle a que sea feliz... Se trata simple y llanamente de
trabajar como una burra, de ser útil a la causa. En
el momento en que no sirves, tranquilamente te dan la patada.
A mi me dejaron marchar tranquilamente ya que estaba más
para allá que en este mundo y no haría ningún
daño a la Obra.
Es aquella anécdota del limón exprimido, que
los hombres tiran a la basura, pero Dios lo coge en sus manos
y lo besa... Ellos, son los que lo tiran a la basura. Para
mí es la prueba más clara de que esa obra no
es de Dios, que Dios no pasó por ahí ni por
equivocación, que su fundador era, siendo benévolos,
un enfermo mental. Efectivamente, Dios lo coge en sus manos
y lo besa y lo cuida. Yo he tenido amplia experiencia de esto.
Desde el día que dejé "el infierno",
Dios me ha ido saliendo al encuentro. Me fue poniendo delante
todo lo necesario para vivir. Nada fue fácil, pero
fui encontrando trabajo, siempre precario, pero me dio para
comer. Encontré ayuda psicológica pagando "la
voluntad", encontré un entorno en el que seguir
tratando a Dios, encontré gente con experiencias parecidas
con las que pude hablar con la profundidad que a mí
me hacía falta, y luego, encontré a mi marido,
una persona fantástica, a la que muchas veces le miro
por detrás para buscarle las alas. Es una persona que
no practica pero de la que estoy convencida que es el angel
de la guarda que Dios me ha puesto al lado.
Todas estas personas y situaciones me han llevado a darme
cuenta de que toda la riqueza está dentro de ti. Todo
el sentido de tu vida, toda la fuerza... todo está
en ti. Dios me hizo resurgir con una fuerza bárbara.
Estoy convencida de que mi vida no es vana, no soy una "piltrafilla".
Tu no estás en esta vida por error, ni por casualidad.
Todo lo que has pasado es ocasión para darte cuenta
de que eres importante, de que Dios tiene un plan contigo.
Todos vivimos con otras personas, nos sentimos cercanos a
ciertas labores o tareas... pero, todo eso es accesorio, puede
ser ayuda. El sentido de tu vida está en ti misma.
Venimos a esta vida para ser conscientes de quienes somos,
de nuestro valor incalculable, para conocernos, y conociéndonos,
conocer a Dios hasta llegarnos a identificarnos plenamente
con El. El Opus falla pero Dios no falla nunca.
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