CUANDO
EL CUERPO SE REBELA, ES QUE EL ALMA SUFRE
UNICORNIO AZUL, 29 de junio de 2005
La carta de Marina
(27 junio) me ha tocado profundamente. La podría haber
escrito yo, sin cambiar casi ni una coma....
Marina, me permito contarte mi historia, la de tantos: pitaje
a trancas y barrancas. "Señor que vea" repetido
hasta la saciedad, hasta perderle el sentido a las palabras...
Acto de entrega heroica ya que "no vi nada": dejar
a mi familia, la prueba de fuego de un centro de estudio "hipermercado"
en la que la "disolución en la masa" resultaba
angustiosa y en las que éramos domesticadas por personajes
increíbles.
Para que comprendiera la dimensión de la obediencia
en Casa, una vez, durante la charla, mi directora no me dejo
salir de la salita hasta que no me puse delante de ella a
cuatro patas y ladré como me lo pedía.... muy
pedagógico. Después de eso, un centro de mayores
en el que no pintaba nada. Y eso compaginado con mis estudios
en la Universidad más descreída de los alrededores.
Yo y mis faldones nos hicimos famosos, para mayor gloria de
Dios! Allí, el proselitismo a lo bestia (las numerarias
de mi centro que trabajaban en colegios traían niñitas
a montones) era imposible, y hasta la simple amistad se resistía,
disfrazada como iba. En esas circunstancias, el espoleo apostólico
constante solo era una fuente de angustia. Me volqué
en el estudio que se me daba bien, y así se me pasó
el tiempo tratando de compaginar lo imposible: mis ilusiones,
mis ganas de cambiar el mundo, mi juventud...
Mis deseos de crecer y de volverme una mujer (tenia 19 anos)
se estrellaban contra el infantilismo reductor, los razonamientos
sibilinos, los distintos "tratamientos de lujo"
y prebendas de las mayores, las correcciones fraternas ridículas
y mezquinas, contra las directoras formateadas, inmaduras
hasta el tuétano y mangoneadoras de la intimidad de
las personas... todo un universo de agobio y superficialidad.
Cuantas broncas no me he llevado en el confesionario porque
me pasaba hasta la asfixia lo que bauticé la "súper-estructura".
Me explicaban en todos los tonos que la culpa la teníamos
mi soberbia, mi espíritu critico y yo... Domine ut
videam.... Solo pensar en envejecer con mis vecinas me arrancaba
las lágrimas. Y así hice la fidelidad: las Directoras
lo veían clarísimo! Y paso lo que tenia que
pasar. Empecé por no dormir, y luego dormirme en la
oración de la mañana y desayunarme 40 correcciones
fraternas por lo mismo. Luego ataques de bulimia (en aquella
época ni sabia que me pasaba). De constitución
delgada, engorde hasta darme asco. Luego vinieron los ataques
de angustia y más tarde los miedos irracionales a salir
sola, a estar con gente, a dormir, a no dormir...
A nivel profesional, aspiraba a quedarme en la Universidad,
pero a la "opusina" se le ponían trabas y
mi "libertad de mujer corriente" no arreglaba nada
(no podía asistir a las reuniones en la tarde, no podía
hablar en el despacho con mi Director de tesis...) Comenzaron
temporadas en las que solo podía llorar. Me agarraba
al clavo ardiendo de la oración pero aquello era un
desierto. Fuera de los cauces previstos, a nadie se le podía
comentar nada, ni a nadie se le hubiera ocurrido acercarse
como una hermana para ver que pasaba. Y comenzaron los viajes
a un policlínico afín a la Obra, y las consultas
con una eminencia... no se en que, ya que jamás elegí
un médico ni se me explico un tratamiento. Tampoco
se me dio nunca un diagnostico ni los resultados de los distintos
tests que me hicieron pasar. Solo medicación de caballo
que afectaban mi memoria y mi concentración y que me
impedía seguir con mis estudios. En ese periodo, a
menudo sola en aquella casa, se comenzaron a revelar las distintas
carencias y se me despertó una verdadera "hambre
y sed" de familia verdadera, de cariño sincero.
A esas alturas, y ante la magnitud del desastre -había
dejado de comer, me acostaba y me levantaba llorando, y me
paso los demas detalles- la dirección espiritual cambio
de tono: las enfermas éramos el tesoro de la Obra.
Dios me quería así, era su voluntad y lo tenía
que asumir. Y como no tenia cura, aquello era mi nueva vocación
específica. Ante semejante panorama, llego el punto
de ruptura. Desapareció la esperanza, las fuerzas para
seguir luchando por la vocación e incluso por mi vida.
Y comencé a pedirle a Dios que me quedara dormida y
que no despertara mas... Que en su infinita bondad me relevara
del peso de una vocación que no podía corresponder
Yo que había entregado la fuerza de la juventud y mi
alegría para ahogar el mal en abundancia de bien, me
encontraba pidiéndole a Dios la muerte a los 24 anos...
La infinita misericordia de Dios (y lo digo en serio y con
infinito agradecimiento) me despertó el instinto de
supervivencia, la luz roja de que algo andaba mal. Dios no
podía querer algo así, tenia que salir, rápido,
para salvar mi vida. Y sin decir nada, ya no tenía
fuerzas para más explicaciones, organicé mi
salida.
El acoso no tardo: le había dado pena al padre, todavía
les debía dinero (de verdad!), todas las maldiciones
del Apocalipsis me iban a hacer encima, siempre seria infeliz
y haría infeliz a los otros ya que había fracasado...
Pero a pesar de todo, en pocos meses ya había recobrado
mi salud, mi peso normal, retomado mis estudios y descubierto,
maravillada, la vida ordinaria de una chica de 25 anos. Hoy,
10 anos después, no me arrepiento de nada. Tengo un
buen trabajo, un marido maravilloso que me enseño el
amor humano y el divino, una niña preciosa y otro bebe
en camino, montones de amigos, paz en el alma y la sonrisa
en los labios, aunque alguna noche aun tenga pesadillas "opusinas".
La historia ha sido tal vez un poco larga, pero estoy convencida
de que Dios nos ha creado como una unidad en armonía
y que cuando la cabeza y el corazón no van bien y el
cuerpo se rebela es que el alma esta sufriendo. Pocas personas
mayores he visto yo en la Obra con semblante sereno, con alegría
natural, de esa que brilla en los ojos. Y muchas miradas he
visto apagarse a mi lado, infantilizadas, cuadriculadas y
rígidas, perdiendo de vista la naturalidad, la espontánea
alegría, el calor humano y la comprension que hacen
del hombre una verdadera criatura de Dios. No se si esto te
puede servir y no soy quien para dar consejos, pero agarrate
a la infinita misericordia de Dios y sigue tu corazón.
Con todo cariño,
Unicornio Azul
(PS, perdonar algunas faltas, ya que mi teclado no es espanol!!!!!(je,je)
Arriba
Volver
a Tus escritos
Ir
a la página principal
|