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OPUS DEI: ¿un CAMINO a ninguna parte?

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EL CAMINO DEL AGUA

SAMURAI, 31 de agosto de 2005

 

- El camino del agua II (2/09/2005)
- El camino del agua III (12/09/2005)
- Síndrome de Estocolmo (5/10/2005)
- Las listas y los amigos (5/10/2005)
- El secreto de la perseverancia (14/11/2005)


Siguiendo el camino del agua, a la manera del maestro Musashi, regresa el samurai para contaros alguna anécdota más.

Dados los extensos lazos que unen a mi familia con el opus, de generación en generación, y teniendo el honor de tener familiares que han pasado por la 4ª planta de Navarra, aunque por poco tiempo,-porque resulta más barato llevarte a un médico del opus que te recete cualquier mierda de pastillas en vez de hacerte un diagnóstico serio, aunque termines con el pericardio calcificado-, tengo cantidad de cosas que contar.

Cosas que se cuentan en la familia por lo bajini, sin darles demasiada importancia, achacándolas a personas o circunstancias concretas, o echándole la culpa de las mismas a las víctimas "por no haber dicho lo que les pasaba". Cosas que dan mucho, mucho miedo.

Primera anécdota.

Érase una vez un tipo cojonudo, mi hermano. Un tío bueno, pero de verdad. No como yo, que he tenido que entrenarme para intentar ser bueno. Bueno de natural.

Y este chaval, un chiquillo aún al terminar 3º de BUP, ajeno a la conversación que se traía su director -junto con un par de adláteres- con sus padres de sangre de la buena. El caso es que este tipo, un numerario ultramegapijo que se sale de la clasificación de Flanpan, de los que te agarran del codo y te van tocando el llamado hueso de la risa mientras te introducen en su despacho, hete aquí que se planta en casa de mis padres y le dice a mi padre que mi hermano tiene que quedarse en el Centro de Estudios de esa delegación (nos trasladábamos de ciudad). Y que si se queda, dada nuestra escasez de recursos en ese momento, le pagan la carrera. Que se hacen cargo de su mantenimiento. Toma moreno.

Esto es al principio, cuando venían en buen plan.

La conversación va tomando derroteros difíciles para este director, pues mi padre, que fue numerario en su momento, proyecta mandar a mi hermano a Madrid, a hacer una carrera de categoría, para que no lo condenen a una ciudad de mierda y a trabajar en un inmundo colegio del opus como profesor de deporte. Es decir, para que sea un Élite.

Un Élite es un numerario cuyos padres tienen mucha pasta y dan cuantiosos donativos al opus, vive en Madrid y tiene contactos con gente importante. Esto, en general. Si no tienes dinero pero tienes contactos con gente que lo tenga, vale lo mismo. Los Élite se pueden encontrar al padre en el ascensor y éste les dice que le han hablado muy bien de ellos. Hay pocos, pero mi padre conoce bien -y lamentablemente justifica- el sistema. Conoce como hacer de mi hermano un Élite.

Retomando el hilo -hay tantos temas adyacentes-, el director se ofusca de ver truncadas sus magnánimas intenciones y le espeta a mi padre que, si es por influencia o por poder, él tiene más poder sobre mi hermano que mi padre. Que si él le dice a mi hermano la carrera que debe estudiar y dónde debe hacerlo, mi hermano le hará caso.

Ignoro si este órdago estaba bien fundado. Supongo que sí. De hecho, por influencia de otro numerario, al año siguiente, mi hermano estuvo a punto de estudiar filosofía, hundiendo para siempre su vida como numerario. No es por meterme con la carrera de filosofía, pero si eres numerario y filósofo eres carne de fomento. Corrijo, carnaza de fomento.

El caso es que mi padre le dice al chulito que ya se guardará él muy mucho de hacer eso, y le señala el camino a la puerta. Y mi hermano se vino con la familia. Vaya si se vino.

A que da miedo, ¿eh?.

Anécdota dos de este pack.

Esta resulta mucho más prosaica, porque se refiere a sucios manejos de dinero o currículum. No lo sé. Forma parte de una revisión de cosas que en el pasado te resultan extrañas, pero tampoco te las planteas mucho.

Resulta que en el centro de chavales se organiza un viaje a Budapest y Praga, para asistir a unas conferencias. Nos vamos en tres furgonetas, el viaje resulta una pasada: Aix-En- Provence, San Marino, Venecia, Viena y Salzburgo, Budapest, Praga, Suiza...

Estando en Budapest me encuentro con que las conferencias las da... ¡¡un tipo de la delegación que había llegado el día anterior en avión!!. La leche. Me resulta raro, pero trago. Las conferencias, cara a la galería, existen, se han realizado en un hotel de Budapest, en el que nos alojamos, y los asistentes son... críos de 15-16 años. Al día siguiente partimos para Praga, y misma operación. El tipo de la delegación se traslada en avión e imparte otra conferencia. Luego se vuelve a casita en avión.

-----ZONA DE ESPECULACIÓN-----
Supongo que el tipo es un profesor o catedrático de universidad que ha recibido una subvención de algún tipo para impartir unas conferencias en la Europa del Este, o que la Universidad le paga por darlas, etc.

Con lo que esa pasta se usa para organizar una convivencia de pitables -y quién sabe para qué más- y de paso el tipo engorda su currículum. Todo, claro está, subvencionado.
-----FIN DE ZONA DE ESPECULACIÓN-----

Bueno, que cada cual saque las conclusiones que estime oportunas. Yo, como veis, ya no tengo miedo, sino de que puteen a mis hermanos o los condicionen para que no me escuchen nunca más.

Hasta la próxima entrega,

Samurai.

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Un viaje de mil kilómetros se realiza dando un paso detrás de otro.

Estudia estrategia a lo largo de los años y alcanza el espíritu del guerrero. Hoy es la victoria sobre tu Yo de ayer; mañana es tu victoria sobre hombres inferiores. A continuación, de cara a vencer a hombres más hábiles, entrena de acuerdo con este libro, no permitiendo que tu corazón se desvíe por un camino lateral. Incluso si eres capaz de derrotar a un enemigo, si tu victoria no se basa en lo que has aprendido, no se trata del auténtico Camino.

Si alcanzas a comprender este Camino, serás capaz de derrotar a decenas de hombres. Lo que permanece es el conocimiento. La habilidad y la experiencia en la lucha las puedes conseguir en batallas y duelos.

Miyamoto Musashi

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El camino del agua II (2/09/2005)

Hoy haré un ligero ejercicio de reflexión antes de contar las anécdotas de rigor.

Pienso que en el opus aquello de que "el fin justifica los medios" es creido y vivido a pies juntillas.

La formulación del principio para un tipo del opus podría reducirse a lo siguiente: "el bien justifica los medios". También "el bien de la obra justifica los medios".

De hecho, si el bien supremo o salvación del ser humano ha de ser lo primero, si yo te torturo para que te salves, te estoy haciendo un bien objetivo.

Si pienso que si te vas del opus te vas a condenar y te introduzco en una especie de checa para que no te vayas, le estoy haciendo un favor a tu alma. Cuando te doblegue la insistencia de personas aparentemente desconectadas entre sí, volverás al buen camino, o pensarás que estás loco. Te darás cuenta de que estabas equivocado.

Si contar cosas íntimas que me has contado pienso que va a conducir a que tu alma se salve, está justificado el hacerlo.

Es la perversión del pensamiento que no concibe la entrega a Dios como libertad, sino como obligación.

Si Dios nos ha dejado libres para que le amemos si nos "da la gana", aquí está el opus para obligarte a amarle, porque, como he oído repetidas veces en centros de la obra, "hacer el mal no es ejercitar la libertad".

Esta frase es una simplificación estúpida de la idea de libertad contenida en la filosofía tomista.

La gente del opus, en general, es buena. Es muy buena. Sus objetivos son cojonudos. El problema es que la idea corporativa descansa sobre la base de que es preferible una "dictadura de la virtud" a una democracia. De hecho, el sistema de organización interno se asemeja precisamente a eso, a una "dictadura virtuosa", en la que nadie se sale de la cola hacia el cielo. Al menos, no formalmente. Es como si pensasen que si la gente fuese obligada a ser virtuosa por un tiempo -al menos formalmente-, se rendiría a la vida de virtud.

Es lo más parecido al sistema soviético que he visto en mi vida. Desde el secretismo, pasando por la maquinaria propagandística, -aquí entras tú, Santi Mata- hasta los lavados de cerebro, y los "centros de concentración", donde se destierra a los que se han roto, o discrepan de los superiores, o están gravamente enfermos, o...

No creen en la libertad. Es como si te estuvieran diciendo: "es mejor para ti no ser libre. Ser libre significa extraviar tu conciencia y tu vida."

No hay vida fuera de la obra o de su esfera de influencia. Es este el mensaje.

Como a Agustina, el máximo escándalo para mi ha sido el del trasvase de información entre superiores. La exposición, descontextualización y banalización de mi intimidad más descarnada. A mi nadie me había dicho esto.

Tuve que enterarme mucho tiempo después de conseguir largarme de allí, en uno de mis intentos de reciclaje. Y aquí vienen al caso las anécdotas de hoy.

Debo tener tatuado en algún lugar un logotipo con dos flechitas y la inscripción "PET". O quizá es que mi salida coincidió con instrucciones internas de mantener en la esfera de influencia a los que se van. Supongo que era demasiada gente en contra. Ahora, intentan ganárselos. Y lo consiguen, debo decir. Aunque no por mucho tiempo en muchos casos.

Es el espíritu que guiaba a mi director cuando, al darme permiso para irme, me enseñó una ficha según la cual me había hecho "cooperador". Sin mi consentimiento, por supuesto.

Siempre guiado por consejos familiares, me dirijo al centro universitarios de la ciudad donde nos habíamos trasladado, para decirle al director que a pesar de no ser ya numerario estaba interesado en recibir lo que se llama "formación de la obra". Concretamente, ir a círculos, ya que había finalizado el ciclo de charlas.

Para mi sorpresa, soy introducido en una especie de grupo de charlas, en la que se nos imparte doctrina de primera comunión. Vamos, la misma que se le podría dar a un hindú con ganas de convertirse.

Además, noto un ambiente bastante raro en el centro. Noto, de hecho, que por no ser ya un objetivo de guerra la peña no me hace el menor caso. Me convierto en un bulto sospechoso.

El adoctrinamiento que se imparte a este tipo de reciclados en que me convertí, insiste en que lo importante para uno no debe ser el aprecio de las personas de la obra, que por otra parte uno siempre tuvo mientras fue un objetivo militar, sino la recepción de la formación pura y ortodoxa que la obra imparte. Que es un "infantilismo" fijarse en si la peña con la que asistes a dichos medios te ignora, o incluso te trata con desprecio manifiesto.

El caso es que yo hablo con un cura muy simpático, "amigo mío", que vive en un centro diferente al que voy. Hablo a su vez, de cuando en cuando, con el director del centro al que voy. Hasta ahí todo normal. Hasta que un día, hablando con el director del centro, me pregunta por "tal cosa". "Tal cosa" era algo de mi intimidad, sin más importancia, que yo únicamente había contado al cura. A nadie más por los siglos de los siglos. Y resulta que el tipo lo sabía. Le pregunto: "quién te ha dicho eso?", y me responde, divertido, "un pajarito". Al repreguntar un par de veces más, confesó que había sido el cura en cuestión.

Tras lo cual no volví a hablar con dicho cura, una excelente persona que también piensa que el bien justifica los medios.

Y no volví al centro por un tiempo.

Después, al regresar al reciclaje, esta vez ya sin charlas para hindúes, el director me dijo: "vas a hablar con menganito". Menganito era un tío muy simpático al que yo no conocía de nada. Cual si fuera del opus, me asignaban un "amigo" para hablar. Y si no es tu amigo, pues nada.

Tragué. Lo sé, no debí hacerlo, pero tragué.

El caso es que menganito era buen tipo, y congeniamos. Jamás le hice una confidencia personal, al igual que con el director del centro, pero él me animaba a realizar las "normas" del plan de vida.

Hasta que un día le dije que no quería volver a lo de antes. Que eso de las normas, como que no. Se cogió un cabreo de padre y muy señor mío, pero se contuvo. Me dijo entre dientes que "no pretendía que yo pitara", y que "eso era muy difícil para mi, que había dejado de ser de la obra".

Todo esto, simplemente por decirle que no quería hacer las normas.

Ya no he vuelto por el centro. De hecho, todo el mundo parece haber perdido el interés, de repente, por que vuelva. Lo que me hace pensar que realmente había algún interés o tenían alguna esperanza de que yo pitara como supernumerario, o como lo que a ellos les pareciera o pareciese. Ya se sabe que excusatio non petita...

La última vez que quedamos, el tío me pidió dinero. Yo recién casado y montando mi casa. Le di algo para que me dejara en paz y me largué de allí. Y hasta ahora.

No puedo terminar este cursillo sobre reciclaje y sensibilización medioambiental sin contar otro par de sucedidos:

Tengo una hermana, que también salió, que comparte mi idea sobre los reciclados, aunque sigue yendo a los "medios deformación" porque, según dice, a ella le sirven. Pero coincidimos en que te conviertes en un bulto sospechoso. De hecho, la llamaban cuando colaboraba en una de sus actividades, totalmente de gratis, claro está. Todas la trataban con gran simpatía y "cariño". Dejó, por circunstancias familiares, de ir, y hasta hoy no tiene noticias de sus "amigas".

Y el segundo: el famoso director que me hizo cooperador, hoy sacerdote con carguete, vino a nuestra ciudad a hacer una visita, cuando estaba en un pueblo cercano de curso anual. Fue recibido en mi familia con gran alborozo, como si fuera el Mahatma Gandhi. Me dijo que me acercase a hablar con él un rato.

Yo fui, más por curiosidad que por otra cosa. En realidad, no fue una conversación. Me dijo que "no se acordaba" de las circunstancias de mi salida, y así cortó la posibilidad de temas espinosos. Fue un intento de interrogatorio con pocos resultados, y un monólogo en el que me explicó que los únicos medios de formación que me servirían eran los del opus. Que no encontraría mi sitio espiritual en otro sitio. Que yo había sido educado en el opus y que como que no.

Se creen la reserva espiritual de occidente, de oriente y del resto del mundo.

Menos mal que sigo el camino del agua, que si siguiese el del vino...


EL CAMINO DEL AGUA III (12/09/2005)

Creo que ha llegado el momento de contar como fue mi "pitaje". No es que quiera parecer diferente de nadie, pero aún no he visto en la web un caso como el mío. Y es que tiene ciertas peculiaridades que lo hacen bastante diferente. Y es que fue un pitaje con "poli bueno y poli malo".

Os cuento:

El caso es que yo andaba por ahí a mis quince añitos aprox., iba de vez en cuando por el centro pero intentaba escaquearme de las meditaciones siempre que podía. Cuando me llamaba mi "pitufo", esto es, numerario encargado de mi pitaje, al que llamaremos Mernabo, le daba largas, mareaba la perdiz, etc.

Así que un buen día, aparecí por el centro, y el director (que casualmente fue el que intentó extorsionar a mi padre, como ya conté en un escrito anterior), me llamó a su despacho.

Poli Malo I
Allí fue donde, gritándome, me dijo que por qué estaba dando largas al pobre Mernabo, que no iba a las meditaciones ni a los círculos, y que por mi culpa el pobre Mernabo estaba destrozado, que Mernabo se mortificaba mucho por mi y que yo no hacía nada, y que para qué creía yo que estaba el centro, si para organizar convivencias divertidas. A esto último le contesté que sí, imaginaos qué inocencia la mía. Entonces, sin parar de gritar, me dijo que no, que estaban para hacer el opus dei, y patatín patatán, que yo era un desagradecido, y lo mucho que estaba haciendo sufrir a Mernabo por mi negligencia espiritual, y que en ese mismo momento me echaba del centro, y que no podría volver nunca más, y que entrase en una salita contigua y esperase a Mernabo y le pidiese perdón, y me largase y no volviera más por allí. En ese momento yo empecé a llorar, joder, nunca me habían echado una bronca de ese calibre por una gilipollez semejante, ni me habían echado de ningún sitio con tan malos modos, ni podía asimilar yo tampoco todo el rollo ese del sufrimiento oculto de Mernabo.

Poli Bueno I
Paso a la salita contigua llorando a moco tendido y al cabo viene Mernabo. Me dice que no pasa nada, que me perdona, que el director no está muy cabreado conmigo y que si se lo pido no me echará, pero que tengo que cambiar y cuidar más mi vida espiritual, etc, etc.

Poli Malo II
Yo, derrumbado, hablo con el director y me permite seguir yendo "pero sólo en consideración a Mernabo", y yo a partir de ese momento me sumerjo en la vida del centro.

Poli Bueno II
Tan sólo dos semanas después, sin yo esperármelo de ninguna de las maneras, en una convivencia organizada creo yo prácticamente sólo para eso, Mernabo me dice que si alguna vez he pensado en entregarme a Dios, y todo el rollo de lo que "Dios te pide" tan utilizado y manido. El caso es que la idea me parece buena desde el primer momento, él me dice que me lo piense y a los dos días le digo que sí, que vale, que creo que merece la pena entregar toda mi vida a Dios si Él me lo pide. Mernabo me dice entonces que si quiero ser de la obra, que se lo pida al director.

Poli Malo III
Cuando voy a pedírselo al director, resulta que el colega me dice que no, que yo no puedo ser de la obra, que patatín patatán, que debo rezar mucho, para saber si tengo o no vocación, etc, etc.

Poli Bueno III
Cuando voy a hablar con Mernabo, este me dice que sí, que rece y eso, pero que siga pidiéndole al director ser de la obra, que se lo pida mucho, dándome a entender que mi insistencia tendrá al final el premio de la admisión como adscrito.


Se alternan y repiten los episodios Poli Malo III y Poli Bueno III durante tres meses, en los que el centro se vuelca conmigo, todo el mundo es muy simpático, a pesar de que yo por aquel entonces era un gilipollas inmaduro y les debía caer como una patada en los mismísimos, como más tarde al irme pude comprobar; incluso algún tipo que no conozco, proveniente de la Delegación, cosa que yo descubriré más tarde, me dice como confidencialmente: "me han dicho que estás Muy Bien".

Al final soy autorizado a escribir la carta al consiliario.

Observad que yo en ningún momento sospeché que toda la información relativa a mi era compartida por Mernabo -el pobre Mernabo- y por el director, y que todo formó parte de un plan orquestado para dar la impresión de que "me resultó muy dificil entrar". Impresión que yo jamás tuve, por cierto. Todo fue fácil. Iniciado por ellos y terminado por mí, en una decisión aparentemente libre. Pero de libre nada.

Espero que mi historia sirva a alguien, por lo menos para echarse unas risas. Yo me río al ver lo capullo que era por aquellos entonces. La filosofía que subyace detrás no es graciosa. Es lo más parecido a los métodos de asalto mental e interrogatorio qe se haya visto. Menos mal que era la Voluntad de Dios...


Samurai.
(Lo dicho, seguid el camino del agua, que el del whisky no os lleva a ningún sitio)


El síndrome de Estocolmo.

Hoy os contaré la historia de un chaval de mi curso que fue acosado y torturado -con éxito- hasta límites inimaginables. Llamaremos a este pobre tío Juma.

Juma tiene unos padres supernumerarios muy muy majos, que lo llevaron por el club desde que era muy pequeñito. Así que, a los catorce años y medio, era un objetivo clarísimo. Un tío muy simpático, con muchos amigos y notas inmejorables.

Desde los catorce años, si no antes, ya estaba el numerario de turno dándole la matraca al pobre Juma para que fuera de la cosa. Tenía el lugar de honor en todas las convivencias, el protagonista en las películas...

Al mismo tiempo se le machacaba implacablemente para que pitara. Charlas, -que hacía con un numerario que tenía un gran ascendiente sobre él-, meditaciones, el pobre tío tenía como objetivo en su oración casi siempre plantearse la vocación... Este acoso era especialmente evidente en los cursos de retiro.

Se procuraba que se sintiera muy bien, todo de forma organizada. Cuando yo pité, formé parte de la conspiración. Casi todos sus amigos éramos adscritos, y él lo sabía. Lo que no sabía, o sí, es que organizábamos encerronas para hacerle saber de forma indirecta que lo suyo era la vocación a la cosa. En muchas de las convivencias que se organizaban él era el único que no era de la cosa que participaba.

Nunca he sabido por qué no los mandó a la mierda y se largó. Yo le perdí la pista cuando me fui al centro de estudios. Aguantó desde los catorce años hasta al menos los 19 el acoso y la tortura moral. Es un tío que estuvo "muy bien" durante cinco largos años. Después, digo yo, se rindió.

Cuando, siendo "ex-en-buen-plan", me pasé un día por el centro de estudios y lo vi, no podía creerlo. "Días de alucine". Luego he sabido que ahora es director de un centro.

En fin, espero que sea feliz. Conste -para que no me acusen de levantar falso testimonio- que yo no digo que su decisión no fuera libre. Me limito a documentar el acoso y derribo de su conciencia moral, al que asistí en directo durante tres años. Un tío con personalidad, os lo aseguro. Requiescat.


Las listas y los amigos.

La teoría decía que todo numerario debía tener un grupo de amigos íntimos y otro muy amplio de conocidos. Creo que había un número mínimo, pongamos unos diez amigos íntimos. Esto nos lo dijo el vocal de San Rafael de la delegación en una charlita que nos dió en el centro de estudios. Pero que como había que ser audaces, que debíamos invitar a parte de nuestro círculo de conocidos a las meditaciones y, sobre todo, al curso de retiro al que no iba a ir ni el gato, que estaba programado para ese mes.

Así que, ni corto ni perezoso, el director del centro de estudios llevó esta charlita a la oración y nos dijo en la tertulia que fuéramos pasando por su despacho con la lista de los quince amigos que íbamos a invitar al curso de retiro. Pero bueno, que daba igual que fueran amigos o que nos los hubiéramos encontrado por la calle. La cosa era que fuera gente.

Y yo, acojonado. Porque al hacerme de la cosa había perdido a todos mis amigos del "exterior". Yo pensaba que eso sólo me había pasado a mí; después descubrí que era bastante habitual. Al fin y al cabo, cuando sólo los llamas para que vayan por el centro, y pasas de aquellos a los que no puedes sacar nada, por orden expresa de la dirección, acaban hasta las narices de ti.

Así que me planté en la habitación del director y le dije que no podía darle mi lista de quince tíos, porque yo no tenía amigos. Y que no pensaba invitar a ningún conocido de la universidad, que eran unos ateos que no sabían ni el padrenuestro.

Para mi sorpresa, y en su descargo, debo decir que me dijo que no pasaba nada, que no invitara a nadie. Pero la presión estaba ahí. Estuvo siempre. Supongo que otros sacarían su lista de mernabos y listos.

(Desde aquí mi apoyo incondicional a Satur y su lucidez)

Yo he acosado a gente en excursiones del colegio, en la universidad... como un jarecrisna barato. Aplicando la máxima del mismo vocal de San Rafael en unas explicaciones del catecismo de la obra, que nos dijo, así, como en confianza: "vamos a dejarnos de legalismos. Todo aquél que se acerca por un centro y tiene las condiciones tiene vocación a la obra. Es así de sencillo. Si Dios hubiera querido que tuviéramos vocación de Carmelitas Descalzos, nos habría puesto cerca de un convento."

Olé el silogismo, colega. Y yo, otra vez, en "días de alucine".



El secreto de la perseverancia


Sigo con las anécdotas...

Cuando yo estaba en el centro de estudios, mi querido Mernabo, el numerario que me hizo de poli bueno para que pitara, como explico en un escrito anterior, me comentó, sin yo iniciar el tema -no estaba condicionado para poder pensar en no continuar siendo de la opus- en qué pensaba cuando flaqueaba su decisión de "perseverar" -curiosa palabra- en su camino.

Por lo visto, cuando él estaba en el centro de estudios, les llevaron a un tipo que había sido numerario, que les explicó, con lágrimas en los ojos, que tras abandonar su vocación (sic) se había casado con una tía que resultó ser una puta, que se fue con otro, que sus hijos se dieron a la droga y al alcohol, que perdió su trabajo, y sufrió todo tipo de calamidades vitales. Y como digo, llorando a moco tendido les explicó a los acojonados chavales que él daría lo que fuera por no haber (de nuevo) "abandonado su vocación", y volver a ser numerario, pero que eso ya no podía ser, y que maldecía su vida mil veces y que la había tirado a la basura.

En fin, ya conocéis el secreto de la perseverancia... el condicionamiento a nivel de conciencia, y el MIEDO, sí, ese jodido miedo a condenarse que te inculcan en la opus desde el principio, en mi caso también en mi familia. Ese miedo que utilizan para extorsionarte y para chantajearte y para someter a tu conciencia. Ese miedo a defraudar a Dios. Ese miedo a que Dios no te perdone, al fin y al cabo.

El domingo pasado en Misa, al oír la lectura, imaginé que el cura la enfocaría sobre el tema del infierno. Es lo que esperaría de un cura del opus. Cual fue mi sorpresa cuando habló de cosas totalmente diferentes. ¡Qué difícil es quitarse el condicionamiento, y el miedo a Dios!

Es gratificante la libertad que se siente cuando uno se da cuenta de que definitivamente ha salido de la secta, su mente se ha liberado y que no hay por qué torturarse. En mis tiempos de "ex-en-buen-plan", aún no era verdaderamente libre. La mitad de esta libertad de que disfruto -auténtica libertad de conciencia- os la debo a vosotros, los Orejas -gracias, Agustina-, y la otra mitad a la que hoy es mi mujer, que supo sortear mis escrúpulos de conciencia y la presión de mi familia por quitarla de mi lado y buscarme una supernumeraria de pro, y enseñarme que los caminos de Dios son más amplios que la noria con orejeras de la opus.




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