EL
CAMINO DEL AGUA
SAMURAI, 31 de agosto de 2005
- El camino del agua II (2/09/2005)
- El camino del agua III (12/09/2005)
- Síndrome de Estocolmo
(5/10/2005)
- Las listas y los amigos (5/10/2005)
- El secreto de la perseverancia
(14/11/2005)
Siguiendo el camino del agua, a la manera del maestro Musashi,
regresa el samurai para contaros alguna anécdota
más.
Dados los extensos lazos que unen a mi familia con el opus,
de generación en generación, y teniendo el honor
de tener familiares que han pasado por la 4ª planta de
Navarra, aunque por poco tiempo,-porque resulta más
barato llevarte a un médico del opus que te recete
cualquier mierda de pastillas en vez de hacerte un diagnóstico
serio, aunque termines con el pericardio calcificado-, tengo
cantidad de cosas que contar.
Cosas que se cuentan en la familia por lo bajini, sin darles
demasiada importancia, achacándolas a personas o circunstancias
concretas, o echándole la culpa de las mismas a las
víctimas "por no haber dicho lo que les pasaba".
Cosas que dan mucho, mucho miedo.
Primera anécdota.
Érase una vez un tipo cojonudo, mi hermano. Un tío
bueno, pero de verdad. No como yo, que he tenido que entrenarme
para intentar ser bueno. Bueno de natural.
Y este chaval, un chiquillo aún al terminar 3º
de BUP, ajeno a la conversación que se traía
su director -junto con un par de adláteres- con sus
padres de sangre de la buena. El caso es que este tipo, un
numerario ultramegapijo que se sale de la
clasificación de Flanpan, de los que te agarran
del codo y te van tocando el llamado hueso de la risa mientras
te introducen en su despacho, hete aquí que se planta
en casa de mis padres y le dice a mi padre que mi hermano
tiene que quedarse en el Centro de Estudios de esa delegación
(nos trasladábamos de ciudad). Y que si se queda, dada
nuestra escasez de recursos en ese momento, le pagan la carrera.
Que se hacen cargo de su mantenimiento. Toma moreno.
Esto es al principio, cuando venían en buen plan.
La conversación va tomando derroteros difíciles
para este director, pues mi padre, que fue numerario en su
momento, proyecta mandar a mi hermano a Madrid, a hacer una
carrera de categoría, para que no lo condenen a una
ciudad de mierda y a trabajar en un inmundo colegio del opus
como profesor de deporte. Es decir, para que sea un Élite.
Un Élite es un numerario cuyos padres tienen mucha
pasta y dan cuantiosos donativos al opus, vive en Madrid y
tiene contactos con gente importante. Esto, en general. Si
no tienes dinero pero tienes contactos con gente que lo tenga,
vale lo mismo. Los Élite se pueden encontrar al padre
en el ascensor y éste les dice que le han hablado muy
bien de ellos. Hay pocos, pero mi padre conoce bien -y lamentablemente
justifica- el sistema. Conoce como hacer de mi hermano un
Élite.
Retomando el hilo -hay tantos temas adyacentes-, el director
se ofusca de ver truncadas sus magnánimas intenciones
y le espeta a mi padre que, si es por influencia o por poder,
él tiene más poder sobre mi hermano que mi padre.
Que si él le dice a mi hermano la carrera que debe
estudiar y dónde debe hacerlo, mi hermano le hará
caso.
Ignoro si este órdago estaba bien fundado. Supongo
que sí. De hecho, por influencia de otro numerario,
al año siguiente, mi hermano estuvo a punto de estudiar
filosofía, hundiendo para siempre su vida como numerario.
No es por meterme con la carrera de filosofía, pero
si eres numerario y filósofo eres carne de fomento.
Corrijo, carnaza de fomento.
El caso es que mi padre le dice al chulito que ya se guardará
él muy mucho de hacer eso, y le señala el camino
a la puerta. Y mi hermano se vino con la familia. Vaya si
se vino.
A que da miedo, ¿eh?.
Anécdota dos de este pack.
Esta resulta mucho más prosaica, porque se refiere
a sucios manejos de dinero o currículum. No lo sé.
Forma parte de una revisión de cosas que en el pasado
te resultan extrañas, pero tampoco te las planteas
mucho.
Resulta que en el centro de chavales se organiza un viaje
a Budapest y Praga, para asistir a unas conferencias. Nos
vamos en tres furgonetas, el viaje resulta una pasada: Aix-En-
Provence, San Marino, Venecia, Viena y Salzburgo, Budapest,
Praga, Suiza...
Estando en Budapest me encuentro con que las conferencias
las da... ¡¡un tipo de la delegación que
había llegado el día anterior en avión!!.
La leche. Me resulta raro, pero trago. Las conferencias, cara
a la galería, existen, se han realizado en un hotel
de Budapest, en el que nos alojamos, y los asistentes son...
críos de 15-16 años. Al día siguiente
partimos para Praga, y misma operación. El tipo de
la delegación se traslada en avión e imparte
otra conferencia. Luego se vuelve a casita en avión.
-----ZONA DE ESPECULACIÓN-----
Supongo que el tipo es un profesor o catedrático de
universidad que ha recibido una subvención de algún
tipo para impartir unas conferencias en la Europa del Este,
o que la Universidad le paga por darlas, etc.
Con lo que esa pasta se usa para organizar una convivencia
de pitables -y quién sabe para qué más-
y de paso el tipo engorda su currículum. Todo, claro
está, subvencionado.
-----FIN DE ZONA DE ESPECULACIÓN-----
Bueno, que cada cual saque las conclusiones que estime oportunas.
Yo, como veis, ya no tengo miedo, sino de que puteen a mis
hermanos o los condicionen para que no me escuchen nunca más.
Hasta la próxima entrega,
Samurai.
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Un viaje de mil kilómetros se realiza dando un
paso detrás de otro.
Estudia estrategia a lo largo de los años y alcanza
el espíritu del guerrero. Hoy es la victoria sobre
tu Yo de ayer; mañana es tu victoria sobre hombres
inferiores. A continuación, de cara a vencer a hombres
más hábiles, entrena de acuerdo con este libro,
no permitiendo que tu corazón se desvíe por
un camino lateral. Incluso si eres capaz de derrotar a un
enemigo, si tu victoria no se basa en lo que has aprendido,
no se trata del auténtico Camino.
Si alcanzas a comprender este Camino, serás capaz
de derrotar a decenas de hombres. Lo que permanece es el conocimiento.
La habilidad y la experiencia en la lucha las puedes conseguir
en batallas y duelos.
Miyamoto Musashi
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El camino del agua II (2/09/2005)
Hoy haré un ligero ejercicio de reflexión antes
de contar las anécdotas de rigor.
Pienso que en el opus aquello de que "el fin justifica
los medios" es creido y vivido a pies juntillas.
La formulación del principio para un tipo del opus
podría reducirse a lo siguiente: "el bien justifica
los medios". También "el bien de la obra
justifica los medios".
De hecho, si el bien supremo o salvación del ser humano
ha de ser lo primero, si yo te torturo para que te salves,
te estoy haciendo un bien objetivo.
Si pienso que si te vas del opus te vas a condenar y te introduzco
en una especie de checa para que no te vayas, le estoy haciendo
un favor a tu alma. Cuando te doblegue la insistencia de personas
aparentemente desconectadas entre sí, volverás
al buen camino, o pensarás que estás loco. Te
darás cuenta de que estabas equivocado.
Si contar cosas íntimas que me has contado pienso
que va a conducir a que tu alma se salve, está justificado
el hacerlo.
Es la perversión del pensamiento que no concibe la
entrega a Dios como libertad, sino como obligación.
Si Dios nos ha dejado libres para que le amemos si nos "da
la gana", aquí está el opus para obligarte
a amarle, porque, como he oído repetidas veces en centros
de la obra, "hacer el mal no es ejercitar la libertad".
Esta frase es una simplificación estúpida de
la idea de libertad contenida en la filosofía tomista.
La gente del opus, en general, es buena. Es muy buena. Sus
objetivos son cojonudos. El problema es que la idea corporativa
descansa sobre la base de que es preferible una "dictadura
de la virtud" a una democracia. De hecho, el sistema
de organización interno se asemeja precisamente a eso,
a una "dictadura virtuosa", en la que nadie se sale
de la cola hacia el cielo. Al menos, no formalmente. Es como
si pensasen que si la gente fuese obligada a ser virtuosa
por un tiempo -al menos formalmente-, se rendiría a
la vida de virtud.
Es lo más parecido al sistema soviético que
he visto en mi vida. Desde el secretismo, pasando por la maquinaria
propagandística, -aquí entras tú, Santi
Mata- hasta los lavados de cerebro, y los "centros
de concentración", donde se destierra a los que
se han roto, o discrepan de los superiores, o están
gravamente enfermos, o...
No creen en la libertad. Es como si te estuvieran diciendo:
"es mejor para ti no ser libre. Ser libre significa extraviar
tu conciencia y tu vida."
No hay vida fuera de la obra o de su esfera de influencia.
Es este el mensaje.
Como a Agustina, el
máximo escándalo para mi ha sido el del trasvase
de información entre superiores. La exposición,
descontextualización y banalización de mi intimidad
más descarnada. A mi nadie me había dicho esto.
Tuve que enterarme mucho tiempo después de conseguir
largarme de allí, en uno de mis intentos de reciclaje.
Y aquí vienen al caso las anécdotas de hoy.
Debo tener tatuado en algún lugar un logotipo con
dos flechitas y la inscripción "PET". O quizá
es que mi salida coincidió con instrucciones internas
de mantener en la esfera de influencia a los que se van. Supongo
que era demasiada gente en contra. Ahora, intentan ganárselos.
Y lo consiguen, debo decir. Aunque no por mucho tiempo en
muchos casos.
Es el espíritu que guiaba a mi director cuando, al
darme permiso para irme, me enseñó una ficha
según la cual me había hecho "cooperador".
Sin mi consentimiento, por supuesto.
Siempre guiado por consejos familiares, me dirijo al centro
universitarios de la ciudad donde nos habíamos trasladado,
para decirle al director que a pesar de no ser ya numerario
estaba interesado en recibir lo que se llama "formación
de la obra". Concretamente, ir a círculos, ya
que había finalizado el ciclo de charlas.
Para mi sorpresa, soy introducido en una especie de grupo
de charlas, en la que se nos imparte doctrina de primera comunión.
Vamos, la misma que se le podría dar a un hindú
con ganas de convertirse.
Además, noto un ambiente bastante raro en el centro.
Noto, de hecho, que por no ser ya un objetivo de guerra la
peña no me hace el menor caso. Me convierto en un bulto
sospechoso.
El adoctrinamiento que se imparte a este tipo de reciclados
en que me convertí, insiste en que lo importante para
uno no debe ser el aprecio de las personas de la obra, que
por otra parte uno siempre tuvo mientras fue un objetivo militar,
sino la recepción de la formación pura y ortodoxa
que la obra imparte. Que es un "infantilismo" fijarse
en si la peña con la que asistes a dichos medios te
ignora, o incluso te trata con desprecio manifiesto.
El caso es que yo hablo con un cura muy simpático,
"amigo mío", que vive en un centro diferente
al que voy. Hablo a su vez, de cuando en cuando, con el director
del centro al que voy. Hasta ahí todo normal. Hasta
que un día, hablando con el director del centro, me
pregunta por "tal cosa". "Tal cosa" era
algo de mi intimidad, sin más importancia, que yo únicamente
había contado al cura. A nadie más por los siglos
de los siglos. Y resulta que el tipo lo sabía. Le pregunto:
"quién te ha dicho eso?", y me responde,
divertido, "un pajarito". Al repreguntar un par
de veces más, confesó que había sido
el cura en cuestión.
Tras lo cual no volví a hablar con dicho cura, una
excelente persona que también piensa que el bien justifica
los medios.
Y no volví al centro por un tiempo.
Después, al regresar al reciclaje, esta vez ya sin
charlas para hindúes, el director me dijo: "vas
a hablar con menganito". Menganito era un tío
muy simpático al que yo no conocía de nada.
Cual si fuera del opus, me asignaban un "amigo"
para hablar. Y si no es tu amigo, pues nada.
Tragué. Lo sé, no debí hacerlo, pero
tragué.
El caso es que menganito era buen tipo, y congeniamos. Jamás
le hice una confidencia personal, al igual que con el director
del centro, pero él me animaba a realizar las "normas"
del plan de vida.
Hasta que un día le dije que no quería volver
a lo de antes. Que eso de las normas, como que no. Se cogió
un cabreo de padre y muy señor mío, pero se
contuvo. Me dijo entre dientes que "no pretendía
que yo pitara", y que "eso era muy difícil
para mi, que había dejado de ser de la obra".
Todo esto, simplemente por decirle que no quería hacer
las normas.
Ya no he vuelto por el centro. De hecho, todo el mundo parece
haber perdido el interés, de repente, por que vuelva.
Lo que me hace pensar que realmente había algún
interés o tenían alguna esperanza de que yo
pitara como supernumerario, o como lo que a ellos les pareciera
o pareciese. Ya se sabe que excusatio non petita...
La última vez que quedamos, el tío me pidió
dinero. Yo recién casado y montando mi casa. Le di
algo para que me dejara en paz y me largué de allí.
Y hasta ahora.
No puedo terminar este cursillo sobre reciclaje y sensibilización
medioambiental sin contar otro par de sucedidos:
Tengo una hermana, que también salió, que comparte
mi idea sobre los reciclados, aunque sigue yendo a los "medios
deformación" porque, según dice, a ella
le sirven. Pero coincidimos en que te conviertes en un bulto
sospechoso. De hecho, la llamaban cuando colaboraba en una
de sus actividades, totalmente de gratis, claro está.
Todas la trataban con gran simpatía y "cariño".
Dejó, por circunstancias familiares, de ir, y hasta
hoy no tiene noticias de sus "amigas".
Y el segundo: el famoso director que me hizo cooperador,
hoy sacerdote con carguete, vino a nuestra ciudad a hacer
una visita, cuando estaba en un pueblo cercano de curso anual.
Fue recibido en mi familia con gran alborozo, como si fuera
el Mahatma Gandhi. Me dijo que me acercase a hablar con él
un rato.
Yo fui, más por curiosidad que por otra cosa. En realidad,
no fue una conversación. Me dijo que "no se acordaba"
de las circunstancias de mi salida, y así cortó
la posibilidad de temas espinosos. Fue un intento de interrogatorio
con pocos resultados, y un monólogo en el que me explicó
que los únicos medios de formación que me servirían
eran los del opus. Que no encontraría mi sitio espiritual
en otro sitio. Que yo había sido educado en el opus
y que como que no.
Se creen la reserva espiritual de occidente, de oriente y
del resto del mundo.
Menos mal que sigo el camino del agua, que si siguiese el
del vino...
EL CAMINO DEL AGUA III (12/09/2005)
Creo que ha llegado el momento de contar como fue mi "pitaje".
No es que quiera parecer diferente de nadie, pero aún
no he visto en la web un caso como el mío. Y es que
tiene ciertas peculiaridades que lo hacen bastante diferente.
Y es que fue un pitaje con "poli bueno y poli malo".
Os cuento:
El caso es que yo andaba por ahí a mis quince añitos
aprox., iba de vez en cuando por el centro pero intentaba
escaquearme de las meditaciones siempre que podía.
Cuando me llamaba mi "pitufo", esto es, numerario
encargado de mi pitaje, al que llamaremos Mernabo, le daba
largas, mareaba la perdiz, etc.
Así que un buen día, aparecí por el
centro, y el director (que casualmente fue el que intentó
extorsionar a mi padre, como ya conté en un escrito
anterior), me llamó a su despacho.
Poli Malo I
Allí fue donde, gritándome, me dijo que por
qué estaba dando largas al pobre Mernabo, que no iba
a las meditaciones ni a los círculos, y que por mi
culpa el pobre Mernabo estaba destrozado, que Mernabo se mortificaba
mucho por mi y que yo no hacía nada, y que para qué
creía yo que estaba el centro, si para organizar convivencias
divertidas. A esto último le contesté que sí,
imaginaos qué inocencia la mía. Entonces, sin
parar de gritar, me dijo que no, que estaban para hacer el
opus dei, y patatín patatán, que yo era un desagradecido,
y lo mucho que estaba haciendo sufrir a Mernabo por mi negligencia
espiritual, y que en ese mismo momento me echaba del centro,
y que no podría volver nunca más, y que entrase
en una salita contigua y esperase a Mernabo y le pidiese perdón,
y me largase y no volviera más por allí. En
ese momento yo empecé a llorar, joder, nunca me habían
echado una bronca de ese calibre por una gilipollez semejante,
ni me habían echado de ningún sitio con tan
malos modos, ni podía asimilar yo tampoco todo el rollo
ese del sufrimiento oculto de Mernabo.
Poli Bueno I
Paso a la salita contigua llorando a moco tendido y al cabo
viene Mernabo. Me dice que no pasa nada, que me perdona, que
el director no está muy cabreado conmigo y que si se
lo pido no me echará, pero que tengo que cambiar y
cuidar más mi vida espiritual, etc, etc.
Poli Malo II
Yo, derrumbado, hablo con el director y me permite seguir
yendo "pero sólo en consideración a Mernabo",
y yo a partir de ese momento me sumerjo en la vida del centro.
Poli Bueno II
Tan sólo dos semanas después, sin yo esperármelo
de ninguna de las maneras, en una convivencia organizada creo
yo prácticamente sólo para eso, Mernabo me dice
que si alguna vez he pensado en entregarme a Dios, y todo
el rollo de lo que "Dios te pide" tan utilizado
y manido. El caso es que la idea me parece buena desde el
primer momento, él me dice que me lo piense y a los
dos días le digo que sí, que vale, que creo
que merece la pena entregar toda mi vida a Dios si Él
me lo pide. Mernabo me dice entonces que si quiero ser de
la obra, que se lo pida al director.
Poli Malo III
Cuando voy a pedírselo al director, resulta que el
colega me dice que no, que yo no puedo ser de la obra, que
patatín patatán, que debo rezar mucho, para
saber si tengo o no vocación, etc, etc.
Poli Bueno III
Cuando voy a hablar con Mernabo, este me dice que sí,
que rece y eso, pero que siga pidiéndole al director
ser de la obra, que se lo pida mucho, dándome a entender
que mi insistencia tendrá al final el premio de la
admisión como adscrito.
Se alternan y repiten los episodios Poli Malo III y Poli Bueno
III durante tres meses, en los que el centro se vuelca conmigo,
todo el mundo es muy simpático, a pesar de que yo por
aquel entonces era un gilipollas inmaduro y les debía
caer como una patada en los mismísimos, como más
tarde al irme pude comprobar; incluso algún tipo que
no conozco, proveniente de la Delegación, cosa que
yo descubriré más tarde, me dice como confidencialmente:
"me han dicho que estás Muy Bien".
Al final soy autorizado a escribir la carta al consiliario.
Observad que yo en ningún momento sospeché
que toda la información relativa a mi era compartida
por Mernabo -el pobre Mernabo- y por el director, y que todo
formó parte de un plan orquestado para dar la impresión
de que "me resultó muy dificil entrar". Impresión
que yo jamás tuve, por cierto. Todo fue fácil.
Iniciado por ellos y terminado por mí, en una decisión
aparentemente libre. Pero de libre nada.
Espero que mi historia sirva a alguien, por lo menos para
echarse unas risas. Yo me río al ver lo capullo que
era por aquellos entonces. La filosofía que subyace
detrás no es graciosa. Es lo más parecido a
los métodos de asalto mental e interrogatorio qe se
haya visto. Menos mal que era la Voluntad de Dios...
Samurai.
(Lo dicho, seguid el camino del agua, que el del whisky no
os lleva a ningún sitio)
El síndrome de Estocolmo.
Hoy os contaré la historia de un chaval de mi curso
que fue acosado y torturado -con éxito- hasta límites
inimaginables. Llamaremos a este pobre tío Juma.
Juma tiene unos padres supernumerarios muy muy majos, que
lo llevaron por el club desde que era muy pequeñito.
Así que, a los catorce años y medio, era un
objetivo clarísimo. Un tío muy simpático,
con muchos amigos y notas inmejorables.
Desde los catorce años, si no antes, ya estaba el
numerario de turno dándole la matraca al pobre Juma
para que fuera de la cosa. Tenía el lugar de honor
en todas las convivencias, el protagonista en las películas...
Al mismo tiempo se le machacaba implacablemente para que
pitara. Charlas, -que hacía con un numerario que tenía
un gran ascendiente sobre él-, meditaciones, el pobre
tío tenía como objetivo en su oración
casi siempre plantearse la vocación... Este acoso era
especialmente evidente en los cursos de retiro.
Se procuraba que se sintiera muy bien, todo de forma organizada.
Cuando yo pité, formé parte de la conspiración.
Casi todos sus amigos éramos adscritos, y él
lo sabía. Lo que no sabía, o sí, es que
organizábamos encerronas para hacerle saber de forma
indirecta que lo suyo era la vocación a la cosa. En
muchas de las convivencias que se organizaban él era
el único que no era de la cosa que participaba.
Nunca he sabido por qué no los mandó a la mierda
y se largó. Yo le perdí la pista cuando me fui
al centro de estudios. Aguantó desde los catorce años
hasta al menos los 19 el acoso y la tortura moral. Es un tío
que estuvo "muy bien" durante cinco largos años.
Después, digo yo, se rindió.
Cuando, siendo "ex-en-buen-plan", me pasé
un día por el centro de estudios y lo vi, no podía
creerlo. "Días de alucine". Luego he sabido
que ahora es director de un centro.
En fin, espero que sea feliz. Conste -para que no me acusen
de levantar falso testimonio- que yo no digo que su decisión
no fuera libre. Me limito a documentar el acoso y derribo
de su conciencia moral, al que asistí en directo durante
tres años. Un tío con personalidad, os lo aseguro.
Requiescat.
Las listas y los amigos.
La teoría decía que todo numerario debía
tener un grupo de amigos íntimos y otro muy amplio
de conocidos. Creo que había un número mínimo,
pongamos unos diez amigos íntimos. Esto nos lo dijo
el vocal de San Rafael de la delegación en una charlita
que nos dió en el centro de estudios. Pero que como
había que ser audaces, que debíamos invitar
a parte de nuestro círculo de conocidos a las meditaciones
y, sobre todo, al curso de retiro al que no iba a ir ni el
gato, que estaba programado para ese mes.
Así que, ni corto ni perezoso, el director del centro
de estudios llevó esta charlita a la oración
y nos dijo en la tertulia que fuéramos pasando por
su despacho con la lista de los quince amigos que íbamos
a invitar al curso de retiro. Pero bueno, que daba igual que
fueran amigos o que nos los hubiéramos encontrado por
la calle. La cosa era que fuera gente.
Y yo, acojonado. Porque al hacerme de la cosa había
perdido a todos mis amigos del "exterior". Yo pensaba
que eso sólo me había pasado a mí; después
descubrí que era bastante habitual. Al fin y al cabo,
cuando sólo los llamas para que vayan por el centro,
y pasas de aquellos a los que no puedes sacar nada, por orden
expresa de la dirección, acaban hasta las narices de
ti.
Así que me planté en la habitación del
director y le dije que no podía darle mi lista de quince
tíos, porque yo no tenía amigos. Y que no pensaba
invitar a ningún conocido de la universidad, que eran
unos ateos que no sabían ni el padrenuestro.
Para mi sorpresa, y en su descargo, debo decir que me dijo
que no pasaba nada, que no invitara a nadie. Pero la presión
estaba ahí. Estuvo siempre. Supongo que otros sacarían
su lista de mernabos y listos.
(Desde aquí mi apoyo incondicional a Satur y su lucidez)
Yo he acosado a gente en excursiones del colegio, en la universidad...
como un jarecrisna barato. Aplicando la máxima del
mismo vocal de San Rafael en unas explicaciones del catecismo
de la obra, que nos dijo, así, como en confianza: "vamos
a dejarnos de legalismos. Todo aquél que se acerca
por un centro y tiene las condiciones tiene vocación
a la obra. Es así de sencillo. Si Dios hubiera querido
que tuviéramos vocación de Carmelitas Descalzos,
nos habría puesto cerca de un convento."
Olé el silogismo, colega. Y yo, otra vez, en "días
de alucine".
El secreto de la perseverancia
Sigo con las anécdotas...
Cuando yo estaba en el centro de estudios, mi querido Mernabo,
el numerario que me hizo de poli bueno para que pitara, como
explico en un escrito anterior, me comentó, sin yo
iniciar el tema -no estaba condicionado para poder pensar
en no continuar siendo de la opus- en qué pensaba cuando
flaqueaba su decisión de "perseverar" -curiosa
palabra- en su camino.
Por lo visto, cuando él estaba en el centro de estudios,
les llevaron a un tipo que había sido numerario, que
les explicó, con lágrimas en los ojos, que tras
abandonar su vocación (sic) se había casado
con una tía que resultó ser una puta, que se
fue con otro, que sus hijos se dieron a la droga y al alcohol,
que perdió su trabajo, y sufrió todo tipo de
calamidades vitales. Y como digo, llorando a moco tendido
les explicó a los acojonados chavales que él
daría lo que fuera por no haber (de nuevo) "abandonado
su vocación", y volver a ser numerario, pero que
eso ya no podía ser, y que maldecía su vida
mil veces y que la había tirado a la basura.
En fin, ya conocéis el secreto de la perseverancia...
el condicionamiento a nivel de conciencia, y el MIEDO, sí,
ese jodido miedo a condenarse que te inculcan en la opus desde
el principio, en mi caso también en mi familia. Ese
miedo que utilizan para extorsionarte y para chantajearte
y para someter a tu conciencia. Ese miedo a defraudar a Dios.
Ese miedo a que Dios no te perdone, al fin y al cabo.
El domingo pasado en Misa, al oír la lectura, imaginé
que el cura la enfocaría sobre el tema del infierno.
Es lo que esperaría de un cura del opus. Cual fue mi
sorpresa cuando habló de cosas totalmente diferentes.
¡Qué difícil es quitarse el condicionamiento,
y el miedo a Dios!
Es gratificante la libertad que se siente cuando uno se da
cuenta de que definitivamente ha salido de la secta, su mente
se ha liberado y que no hay por qué torturarse. En
mis tiempos de "ex-en-buen-plan", aún no
era verdaderamente libre. La mitad de esta libertad de que
disfruto -auténtica libertad de conciencia- os la debo
a vosotros, los Orejas -gracias, Agustina-, y la otra mitad
a la que hoy es mi mujer, que supo sortear mis escrúpulos
de conciencia y la presión de mi familia por quitarla
de mi lado y buscarme una supernumeraria de pro, y enseñarme
que los caminos de Dios son más amplios que la noria
con orejeras de la opus.
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