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CORRESPONDENCIA

 

Viernes, 16 de Julio de 2021



Decía que era ¡Padre y Madre!.- Tuces

Decía el fundador del opus Dei que al no haber fundadora, Dios le había dado corazón de Padre y Madre y que ese mismo cariño encontrarían sus hij@s en sus sucesores y director@s.

En mis veinte años en la obra a mí personalmente se me fueron como desdibujando distintos aspectos del espíritu y uno de ellos fue la visión que tenía del padre recién pitada. Si bien el Padre era algo muy lejano físicamente, océano de por medio, sin embargo estaba muy presente en casi todas mis actividades, oración, misa, mortificaciones, fraternidad, trabajo y empezaba a escuchar que éramos “sus hijas pequeñas”, "sus hijas preferidas", “que si él hubiera podido elegir, sería eso, Numeraria auxiliar". Ahora escribo esas palabras y pienso ¿No exageró en querer convencernos de que ocupábamos un lugar especial en su corazón? Diría que exageró en las palabras pero en las obras, para concretar ese cariño, ¡¡se quedó corto!! Basta con ver que no se preocupó por el descanso, horarios de trabajos, familias de sus hijas supuestamente predilectas, en cómo vivían, en fin, cómo hace cualquier padre de familia, que se preocupa del presente y del futuro de sus hijos,

Se me viene a la mente lo que alguna vez escuché decir, que cuántas veces el fundador se burlaba de sus primeras hijas numerarias auxiliares, quizás por la manera de expresarse o hasta de su porte, y la verdad me duele, y pienso que el que no hayan tenido estudios o clases de protocolo no quería decir que fueran tontas. Más de una con tal de hacer reír al padre, ¡se hacía pasar por tonta!.

Yo no tengo hijos pero estoy rodeada de padres con hijos y jamás los vi burlarse de sus hijos, al contrario, si alguno no brilla tanto en algo enseguida te cuentan cómo sobresale en otra cosa y me parece lógico, el amor de padres y madres lleva a eso. Recuerdo a don Javier, ya como padre, un día de fiesta A en Albarosa. Desayuno: ¡chocolate con churros! Algo tan rico como los churros y lo que la mayoría no sabe es que si la masa no se mezcla bien, quedan grumos de harina. Solo decir que mezclar tres kilos de harina, un engrudo duro a mano, no es nada sencillo y al poner en aceite si quedó algún grumo, suelen ser varios, la freidora pasa a ser un lanza cañones y mejor que salgas corriendo porque explotan y cae aceite hirviendo por todos lados. Tristemente no le dio tiempo a una numeraria auxiliar a escapar de la furia de los churros y el aceite le quemó las manos y los brazos, fue una quemadura seria, ¡lo que habrá sufrido! Pero lo que más me impactó fue que por la tarde se asomó el Padre a la galería, no habría tertulia, solo nos saludaría. Cuando se acercó lo noté serio, nos saludó y dijo: ya me enteré de que una de vosotras se ha quemado, ¡eso no puede pasar, hay que estar con la cabeza en lo que hacemos! Algo así como una reprimenda lo noté yo, con el dolor físico que estaría pasando nuestra pobre hermana y ahora súmale esto ¡distraída! Y menos mal que era Padre y Madre, si no ¡vete tú a saber!.... Una esperaba un poco de comprensión, hasta de humor para sobrellevar algo como en ese momento tan doloroso físicamente, en fin, no se dio.

También con esta numeraria auxiliar me une otra anécdota. Yo cumplía años un día y ella al día siguiente. Llegó mi cumpleaños y el Padre, don Javier, me llamó al comedor para saludarme, seguramente me estaría diciendo que esa mañana me encomendó porque así lo hacia todos los días por sus hijos, especialmente que cumplen años. Y en eso escucho que la directora le dice, mañana es el cumple de fulanita, por si el Padre le decía que venga así la saludo. Pero muy al contrario, la miró serio y le dijo, hoy es el cumpleaños de… ¡mío!, y todo esto en tono elevado, parece que ese día el Padre no estaba de humor y la Madre no vino. Jaja,.. Quizás al día siguiente vino hacer deporte y le cambió el humor y pudo saludar a su, en este caso, hija pequeña, de un país de Europa, donde si cuestan las vocaciones, ¡las de nax ni digamos!... Me quedé pensando, quizás era mucho pedir ¡Padre y Madre!, como diría alguien. ¡Ay madre mía, vámonos!

¡Hasta pronto!,

Tuces.




 

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