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CORRESPONDENCIA
Viernes, 16 de Abril de 2021
Consignas repetidas en el Opus Dei.- Afortunado
Nunca he sido miembro del Opus Dei, pero durante años fui lo que ellos llaman "pitable". Es parte de las palabras y expresiones que usan para reafirmarse unos a otros en la creencia de que viven y hacen algo diferente.
La persona que estuvo pendiente de mi proceso en ese tiempo era un agregado, con una historia especial, que estaba bien considerado dentro y fuera de "La Obra". Este señor me aconsejaba con expresiones como "ni guapa que encante, ni fea que espante", me hablaba de la importancia de la "unidad de vida", de la original idea de San Josemaría de "santificar la vida diaria", de la necesidad de tener un "director" para no equivocarse en la vida. La forma de tratarme parecía, intentando mostrarme que era mi amigo. Este mismo tipo de consejos, consignas y frases, las repetían de forma sistemática los miembros y vinculados a la obra. Lo que en principio parecía original, resulta que era un programa copiado en todos los adeptos, ya que oí las mismas cosas en varios. Lo mismo pasaba con el programa para la iniciación, que estaba supervisado por algún director que yo desconocía. Resultaba evidente que eso no era sano, ni natural, por eso me alejé de ellos.
Creo que a aquel pobre hombre debieron hacérselo pasar mal por su falta de reclutamientos.
Descubrí que la gente que entraba nueva era poca en número, pero mediocre en méritos y capacidades. Los tiempos de la dictadura en los que abundaban chicos valerosos con aspiraciones y sin recursos fueron un buen caldo de cultivo para este reclutamiento estandarizado. Hoy día los que hemos tenido algún interés por el Opus quizá sea porque queremos tener una vida como Dios manda y lo tenemos difícil en una sociedad que está demasiado echada a perder. Quizá esa sea su baza y todavía tengan futuro.
No guardo ni malos recuerdos ni rencores a esta gente, pero estoy muy agradecido a OPUSLIBROS por la información que tiene en esta página. Gracias a ella pude descubrir con antelación suficiente el programa de reclutamiento que me tenían preparado. Hay algo que me dio mucha luz: aquel pobre agregado nunca fue feliz, ni santo. Eso si, pienso que era un buen hombre.
Afortunado
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