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CORRESPONDENCIA
Viernes, 29 de Mayo de 2020
La propia responsabilidad personal.- Guillermez
Queridos amigos,
Hace algún tiempo conversé por teléfono con un familiar mío. Esta persona sigue siendo numerario y, aunque ya mayor, con cargos aún dentro del Opus. Comentábamos entonces la noticia de la denuncia a un cura numerario por abusos sexuales en Sevilla.
En un momento, le pregunté qué estaba haciendo la Obra con este caso, si iban a conversar con la gente que convivió con este sujeto en los centros.
- No te preocupes, Guillérmez -me respondió-. Les estamos diciendo a todos que cuenten lo que vieron, con confianza y sencillez. Que digan lo que piensan y lo dejen en manos de los directores. Punto.
- ¿Así de simple?
- Por supuesto. Que cuenten lo que sea, por muy pequeño que les parezca, y lo dejen a los directores. Que confíen en ellos, y se olviden.
Qué típico del Opus Dei. O sea, una persona tiene inquietudes o problemas, lo cuenta a quien debe y se acabó el problema. Qué fácil.
Me recordó mucho a aquello que dijo Echevarría en sus tiempos de vicario de D. Álvaro: "el Padre está muy bien porque dice lo que le pasa y hace lo que se le dice". Todos los que hemos pasado por la Obra seguro tenemos muchos ejemplos de esta política de afrontar los problemas. Si uno tenía una preocupación debía contarla inmediatamente a los directores y abandonarse a la opinión de estos. Rendir el juicio, lo llamaban. Si después de algún tiempo volvíamos a preguntar a ese mismo director por aquello, indefectiblemente respondía:
- Chico, ya me lo dijiste, ¿verdad? Pues ya está: tú lo contaste, olvídate. A por otra cosa.
Esa actitud se opone totalmente al concepto de responsabilidad personal propia de cada uno. Mis problemas, las preocupaciones que yo tenga, son míos y de nadie más. Yo soy el más interesado en solucionarlos y el único que puede hacerlo. Abandonarlo en manos de otros no es sino un infantilismo que eterniza su resolución y evita madurar. Y lo que es peor, facilita los abusos de conciencia, poniendo a la persona en una situación de dependencia injusta.
Cómo no recordar aquella frase de Chesterton: "La iglesia nos pide que al entrar en ella nos quitemos el sombrero, no la cabeza". Ojalá lo escuchen desde el Opus Dei y permitan a su fieles ejercer esa responsabilidad de la que tanto presumen de cara a la galería.
Guillermez
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