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Opus Dei: ¿un CAMINO a ninguna parte?

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CORRESPONDENCIA

 

Miércoles, 08 de Julio de 2020



¿CÓMO SE DESCUBRE LA VOCACIÓN AL OPUS DEI?.- Braje Coraje

El artículo titulado "¿cómo se descubre la vocación?" que publica la web oficial del Opus Dei, firmado por José Brage, resulta de dudosa moralidad.

https://opusdei.org/es-es/document/como-se-descubre-la-vocacion/

Estas líneas condensan una justificación de la manipulación que realizan en el Opus Dei de la dirección espiritual:

"sin embargo, en este proceso de discernimiento y decisión es una gran ayuda contar con un guía experto; entre otras cosas, para confirmar que poseo las aptitudes objetivas necesarias de cara a emprender ese camino".

En la inmensa mayoría de casos de jóvenes que se han acercado al Opus Dei y han pedido la admisión a los 14, 15 o 16 años, hubo un plan prediseñado por los directores de centros de la Obra para decirles: "tú tienes vocación, te lo confirmo". Esos directores son los encargados de reemplazar la conciencia de las personas, convirtiéndose ellos en la voz autorizada de Dios, como "guías expertos".

En el Opus Dei, por más que lo niegue la institución, la dirección espiritual no está concebida como una relación individual, sino como una relación colectiva (nadie puede ser "apóstol de pata libre"; el apostolado es de "amistad y confidencia" y "dirigido").

El Opus Dei mantiene su fundacional confusión entre gobierno y dirección espiritual ("la dirección espiritual la ejerce la Obra", dicen los documentos internos). Para que una persona pueda pedir la admisión deben "autorizarlo" varias personas del Consejo Local correspondiente. Los Consejos Locales, y después los directores de las delegaciones y comisiones regionales "confirman" que esa persona tiene vocación.

Estas prácticas de la dirección espiritual que viven en el Opus Dei son contrarias a la doctrina de la Iglesia y un ataque a la dignidad de las personas. En la Obra justifican que los directores (los "guías expertos") decidan quienes tienen y quienes no tienen "vocación al Opus Dei".

Es lógico que esté habiendo tantas salidas en masa de la Obra. Cuando se toma conciencia del propio proceso vocacional resulta natural dudar del "origen sobrenatural" de la propia "vocación a la Obra". Detrás de muchas "llamadas" al Opus Dei se esconden aberrantes violaciones de la conciencia, junto a formas de actuar contrarias al segundo mandamiento de la ley de Dios.

Braje Coraje





Andas equivocada Farolitorojo.- Zatan

Querida farolitorojo, había pensado no escribir mas aquí ya que la última vez alguien (con buena intención y cariño) dio mas datos de los necesarios para localizarme, le faltó el número de DNI (que es el 24.2¥¤.∞8ħ-ʋ) y mi mail, que cuando uno usa un pseudónimo es porque prefiere no ser reconocido. Pero ante tu escrito me veo obligado a escribirte para ver si nos aclaramos.

Dices que “hubo un gran aprovechamiento de mi falta de valor” y no estoy de acuerdo con eso, te sigues echando la culpa. Te estás autocastigando. Pero ya volveré a este punto.

Cuando uno se marcha, con portazo, suavemente o porque te aconsejan que lo mejor es marcharte, te hacen creer que eres mala gente, malísima, de lo peorcito que hay y, precisamente por eso, lo único que te espera es una panzá de rejalgar. Hagas lo que hagas todo lo vas a estropear.

Otra posible fase es la de sentirte la persona mas cretina del mundo mundial por haber escrito la famosa carta y que todo ha sido una pérdida de tiempo, oportunidades, amistades y familia. O que eres prácticamente la unica persona que, después de haber conocido las bondades de la madre guapa, es capaz de abandonarla siendo traidor a algo previsto desde toda la eternidad. Después pasa el tiempo y te das cuenta que no eres un bicho tan raro, que hay mas náufragos de la misma barca, muchos, y que a algunos que ya estaban en el agua encima le han dado con un remo, eso si, siempre con mucha caridad (?). Y, mas adelante, podrás empezar a ver que algo bueno hubo, que entre todo lo negativo que veas también te habrá quedado algo positivo. Pero para esto es necesario que pase el tiempo que en este tema si que lo cura casi todo.

Y volvamos al primer punto, te voy a tirar de las orejas por decir que fue por culpa de tu falta de valor para tomar decisiones. Para escribir la famosa carta hay que tener mas valor que el Guerra. pero hay además una serie de atenuantes para que no te auto-maltrates.

Imagino que tu te incorporaste mediante un “especial contrato” y has de saber que un contrato es un documento, normalmente escrito, en el que se expresa un acuerdo de las partes, tu te comprometes a algo y yo a esto otro y se firma. Tiene que ser una clara expresión de las condiciones importantes. Pero si una de las partes no dice todas las condiciones esenciales, se puede estar ante un error (en la otra parte) esencial o sustancial. Si, encima, ese error ha sido provocado con la intención de hacer firmar ese contrato (porque si se sabía todo ni borracha hubieses firmado) podemos estar ante lo que se llama dolo. El dolo en derecho civil es entendido como una maniobra o artimaña que tiende a engañar a una parte para que firme un contrato y normalmente cuando se pilla a un “dolante” se le obliga a resarcir al engañado.

Ahora dime si tu, en el momento de escribir la carta, tenías idea de, al menos, el uno por ciento de lo que te estabas comprometiendo. No, ni tu ni casi nadie. Tu firmas y después te llegan con el plano inclinado (dolo) y solamente con el paso del tiempo te llegas a dar cuenta que te has metido en un berenjenal de tres mil pares de narices y te preguntas ¿qué hace una chica como yo en un lugar como este? Y empieza tu odisea por abrir esa puerta … que te dijeron que estaba abierta de par en par. No fue tu falta de valor para decidir, te vendieron la torre de Pisa que, al pasar el tiempo, descubres que no es de Pisa y que ni siquiera es torre. Tu querías comprar una torre y te endosaron un unicornio rosa y, por tanto, ese contrato es papel mojado. No existió.

¿Te van a queda marcas? Pues claro que sí. Hay gente a la que han hecho creer que la voluntad de Dios es la voluntad de la dirección y, al romper con la madre guapa, se ven obligados por coherencia a romper con Dios. Hay otros que quedan tocados de la azotea (de psiquiatra). Los hay … de todos colores.

El otro día descubrí que sir Thomas More (santo Tomás Moro) es uno de los nuestros. Pitó, hizo la admisión y la oblación pero, antes de la fidelidad, se dio cuenta de que aquello no era lo suyo y dejó la cartuja cuatro años después de haber entrado. Al parecer no le quedó ningún problema psicológico, el resto de su vida lo hizo tan bien que hasta lo nombraron santo. Lo propongo como patrón de esta página, en otros lugares solo lo tienen como intercesor tal vez por el mal ejemplo que puede ser. ¿Agustina?

Farolito, lo hiciste bien al entrar y también al salir. Actuaste lo mejor que podías actuar con los elementos que tenías, fuiste generosa. Por favor no te autoimpongas la maldición del rejalgar.

Abrazos muchos y a cuidarse del virus que, creo, lo trasmiten los mandriles.

Zartan



Una canción marinera.- Hondo

En uno de mis intentos adolescentes por dejar la Obra, el director, después de una dura charla, me envió al oratorio con un ejemplar de Crónica bajo el brazo para que lo meditase detenidamente.

Era uno de esos artículos que recogían la predicación del Fundador sobre lo que les esperaba a quienes abandonaban "la barca". Yo era demasiado joven y demasiado ingenuo. ¿Qué podía argumentar contra esas frases proféticas, apabullantes, avasalladoras?

Lloré en el oratorio solitario (había escrito la carta a los 14 y medio, y esto pasó antes de hacer la admisión). Nadie me explicó que jurídicamente no era de la Obra, sino que insistieron en todo lo contrario: que ya me había entregado del todo y para siempre, que no había vuelta atrás para mí.

Me quería ir (el plan de vida era agobiante, la presión proselitista me había dejado sin amigos, me estaba convirtiendo en un ser extraño...) pero no quería fallarle a Dios.

Tampoco tenía a quien acudir: el cura de la parroquia era "el mal pastor" ("fíjate que hasta cantan con guitarra en sus misas") y mis padres "no entendían, su salvación dependía exclusivamente de mi perseverancia".

Pude haber sido más resuelto e irme igual. Pero seguí por miedo y porque confié en las personas equivocadas.

Así pasaron muchos años. Décadas en la barca. ¿Hubo momentos felices? Sí, la inconsciencia de la juventud permite algunas alegrías incluso en esas "vacaciones" surrealistas que eran los cursos anuales. Un rato de deporte a cambio de clases de filosofía, latín, charlas, normas, etc. ¡Qué locura!

Finalmente este curtido marinero no aguantó más. Una noche se subió a un pequeño bote y abandonó sigilosamente la nave de Escrivá.

Tengo que remar y vivo como un náufrago.

Todavía puedo ver en el horizonte la gigantesca mole de la Obra. ¿Es una ilusión o realmente se está escorando, poco a poco?

Cada tanto, en la noche, escucho el rumor de otros remos. A la luz de la luna he visto sus rostros, no todos eran marineros rasos como yo, muchos tenían galones: directores de centros, de delegación, hasta de la comisión...

Vamos todos hacia el horizonte, alejándonos de aquella manera reglamentada de vivir y pensar, del horario fijo y del control permanente, de la fraternidad hipócrita.

En la borda del otrora imponente navío se adivina un hombre viejo que nos observa con tristeza. ¿Siente pena por nosotros, por la Obra o por él mismo que sigue allí y siente que el corazón se le oxida cada día un poco más?

A veces, en algún islote, nos reunimos los ex. Hay respeto, comprensión, dolor compartido. Uno se entera de que allá, en la barca segura, alguno fue condenado por abusos, el de más allá se suicidó, aquel sobrevive medicado, a otro -que se quedó sin empleo- le han arrojado al mar y que se arregle...

Compartiremos unas sardinas, alguna canción y después, seguiremos remando. Cansados y pobres, pero libres.

Hondo




 

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