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CORRESPONDENCIA

 

Miércoles, 22 de Enero de 2020



Las mujeres del Opus Dei (1930-1980) Género, clase y fe.- Agustina

 

Sofía RODRÍGUEZ LÓPEZ, “Las mujeres del Opus Dei (1930-1980) Género, clase y feHispania Nova, 18, 2020, págs.551-598.

DOI: https://e-revistas.uc3m.es/index.php/HISPNOV/article/view/5117/3616

 

 

Resumen: Este artículo aborda un colectivo de mujeres tan  significativo como poco conocido. La  asociación laica creada  por José María Escrivá de Balaguer en 1928 no dispuso de sección femenina hasta un simbólico 14 de febrero de 1930. Desde entonces las socias de “la Obra” se cuentan por miles, aunque también son muchas las que han decidido abandonarla. En estas páginas recorreremos su historia a  través de fuentes documentales antes reservadas y la bibliografía existente. Analizaremos su estatus interno en el Opus Dei y externo en la vida secular, a través de las categorías de clase y género, tratando de diferenciarlas de las miembros de otras organizaciones similares. Por último, nos plantearemos los atractivos y revulsivos que su libro fundacional Camino y los estatutos o constituciones de la Obra ofrecieron para ellas, teniendo sus propios testimonios como referencia.

 

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Sobre las ordenaciones sacerdotales.- Guillermez

Queridos amigos,

Estos días estuve leyendo con atención los correos que llegaron a la web a raíz de las preguntas de Molines. Me vinieron mil recuerdos de los 11 años en que fui numerario, y muchas preguntas que siempre me planteé.

La principal de ellas es muy sencilla. ¿Para qué queremos un cura que sea biólogo, arquitecto o abogado? ¿por qué tiene tanto empeño el Opus en presumir de eso? Cuando voy a confesarme, lo que quiero es un cura que sepa de eso, de ser cura. Si fue químico en su juventud o contable en una empresa, no me aporta nada. Lo que busco es buenos consejos y práctica en lo pastoral. Punto. ¿Es algo raro lo que pido?

Y ya, si entramos al tema de los famosos doctorados de los curas numerarios, la cosa roza el ridículo. Viví años con un sacerdote cuya tesis trató sobre un Concilio territorial que tuvo lugar en la España de los Visigodos (apasionante, desde luego). Al preguntarle, siempre me dijo que "le cayó encima el asunto". Que como él era economista, los directores "le asignaron" una materia que nadie quería... y él obedeció. ¿Esto es "riqueza intelectual", aportar la Iglesia, profundizar en el Dogma, ... o mero formalismo? Juzguen ustedes.

Como todo buen numerario que se precie, yo también fui animado a escribir al Prelado ofreciéndome a ser ordenado algún día si él lo pedía. Se lo escribí en una carta 4 o 5 años antes de marcharme de la Institución. Y ahí quedó la cosa, hasta que quise salirme de la Obra. Entonces, me asignaron a un alto director de la Delegación para tratar de convencerme de que no lo hiciera. Cuál no sería mi sorpresa cuando, hablando con él un día, me dijo que sabía de "mi interés" por ordenarme, y que si me quedaba en el Opus él podría mover los hilos para que así fuese... Lógicamente, lo mandé a paseo. Desde entonces ya no me asombra cada vez que me entero de curas numerarios que cuelgan la sotana y cambian de vida. Es un modelo de abuso de poder. Ojalá la Santa Sede se decida pronto a hacer algo al respecto.

Guillermez





Dos cuestiones más.- iotganaderia

No quiero que la anterior colaboración sea, además de la primera, la última sin aclarar un par de cuestiones. Y ahora que he leído a Orange, menos todavía. Gracias por tus amables palabras y tu amorosa preocupación.

La primera es decir que soy la persona más feliz de la Tierra. Poder ver con tanta claridad el mal que asola a la Humanidad desde buena parte de la Iglesia, y de la prelatura en particular, así como de estructuras afines, es el resultado de haber podido llegar a los 60 años al final del camino. He pasado por el hambre, la sed, el frío, calor, la pobreza más absoluta, la soledad y abandono más cruel tras decir que no a esa parte de la Iglesia que sostiene a la prelatura y a la misma prelatura. He sabido decir que no a pesar de haber sido sometido en la infancia, adolescencia y juventud a los dictados de la prelatura y de los apoyos que ha recibido de parte de la Iglesia. He sabido, he tenido las fuerzas para creer más en la verdad de mi conciencia que en ser un mantenido en esa estructura de pecado. Todo mi mundo familiar, académico y social era de la prelatura y la parte de la Iglesia que la apoya.

He tenido que empezar de nuevo sin ver, sólo con la Fe. Y todo a terminado siendo cierto y hoy soy testigo a mis 60 años. Las promesas que atraviesan el Evangelio son ciertas. Soy feliz a pesar de no haberlo ni buscado ni pedido. Sencillamente era una necesidad de creer. Esta es la raíz del mal en parte de la Iglesia y de la prelatura. No creen en Dios, en el Evangelio. Su mal y perversidad es su deseo de volver al poder y al dominio de unos pocos sobre muchos, masa infecta que somos. Por tanto, no sólo es posible ser feliz fuera de la prelatura y alejado de la Iglesia, en la parte perversa de Ella. Es absolutamente necesario, y una condición ineludible, para cumplir con la voluntad de Dios, abandonar la prelatura, cualquier organización similar, y poner tierra de por medio con respecto a buena parte de la Iglesia. No me lo he buscado, no lo he querido. Es un hecho, un momento de la Historia de la Iglesia, dónde el mal ha entrado hasta lo más profundo del gobierno de la Iglesia y que tiene una relación bidireccional con la prelatura y con organizaciones afines.

La otra cuestión que quiero aclarar es que no ha sido fácil. Ahora veo cientos de vidas de los más pobres de entre los pobres que han encontrado un hogar y que yo he ayudado a construirlo. Que he vivido con ellos el hambre, el frío, el calor, la soledad y el abandono. No de manera empática o compartida. He pasado realmente hambre, frío, pobreza y el vivir en la calle como ellos, siendo uno de ellos, durante años. Y os aseguro que aún lloro de nostalgia por no haber podido seguir con esa vida. Es la etapa más maravillosa de mi vida dónde, si todo era cierto, si todo era verdad en el Evangelio, todo tendría que ocurrir así.

También quiero deciros que en medio de esa vida apareció mi mujer, no por tantas veces soñada, menos real. Que he podido formar una familia numerosa con ella. No tener que explicar que somos uno en todo, hasta en limpiar los baños o los pañales de un padre enfermo, lo considero, sencillamente, un milagro. Qué he podido ser reconocido como profesional, tarde, pero al fin, en una profesión que comenzó siendo una forma de ganarme la vida, y que vida más difícil la de las multinacionales, por cierto, para ser un pozo de felicidad. Que soy inmensamente feliz porque tenemos razón, mi querido Orange, toda la razón, hasta las heces del sufrir y la gloria de las alegrías. No es sólo el haber optado por una alternativa. Es que la otra no lo es y que el Demonio no ha podido enganarnos mejor.

Mi mujer y yo siempre hemos ido a misa cuando podíamos, además de los Domingos, y con la llegada de los críos, nos hemos comprometido un poco más, por las catequesis, comuniones, comfirmaciones y todo eso. Nuestra familia no tiene asegurado el futuro, no somos millonarios y jamás hemos cedido a ningún atajo, a la corrupción moral, que nos han ofrecido alrededor de esa parte podrida de Iglesia, de la prelatura y de los grupos económicos o políticos a los que sirven. El mero hecho de ser asiduos a la vida parroquial te pone a tiro de toda esta pobre gente. Muchas parroquias se han convertido en una sede más de los partidos, sus corrientes y demás grupos de presión.Mi mujer y yo vivimos con mucho más que austeridad, hemos vivido contracorriente, ante la adoración perpetua al poder y al dinero que nos rodea. Y todos nuestros amigos creen que lo hacemos sin esfuerzo, de forma natural y tienen razón.

Mi mujer y yo nunca hemos tenido relevancia pública o éxito mediático. Ni siquiera en el APA del colegio o en un grupo de wasap. No llevamos mil pulseras, ni banderitas. No levitamos con el último sermón del curita joven que vive desde, para, por, según, sin, sobre tras el iPad. No gritamos de alegría porque han puesto una guardería en la “parro”. No somos tan miserables para poner un pin a nuestros hijos para que defiendan a un partido, que además no es el nuestro. Hemos sabido decir que no y tener como compañeros de viaje a cientos de amigos, pero cientos, los que nos felicitan en cada cumpleaños, que van y vienen, que nos alegra ver, tomar una cerveza, porque, con los hijos de por medio, es complicado vernos más, y que jamás han necesitado ser carne de cañón, tropa de nadie. Y son de la misma raza, son de los buenos, cómo dice Viktor Frankl. No queremos hacer rebaños, grupos, con personas con las que jamás compartiríamos nuestras vidas, por hacer bulto a un fundador, a un obispo, a un cura, a un cardenal o a un Papa. Si quieren militantes que lo dejen todo y monten un sindicato, un partido o una empresa de mercenarios. Pero esta vez con adultos libres y responsables y sin decir que son Iglesia.

Mi querido Orange, a mis 60 años no es sólo "gracias a Dios, nos fuimos". Es, para mí, algo así cómo “por fin hemos llegado”, que ha sido largo y tortuoso el camino que desandar.

iotganaderia




 

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