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CORRESPONDENCIA

 

Viernes, 15 de Febrero de 2019



La indolencia de los camaradas numerarios.- Castalio

LA INDOLENCIA DE LOS CAMARADAS NUMERARIOS

 

«La camaradería es el vínculo íntimo e inquebrantable que nos une estrechamente en una misma comunión de intereses e ideales a todos los que constituimos la santa hermandad…» Folleto español, 1945

 

Hace unos días leí una publicación de Andy en esta web y la respuesta de Demócrito a propósito de la pereza y el desinterés de muchos miembros numerarios de la obra en la actualidad. Lo que me llamó la atención de manera especial fue la denuncia que hace Andy acerca del deterioro que ha ido sufriendo la fraternidad. Especialmente cuando le pide a su prelado que corte de raíz porque no es cristiano la indiferencia, la falta de caridad, el no hablarse, los enfados sin motivo que duran días, meses, la doble moral y la falta de vida interior que hay en muchas personas que viven en los centros.

 

En el escrito de Andy es perceptible algo de nostalgia e indignación: lo primero, porque parece extrañar los tiempos en que las personas de la Obra se esforzaban, incluso en ocasiones de manera heroica, por ayudarse unos a otros; lo segundo, porque es evidente que lo que describe nada tiene que ver con la cultura del esfuerzo, ni con épocas doradas. Da la sensación —desde mi punto de vista, claro está— de que Andy se resiste a asumir el proceso de decadencia y desintegración de su institución...



(Leer artículo completo...)




Consideraciones.- Madurez

Llevo tiempo sin enviar nada y leo lo que publicáis.

No se me olvida un comentario de un director sobre los criterios de prudencia en lo relativo al trato con personas del otro sexo ya sean de la Administración, mamás de niños de un club o de un colegio labor personal u obra corporativa: ESTAS MEDIDAS NO SON POR LO QUE PUEDA PASAR, SINO POR LO QUE YA HA PASADO. Cierto, del demonio el consejo. POR LO QUE HA PASADO. Y pasar han pasado cosas: supernumerarios de bragueta fácil y totémicos pero folladores natos fuera de su casa; mamás descaradas, algunas supernumerarias y muy tentadoras porque tentaban.

A mí me tentó una varias veces y me dejaba el coche para actividades y siempre me esparaba sola en casa para devolverle las llaves y cada vez más cariñosa y cada vez más imposible decirle que no y al final rollo al canto. Y estaba buena, era atractiva y seductora, cara a la galería una mujer madre de familia recatada... Yo veinte años, ella un poco más del doble. Y caes y ella cae y estás más de un año de rollo hasta que corta ella aterrada de cómo va la cosa, pero dejas ese club y te llama y vuelve a quedar... POR LO QUE HA PASADO. Al final quedamos en quedar una vez al mes y así varios años más. Pero en los colegios idem del lienzo, un par de mamás seductoras, una de Casa la otra no, eres joven, estar lleno de vigor... POR LO QUE HA PASADO.

De rollos malos con niños no sé, aunque he visto a esos directores de delegación o de comisión apuntarse al deporte con los clubes, quedar para jugar al tenis con un chavalito... Tíos de cuarenta años con críos de catorce o quince... Para mí que había gato encerrado. Pero los niños tientan a los degenerados, las mamás atractivas y de aparente recato a otros y te dejas llevar, porque gusta gustar y qué maravilla caer en brazos de la mujer madura sabiendo los dos que estábamos siendo malos malísimos. POR LO QUE HA PASADO.

Y en la Cosa ha pasado y pasa de todo: es una bomba.

Madurez 





El daño que la prelatura ha hecho a gente buena.- Mulan

Se me abren las entrañas al leerte Hondo, que indignante la manipulación a la que fuimos sometidos, la verdad es que me importa una mierda si las cosas están cambiando dentro o no. Es que no me importa NADA. Solo sé el daño que la depreratura ha hecho a buena gente, a jovencillos pringados que fuimos sometidos a una manipulación física y mental brutal. Y sabéis que es lo peor? que se hace en nombre de dios, de un dios que quiero creer que es bueno, y que ama, aunque en mi caso todavía y por todo el veneno que me metieron alla dentro no lo haya podido ver.

En mi caso no tomé ni una pastilla, no fue por falta de prescripción no os penséis, pero el daño que me hicieron también fue gigante. Tengo temporadas de una tristeza infinita, de una sensación de que mi vida está amortizada, que no hay salida, que no tengo derecho a la felicidad en la tierra, y si me apuras en el cielo, como bien se encargaron de decirme cuando me iba. Si he pasado casi 20 años en la COSA, algo tendrá que ver en estos "gratos pensamientos", ¿no pensáis?

En la sección de mujeres me atrevo a afirmar que casos de abusos sexuales no se han dado ni se dan, aunque como bien habéis dicho muchos de vosotros otros muchos tipos de abusos si que puedo corroborar que existen. De abusos sí sabe esta gente. vaya que si sabe.

Un abrazo a todos, en especial a los que están pensando irse, y a los que se acaban de ir.

Mulan 





Preguntas incómodas del preceptor de estudios.- Pepito67

Una vez más los relatos de Salypimienta como su reciente "El Opus Dei y el sexo en el siglo XXI" me traen (ingratos) recuerdos de mi paso por la Universidad Panamericana (UP), del Opus Dei, en la ciudad de México en la segunda mitad de los 80's.

Una de los diferenciadores que la UP de aquel tiempo ofrecía a sus alumnos en aquellos tiempos era que cada uno contábamos con un "Preceptor" cuya función era conocer nuestras necesidades de apoyo en el estudio, encontrar la forma de resolverlas, y ayudarnos a obtener mejores resultados escolares. Mi preceptor resultó ser un hombre de mediana edad y baja estatura, y que ocupaba un puesto difuso en la estructura de la Universidad. Nunca recibí clases de él como profesor de asignatura, alguna vez (no recuerdo cómo) supe que quería formar una "asociación de alumnos" con algún propósito que jamás se aclaró, en fin, uno más de los muchos (pero muchos) personajes insólitos de uno y otro sexo que poblaban la UP de aquellos años. Desconozco si era Numerario, Agregado, Supernumerario o Cooperador... en ese momento esas 4 palabras no eran parte de mi vocabulario ya que yo no provenía de ningún ambiente Opus.

Recuerdo que en primer semestre (tendría yo 19 años) se me citó para tener mi primera entrevista con mi "Preceptor". Acudí a ella sin ninguna expectativa, ni buena ni mala. Nos vimos en alguna de las pequeñas oficinas de profesores, de las que tenían cortinillas de color claro; que estaban cerradas ya al yo entrar. Nos sentamos a lados opuesto del pequeño escritorio que era el único mobiliario de esa oficina. Hubo una o dos preguntas a cerca de mi proveniencia escolar y mi facilidad para las diferentes áreas de estudio; pero me quedó claro que mis respuestas le eran indiferentes. De ahí pasó a preguntarme sobre la composición de mi familia (igual indiferente) y de ahí a lo que realmente le prestó más atención ¿te masturbas? ¿cada cuanto te masturbas? ¿en quien piensas cuando te masturbas? ¿te confiesas después de masturbarte? ¿Donde te confiesas? Recuerdo haber estado en shock por esas preguntas, sonrojado, y la verdad creo que mis respuestas fueron el mejor silencio que pude mantener o alguna salida por la tangente lo mejor que a mis 19 años pude improvisar.

Salí de ahí muy molesto, para jamás volver a tener otra sesión de "preceptoría" ni con esa persona ni con nadie más durante mis años en la Universidad. Sí lo llegué a comentar con algunos compañeros que reaccionaron algunos con risas (los que venían del Colegio Cedros) y otros un poco más asombrados (los que venían de escuelas normales). También recuerdo que lo comenté con un muchacho algo mayor que yo, quien luego supe que era Numerario (ahora está casado y con hijos, como casi todos) de quien recuerdo sacó una libreta y anotó algo. En ese momento no le di ninguna importancia... ahora sé que seguramente esa nota llegó a mi "expendiente" en el cercano Centro CIES.

Admito que para los horrores que tantísimos otros chicos y chicas vivieron de abuso sexual antes y después de aquellos años, lo mio no pasa de ser una anécdota menor que de hecho tuve olvidada durante mucho tiempo. Quizás otras personas (que seguro las hay) que estudiaron en la UP Ciudad de México pudieran ampliar un poco sobre si sus "preceptorías" acabaron en momentos tan incómodos como el que yo viví.

Pepito67





Dicen que una fotografía vale más que mil palabras.- Carlos Olivares

Aprovechando que el 14 de febrero se celebra en muchos países el día de San Valentín o día del amor y la amistad o el día de los enamorados, pero que para mí es mi aniversario de bodas número treinta y tres, quise compartir la fotografía de mi familia.

  

Sí, hay vida después del opus. Estuve veintidós años como numerario, seducido por un horizonte de santificación en medio del mundo. Sin embargo, veintiún años después de haber pitado a los quince años de edad, solo había ejercido mi profesión como ingeniero durante los seis meses que duraron mis prácticas antes de graduarme. Consejos locales, Colegio Romano, facultad de Teología en Navarra y luego como nuevamente como director en Consejos locales. Siempre fui alérgico al negro… De verdad que ya estaba harto. Siempre tuve muy clara mi vocación profesional laical y quería ejercerla. Trabajar como cualquier persona, vivir en medio del mundo. Ser libre y hacer lo quisiera.

No fue un proceso largo y paulatino. O tal vez sí. Pienso que fue como un fusible que se va recalentando poco a poco debido a una sobrecarga hasta que se funde. Así empezó mi época de rebeldía, por muy director que fuera. Fueron unos ocho meses desde que plantee mi “crisis” vocacional en la que me echaron los “perros bravos” para ver si me convencían. Época terrible, en la que trataban de someter mi inteligencia y mi voluntad por todos los medios.

El sólo hecho de que un numerario que ha ocupado cargos de formación y de gobierno plantee la crisis vocacional crea un punto de inflexión. Me di cuenta de que ya nunca más formaría parte de un Consejo local y sería menos que nadie como algunos numerarios que conocía. Así que un sábado por la mañana, después de misa y del desayuno en el centro cargué las maletas en mi coche y me despedí de todos los de la casa, menos del sacerdote y del director. No salí de escondidas.

Mi madre me acogió en su casa, contenta de que hubiera regresado. Y me mantuvo por unos meses, hasta que conseguí trabajo. El día antes de salirme había hecho caja, y pedí para gasolina. No me dieron el dinero. Me salí con lo que tenía en el bolsillo.

Y empecé un auténtico proceso de reinserción en la sociedad. Pensé que iba a seguir contando con mis conocidos del opus, numerarios y supernumerarios, me pronto me di cuenta de que me habían dado la espalda. Tenía que salir adelante solo. Conocer gente y hacer nuevas amistades. Aprender a vivir en libertad.

Mi madre, feliz de que estuviera de regreso, la quiso hacer de casamentera, presentándome a las hijas de sus mejores amigas. Me di cuenta de que yo era el mirlo blanco: hombre maduro, de buena familia, con buena educación y… soltero. Poco a poco me fue presentando a sus candidatas, pero resulta que todas las que me presentaban tenían una edad parecida a la mía estaban divorciadas y con hijos. No muchas gracias.

Fue una época de quemar etapas. De vivir la adolescencia que me había perdido en poco tiempo y totalmente desfasado. Todavía recuerdo mi primer beso, ¡a los treinta y siete años! Era tan torpe al tratar a las chicas… Por fin, dos años después conocí a la chica con la que me casé después de un noviazgo de ocho meses.

No hay matrimonio fácil. No todo ha sido miel sobre hojuelas durante estos treinta y tres años. Pero no hay nada comparable a la felicidad del nacimiento de un hijo, ni nada más duro que una enfermedad grave de tu cónyuge o de uno de tus hijos. Los problemas económicos agobiantes, la falta ocasional de trabajo…  Pero no cambio por nada estos años. El balance, sin lugar a dudas, es totalmente positivo.

Dentro del opus jamás tuve un sentimiento de alegría fuerte, y que además se acrecentara al compartirlo. Sí que tuve disgustos serios, pero que tuve que superarlos solo. Y estando dentro, ¿se puede estar orgulloso de algo? Pienso que no. Pero yo estoy orgulloso ahora de mi trayectoria profesional y de mis hijas. ¡Qué satisfactorio es verlos a todos unidos y queriéndonos tanto! Y los nietos… Son la recompensa a todos estos esfuerzos. Por eso quise compartir esta fotografía con todos.

Carlos Olivares




 

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