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CORRESPONDENCIA
Miércoles, 16 de Enero de 2019
Si no quieren desaparecer.- soundofmusic
España, luego de 1939. Entre los primeros, tres fueron los primeros sacerdotes y le siguieron más. Otros, entre los primeros laicos, desarrollaron iniciativas importantes en España y de prestigio. La Obra estaba empezando y seguían a una persona, a un ideal, a Jesucristo. Con la novedad y el prestigio de los primeros, la situación del mundo y de la Iglesia, el Opus Dei se puso de moda y dejó al resto de la Iglesia atrás. Pero con la expansión viene la organización. Hacen falta directores y sacerdotes para los centros. Hacen falta directores para las delegaciones y regiones del Opus Dei en las nuevas ciudades y países. Y entonces viene la reglamentación: pedir permiso para salir, para comprar ropa, para todo; no ir a actividades de familia, dar cuenta de cualquier gasto, no ir al cine, no ir a juegos deportivos.
Luego viene el Concilio Vaticano II. Se arma el desmadre y la desbandada en muchas instituciones, pero no en el Opus Dei. Sin embargo, con el tiempo, es el Opus Dei el que empieza a perder tracción. El resto de la Iglesia busca la libertad y el Opus Dei habla de libertad pero las reglas infinitas empiezan a sofocar, especialmente a los numerarios. A los numerarios se les atrajo por el plano inclinado: se les prometió santificarse en medio del mundo, tenían como ejemplo a los primeros numerarios que triunfaron por el mundo. Pero las necesidades de la organización van primero y muchos acaban enjaulados: se les pide ser directores de centros, montar escuelas, hacerse curas.
¿Y cómo pudo pasarle esto a los que lo que les atrajo fue ser santos en medio del mundo? Se debe al plano inclinado. El apostolado de amistad y confidencia, las actividades atractivas para los que entran en contacto, la calidad de las personas que las organizan, los centros bien montados, el ideal de llevar el mensaje de Cristo a los compañeros de profesión, la ilusión que los propios sueños tenían cabida en el Opus Dei, el envolvimiento progresivo, hasta que un día la persona se encuentra en el Opus Dei. Entonces poco a poco por el plano inclinado, pero en otra dirección, se empieza hablar de las reglas, del compromiso de amor, que ahora toma otro giro, la de la entrega, pero ahora la entrega a Cristo en medio del mundo, incluye cambiar de profesión para hacerse director, etc.
El Opus Dei es una organización que aunque reconoce que es una institución de la Iglesia, no se considera una orden religiosa. Los que vienen al Opus Dei así lo creen. Pero pregúntale a cualquiera por ahí y te dirá que los numerarios y numerarias son curas, hermanos, monjas. Es lo que ven y lo que piensan y lo que dicen.
En el Opus Dei se dice que es que no comprenden el espíritu. Quizás. Pero si el dicho es que el hábito no hace al monje, también se podría decir que para ser monje, o que te consideren monje, no hace falta llevar hábito. Hay supernumerarios que así piensan de sus hermanos numerarios. Es una falta de formación, o que no han comprendido el espíritu o es algo más. Y si esto le pasa a un supernumerario, no puede sorprender lo que puedan pensar los que no conocen al Opus Dei.
Total, que si el Opus Dei quiere sobrevivir, tiene que poner en práctica de verdad lo que le promete a los numerarios. Es decir, respetar el ideal que los atrajo, y darles mucha cancha, correr el riesgo de respetar su libertad. Y si el numerario no quiere ser director sino médico, pues bien. Tener la confianza de que habrá numerarios que son o que quieren ser gerentes, ejecutivos, administradores. Entre ellos habrá algunos que con la debida formación quieran y puedan ser buenos directores y sacerdotes.
Soundofmusic
Preguntas incómodas en el confesionario.- Escudo de Roble
Leí con interés el envío de salypimienta sobre el sexo en el confesionario. Ella describe preguntas profundamente incómodas que tuvo que soportar de parte de su confesor, algo que es verdaderamente repugnante.
Sin embargo, según parece, hacer preguntas incómodas a mujeres en el confesionario era algo que mandaban los textos de teología moral católica tradicional. Años atrás, hurgando en una biblioteca, me encontré con un libro de Charles Chiniquy titulado El sacerdote, la mujer y el confesionario (enlace a una versión en línea; está disponible el texto íntegro).
Este libro fue publicado en castellano en la década de 1950 por los bautistas como un exposé anticatólico, y dicha publicación cesó luego del Vaticano II. Chiniquy fue un exsacerdote devenido a ministro presbiteriano, conocido polemista anticatólico, y sus escritos no pueden considerarse ecuánimes. Pero lo que dice tiene demasiado parecido con lo que denuncia salypimienta como para ser mera coincidencia. El último capítulo del libro presenta algunas preguntas que indican los textos de teología moral (Ligorio y Dens están entre sus autoridades más citadas). Por pudor, Chiniquy las transcribe en latín. En esa biblioteca, hojeando el ajado libro, buscando entender lo que decían con mi latín elemental de curso anual, me quedé azorado; no podía creer que un se indicara a un cura indagar así en la vida íntima de una mujer. Una de las preguntas transcriptas en el libro de Chiniquy, atribuidas a Burchard, es esta:
Fecisti quod quaseam mulieres facere solent, quando libidinem se vexantem exinguere volunt, quae se conjungunt quasi coire debeant ut possint, et conjungunt invicem puerperia sua, et sic, fricando pruritum illarum extinguere, desiderant? Ya no entiendo casi nada de latín pero esto es pornografía, no es teología moral; y aun así, es lo que grandes doctores del área indican a los confesores que deben preguntar en el confesionario a sus dirigidas.
Como bien dice Chiniquy (cap. 1):
Porque no exagero cuando digo que para muchas mujeres de noble corazón, bien educadas y decentes, el ser forzadas a exponer sus corazones ante los ojos de un hombre, a abrirle todos los más secretos escondrijos de sus almas, todos los más sagrados misterios de su vida de soltera o casada, a permitirle hacerles preguntas que la más depravada mujer nunca consentiría oír de su más vil seductor, es frecuentemente más horrible e intolerable que ser atada sobre carbones ardientes.
Ese cura que abusó sexual y espiritualmente de salypimienta tiene, lamentablemente, algo con qué excusarse. Puede citar a todos los tratadistas clásicos preconciliares y justificarse diciendo que sólo seguía esas indicaciones. Sabiendo la mentalidad retrógrada del Opus con respecto a lo sexual, y su nivel de intromisión en la vida íntima de los matrimonios, no sería nada raro que la conducta abusiva del cura sea sólo la puesta en práctica de algún «criterio» emanado de alguna instancia directiva salida de algún círculo del infierno.
Lo siento tanto, salypimienta. Lo siento muchísimo.
Como dice el encabezado de esta web, gracias a Dios, ¡Nos fuimos!
Escudo de Roble
Reunión convocada por el Papa sobre abusos sexuales.- Orange
Estamos ya muy hartos muchos católicos de a pié de ver crecer como hongos una gran cantidad de noticias de casos, en muy diversos lugares, de acosos y abusos sexuales perpetrados por eclesiásticos y consagrados de la Iglesia Católica (a los que se ha sumado el Opus Dei con varios casos).
Este indignante asunto constituye piedra de escándalo y el mayor oprobio y vergüenza que hemos de soportar los católicos en la actualidad: saber que algunos eclesiásticos se dedican a manosear a niños y adultos, profanando así la dirección espiritual y el Sacramento de la Confesión. Y mucho me temo que lo que sabemos por los medios solo sea la punta del iceberg de lo que hay en la realidad, que puede tener dimensiones aterradoras.
Hasta ahora, y en espera de los resultados de la reunión de presidentes de conferencias episcopales, convocada ad hoc por el Papa para el próximo mes de Febrero, la actuación de los altos responsables de la Iglesia ha sido en la mayoría de los sitios, débil, meliflua, errática, encubridora, cobarde y opaca; y la del prelado del Opus Dei, inexistente. No se ha hecho casi nada útil por las víctimas, salvo unas palabritas diplomáticas solo cuando se han desbordado las aguas y darles un buen dinero para que cierren la boca ante los tribunales civiles.
Todavía no he visto a ningún alto cargo eclesiástico dar un puñetazo en la mesa y llamar a las cosas por su nombre. Esto es: que este tipo de conductas son atrocidades propias de cerdos asquerosos que deberían ser castigados con la destitución fulminante de sus cargos y la excomunión inmediata de la Iglesia Católica junto con sus encubridores, con entrega de todos ellos a la justicia civil, sin paliativos de ningún tipo.
Veremos qué pasa en Febrero.
Orange.
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