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CORRESPONDENCIA
Viernes, 06 de Diciembre de 2019
Prefiero trabajar en la sección de hombres que en la de mujeres.- Antonia
Buenas tardes, a todos,
Gracias, Salypimienta, se me hizo muy breve tu narración, fue tan gráfica y tal real, que me sentía totalmente metida en la escena.
Como dice Gervasio, el título puede parecer fuerte, pero algún título tenía que darle.
Y me gustaría explicar una cosa, yo nunca me sentí esclava de ellos, una se siente esclava del sistema, esclava de unas normas, unas costumbres, de un horario que se vive aunque estés sola, se duele decir, esclava de una exigencia de una intensidad invariable y de un despojamiento total sí o sí.
Casi 40 años estuve trabajando en la Sección de Varones, y podría decir que fue bastante bien, y que lo prefiero mil veces a la Sección Femenina. Lo siento por las que me lean, porque hay excepciones sobre todo las jóvenes. Bueno solo trabaje un año con ellas y ahí sí que me sentí sirvienta de diez señoritas, que casi muero, fue como para escribir un libro. Tres de ellas se daban cuenta y me facilitaban bastante algunas cosas como era doblar sábanas o venían a preguntar si necesitaba ayuda, pero el resto se notaba perfectamente que eran gente que toda la vida han tenido servicio doméstico en su casa. Ni una palabra ni una pregunta. Lo normal era que estuvieras ahí de la mañana a la noche. Y que descanses de 4 a 6 horas normalmente porque más valía que comenzara a las 6:15 en el planchero porque aquello eran montañas de ropa. Se dio la circunstancia de que estaba yo sola, la otra chica venida de un pueblo duró un mes. Y no me extraña.
Las mañanas eran para cocinar, limpiar… fue un año muy intenso. Año 1984.
Las mujeres por carácter somos más tikismikis y exigentes y en algún caso temible. Con la Sección de Varones no tuve jamás problema, en tal caso con la administradora, que era antigua y quería seguir como hace 30 años. Ellos muchas veces facilitaban mucho y daban sugerencias de abreviar algún trabajo, pero como la administradora diga no, no, nosotras lo hacemos… pues no hay nada que hacer, y punto pelota. Hasta que llegue otra con aire más juvenil y tengamos más suerte.
Gracias por poder expresarme. Hasta otro momento
Un abrazo,
Antonia
Muchas gracias Salypimienta.- Martys
Muchísimas gracias por este trabajo detallado y enorme que nos has brindado, por poner a la luz tanta oscuridad, y a Heraldo por ese valioso broche que pone en valor lo más valioso del hombre, y que jamás algo que fuera realmente "de Dios" violentaría: la conciencia personal.
Martys
¿Esclavas o simplemente pobres?.- Pepito
Creo que tiene razón Gervasio en que la divisoria que traza Salypimienta entre Numerarias auxiliares y hombres no es la acertada. En efecto, las llamadas “señoritas” no quedan del lado de las presuntas “esclavas”, sino precisamente del de “las señoritas”, bien servidas por las Nax. La situación y estructura social a considerar responde más bien a una diferencia de clases, la de la España de los años 20 del siglo pasado, a día de hoy muy diferente en la propia España y más en otros países. De ahí también que “las señoritas”, a diferencia de sus homólogos los numerarios, no hayan de tener estudios universitarios, cosa infrecuente y hasta mal vista en la España de entonces, pero sí “clase” (social, naturalmente). Por lo demás, habría que ver si esas Nax, cuestiones “vocacionales” aparte, tienen una vida peor que la de las empleadas del servicio doméstico del correspondiente país donde las siga habiendo.
Pepito.
El sombrero de Gryffindor.- zartan
Querido Gervasio, tu referencia a las clases sociales y a las tareas y vocaciones específicas dentro de la ínclita institución, me ha removido el polvo que los años habían dejado sobre una pregunta que me he hecho siempre ¿Cómo y quien decide qué tipo de vocación tiene alguien?
Con el manual en la mano, el director de turno me recordaría que en la obra sólo hay una vocación, que todas las condiciones son igualmente importantes, que las nubes se levantan y que los pájaros maman y terminaría con alguna cita del santo fundador donde todo quedaría bien claro.
Vamos, que sí, que todos dentro son iguales pero, es necesario reconocer que algunos son más iguales que otros. Que toda esa igualdad está muy bien en el mundo de las ideas pero, cuando se sale de la caverna, uno empieza a sospechar que no es tan así, que Platón ya intuía algo y que puede haber gato encerrado, que muchas veces es como el gato de Schrödinger y solamente cuando abramos la caja sabremos si el gato es nume, agre, super o cooperador inoxidable. Y si el gato resulta ser numeraria auxiliar… la tiene clara, va a pasar bastantes pellejerías, demasiadas, como muy bien nos ha ilustrado Salypimienta aunque en su serie ha puesto, además de la pimienta, chile jalapeño y un poco de ácido fluorhidrico.
En tu colaboración se puede entrever que la vocación específica tiene algo que ver con la clase social, no lo pongo en duda pero (¡mira que me gusta llevar la contraria!) he encontrado casos que contradicen la teoría. Tal vez son las excepciones que confirman la regla o que, el famoso sombrero de Griffyndor, falla mas que escopeta de la feria o que (como sospecho) el sombrero es inerte y se mueve según la voluntad del director de turno. Es decir que esa elección eterna no sabemos si tiene un final, pero seguramente sí un principio: los humores del capitoste de turno que son los que determinan efectivamente donde encaja cada uno dentro de la madre guapa.
Una de mis primeras paradojas me la creó una señorita de buena sociedad, alegre, guapa, simpática, profesora de universidad y -en ese momento se llamaban así- oblata. Comenté el tema con mi madre que me dijo “Es que la tía V. (madre de la catedrática y para nosotros tía V.) es soltera”. Es decir que el sombrero de Gryffindor la había señalado como agregada principalmente porque su madre era soltera. Años después conocí a un nume que, con mucha gracia, nos contaba que de sus dos abuelas una era monja y la otra soltera. Y era cierto, una había quedado viuda y había abrazado la vida religiosa y la otra siempre había sido soltera, desde su mas tierna infancia.
Respecto a la posición social-económica también tengo mis dudas. En concreto, si eso fuera determinante yo tendría que haber sido agregado ya que mis padres no tenían ni un duro aunque me tenían en el mejor colegio de la city. De hecho uno de mis hermanos fue diagnosticado por el sombrero como agregado aunque también estaba en el mismo cole.
¿Intelectualidad? He conocido agre’s con un nivel cultural/profesional de primer orden, una delicadeza de trato digna de un jefe de protocolo y también nume’s bastante bruticos, casi con la misma delicadeza que un orangután de montaña y, además, mediocres profesionalmente.
He conocido agregados con novia, supernumerarios que engañaban a su esposa, he visto gente mas buena que el pan y también otros que hacían preguntarse si ese día el sombrero de Griyffindor tenía pilas, las he visto de todos colores. Junto a auténticos santos (innegable realidad que no me molesta -me alegra- reconocer) he conocido super que podían haber dejado a Voldemort como una auténtica madre Teresa. Numes que han aguantado durante años estar dentro, cuando todos veíamos claramente que no era su lugar y uno se preguntaba quien le había complicado la vida a esa pobre víctima o por qué los mandamases no le aconsejaban de una vez cambiar de aires.
Lo mas divertido en contradicciones fue una ocasión en la que pitó como nume un chico que su padre había sido nume. Pensando un poco, solo un poco, uno se preguntaba si la vocación de nume es para siempre ¿cómo es posible que padre e hijo hayan tenido la misma vocación? Algo no cuadra, o el sombrero es movido a voluntad del consejo local de turno o la Divina Providencia a uno de los dos, o a los dos, les estaba gastando un soberana frutada.
¿Cómo es posible que un ex-n o ex-agd vuelva reengancharse como super? De las dos vocaciones ¿cual es la de verdad? Mi no entender, en mi selva si eres orango, lo eres para siempre ejerzas o no, si eres rinoceronte no te vuelves pavo real de pronto. Pero claro, mi selva es primitiva y yo también.
Preguntas, muy lógicamente, ¿por qué un varón homosexual que sobresale en alta costura no puede santificarse en su profesión, siendo del Opus Dei? No sé responder, solo te puedo decir que un n (al que quiero un montón), con bastantes años dentro, así que nada de sorpresas, se le ocurrió abrir su conciencia con su “charlista” y comentarle que se había dado cuenta que su problema era con ellos y no con ellas. Su forma de hablar y presentarse no es, ni era, para nada indicativa de sus tendencias sexuales, simplemente tenía que esforzarse -como todo hijo de vecino- en vivir bien los mandamientos, todos. Pues, a pesar de que lo dicho en la charla fraterna está cubierto por el secreto profesional y que, mientras él cumplía con los mandamientos, los demás lo hacíamos con las mandamientas pero de la misma manera, poco después fue discretamente ido. Así que no sé responder a tu pregunta de por qué, pero sé que la respuesta es simplemente no. Y pide perdón y penitencia por haber hecho tan obtusa pregunta.
Tengo la suerte de nunca haber formado parte de un consejo local, por tanto no he tenido que consultar sombrero alguno para vaticinar la vocación de nadie, pero me gustaría saber, de alguien que haya pasado por estos menesteres, como se hace ¿Hay un contradictorio sobre el candidato? ¿Se tiran los dados siguiendo la tradición evangélica como con el sustituto de Judas? ¿Se decide la supernumerariez, agregaduría o numerarianza según el stock o escasez que haya? ¿Se intentan cumplir los números que haya pedido la dl? Algo así como “para este año me preparáis dos kilos de super, medio de agres y cuarto y mitad de numes” ¡¡Marchando!!.
Bueno, desde mi selva y como siempre, os deseo cuanto de bueno necesitéis, un fructífero adviento y, además, os mando un montón de abrazos gorilescos.
Zartan
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