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CORRESPONDENCIA

 

Lunes, 03 de Septiembre de 2018



Los exnumerarios del Opus Dei: apuntes para una historia.- Agustina

GLI EX NUMERARI DELL’OPUS DEI: APPUNTI PER UNA STORIA


1 settembre 2018

di Pier Luigi Guiducci

A Madrid, il 2 ottobre del 1928, muove un primo passo una nuova espressione ecclesiale. Un sacerdote, Josemaría Julián Mariano Escrivá de Balaguer y Albás (1902-1975), comincia a intravedere la possibilità di realizzare un disegno apostolico con proprie caratteristiche. Chiamerà tale progetto Società di cooperazione intellettuale, titolo poi modificato in Opus Dei.

 

Nella storia della Chiesa l’espressione ‘opus Dei’ si trova nella Regola di San Benedetto (XLIII, 3). Indicava all’inizio tutto il vissuto spirituale del monaco. In seguito il significato riguardò la vita di orazione. Questa, era centrata sulla lettura della Parola di Dio, sulla salmodia e sulla preghiera silenziosa. Nel 1928 il riferimento a ‘opus Dei’ riemerse in occasione dell’interazione di Escrivá con il proprio confessore. Si trattava del gesuita Valentín María Sánchez Ruiz.[1] Quest’ultimo utilizzò il termine per indicare in modo generico una tra le tante opere di Dio. Il fondatore, al contrario, lo scelse per identificare in assoluto la propria idea fondazionale. In tal modo da una ‘opus Dei’ si passò all’‘Opus Dei’.

 

Qualche coordinata storica

Josemaría nasce a Barbastro (Aragona). Vi trascorre l’infanzia e la fanciullezza. Dal 1915 al 1919 è a Logroño (periodo dell’adolescenza). Negli anni 1919-1927 studia nel seminario di Saragozza fino all’ordinazione sacerdotale. È poi attivo in più ambiti apostolici e nella progressiva fondazione dell’Opus Dei.[2]

 

Artículo completo

 

Nota: Con el traductor de Google se puede entender bastante bien este largo e interesante escrito. 





Los créditos Bancarios del Opus Dei (III) (Sigo adelante).- sietefm

Unas semanas más quiero ser fiel a mi compromiso de ir actualizando los pasos dados con el asunto de mi hija en su paso por el Opus Dei, y mi descubrimiento de todo un mundo desconocido en todo lo que rodea a la Obra. Una pregunta me asalta que puede plantearse a muchos. ¿Sabes realmente qué es el Opus Dei? ¿Lo conoces de verdad?...

En estas semanas que he ido compartiendo el caso del crédito de mi hija, no solamente en esta página, sino con amigos cercanos, el escepticismo, la desconfianza, el recelo, aparece como primera reacción. Una vez manifestada su incredulidad por el hecho que les presento, debo reafirmarme en si creen o no lo que cuento. Con la boca muy pequeñita y casi susurrando me contestan que sí me creen porque me conocen, pero percibo que les molesta que se hable de ello. Y me manifiestan su malestar en la forma en que he dado a conocer mi experiencia. Es entonces cuando les suelto:” ¿Pero tú de verdad conoces cómo funciona el Opus Dei?, ¿Lo conoces en toda su estructura?"... Sus respuestas giran en torno al codearse con buenas personas dentro de la Obra, para excusar cualquier actuación que les pueda parecer fuera de lugar como es mi caso. Se alude a cosas buenas que se hacen en la Obra, y que siempre hay casos aislados que pueden chocar al tener conocimiento de que existen.

Comparto con ellos la afirmación de que hay personas buenas en la Obra y de que se hacen cosas buenas, pero para lograr un fin que se deja claro en la mayoría de testimonios aquí recogidos. Lo que llama mi atención es que nadie responde a las dos preguntas que les formulo y que al inicio de este escrito planteé. El “más o menos” es el argumento que tranquiliza y cierra bruscamente el interés por conocer la verdad que les puedes ofrecer. El “más o menos” es el conocimiento real con el que manifiestan su seguridad en que todo en la Obra se intenta hacer bien.

Afortunadamente ha llegado la época de las tecnologías, de las redes sociales, de la prensa en internet, de los buscadores donde puedes acceder a muchísima información donde contrastar e informar de forma veraz aquello que durante años muchos podían esconder, manipular, o engañar. Nunca he tenido tanta información sobre el Opus Dei como hasta ahora y gracias a vosotros.

Alguien me ha dicho que no es bueno leer esta página que fomenta el rencor. De forma enérgica le desmentí, haciéndole notar que lo que yo he podido encontrar aquí ha sido mucho sufrimiento, vidas rotas, lágrimas, soledad, abandono, humillación, engaño, decepción y una lista que puede alargarse fácilmente, acompañado todo ello de dolor e impotencia. Y lo más triste, comprobar que del Opus Dei se sale más solo que la una y que nadie viene a ofrecer bálsamo para curar las heridas, ni presencia para acompañarte en la recuperación y adaptación a la nueva vida. A nadie le interesa ya que puedas seguir santificándote y dando gloria a Dios con ello.

Lo que no he visto, tal como afirmaba mi interlocutor en casi la totalidad de testimonios y opiniones aquí plasmadas es el rencor, ni el espíritu de venganza, ni siquiera en muchos de ellos, el enfado merecido, es más, he visto palabras de perdón asomando en varias de las confidencias que aquí se hacen.

Sigo esperando, sigo recibiendo información y aliento, sigo dispuesto a poner en orden todo lo que me habéis transcrito para ponerlo en conocimiento de quien crea oportuno, respetando escrupulosamente la identidad de los que así me lo habéis pedido. Deciros a todos que no solo me están escribiendo los que un día gracias a Dios dejaron la Obra, sino también algunos de los que están dentro, que aún siguen sin fuerzas para dejarla, por temor al vacío, la soledad y la situación económica en las que les dejarían los que siempre le han asegurado que son su verdadera familia; aquella que debían querer más que a la suya propia.

Cuánto me ha dolido escuchar de mi propia hija, que una y otra vez de forma individual o en las charlas conjuntas, el mensaje que recibía contenía las siguientes palabras: “En el Opus Dei hay que querer a nuestro padre, más que a nuestros padres” … ¡Que triste consejo! No es de extrañar que luego hagan lo que hagan. Lo que nunca haría un padre que ama de verdad a sus hijos, sería endeudarlos, engañarlos y abandonarlos.

sietefm





Más perlas/recuerdos.- Lila

He aquí algunas perlas más.

Perla 6. Esta perla tiene que ver con el "dirigismo" que se traía la gente del opus con las amistades de cada una. Ya he comentado en otro escrito que varias veces, estando en el centro con una amiga, al ausentarme un momento por algún motivo, había una numeraria que "se hacía amiga" de una amiga mía, se acercaba a hacerse la simpática y, en cuanto yo me ausentaba, se la llevaba para hablar con ella. Mi amiga la pobre, que era tan ingenua como yo, se pensaba que es que eso era así, que una persona más mayor tenía que hablar con ella. A mí me parecía una falta de respeto, pero me lo reprimía porque ya nos habían dicho en algunas charlas "que nuestras amigas son amigas de todas". Creo que sencillamente nos utilizaban y se servían de nuestras amigas para sus fines. Nosotras se las llevábamos y se las poníamos en bandeja en el centro…



(Leer artículo completo...)




Opus Dei: Comentario a una carta (y LXXVII) FIN DE LA SERIE.- PlasticOnoBand

 

Opus Dei: Comentario crítico a una carta (y LXXVII)

No quiero bajo ningún concepto morir con la ausencia de caridad que vi en ese sacerdote

Al ver precedido el número del presente artículo por la conjunción copulativa "y", el lector entenderá que esta serie llega a su fin. Han sido casi tres meses, con interrupciones, en los que, quienes me hayan leído, han tenido la amabilidad de hacer caso a una opinión, igual o distinta a la de ellos, pero opinión, no más. Distinta de la “versión oficial”, es verdad, pero una opinión.

 

A partir de ahora, seguiré escribiendo en este medio de forma más espaciada y de otros temas. Agradezco a Diario Siglo XXI el respeto a la libertad de opinión que me han demostrado al publicar todos estos artículos, y en especial al redactor jefe, Alfredo Hinarejos, porque al permanecer fiel a su promesa de publicar estos artículos, a pesar del acaloramiento que se ha despertado en algún momento, ha demostrado un gran convencimiento a favor de la libertad de expresión frente a quienes querían ahogarla.

 

 

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