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CORRESPONDENCIA
Viernes, 01 de Junio de 2018
Prioridades.- Tony
Sólo escribo para desahogar la frustración que siento al comprobar la "praxis" que se sigue viviendo en los centros de numerarios. Es sólo una anécdota pero que muestra cuál es el baremo que establece las prioridades: lo que es importante y lo que no para el espíritu del Opus Dei.
El miércoles, Fernando III, un santo español, de vida ejemplar -por supuesto-, pero de poca significación para la Iglesia Universal.
En los centros (de numerarios en España, que es lo que conozco):
-Aperitivo
-Postre "de cucharilla"
-Bendición con el Santísimo
-Sto. Rosario en familia
Ayer, Visitación de la Virgen. Fiesta en la Iglesia Universal.
En los centros de numerarios: nada de lo anterior.
Es más importante celebrar el santo del Prelado que la Visitación de la Virgen.
No aprenden a leer entre líneas...
"Esto ocurre cuando algunos grupos cristianos dan excesiva importancia al cumplimiento de determinadas normas propias, costumbres o estilos. De esa manera, se suele reducir y encorsetar el Evangelio, quitándole su sencillez cautivante y su sal. Es quizás una forma sutil de pelagianismo, porque parece someter la vida de la gracia a unas estructuras humanas." (Exhortación apostólica "Gaudete et Exultate" del Santo Padre Francisco. 19 de marzo de 2018)
Tony
Sueños y pesadillas.- Hondo
Mi agradecimiento a Nefer y salypimienta por sus referencias a mis escritos. También a Zartan por su artículo, mucho más completo y enjundioso que el mío, acerca de cómo se trata en la página de la Obra el tema de las entradas y las salidas.
Quisiera compartir una experiencia. Mis pesadillas suelen ser el "seguir dentro". El despertar, a veces brusco, trae consigo el alivio de "Solo era un mal sueño... ¡Gracias a Dios ya me fui!".
No me ha sucedido al revés. Hasta hoy, nada que tenga que ver con mi larga estancia en la prelatura ha venido a visitarme durante el sueño con una apariencia diferente a la pesadilla. Tengo sueños felices -de esos que te da pena despertarte- hasta de la mili... pero nunca "del mejor lugar para vivir".
Parece raro no extrañar nada. Y eso que he descendido bruscamente en lo social: vivo en un sector modesto de la ciudad, apenas me da el presupuesto para llegar a fin de mes y mi futuro es incierto como el de la mayoría... pero no añoro esa vida de aristócrata. Ni siquiera en sueños.
Ya pasaron años desde que me fui. ¿A los demás les pasará lo mismo?
Hondo
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