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CORRESPONDENCIA

 

Miércoles, 28 de Febrero de 2018



Supernumerarias.- Pepito

Me han impresionado e indignado los escritos de las supernumerarias, Salypimienta y Lupe, recientemente aparecidos en la web. Si, como presumo, corresponden a la realidad de las cosas, ofrecen la imagen de la cosa más negativa que nunca he visto: autoritarismo, egoísmo, avaricia, abuso… Quitando los “consuelos” de la vida matrimonial –por lo demás estrictamente reglamentada por la propia cosa- creo que en comparación los numerarios llevan una vida de reyes, y sobre todo algunos. Si esto es obra de Dios, que venga Dios y lo vea.

Pepito





Petición a Salpimienta.- Class

Me gustaría, Salypimienta,  pedirte una cosa... Cuenta el tema, si lo sabes, de las supernumerarias ricas o ultrarricas, cómo las ordeñan y las pelotean. Y cómo éstas ordeñan, a su vez, a sus maridos a nivel económico. Y cómo se estructuran sus casa y viven sus fanatismos. Gracias.

Una cosa que no estoy de acuerdo contigo es que un cura o un célibe no pueden aconsejar sobre temas matrimoniales. Sí que pueden. No todos los curas o célibes están en condiciones de aconsejar, pero tampoco una persona casada. Estar casado no es la “sapienza” absoluta matrimonial, cada matrimonio sabe sus cosas y no lo de los demás. Un matrimonio también puede aconsejar errático. Que un casado pueda tener una visión más amplia… seguramente sí … pero eso no es garantía de nada. La visión casuística de un matrimonio estéril y un matrimonio ultrafértil ante temas de fecundidad es totalmente opuesta. Por poner un ejemplo.

Class



El resopón en mi época.- Agustina

Le explico a Lupe lo que era el resopón en la Obra, algo difícil de explicar si no lo has vivido.

El resopón, en mi época del centro de estudios  –no sé si sigue existiendo- tenía lugar después de la meditación (11.30 noche) y misa con motivo de celebrarse una superfiesta de la obra, por ejemplo, la víspera del 2 de octubre. Digamos que empezaba sobre las 0,30 horas. Después tertulia con dulces y copitas. Vestiamos con nuestras mejores galas (algo así como un desfile por la alfombra roja pero en plan numeraril. Siempre recordaré el comentario de una numeraria –ya no lo es- que al referirse alguien sobre las botas que llevaba y que había recogido del almacén, dijo: Sí, mis botas son muy ascéticas pero poco estéticas… Gran carcajada).

En esas tertulias, si tenías mucha suerte, se cantaban canciones “normales”; si tenías menos suerte, se cantaban canciones de casa (en realidad nunca faltaban) y si ya tu suerte era negra como la pez y pegajosa como el rejalgar, alguien le pedía a la directora que contara cosas del Padre. Esa numeraria era aseteada por los rayos que salían de bastantes ojos en forma de “por qué no te habrás quedado muda”. La directora no tardaba en contar aquella anécdota tan edificante del Padre cuando tiró de un mantel de una mesa porque las copas de agua, vino y champán no estaban en el orden establecido. Volaron los platos, volaron las copas, y volaron los cuchillos que sólo pasaron de refilón ante la administradora responsable -a esas alturas en estado catatónico-. Alguna lo escribía en su agenda para llevarlo a la oración al día siguiente. Seguían algunas anécdotas con más ejemplos de santidad del santo fundador. A la 1.30 de la madrugada nos retirábamos en el silencio de la noche tras pasar por el oratorio. Después, a la tabla. Luego, las pesadillas.

Agustina




 

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