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Opus Dei: ¿un CAMINO a ninguna parte?

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CORRESPONDENCIA

 

Lunes, 08 de Enero de 2018



Nada de esto fue un error.- Hondo

Hola, Merak

Te pido disculpas si soy un poco tosco en mis expresiones. Me he convertido en un lobo estepario y la diplomacia ya no es lo mío.

Merak, esta página existe hace años. Muchos. Hay miles de testimonios. Por el talante de tu escrito, me da la impresión de que has leído pocos, si es que has leído alguno.

Comienzas desde la primera línea dándonos criterio. También te doy uno: no te arrojes a una piscina sin asegurarte antes de que haya agua en ella. Y menos desde el trampolín.

Nos aconsejas paternalmente, descarto que con buena intención, sobre cómo deberíamos clarificar nuestras mentes y nuestros corazones.

Amigo predicador, te has equivocado de aldea. Nosotros sabemos bien cómo son las cosas. Mira las cicatrices de los más veteranos. Observa las heridas de los que van llegando. Escucha los gemidos de los que nos escriben desde adentro.

Sobre tu tesis, va mi respuesta personal, que intuyo compartida por muchos: el problema con el Opus Dei es que lo malo precisamente está –para usar tus palabras- en lo “previsto por la organización”, no en tal o cual persona “mala”.

La Obra es destructiva por una piedad legalista, reglada, agobiante. La hoja de normas es todo un símbolo. El cilicio y las disciplinas otro.

Es destructiva su obsesión por el control de las conciencias a través de una dirección espiritual contraria al Magisterio de la Iglesia. (Y lo saben, por eso aquella patética carta de don Javier, donde mentía cínicamente para tranquilizar a la inquieta tribuna vaticana.)

Es destructiva por la imposibilidad de establecer una relación normal con los demás.

La amistad no es amistad, es apostolado (listas de amigos, planes apostólicos diarios, reuniones de seguimiento, hablar de los que estamos "tratando" en las tertulias).

La fraternidad, que se mide por las correcciones fraternas, es un estado de vigilancia mutua donde nadie debe dar un paso en falso (ni hablar cuando llega algún director de la Comisión, esa sí que es toda una puesta en escena digna de Broadway). Y la fraternidad desaparece un minuto después de que alguien haya dejado de ser de casa. Arrojado al olvido, por muchos años que le haya dado noblemente a la Obra, nunca se lo volverá a mencionar. No existió.

Las relaciones con la familia “de sangre” se vuelven lejanas, raras, interesadas.

La visita a los pobres es solo un paso más que debe dar el candidato que tratas, no caridad con los necesitados.

Todo tiene una segunda intención. El principio de identidad está quebrado. Lo que dicen que es, no es.

Es destructiva por la manipulación de menores de edad para que piten. Un movimiento de pinzas donde intervienen los que tratan a los padres, el que trata al chico, el tutor del colegio, el cura que lo confiesa, el Consejo local del centro, el de San Rafael, el Vicario Regional, todo un batallón se confabula para cazar a un niño de catorce años. ¡Si se entera Stephen King hace el libro y la película!

Es destructiva por el culto a la personalidad de Escrivá, que todo (absolutamente todo) lo hizo bien. ¿Qué los santos no lo fueron siempre? No es el caso de San Josemaría. Es más, lo que haya dicho ayer y no sea hoy políticamente correcto, se edita, se esconde y ya no lo dijo. (Pregunta por “las tres campanadas” a ver qué te dicen). Su imagen es lo que importa. Fue todo: patriarca, profeta, abogado, teólogo, doctor de la Iglesia, místico, visionario, pastor, gobernante, administrador, literato, arquitecto, comunicador, taumaturgo, aragonés, madrileño, romano, no dejó nada por hacer, salvo el testamento.

Es destructiva por la incapacidad absoluta de autocrítica o de pedir perdón. En entrevistas, sus dirigentes harán las acrobacias y volteretas más grotescas antes que reconocer honestamente un error. Dan risa. (Te invito a que le hagas una crítica constructiva al Prelado, ya verás cuánto te lo agradecen…)

¿Qué la culpa es de las personas? Hombre, si tienes buen espíritu, tendrás que hacer tuyo todo lo que nombramos antes. Podrás ser más o menos simpático, pero el molde en el que te han metido te hará legalista, hipócrita, manipulador, desleal, controlador, interesado, mentiroso, perfeccionista y fanático. Te lo machacarán cada mañana leyéndote el libro de Meditaciones, todas las semanas en el círculo breve, todos los meses en el retiro mensual. Lo tóxico de estas personas es consecuencia, no causa.

La mayoría de la gente normal no aguanta este molde de hierro y se rompe. Depresión, insomnio, rarezas de carácter, manías, psicofármacos de todos los colores, doble vida… Otros se marchan (o los invitan a retirarse). Y se van con lo puesto, sin derecho a reclamar absolutamente nada, así es el apostolado de “no dar”, otra genialidad del santo Fundador plasmada en su santo Catecismo.

Este es el “modus operandi”, la “frecuencia con que se comete el acto” que tanto te importa. ¡Con decirte que a algunos se los descarta de ciertos cargos de gobierno por ser “demasiado buenos”!

Para terminar, Merak, te invito a leer uno de tantos testimonios. La anécdota es mínima, pero ¡cuánto dice! Me refiero al escrito de Otaluto: “La categoría ética de los directores del Opus Dei.” Maquiavelo estaría encantado, y supongo que Escrivá también. Porque a él le gustaba que sus hijos fueran pillos.

Así que no son errores personales. Como dice la canción: "Nada de esto fue un error."

Hondo



Sobre No Ver.- Periferia

World nos transmite el contenido de un artículo de Crónica en consonancia con la mentalidad del año 56, que ciertamente no encaja con la de hoy, por lo que me voy a permitir glosarlo bajo mi punto de vista.

En el citado artículo se dice "El Señor nos ha dado la gracia maravillosa de la vocación –nos la dio de una vez para siempre-" así es, pero a través del Bautismo, el Opus Dei como tal no tiene el poder de concederla; y "nos la confirma cada día" por supuesto, pero a través de la existencia. Creo que todos estamos de acuerdo en que nuestra "correspondencia" a la gracia bautismal se verifica cada vez que decimos sí a Dios, y no solo cuando en un momento concreto hemos decidido seguirle en una institución determinada.

En los párrafos siguientes el texto se refiere a las defecciones, considero muy, muy delicado hablar de "defecciones" solamente cuando es el "llamado" el que se va, y no cuando al "llamado" lo hacen ir. Si la llamada es irrevocable, lo es siempre, y no solo a ratos.

En este punto, me gustaría reflexionar sobre la renovación de los supernumerarios. Partiendo de la base de que la vocación es única, el argumento que hay para la renovación anual de los supernumerarios que no tienen la fidelidad, es el del cambio de circunstancias. Es decir, si a un supernumerario o supernumeraria se le presentasen determinadas circunstancias que no le permitieran vivir su vocación, por caridad se le facilita desvincularse de los compromisos adquiridos con la Obra. Y me pregunto yo ¿por qué no facilitarlo de la misma forma a los numerarios y agregados? También nosotros sufrimos cambios de circunstancias que afectan seriamente a nuestra vida, sin que ello suponga una pérdida de los dones recibidos a través del Bautismo. Si los dones de Dios son irrevocables (Romanos 11:29) la vocación como don de Dios también lo es ¿cómo hacer depender la vocación de las circunstancias?

En la misma línea, pienso que es ir demasiado lejos identificar dejar el Opus Dei con alejarse de Dios. Sobre todo, cuando hay infinidad de casos en los que ha ocurrido lo contrario, es decir que justo el trato con Dios ha mejorado al dejar el Opus Dei.

Como he considerado anteriormente, en el citado artículo se emplean argumentos que están unidos a la mentalidad de una época, como es el que sigue "Desde que el Señor nos llamó, todo lo que no reciba de El su sentido nos queda pequeño, nos resulta ridículamente chato y pobre –mentira, cobardía, podredumbres bienolientes–frente a nuestra vocación. Por eso sentimos tanto que alguien en un momento dado pueda engañarse". Me parece que el mensaje no necesita comentario, se cae por sí mismo.

Todos pasamos por etapas en la vida en las que nos es difícil afrontar la realidad, sea cual sea esta. Y justamente la solución para superar esos momentos no viene de fuera, sino que está dentro de nosotros. Por eso, el planteamiento que se hace en el artículo, no es demasiado acertado, por ejemplo cuando dice "por un ciego ofuscamiento, por no ser a su tiempo dócil ni sincero en manos de quien tiene gracia de Dios para llevarle". La ayuda exterior facilita, pero no suplanta. La sinceridad sola no cura, y menos si quien escucha no lo hace, es decir, solo oye.

Como se puede ver, en el fondo está latiendo una determinada concepción de dirección espiritual, donde la autoridad sobre la conciencia viene de fuera. Tema del que se ha hablado abundantemente, y que motivó la carta del 2011.

No he cerrado las diferentes cuestiones a propio intento, estoy seguro de que la participación de los lectores enriquecerá positivamente la reflexión.


Saludos, y feliz año nuevo.

Periferia



Mi retorno a la Vida común, sencilla e independiente.- IgnacioRicardo

Opuslibros ha sido una luminaria en mi posopusdeísmo. Salí de mi Vida común y me adentré en el opusdeísmo -20/21 años y 3/4 años de licenciatura-; regresé a aquélla Vida 6/7 años después, ya como Contador público y algo de práctica profesional -minimizada y de menor importancia por priorizar la atención opusdeísta (bajo mi responsabilidad e ilusiónes; sin culpas ajenas)- y empecé a afrontar mi situación, todo optimismo e ingenuidad, y todo confuso: un par de principios -libertad y voluntad propia, apertura a la Vida- y dejar a Dios al margen.

Precipité mi matrimonio (el segundo; el "primero" fue con La obra, sin papeles), 3 años después y, antes, me embarqué en una maestría administrativa. Un tercer matrimonio (doce años después) ha sido mi mayor bendición, pese a mi relación marginal con Dios, de quien sé que me comprende y me espera, conforme sigo Mi camino. Aún no he encontrado el equilibrio emocional e integral que sigo buscando, pero no tengo resentimientos ni culpa algunos, y quiero desear lo mismo para tod@s quienes hemos acudido al llamado opusdeísta, movimiento católico que considero fallido.

En cuanto al buen Chema, lamento su caso: una magnífica obra humana, como cualquier empresa trasnacional -digamos la que expende cocacolas o las de tabaco. De Dios... no alcanzó a escucharle, al igual que tantos otros indignos sacerdotes, como Maciel, el pobre lujurioso, como Alejandro Borgia. Nuestra amiga Salipimienta lo ha dicho lúcidamente -Nunca lo había visto yo así-: es una cochinada que sacerdotes y directores anden averiguando nuestras intimidades morales. (Las santidades del Chema y del J. Pablo II me parecen forzadaas, por decir lo menos -el primero se desvió; el segundo, encubrió a Maciel.) 

¡Enhorabuenas queridas hermanas y hermanos! (Superar el opusdeísmo nos hermana.)

IgnacioRicardo





¿Qué pasa en el Opus Dei?.- Aloevera

¿Qué pasa en el Opus Dei? (1 de 2)

Autor: Vicente Montesinos- 4 de enero de 2018

Muchos de nosotros tenemos enorme devoción a San Josemaría Escrivá. Por su obra (escrita, que nos ha acompañado desde la más tierna infancia) y por su Obra (a la que aunque no hayamos pertenecido; siempre hemos visto con admiración por su ingente tarea desarrollada en todo el mundo, sin la que no se entendería la vida de la Iglesia en el último tercio del siglo XX). Y es que no ha sido nimia la gran tarea del Opus Dei de favorecer la santificación del hombre y la mujer en la vida ordinaria, desde un respeto a la tradición y a la sana doctrina de la Iglesia, un amor a la liturgia bien cuidada digno de admiración después del Vaticano II, y un intenso programa de formación y oración para los fieles católicos.

Artículo completo en Infovaticana

 

¿Qué pasa en el Opus Dei? (2 de 2)

Siguiendo con la primera parte de mi artículo, nos habíamos quedado en la siguiente cuestión. ¿Qué pasa en el Opus Dei?

Ya hace más de dos años leí una entrevista al Vicario General de la Obra; Mario Fazio, al que un medio como El País estaba encantado de entrevistar; y donde él parecía encantado de ser entrevistado, y, de paso, de haberse conocido. Todavía vivía Monseñor Echevarría; pero ya era evidente que Bergoglio había comenzado el encumbramiento de Fazio, ese amigo “con el Francisco se tutea”; número 2 de la obra; y que tras Ocáriz, Dios quiera que dentro de mucho tiempo, y si el mismo Señor no lo remedia, pasará a ser Prelado.

Artículo completo en Infovaticana




 

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