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CORRESPONDENCIA
Lunes, 15 de Mayo de 2017
Cambios en la Obra.- Alter Alterius
Cambios en la Obra
Alter Alterius, 15/05/2017
Soy numerario y no suelo escribir aquí aunque leo todo lo que se publica. Por razones que no voy a detallar aquí no he pensado en irme de la Obra. Hoy haré una excepción y voy a escribir algo.
Como bien sabe Stoner (al que creo que no conozco) un cambio en la Obra no es posible. Se pueden cambiar detalles pero no cosas importantes, y lo que verdaderamente hay que cambiar son cosas importantes: besar o no el anillo del prelado tiene interés, pero es insignificante si tenemos en cuenta las grandes carencias que afectan a la Obra.
D. Javier no cambió nada. Fue el prelado que no supo darse cuenta de que se estaba quedando sin gente y que los mejores se le iban...
(Leer artículo completo...)
Segunda promoción y fotos no censuradas.- Stoner
Les envío una foto de la segunda promoción de sacerdotes.
A fines del año pasado, Simplicio había intentado reconstruir la lista, con la ayuda de Daneel.
Esta foto está publicada en Crónica y no se recortó.
Sirva pues de contraejemplo para desacreditar todas las teorías conspirativas que dicen por aquí: que se eliminan páginas de publicaciones internas, que se reescribe la historia, etc, etc. ;-)
Fuera de bromas, tal vez se hayan olvidado de eliminar esta página o tal vez fuera muy difícil de justificar…. En esta oportunidad no fue posible recortar Crónica para que todo quede documentado como debió haber sido.
En la foto falta Pedro Casciaro, que debe ser el primero de la izquierda (aparece recortado fuera del encuadre).
Stoner
En respuesta a los últimos escritos.- Novaliolapena
Muchas gracias a todos los que me habéis estado leyendo y comentando estas últimas semanas. Solo he pretendido aportar un poquito más de luz porque siempre he pensado que es bueno saber lo que hay. Después que cada uno actúe como considere. Faltaría más.
Respecto a lo que comentaba Gervasio en relación a los últimos cambios del nuevo prelado, yo también pienso que hay motivos para alegrarse como que no haya que saludarle con la rodilla en el suelo o que los custodes sean gente que no es del consejo general. Aunque también es verdad que en ese caso... ¿no bastaría con uno? Creo que muchos obispos tienen un solo secretario ¿no? A no ser que el hecho de que sean dos no sea un motivo de necesidad sino de prudencia. Como el hecho de que sean dos los que abran puertas de comunicación o solo existan dormitorios individuales o triples, pero nunca dobles. Una muestra más de confianza en la gente.
Hablando de parejas, ¿alguno está viendo la serie "The Handmaid''s Tale"? No la recomiendo ni la dejo de recomendar. Es dura, eso sí. Pero os dejo una foto para la reflexión.
También Gervasio comentaba que ahora se está empezando a enviar jovencitos de 18 años a hacer el centro de estudios a Roma y a estudiar en la universidad eclesiástica de la Santa Croce, una supuesta carrera civil. Y sinceramente, me da mucha pena. Más burbuja, menos contacto con la realidad. Un numerario no pinta nada en una universidad eclesiástica rodeado de monjas, seminaristas y sacerdotes. Y tampoco pinta nada en Roma. Su vocación, la que supuestamente le vendieron, era para estar en medio del mundo, sin quitarle de su profesión, de lo que le hubiera gustado estudiar. Me parece muy lamentable y un verdadero abuso. Esos jovencitos, que nunca han tenido amigas y ni siquiera tendrán compañeras de clase (no creo que hagan trabajos en equipo con otras monjas o numerarias ni compartan números de teléfono) no saben qué es estar en medio del mundo porque simplemente no lo han conocido.
Entiendo que quieren controlarles directamente desde Roma para que no sigan aumentando las bajas (cuando entran en una universidad normal, conocen a personas majas normales y se dan cuenta de que les han vendido una vocación que no es). Y entiendo que les preocupe no tener sacerdotes y por eso busquen formarles en Roma con 18 años de manera que ya estén en la superburbuja de Roma y así se ordenen cuanto antes y no tengan escapatoria. Todo eso lo entiendo.
Pero me da mucha pena. Porque... ¿qué tiene que ver ese montaje de Roma con su supuesta vocación? ¿Cómo puede el prelado escribir un libro titulado "el opus dei en la iglesia" en el que entre otras cosas se dice que la vocación a la obra "no saca a nadie de su sitio" (página 134, apartado de "la vocación al opus dei como vocación en la iglesia"). ¿Cómo se explica eso?
Me da mucha pena, como decía y estoy seguro de que a la larga es contraproducente. Las burbujas, tarde o temprano, acaban explotando.
Cambiando de tema, me encanta leer a Stoner. Has sido muy valiente, primero por plantearte cosas que muchos nunca se atreverán a plantearse. Y segundo, por ponerlas por escrito. Te deseo lo mejor. Y por favor, sigue contándonos más.
Junio, gracias por aclarar que ya no se hacen informes de conciencia sobre personas. Me alegro de que ya no quede todo recogido por escrito, pero... ¿se sigue hablando de todos en plan "informe"? ¿Se siguen contando todo de todos? ¿En base a qué información se decide ahora si una persona puede formar parte de una comisión o puede hacer la fidelidad u ordenarse sacerdote?
Todavía recuerdo con pena lo que me contó el consiliario de un numerario a quien tenía y tengo en gran estima. Fue un desliz. O llamadle como queráis. Y yo no tenía por qué saberlo. Ya era agua pasada. ¿Por qué ese afán de saber todo de todos y hablarlo con todos? No es justo.
Novaliolapena
Recuerdos.- Maripaz
Como ya os conté, con motivo de mi marcha, estoy haciendo un poco de orden entre mis cosas para ver lo que merece la pena llevar, con lo cual me estoy encontrando las cosas más variopintas por los armarios.
Reconozco que soy un poco "urraca" como se suele decir. Nada más me descuido voy almacenando todo lo que me parece interesante, sobre todo si se trata de cine, música, libros y cámaras fotográficas. Recuerdo que el desprendimiento de los bienes materiales era mi campo de batalla para los exámenes particulares y nada más que mi directora que insinuaba algo que podía ser motivo de no estar viviendo el espíritu de la obra, mi preocupación era enorme. Nunca logré estar en paz conmigo misma en ese aspecto. De carácter, soy muy simple, nada complicada, pero me hacían ser escrupulosa al máximo con sus doctrinas de espíritu.
Pues bien, tengo una caja llena de cinturones y al abrirla me encontré uno de piel marrón que me trajo muchos recuerdos.
Las notas de los Nocturnos de Chopin (siempre pongo música mientras limpio o cocino) me sumergieron por unos instantes en las calles de Sevilla. Una tarde de sábado estuvimos en el Corte Inglés de compras. A las puertas, siempre se podían ver puestos de hippies con sus baratijas y su manera peculiar de vestir. Me encantaba pararme largo rato contemplando aquel mundo suyo que se antojaba mágico por su vida bohemia. Bien es verdad que mis acompañantes siempre tenían hacia ellos algún comentario despectivo porque no encajaba para nada su mundo con el nuestro. Fue en unos de esos puestos donde vi un cinturón de piel marrón que quise fuera mío.
Cuando llegó la nota de que podíamos ponernos pantalones, me hizo una enorme ilusión pues hacía tiempo que deseaba hacerlo. ¡Mi trabajo me costó! Al ser las pioneras, estábamos a merced de miradas inquisidoras de unas y otras. Menos mal que siempre he sido delgada y eso ayudó a pasar la censura, dado que no había demasiado peligro de que se notaran mis carnes femeninas demasiado voluptuosas. No recuerdo bien si fueron unos vaqueros con una blusa azul el complemento ideal para aquel cinturón que había visto, o más bien el cinturón un complemento ideal para aquel modelito, e hice lo imposible para conseguirlo.
Ahora descansa en una caja, mientras por unos instantes le he dado vida con mis recuerdos.
Al lado de la caja, en la estantería, veo un libro de poemas de D. Jesús Arellano, que conservo y del cual os conté ya su historia. Y puedo ver al viejo profesor sentado a la mesa observando por encima de sus gafas al resto de los comensales, en silencio. Apenas hablaba, pero yo sabía que era poeta, y los poetas observan...
Vivo en la casa familiar que necesita una reforma integral, por eso me voy de aquí a una nueva. Sus paredes conservan retazos de mi historia de niña y adolescente y la de mis seres queridos. De alguna manera les tengo muy presentes en cada objeto que conservo.
Pero volvamos a mis recuerdos.
Encima de la mesa, puedo ver una fotografía mía a tamaño natural enmarcada encima de un pequeño caballete que compré un día con la intención de pintar. Recuerdo que me la hizo, Enrique, un fotógrafo muy bueno de la época. Debieron pedir de la Delegación una foto más actual para mi ficha personal y me dieron las que sobraron para que les enviara una a mis padres. Era muy joven entonces y estoy bien guapa. Aún así, mis amigos al verla me han comentado que tengo un halo de tristeza en mi rostro. Quizá entonces yo no era muy consciente de que mi vida no era plena, pues estaba bajo la influencia del adoctrinamiento y no veía más allá, pero mi expresión lo empezaba ya a acusar.
También conservo una vieja maleta de aquella época. Con el paso del tiempo, las he ido renovando, pero ésta ahí está. Recuerdo una noche que me disponía a dejar al lado del contenedor otra de las que había traído de mi último centro (al día siguiente pasaba el ayuntamiento a recoger objetos para llevarlos al punto limpio). Me iba desprendiendo por entonces de todo aquello que me recordara a mi antigua vida. Eran las diez y media de la noche, una hora prudente evitando miradas curiosas de vecinos. Me acompañaba mi perra. Cerré la puerta y salimos a la calle. Debía tener una pinta curiosa si alguien me observaba por alguna ventana...
Casi como en ceremonial, deje la maleta allí, como quien deja un pedazo de su vida. Aquella maleta me había acompañado en mi ir y venir a mi pueblo, cuando la duda me corroía si estaría haciendo bien o no, al tomar la decisión de dejar todo. Las maletas siempre me sugieren temas para mis relatos. Hay todo un mundo de sensaciones dentro de ellas. Son compañeras de viaje. Nunca mejor dicho...
Pero en aquellos momentos, mi seguridad era certera. Por eso sin más miramientos la dejé.
Pero cuál fue mi sorpresa que al intentar abrir la puerta de casa, no pude hacerlo. Se había roto la cerradura.
¡Uff, menuda faena!
Parecía como si una fuerza desconocida de había aliado aquella noche para no dejarme entrar en mi nueva vida de nuevo y me hubiera cerrado la puerta. Aquel objeto que ansiaba soltar, se negaba a dejarme marchar.
Como pude, llamé a un cerrajero con la ayuda de una vecina y al cabo del rato pude refugiarme en mi nuevo mundo.
Jajaja, que imaginación tengo.
En fin, son algunos recuerdos que quería compartir con vosotros.
Muchos besos.
Maripaz
Sobre capillas y oratorios.- Supo
Estimados todos:
Gervasio (muchas gracias por el tiempo que te has tomado en contestarme) ha realizado una interesante aportación a mi pregunta sobre por qué en la Obra se habla de oratorio y no de capilla. Su comentario es interesante porque una vez más se ve que es la preferencia del Fundador la que quiere imponer la realidad. Al Fundador, según testimonio creíble al ciento por ciento de Gervasio, le gustaba más oratorio que capilla, porque ésta le parecía un lugar de boato litúrgico y ornamental. Ciertamente sospechaba que este podría ser uno de los motivos, hasta que conocí la realidad (lo que hay fuera del Opus Dei) por mí mismo. No la había conocido antes porque había vivido casi siempre en el ambiente Opus Dei (salvo la misa de los domingos, que íbamos a la parroquia cercana). ¿Cuál es la realidad que conozco ahora?
Por ejemplo, hace muchos años fui en laica peregrinación a ver el oratorio de san Felipe Neri en Cádiz. Para los que no son españoles, en ese lugar de culto católico, se aprobó la primera constitución española, cuando los franceses habían invadido nuestro país. Cerca de un tercio de los padres constituyentes eran religiosos, precisamente. Es uno de los oratorios más bonitos que conozco y desde luego tiene boato litúrgico y ornamental, como otros oratorios que hay en Italia. Desde luego ni son historiador ni restaurador artístico, pero el oratorio de san Felipe contradeciría el pensamiento del Fundador.
La otra realidad, en este caso sí de cientos de capillas de órdenes y congregaciones que tienen una sobriedad muy superior a la de los oratorios de los centro del Opus Dei y los colegios obras corporativas y demás centros de enseñanza y convivencia (colegios mayores). Altares de piedra (no de mármol), retablo bien sencillo: quizá solo Cristo crucificado y una imagen románica de la Virgen. En vez de duros bancos de buena madera, sillas de enea o cojines para sentarse o arrodillarse de forma individual y al gusto de cada uno. Los sagrarios son tabernáculos más sencillos, en ocasiones incrustados en la pared, por lo que solo se ve una puerta de madera quizá con un icono estilo bizantino (a quien les guste bien, y a quien no, pues no les gustan). Es verdad, que en ocasiones hay cortinas muy feas, pero es cuestión de gustos: tampoco me gustan todos los altares de mármol. Por supuesto, que entre las capillas de esas congregaciones he visto algunas feas estéticamente (no todo el monte es orégano).
El Fundador tenía una idea: "capilla=boato" y la impone a todos, la impone sobre la realidad, como en tantas ocasiones.
Supo
La gran traición.- Salypimienta
Hola a todos!!!
Hace poco encontré un escrito mío. No recuerdo por qué lo hice ni a quién iba dirigido, está fechado en el 2012, es decir 3 años después de que salí del Opus Dei. Leerlo de nuevo me ha hecho recordar y replantearme algunas cosas. En él analizo la gran traición que sufrimos todos los que hemos pertenecido y pertenecen a la Obra. Hasta la fecha, no he conocido ni sé de nadie que haya salido del Opus Dei sin sentirse completamente roto. Nadie que yo sepa ha podido sobrevivir a esa experiencia sin haber llorado de angustia, de humillación y desencanto. No es para menos. Todos los miembros de la Obra hemos sido traicionados de la forma más vil.
No creo que nadie haya pedido la admisión pensando en que iba a entrar a un club social para codearse con personas de primer nivel, o para tener actividades que realizar durante la semana. Pienso que todos hemos entrado allí con total inocencia, pensando que éramos increíblemente afortunados de haber recibido una llamada especialísima de Dios, no sólo para llegar a Él por la vía más perfecta, sino que además, para servir de modelo a los demás. ¿Puede existir una vida más perfecta que servir a Dios en el medio del mundo, haciendo cosas ordinarias? ¿Puede existir algo más maravilloso que tener una familia a la que te unen lazos más fuertes que los de la sangre, y además te da un sentido de pertenencia que es lo que muchos necesitábamos en el momento de pitar?
Proporcional a la altura de nuestros sueños y nuestras aspiraciones fue la caída cuando nos dimos cuenta de la monumental mentira en la que vivimos y que inocentemente ayudamos a sostener. Poco tiempo después de mi salida, me dediqué a aprender métodos de psicoanálisis, programación neurolingüística y técnicas de sanación emocional, tanto para ayudarme a mí misma, como para ayudar a quienes se acercaron a mí por medio de un correo que publiqué en ésta web. Con ese conocimiento fue cuando me di cuenta de que la verdadera tragedia que ha vivido cada persona que ha pasado por el Opus Dei es la TRAICIÓN. Todos fuimos traicionados, y la traición es solamente equiparable a recibir una puñalada trapera. Es igual de dolorosa, igual de grave e igual de traumatizante.
Quizá los que nos leen dentro de la Obra (¡saludos chicos del AOP!), levantarán las cejas, voltearán los ojos y recitarán una jaculatoria para que la Divinidad me haga entrar en razón, pero no es necesario. Lo estoy diciendo con total conocimiento de causa. Cuando entramos en el Opus Dei, lo primero que nos dijeron fue que la Obra era una madre guapa. Ni es madre ni es guapa. Una madre no exprime a sus hijos hasta sacarles la última gota que les queda. Allí dentro, a cada quien le sacaron TODO lo que pudieron, sin contemplación alguna, sin tentarse el corazón, sin la más mínima caridad.
Cuando nos esquilmaron hasta el límite, cuando ya no pudimos más, fue cuando nos relegaron a un rincón oscuro, sin preocuparse en lo más mínimo por nosotros. Si ya no podíamos dar más, por lo menos que no diéramos la lata. Una VERDADERA madre nunca abandona al hijo agotado, al contrario, lo atrae a su regazo para obligarle a descansar y recuperar fuerzas. La Obra pues, NO es una madre guapa, es una madrastra horripilante disfrazada de bella dama, pero en realidad es más fea que un Orco. También nos dijeron que perteneceríamos a una familia que estaba unida con lazos más fuertes que los de la sangre. Tampoco eso fue verdad, porque en una familia de verdad no están contándote cada uno de tus fallos y tus descuidos para echarte una bronca monumental (que allí le llaman ‘corrección fraterna’) por estupideces como caminar rápido dentro del centro. Nos decían que éramos una familia numerosa y pobre. Lo de numerosa, en sentido riguroso es cierto, ¿pero pobre? No creo que una familia cuyo papá vive en un palacio en el barrio más elegante de Roma sea una familia pobre. Tampoco creo que con todo el dinero que reciben de las generosas aportaciones de todos sus miembros puedan llamarse pobres.
También nos engañaron cada vez que nos decían que estábamos en “casa”. ¿Cómo alguien puede sentirse como en su casa en un sitio donde todas las actividades están planificadas milimétricamente para que nadie pueda hacer nada libremente? ¿Cómo puedes sentir como tuya una casa en donde nada te pertenece, donde hay un guion hasta para las tertulias?
Tampoco lo de “nuestro Padre” fue cierto nunca. ¿Cuándo el santo más veloz de la Iglesia hizo algo, lo que fuera, que hubiera hecho un padre de verdad? Casos como el de Maricarmen Tapia y Miguel Fisac no lo muestran precisamente como un padre con el corazón de madre que tanto presumía. ¿Y los otros dos ‘Padre’ cuya única preocupación era tenernos allí metidos para exprimirnos moral y económicamente? Además de que servíamos también de estadística para que todo el mundo viera la increíble expansión que tenía la Obra en el mundo. Algunos, en nuestra candidez sentimos estima por Don Álvaro, pero a Don Javier nadie lo soportaba, ¡esa es la verdad!, el pobre tenía la empatía de una piedra y era más desangelado que un pan sin sal. Pero la traición más grande, lo que de verdad no tiene nombre ni perdón de Dios es haber tomado nuestra fe sencilla y sincera y pervertirla llenándola de obligaciones absurdas hasta lograr que nuestra conciencia moral quedara ahogada bajo una estrafalaria parafernalia de normas, praxis, vademecums, cuadernos, etc.
Decía al principio que lo único equiparable a la traición es una puñalada. Y sí, nos dieron una puñalada en el alma que duele tanto o más que una puñalada en un órgano vital. La diferencia es, que si hubiéramos recibido la puñalada en el pulmón, por mencionar algo, nos hubieran llevado de inmediato al hospital, nos hubieran suturado la herida y habríamos recibido todos los cuidados necesarios en la UCI para salir adelante con antibióticos y analgésicos, y terapias para superar el shock. En cambio, nosotros salimos de allí con el alma herida de muerte a curarnos como Dios nos dio a entender, prácticamente sin ayuda alguna. Quizá pudimos salir un poco, con el bálsamo que es OpusLibros y la amistad con algunos ‘exes’. Al igual que con las puñaladas, nosotros siempre cargaremos con la cicatriz que nos molestará de cuando en cuando, también tendremos que luchar para siempre para alejar de nuestra cabeza y de nuestro corazón las sombras de dolor y de humillación que nos produce el recordar cuando nos dimos cuenta de la monumental mentira que vivimos. Lo bueno de todo esto es que sobrevivimos, y que lo mejor siempre está por llegar. Un beso cariñoso a todos.
Salypimienta.
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