Gracias a Dios, ¡nos fuimos!
Opus Dei: ¿un CAMINO a ninguna parte?

Correspondencia
Inicio
Quiénes somos
Correspondencia
Libros silenciados
Documentos internos del Opus Dei
Tus escritos
Recursos para seguir adelante
La trampa de la vocación
Recortes de prensa
Sobre esta web (FAQs)
Contacta con nosotros si...
Homenaje
Links
Si quieres ayudar económicamente...

Google

en opuslibros

Si quieres ayudar económicamente al sostenimiento de Opuslibros puedes hacerlo desde aquí.


CORRESPONDENCIA

 

Miércoles, 27 de Julio de 2016



La historia se repite machaconamente. Para Fueraborda.- Ex apéndice

Permíteme, Fueraborda, un breve comentario solidario contigo y con tu particular, especialmente cruel y muy torturante salida del opus.

Ya sabemos que empezando por las “semi esclavizadas” numerarias auxiliares, continuando con los “despistados” supernumerarios, pasando por los “anodinos” e “insignificantes” agregados y “selectos” numerarios, hasta llegar a los mismísimos inscritos/as… cuando llega el momento de largarse del “paradisíaco” opus, se patentiza siempre la mentira hipócrita de aquella pomposa y hueca afirmación del “gran iluminado”: “no se van ni a tiros” o aquella otra, que tan bien conocemos, “las puertas para salir están abiertas de par en par”.

¡Qué manera más descarada de canonizar la  mentira!

No hace falta extenderse más, ni analizar los pormenores y particularidades de cada caso. La historia se repite machaconamente para poner de relieve la sarta de embustes con que la plana mayor –en realidad la institución, que llamamos opus- pretende encubrir las incontables defecciones, huídas y estampidas, que empezaron ya en los comienzos, de tantas y tantos, que “gracias a dios nos fuimos”.

El opus siempre culpabiliza individual y directamente a cada uno de los que manifiestan su deseo de “abandonar la barca”. Es cierto que inculpa también a los socios, miembros o como quiera que ahora se llamen, “que conviven con el que no quiere perseverar”, pero nunca, nunca, asume él como institución ningún tipo de responsabilidad.

En ese contexto difama sin piedad, sibilinamente, a los que pretenden irse; los tilda de locos; a ellas las llega a acusar de lesbianas o putas; de otros calla, “con cristiana caridad”, no se sabe cuántos nefandos pecados inconfesables; amenaza con el infierno… Según la cúpula y el núcleo duro de la institución, es decir el “opus Escrivá” es incólume, impecable, santo e inmaculado. Porque el opus es obra, nada menos que, de Dios. Es Dios mismo. Ahí está la clave.

Irse es siempre una odisea, una pesadilla. No es nada que no conozcamos, pero hay casos tan lacerantes y llamativos que a uno le ponen los pelos de punta: Miguel Fisac, Antonio Pérez, “Novaliólapena”, María del Carmen Tapia, Alberto Moncada, María Angustias Moreno, por citar algunos de los más conocidos. Desearía ahora ser exhaustivo y no omitir a nadie de cuantos han sufrido el hostigamiento, la indiferencia, el soplo gélido y el desprecio, el desgarro y las humillaciones mas groseras, cuando han iniciado el proceso de desvinculación del opus. Es evidente que resulta imposible y lo lamento profundamente. Vaya para ellos mi  recuerdo cariñoso.

Siempre acabamos concluyendo lo mismo: El opus no tiene corazón. La tan cacareada fraternidad es un escarnio, la pretendida familia de vínculos sobrenaturales una farsa, la madre guapa es una horrible madrasta… ¿Cómo se puede establecer entonces la ecuación Dios (bondad, padre, perdón, libertad, amor etc.) = Opus (madrastra, verdugo, intransigencia, maldición, rejalgar, infierno. etc)? Ese fue el “artificio” la “filigrana”, la magia potagia que se sacó de la manga Escrivá: Identificar su opus con Dios. ¡Qué osadía!

Pero ahora me quiero solidarizar contigo, querida Fueraborda. ¡Claro tú eras una inscrita!  ¡Una presa valiosa, difícil de soltar! ¡Duro de digerir, no se resignaba el opus a perder a una inscrita! ¡Era “sobrenaturalmente” imposible! Lo que tuvieras que sufrir tú no era su problema. Eso ni se lo planteaba…

Fueraborda, sólo una pegunta ¿Cómo pudiste aguantar tanta humillación, tanta degradación, tanta basura durante tanto tiempo? Pero, si lo pienso mejor, esa pregunta nos la podemos hacer todos los ex,  no sé de qué me extraño, sin ir más lejos, también tragué sapos y culebras durante… seis laaarguíííísimos años, aunque en mi caso se tratara de un simple agregadillo de nada.

Pero ya ves, aquí en Opuslibros, muchos encontramos lo que tú has encontrado. Has podido comprobar que te queremos, ¿Verdad que sí? Me alegro de que por fin disfrutes de ese remanso de paz en el que ahora te encuentras porque has llegado a “ver” que la ecuación Dios=Opus  es… una falsedad monstruosa. Un abrazo para ti que incluye también a esa persona con la que hemos tenido la suerte de coincidir: Agustina.

Ex apéndice





El Opus Dei y los Neocatumenales son asociaciones.- Aloevera

Publicado en Infovaticana 26/07/2016

Opus Dei y Camino Neocatecumenal:

algunas reflexiones canónicas y eclesiales

Autor: Padre Fortea


Si preguntas a cualquier sacerdote de la prelatura del Opus Dei si el Opus Dei es un movimiento, éste responderá sin ninguna duda que no. ¿La razón de esta respuesta categórica? Esto, al principio, me produjo una cierta intriga. Exactamente lo mismo sucede si preguntas a un sacerdote del Camino Neocatecumenal.

¿Qué razones esgrimen ellos para afirmar esto? Los del Opus Dei responderán con toda seguridad: No es un movimiento por su estructura jurisdiccional. Los del Camino: Así lo ha reconocido la Iglesia al aprobar los estatutos, en los cuales se afirma: “El Camino Neocatecumenal no es un movimiento o una asociación, sino un instrumento en las parroquias al servicio de los Obispos para conducir a la fe a tantas personas que la han abandonado.”

Ambas respuestas son un mero regateo terminológico en definitiva. Si entendemos lo que es un movimiento eclesial, ambas instituciones encajan a la perfección en ese concepto. Y con todo respeto, aunque esto pueda sentar peor a algunos, ambas realidades encajan perfectamente en la figura canónica de la asociación.

¿Desde cuándo un movimiento no puede tener una estructura jurisdiccional? ¿Desde cuándo una asociación, por definición, tiene que carecer de una arquitectura organizativa de presbíteros, diáconos y laicos para ser asociación? Desde luego eso no está escrito en el firmamento.

Y no sólo eso. Si ellos se empeñan en mantener esa postura, se les puede preguntar: ¿acaso su prelatura no es una asociación a la que se la ha dotado de una estructura jerárquica clerical y laical? ¿Por ese simple hecho dejan de ser una realidad asociativa con una determinada espiritualidad? Evidentemente, no. Sin ninguna duda, no. Toda asociación tiene estructura jerárquica, toda. La jurisdicción de un director regional del Opus Dei, no es mayor (de ninguna manera) que la que tienen directores de otras asociaciones de laicos que cuentan con un grupo de clérigos adscritos a esa obra a tiempo completo.

En el caso del Camino, otro tanto. Ellos afirman: no lo somos, porque lo nuestro es un camino vivido en régimen de pequeñas comunidades. Desde cuando una asociación cambia su naturaleza si sus integrantes se reúnen para charlas, misas y para realizar un acompañamiento espiritual. ¡Es que nosotros somos una comunidad!, alegarán. Perdón, pero toda asociación de ser reúne de forma semanal para formarse y escuchar misa juntos y acompañar su crecimiento espiritual puede acabar formando una comunidad. La diferencia entre un grupo que se reúne y una verdadera comunidad es sólo una diferencia de frecuencia e intensidad, eso es todo.

Los unos se excusan del término asociación bajo el capítulo de la estructura jurisdiccional, los otros bajo el capítulo de ser una comunidad. A efectos canónicos, ambos grupos siguen siendo realidades asociativas por más que se empeñen sus teóricos respectivos en defender que son entidades totalmente sui generis.

Con todo respeto, a estas alturas, año 2016, la opinión contraria es la siguen defendiendo la casi totalidad de los teólogos que no pertenecen a ambos grupos. Han pasado muchos años desde la aprobación canónica de ambos grupos y la opinión teológica general no se ha decantado hacia las posiciones de ambos grupos. Creo que es de justicia, al menos, reconocer este hecho.

Qué duda cabe que este artículo mío trata de una cuestión menor. Pero de esta cuestión menor sí que pueden nacer cuestiones eclesiales mayores. Es más, en ambos casos, esta defensa categórica del estatuto jurídico sui generis de las dos realidades se basaba en un punto de partida eclesiológico, cuando menos cuestionable. Tema sobre el que escribiré mañana, en la segunda parte de este escrito.

Una última cosa quiero decir hoy. Este artículo no es un escrito contra ambos grupos eclesiales. Los amo a los dos. El bien que han hecho y hacen está fuera de toda duda. Pero una cosa es el amor que les tengo con el corazón, y otra es que con la cabeza haya que estar siempre de acuerdo en sus posicionamientos teológicos defendidos de forma institucional.





Matización.- Pepito

Al respecto de mi anterior escrito sobre Escrivá y los jesuitas debo corregirme un tanto: los buenos padres habían sido expulsados por la República en 1932; pero los roces parece que sí los hubo, pues Escrivá había dejado la dirección espiritual del P. Valentín González Ruiz. Lo de posguerra es seguro.

Pepito





Escritos recomendados.- Agustina

Los doctorados de José María Escrivá. Oráculo

Padre de familia numerosa y pobre. Gervasio

¿Cooperación al suicidio? Agustina

El Opus Dei, un nuevo Procusto. Heraldo




 

Correos Anteriores

Ir a la correspondencia del día

Ir a la página principal

 

Gracias a Dios, ¡nos fuimos!
Opus Dei: ¿un CAMINO a ninguna parte?