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CORRESPONDENCIA

 

Miércoles, 13 de Abril de 2016



También alcohol.- JaraySedal

Comprendo la desazón de Supo (11 de abril)  por las respuestas que ha generado su comentario sobre el tabaquismo en el Opus. Tampoco es un tema baladí, como sugieren Pepito o Ana Azanza, ésta quizás porque no lo ha experimentado en propia carne.

Para quienes persistimos en el hábito una vez abandonado el Opus aseguro que el tema tiene su importancia.

Y no solo el tabaco:   como sugiere Curial (11 de abril), también el alcohol. Mi primer cubata lo tomé durante una tertulia en un centro de la Obra, no recuerdo con ocasión de qué, sí el centro y su cuadro directivo.  Tendría 16 años y pico. Lo que  recuerdo con precisión es que me hizo un efecto fulminante  - bien fuera por ser el primero o porque estuviera cargado o tuviera el estomago vacio o lo bebí demasiado deprisa, o por la razón que fuera-,   perdí la razón  y empecé a despotricar,  creo que incluso sobre el Opus ( “in vino veritas”) , de modo tal que dieron orden de que me sacaran de allí y  dos numerarios caritativos  me acompañaron a la calle y me pasearon por los  aledaños, hasta que me pudieron despachar para mi casa.  

Pocos años después con la peña de  la universidad, a fuerza de voluntad  y para alcanzar seguridad cuando salíamos, desarrollé cierta resistencia a la bebida (hasta cuatro o cinco cubatas por noche). Y saliamos entre semana y los fines de semana.

Afortunadamente es un hábito que abandoné al cabo de pocos años, tan pronto dejé de salir con los compañeros de facultad, pasando a bebidas más ricas y  baratas y de menos contenido alcoholico y solo ocasionalmente (los cubatas se pusieron por las nubes).  Prefiero un buen vino mil veces.

Como no quiero generalizar, diré que me refiero a fines de los 60. Tampoco afirmo que me inculcaran el hábito de la bebida, pero doy testimonio de que menores de edad bebían entonces alcohol de graduación alta en centros de la Obra.

JaraYSedal





Dios es otra cosa. Respuesta a Siul.- Dionisio

Querido Siul:

He leído atentamente tu escrito del lunes. Me da pena que hayas sufrido tantos abusos y que hayas estado enfermo de depresión. Espero que te hayas recuperado. No nos dices si eso sucedió hace mucho tiempo o es reciente. De cualquier forma es bueno que sepas que puedes recuperarte de todos esos males. Quizá te queden algunas cicatrices, pero si lo manejas bien puedes incluso acabar fortalecido.

Haces muchas preguntas muy importantes, que a veces da la impresión de que fueran preguntas retóricas, pero también dices al principio que quieres orientación sobre qué puedes hacer.

Sobre la conciencia de las personas que te hicieron daño ya se ha hablado mucho en estas páginas. Si haces una exploración encontrarás maravillas escritas por personas muy diversas. Para resumirlo mucho te diría que la conciencia de cada uno es un misterio inabarcable. Si te fijas bien, ni tú mismo sabrías dar una clara explicación y justificación de cada cosa que has hecho en tu vida, aunque seguramente son incomparablemente más leves que las cosas que todos denunciamos y pasan en el lado oscuro.

Lo que está claro es que ellos viven una doble vida. Algunos acaban enfermando por esa doble vida. Posiblemente todos estén enfermos y muchos no se dan ni cuenta. Otros parece que tienen bastante éxito anestesiando su conciencia y retorciendo cualquier cosa bajo el argumento de “quien obedece, nunca se equivoca”. Argumento que otros ya han utilizado con éxito en situaciones históricas muy conocidas que llegaron al genocidio bajo la excusa de la obediencia debida. Es muy cómodo que venga alguien y te diga que “eso” es la voluntad de Dios.

Sobre la actuación de Dios la cosa es mucho más compleja. Llegas a decir “yo no soporto la idea de Dios”. Mi impresión muy particular es que sobre Dios sabemos poco y seguramente exagero. Lo más probable es que no sabemos absolutamente nada. Y me parece una soberbia increíble que alguien se arrogue algún tipo de autoridad en cuanto al conocimiento de Dios. No soportas la idea de un dios que se han inventado para manipularnos. Yo tampoco. Pero estoy casi seguro de que Dios no se parece a ese dios ni de lejos. Es más, estoy seguro de que muchos están pecando gravemente contra el mandamiento de no tomar el nombre de Dios en vano. Cada vez que alguien viene a decirte Dios quiere esto o lo otro, tal cosa es una ofensa a Dios, esto otro es la Providencia divina, están usando el nombre de Dios en vano, están abusando del nombre de Dios. No hay nadie que tenga autoridad para decirme lo que Dios quiere o no quiere. Lo de apostatar creo que es una rebeldía a esa manipulación. Una querida amiga mía ya lo hizo, y yo no lo hago por pura pereza. Dios es otra cosa.

Puedes hacer muchas cosas. Y en estas páginas hay ejemplos de todo tipo. Se ha hablado mucho de todo esto y no quisiera ser redundante, pero eso no significa que no quiera darte una respuesta. Me encantaría que pudiéramos continuar esta conversación privadamente.

Un abrazo,

Dionisio, el Areopagita.





Hablar te ayudará mucho. Para Siul.- A.Plaza

Hago mía tu pregunta ¿Qué puedo hacer? y la respuesta me sale rápida, sin necesidad de pensar: Reconstruye y construye tu vida. No pongas tu mirada y mucho menos tus energías en aquello que te ha hecho daño y que sigue haciéndotelo, porque la experiencia me dice que solo conseguirás llenar de odio tu corazón. Incluso aunque tengas razón y precisamente por ello, procura olvidar, perdonar o, al menos, aparcar lo vivido y preocúpate en aprender a ser feliz. Es una asignatura pendiente que requiere dedicarle tiempo. Yo diría que todo el tiempo del que dispongas.

Hablar te ayudará y mucho. Al igual que escuchar. Comparte tu dolor y poco a poco se irá haciendo menor.

Evidentemente no sé nada de tu presente y me resulta difícil ponerme en tu lugar para orientarte, pero si te apetece puedes escribirme aplazavaltuena@gmail.com. Me llamo Arancha.

No es que piense que la obra deba quedar impune cuando ha dejado tantos cadáveres por el camino, pero creo que solo cuando se han curado las heridas y la paz interior se ha instalado en nuestro corazón, se puede actuar con eficacia y sin que repercuta negativamente en nuestra alma y en nuestra vida.

A.Plaza





De los niveles de conciencia: El sufrimiento.- Yo

Queridos lectores: en este pequeño análisis de los niveles de conciencia en los miembros del Opus Dei, vistas y comentadas, la vergüenza, la culpa y la apatía, hoy nos situaremos en un nivel con algo más de energía positiva – o menos de negativa - , como prefiráis adjetivarlo.

Nos situamos en un nivel logarítmico 75 en el que el sentimiento predominante es el SUFRIMIENTO (De Hawkins, 1995, 2012).

Las personas que transitan en sus pensamientos, sensaciones y emociones, en este nivel, adolecen del gozo y se centran en pensamientos de sufrimiento. Son personas trágicas, desdeñosas, con remordimientos y un gran desánimo. Se acumulan la impotencia, la pérdida, el pesar, desesperación, tristeza, depresión. Sentimiento de ser un perdedor: “no puedo seguir”

Al tener un mayor grado de energía positiva, propia o robada de las personas del entorno, la conciencia puede actuar ya que la mayoría de estos actos son plenamente deliberados y/o voluntarios. Es frecuente entre los numerarios/as y agregados, pulular en estos niveles aun cuando no los exterioricen, muchas veces por el miedo a que dirán, lo cual nos llevaría al nivel superior (escala 100) en donde momentánea o permanentemente el individuo está acosado por el miedo.

Las personas, para poder curar nuestro pasado debemos primero descubrirlo y aceptar que no fue del todo bueno. Es decir, descubrir nuestras sombras. Sólo una vez descubiertas y aceptadas podremos conseguir suficiente energía como para saltar a un nivel superior.

Este es el nivel de tristeza, pérdida y dependencia. La mayoría de nosotros lo hemos experimentado por algún período de tiempo, pero aquellos que permanecen en ese nivel, viven una vida de lamentos y depresión constante.

Este es el nivel del duelo, el luto y remordimiento crónico por el pasado; es también el nivel de los perdedores habituales y el de los jugadores crónicos que aceptan el fracaso como parte de su estilo de vida, a menudo perdiendo trabajos, amigos, familia y oportunidades, así como dinero y salud.

Grandes pérdidas precoces en la vida pueden convertirlo más tarde en una persona vulnerable a la aceptación pasiva del sufrimiento, como si la congoja fuera el precio de la vida. En el Sufrimiento, uno ve tristeza por todas partes: en los niños pequeños, en la vida misma. Este nivel polariza toda la visión de la existencia. Parte del síndrome del Sufrimiento es la noción de que lo que se ha perdido, o lo que eso simbolizaba, es irremplazable. Hay una generalización en este sentido, de manera que se cree que la pérdida de un ser amado equivale a la pérdida del amor mismo. En este nivel, un tipo de pérdida emocional de esta categoría puede desencadenar una depresión seria o hasta la muerte.

Aunque el Sufrimiento es el cementerio de la vida, por lo menos tiene más energía que la Apatía. Por lo tanto, cuando un paciente apático traumatizado comienza a llorar, sabemos que se está mejorando. Una vez que empieza a llorar, comerá de nuevo.

Yo





Escritos recomendados.- Agustina

La mala conciencia. Flavia

Vida cotidiana de una numeraria del Opus Dei (1971-1988). Elena Longo

La cuarta planta. Alberto Moncada

Cosas buenas del Opus. Felipe




 

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