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CORRESPONDENCIA
Miércoles, 21 de Octubre de 2015
Propuesta de nuevo intercesor.- CuG
Ya que el Opus Dei, respecto a los graves problemas emocionales que genera su enrarecido ambiente (llevando a la depresión y el suicidio) SE LAVA LAS MANOS.
Ya que el Opus Dei, respecto a la lamentable situación económica en la que quedan los miembros que se van después de años de servicio a la institución SE LAVA LAS MANOS.
Ya que el Opus Dei, respecto a los casos de abuso sexual por parte de sus miembros, sean clérigos o laicos, SE LAVA LAS MANOS.
Ya que el Opus Dei, respecto a los problemas de los inmigrantes y el dramático llamado del Papa Francisco a abrir las puertas a los refugiados, SE LAVA LAS MANOS.
Ya que el Opus Dei, respecto a los manejos fraudulentos financieros de algunos de sus miembros que arruinaron a multitud de ahorristas e inversores, SE LAVA LAS MANOS.
Ya que el Opus Dei, con sus colegios sobrecargados de curas dedicados al proselitismo entre adolescentes, ante la desesperante escasez de clero en las parroquias, SE LAVA LAS MANOS.
Y ante otras situaciones más, donde el modus operandi siempre es el mismo, propongo a PONCIO PILATOS como nuevo intercesor de la Prelatura.
Un cuadro del gobernador limpiando sus manos en la jofaina y orlado por su famosa frase "¿La verdad? ¿Qué es la VERDAD?" debería estar en Dirección, porque si algo ha hecho mal la Obra ha sido la sistemática ocultación de la verdad. "Pillería", que le dicen.
Dificultad para discernir si se trata o no de pederastia.- Josef Knecht
Tanto Gervasio (9.10.2015) como Ramón (16.10.2015) han planteado la cuestión sobre la dificultad de discernir en algunos casos si ha habido o no realmente un abuso pederástico. A decir verdad, no siempre es fácil de discernir. Me remito a una obra de teatro que estuvo en cartelera en “La Abadía” de Madrid del 8 de octubre al 2 de noviembre de 2014, titulada El principio de Arquímedes, de Josep Maria Miró. Aquí no se lleva a escena el sufrimiento de la víctima infantil, sino la perplejidad de un monitor de natación que es acusado de haber cometido un abuso, cuando en realidad se limitó a tratar cariñosamente a un niño por motivos pedagógicos. Es de esas obras teatrales que hacen pensar e involucran la conciencia del espectador. La moraleja podría resumirse así: cuando la sociedad exacerba ciertos temas (como pasa actualmente con la hipersensibilidad a la hora de denunciar casos de pederastia), el motivo de fondo no sólo radica en la búsqueda de la justicia y en el fomento del progreso social, sino también en un arraigado afán, recóndito en el subconsciente humano, de expurgar nuestras angustias o miedos recurriendo con cierta ofuscación a un pretexto que reúne todos los requisitos de causa justa. De ser cierta la tesis de la mencionada obra teatral, puede haber algunos casos dudosos en que la acusación de abuso sexual con un menor no tenga fundamento real, sino subjetivo o psicológico por parte de los denunciantes e incluso de algún colectivo.
Precisamente para salir de dudas, están los tribunales de justicia, que deben dilucidar a partir de las pruebas disponibles si ha habido abuso o no; y esos tribunales, sean eclesiásticos o sean civiles, serán tanto más objetivos cuanto menos jueces y otros burócratas escrivarianos haya en ellos, si se juzga un asunto en el que la Obra de Escrivá está implicada.
Me ha gustado mucho el último escrito de Ramón (16.10.2015), tan certero y optimista como siempre. Es del todo cierto que en la época de los Padres de la Iglesia, es decir, la antigüedad cristiana, los obispos actuaban en su comunidad de manera mucho más directa que en la actualidad. Entre la antigüedad y el mundo contemporáneo ha transcurrido mucho tiempo; probablemente Ramón sabrá que en la Edad Media las órdenes religiosas, en concreto los monasterios, consiguieron violentar una sana eclesiología para inventarse el concepto de “exención”, es decir, los monjes lograron quedar exentos de la jurisdicción del obispo del lugar en que se encontraba el monasterio, para pasar a depender jurisdiccionalmente de la Sede Apostólica romana. Aunque el Concilio Vaticano II (1962-1965), fundamentándose de nuevo en una sana eclesiología, se propuso eliminar del derecho canónico la exención de las órdenes religiosas, ésta aún sigue vigente en la práctica, pues por desgracia no se quita de un plumazo algo que arrastra tantos siglos de historia y que ha generado todo tipo de intereses creados ancestrales (como también rivalidades absurdas que muchas veces se han alejado del buen Espíritu evangélico). La reforma eclesiástica del Vaticano II todavía está pendiente de llevarse a cabo en muchos de sus aspectos, y por eso al actual obispo de Bilbao le puede venir bien recurrir al concepto de “exención” –no vigente en teoría, pero que en la práctica aún proyecta una sombra muy alargada–, para no cargar con la parte de responsabilidad que le incumbe en el caso Gaztelueta, como comenté en mi nota del 9.10.2015.
Comprendo, por tanto, el malestar de los padres del niño ante el obispo de Bilbao, don Mario Iceta, que los ha tratado con mucha frialdad, según expresan en el manifiesto que Agustina nos dio a conocer el pasado lunes.
Josef Knecht
Modesta opinión del caso Gaztelueta.- JaraySedal
Sorprende el empecinamiento de estos padres en que su caso sea enjuiciado por el Vaticano. Por muy cristianos que sean debieran saber que su denuncia trata de presuntos delitos, no de pecados, y corresponde al Estado, no a la Iglesia Católica, su persecución, porque afortunadamente existe un Estado de Derecho y una separación de la Iglesia y el Estado.
Siglos luchando por esta separación y estos padres insistiendo en llevar su caso a instancias religiosas. Decenios pugnando porque los clérigos no sean encubiertos en sus abusos y sean juzgados por las autoridades civiles, para que ahora ante el caso de un laico entregado a una organización religiosa, estos padres pongan su caso en manos eclesiásticas, en una investigación paralela que solo sirve para reforzar la posición de sus denunciados.
Un contrario argumentaría que tanta insistencia en esta vía es porque la vía de los tribunales ordinarios la tienen cerrada.
La cuestión no estriba en si los tribunales eclesiásticos tienen o no jurisdicción sobre un numerario del Opus Dei laico, sino las consecuencias que para el mismo pudieran derivarse de la actuación de esta jurisdicción eclesiástica. Por lo que parece de la nota exculpatoria de la Congregación para la Doctrina de la Fe admite su jurisdicción sobre el caso, pues ordena una investigación, realiza una serie de pruebas ( según ella ) y acaba concluyendo con la inexistencia de pruebas de los delitos investigados y con el cierre canónico del caso, y pidiendo la restitución de la buena fama del docente. Ahora bien, ¿ cuáles serían las consecuencias penales para el docente desde el punto de vista canónico de llegar a distinta conclusión la citada Congregación?. Pues habría que decir que el CIC no prevé ninguna pena concreta para fieles laicos ni siquiera prevé la comisión de este delito por los mismos ( si lo he leído bien ). Solamente para clérigos expresa en su canon 1395.2 que “ El clérigo que cometa de otro modo un delito contra el sexto mandamiento del Decálogo, cuando este delito haya sido cometido con violencia o amenazas, o públicamente o con un menor que no haya cumplido dieciséis años de edad, debe ser castigado con penas justas, sin excluir la expulsión del estado clerical cuando el caso lo requiera”
No existe previsión alguna sobre laicos en esta materia ( corrijánme los canonistas , por favor ) y en aplicación del principio “nullum crimen nulla poena sine lege” , la condena canónica del laico por abusos sexuales pueden acarrearle consecuencias en otros órdenes pero no en éste. Puede tener consecuencias en la pérdida de la venia docente como profesor de religión, podría conllevar que el Prelado del Opus Dei le invitara a abandonar la institución, fundamentaría su despido.
La condena vaticana afectaría fundamentalmente al buen nombre y la reputación del Colegio, más que al docente, que nadie sabe quien es. Y este entiendo es el “quid” de la cuestión para los padres, el porqué de su interés en la vía canónica, que exista una condena vaticana de un docente de un colegio privado de doctrina católica, un docente de religión precisamente. Sus quejas se dirigen fundamentalmente al colegio, tanto por el acoso como por los abusos. Por decirlo llanamente su enojo empecinado ( iba a utilizar otro término ) es con el colegio. De ahí también el interés numantino del colegio en la defensa del profesor, pues, puestos en esta tesitura, acarrea la suya propia.. Y la propia nota de monseñor Ladaria que cuando refiere al restablecimiento del buen nombre y la fama del acusado, que repite dos veces, hay que entender , sin duda, el buen nombre y fama del propio colegio, puesto que al docente fuera de círculos concretos no lo conoce nadie , ni siquiera su nombre, y no hay fama alguna que restablecer. Casi me maliciaría que la Congregación asumió el caso sin rechistar ante el mandato del Papa con esa finalidad.
Así pues, entiendo, por esta vía canónica no van a conseguir ni la reparación de la presunta injusticia, ni la retribución del presunto delincuente ni el restablecimiento psicológico del presunto abusado, además de hacer un flaco favor a la Justicia con mayúsculas, dando vela en este entierro a quien no debe: a la Iglesia Católica.
Sin embargo, en el Código Penal español los abusos o el acoso sexual están claramente tipificados , severamente penados, y dispone de las garantías necesarias para que se le haga justicia en lo que la merezca, disponiendo de dos instancias para hacer valer su derecho. No se trata de determinar qué vía, eclesiástica o estatal, ofrece mayores posibilidades de éxito, sino señalar cual es la competente para enjuiciar el asunto: sólo el Estado. Repito no son pecados, son presuntos delitos.
JaraySedal
Abusos sexuales a un menor en Gaztelueta (España).- Spencer
Llama poderosamente la atención cómo el Opus Dei ha puesto en marcha toda su potente maquinaria propagandística para desinflar el “caso Gaztelueta” sobre presuntos abusos sexuales cometidos por un numerario del Opus Dei a un menor de edad.
Parece que el Opus Dei trata de convencer a la opinión pública de que la víctima de los delitos que se han denunciado son el colegio Gaztelueta, el profesor acusado, y el Director del colegio, Sr. Inmanol Goyarrola...
(Leer artículo completo...)
Gaztelueta.- Rocaberti
Amigos:
He observado que estos días se habla de Gaztelueta, y quisiera aportar mi opinión.
Nadie, excepto el alumno y el preceptor, saben la verdad de los hechos; y en consecuencia debería ser el antiguo alumno y el preceptor quienes dieran la cara. El colegio, la familia también tienen qué decir; pero los protagonistas son ellos. Me parece que la huida del preceptor de Bilbao le delata, ¿qué hace por otro país, cuando se está ventilando este tema? No se ve capaz de hacer frente a la denuncia, y ha dejado en las manos de los directores el tema, para que ellos, maestros de la manipulación, cuyo concepto de verdad se limita a lo que les favorece, y con resortes de poder por todas partes, solucionen el tema. Creo que el preceptor no manifiesta su inocencia con la huida.
Lo del Vaticano son músicas celestiales, si el tema se limita a lo que dice uno y otro, pero sin capacidad de prueba, no harán nada. Un amigo mío decía: No esperéis nada bueno de Roma. Si ocurrió un abuso, no tiene sentido que la Obra lo maquille. Es una pena que den tanta importancia a la imagen, cómo si dentro del Opus Dei, no hubiera abusos e injusticias. Todo en la Obra tiene un tufo a podrido. Es difícil ser cristiano y del Opus Dei. Es de agradecer el trabajo educativo de algunos centros de la Obra, no su afán proselitista y una cierta gilipollez que destila su sistema educativo, pero no debe sorprendernos, y ellos lo saben, que en algunos casos, se han producido relaciones entre preceptores y alumnos un tanto confusas.
Mi apoyo a la familia del que fue alumno de Gaztelueta, y a él, que no creo tenga ningún interés en organizar este tinglado. Es la parte más débil, junto al preceptor, que no habla ni se sabe donde está, tal vez se lo hayan comido en la Bruno Bozzi.
Un saludo, y mi deseo de conversión para los perfectos.
Rocaberti.
Correos
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