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CORRESPONDENCIA

 

Lunes, 02 de Marzo de 2015



Ayuda profesional.- Encédalo

Soy Psiquiatra que trabajo en el Servicio Público de Salud; por mi trabajo estoy acostumbrado a tratar pacientes con diferentes tipos de adicción y todo tipo de trastornos emocionales desde leves a graves; conocí el Opus Dei de joven y fui numerario durante 4 años, de eso hace ya mucho. Aunque el impacto por mi pertenencia a la Obra no ha sido excesivo, por lo lejano en el tiempo y por mi eficaz “desintoxicación” posterior, creo que moralmente me encuentro obligado a ayudar a quien necesitara de mi consejo profesional de manera altruista y desinteresada, con la seguridad que entiendo lo que significa pertenecer o haber pertenecido al Opus Dei.

 

Prefiero no dar detalles más concretos sobre mi residencia y lugar de trabajo. Ruego a Agustina facilite mi email para poder contactar a quien quiera hacerlo y poder concretar más.

 

Saludos.

Encédalo





Obediencia y razón.- Daneel

E.B.E., tus escritos son siempre profundos y jugosos. No obstante, esta vez discrepo contigo en tu planteamiento, aunque tal vez no en la sustancia del mismo. La beatificación/canonización de Escrivá sólo puede suponer un conflicto fe/razón para quienes consideran la fe fundamentalmente como un asunto de obediencia. Pero es que éste no es el concepto católico de fe, sino más bien el concepto fideísta, que no es católico.

En definitiva, considero que el conflicto no se plantea entre fe y razón, sino entre obediencia y razón. Ninguno de los dos conflictos es nuevo, pero acerca del segundo casi nadie escribe, quizás sea porque a nadie le extraña que se plantee…

Hace ya un par de años escribí: “Ciertamente la Iglesia pide obediencia, pero no pide una obediencia irracional. Pretender que la obediencia es “la verdad suprema” enseñada por la Iglesia es desconocer lo que la Iglesia dice de sí misma. Es, una vez más, dar por supuesto que la versión integrista-fundamentalista de la Iglesia es la única posible.”

Personalmente he tropezado con muchas situaciones que han desafiado mi fe, incluso la han hecho tambalearse (por cierto, que también he tropezado con situaciones que han desafiado mi razón, incluso la han hecho tambalearse…). La beatificación (estando dentro) y la canonización (estando fuera) no lo han sido. Puedo entender que para algunas personas sí se haya planteado un conflicto. Si ha sido un conflicto que les ha llevado a purificar su fe y una visión excesivamente infantil de la autoridad de la Iglesia, bienvenido sea. Si, por el contrario, no han sido capaces de resolver el conflicto mediante esa purificación, y lo han resuelto renunciando a esa fe (y con ella cualquier fe), en favor de la razón, sólo puedo decir que lamento una pérdida tan innecesaria.

Un cordial saludo,

Daneel





No es bueno reprimir toda inclinación afectiva.- Luciana

Querida Eatm,

Me ha sucedido algo extraordinario. En diciembre de 2013 has escrito un correo en Opuslibros, correo en el que me planteas la siguiente pregunta: ¿Puedo tener alguna esperanza de llenar mis necesidades afectivas en el Opus dei? Pues bien, ese correo lo respondí inmediatamente, pero por circunstancias que desconozco, mi ordenador jamás envió esa respuesta (yo pensé que Agustina te lo había enviado en privado). El fin de semana pasado buscando un correo anterior, me di cuenta de que en la carpeta “salida” del programa que utilizo para enviar y recibir correspondencia, había como 300 correos que yo había escrito y no habían sido enviados. Entre ellos el que iba dirigido a ti. Desconozco si aún tienes interés en mi respuesta, pero lo escrito escrito está, y aquí te lo envío con más de un año de retrasoJ

Querida Eatm:

Me pides mi opinión y me preguntas: ¿Puedo tener alguna esperanza de llenar mis necesidades afectivas en el Opus dei?, interpelación a la que te respondo con un rotundo: Sí.

Cada ser humano tiene necesidades afectivas diferentes. Más allá de que haya ciertos parámetros que nos indiquen un mínimo de “afectividad” que cada persona necesita para cubrir sus necesidades básicas y mantenerse sano, la cantidad y calidad de la afectividad varía de acuerdo a cada ser humano. Podríamos decir que hay tantas “necesidades afectivas” como serer humanos sobre la tierra. Hay quienes estando rodeados de personas (padres, hermanos, amigos, pareja, etc) sin embargo se sienten solos, mientras que otros en apariencia “solitarios”, pues no manifiestan carencia afectiva alguna, se sienten plenos con su vida y se relacionan lo mínimo e indispensable con los demás. El porqué de estas circunstancias daría para hablar y debatir un siglo, lo que excede tu pregunta y mi conocimiento.

Por tus correos anteriores entiendo que estás conforme con tu “ser numeraria”, aunque por momentos sientes ciertas “carencias afectivas” que te preocupan y que –tal vez- atribuyes a tu situación particular. También entiendo que estás en la Obra porque quieres, te sientes conforme con tu vida más allá de este aspecto, y me planteas esa pregunta para saber si puedes aumentar tu nivel de “afectividad” sin salir de tu sitio (todo esto lo estoy interpretando; si me equivoco entiende que es por falta de información).

Pues bien, mi opinión es que sí puedes –desde tu lugar- cubrir tus necesidades afectivas sin necesidad de que tu vida sea un espejo del resto del mundo. Es cierto que necesitas aceptar tu situación y construir lazos afectivos desde el lugar en el que te encuentras; y creo que siempre se puede más allá de las circunstancias exteriores. Convengamos que la Obra no fomenta la afectividad (no es la única institución en este aspecto), pero tú sí puedes sentir afecto, tú sí puedes querer y ser querida y no dejarte influir por las circunstancias de afuera.

He conocido numerarias que querían con todo el corazón, que iluminaban con su presencia todas las reuniones, que siempre tenían una sonrisa sincera y unas palabras de consuelo cuando alguien buscaba sus consejos. El ser “luz”, el ser “compañía”, el ser “consuelo” no depende de quienes te rodean sino que depende de cada persona; y ya te dije que no hay dos seres humanos iguales. Hay tendencias pero no hay axiomas en las relaciones humanas. Tú puedes ser esa persona que de luz, cariño, consuelo, y en la medida que des vas a recibir. Pues cuando uno da, el solo hecho de DAR ya implica un RECIBIR. Tú das y recibes casi  instantáneamente. ¿Nunca te has sentido feliz de verdad cuando has ayudado a alguien? Es inexplicable -yo desconozco el motivo- pero cada vez que tiendo una mano es como si el mismo Espíritu Santo soplara en mi corazón aliento de paz, felicidad, alegría. La mayor fuente de amor es justamente el “dar la vida por sus amigos”. Y tus “amigos” pueden ser los seres más cercanos; pueden ser tus hermanas numerarias, pueden ser tus compañeros en el trabajo, en el estudio, pueden ser las personas que te cruzas y a las que tal vez puedes hacer la vida un pelín más agradable.

Por favor, no caigas en el error de pensar que sentirse “pleno” afectivamente es un estado en el que te puedes perpetuar indefinidamente. Todos tenemos nuestros momentos de alegría y tristeza, de euforia y depresión, de agitación y tranquilidad. De eso se trata la vida y no se puede idealizar ningún estilo de vida. Es cierto que en la Obra hay muchas personas enfermas psicológicamente, y gran parte de su enfermedad está causada por oprimir ese sentimiento afectivo innato en los seres humanos. No es bueno reprimir toda inclinación afectiva; puedes moderar sus manifestaciones, pero jamás reprimirlas por completo si te quieres mantener equilibrada. En eso está el error en la Obra; en creer que para estar entregada a Dios “en medio del mundo” hay que estar alejada de todo afecto humano. Si quieres estar en el mundo debes aceptar las leyes de ese mundo, y los “afectos entre pares” es parte constituyente de la vida en sociedad.

Entonces, te repito: creo que tú sí puedes llenar tus necesidades afectivas, tanto en el Opus Dei como fuera de él. Debes buscar la forma. Mi consejo es que ames con todo el corazón aunque no seas retribuida instantáneamente. Intenta desarrollar tu capacidad de “intuición” para estar al lado de quien te necesita aunque no pueda manifestarlo. Mantente cerca de tu familia de sangre, aunque sea contrariando un poquito la distancia que te piden (una llamada de vez en cuando les hará bien a ellos y a ti). Busca alguna actividad fuera de “Casa” si es que no la tienes; lo que sea que te permita respirar otro aire, hablar otros temas, oír otras historias. Verás que se puede ser feliz en cualquier rincón del mundo y bajo toda circunstancia si logras no perder de vista el Norte. Para mí, y espero que para ti también, el Norte es Jesucristo y la  meta la Vida Eterna que Él nos prometió.

Cuídate mucho y si quieres “hablar” aquí me encuentras.

Ah, y si te apetece leer tal vez “El hombre en busca de sentido” (Viktor E. Frankl) te hará bien (si lo has leído léelo de nuevo con otra perspectiva), pues verás cómo una persona sobrevive al vacío afectivo (y al odio encarnizado también) apoyándose únicamente en su libertad interior. Este hombre voló alto encontrándose en el hueco más profundo.

Un abrazo,

Luciana




 

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