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CORRESPONDENCIA

 

Miércoles, 18 de Marzo de 2015



Un breve ensayo sobre la fidelidad de Gustave Thibon.- Isidro

Gustave Thibon es un autor que descubrí en los centros de la Obra. Varios de sus libros, editados por Patmos, están en la mayoría de los centros, al menos en España. Recordaré algunos títulos, incluyendo su calificación según la guía bibliográfica de 2003 del Opus Dei, que se puede encontrar en www.opus-info.org

THIBON Gustave             Cristianismo y libertad                 1

THIBON Gustave             El pan de cada día                        1

THIBON Gustave             Entre el amor y la muerte             2

THIBON Gustave             La crisis moderna del amor          3

THIBON Gustave             El equilibrio y la armonía              1

THIBON Gustave             Nuestra mirada ciega ante la luz  1

THIBON Gustave             Sobre el amor humano                  1

 

Los textos que extraigo más abajo pertenecen a libro "La crisis moderna del amor" que está calificado con un 3 por el Opus Dei (los pueden leer quienes tengan formación) y como ya digo se encuentra disponible en muchísimos centros al menos en España. Es decir, los libros de Gustave Thibon según el propio Opus Dei no presentan ningún problema para su lectura, aunque sean contrarios a lo que allí se predica sobre la fidelidad. Creo que estos textos pueden ayudar a quien se esté planteando renovar o no este 19 de marzo. Y también a quien lleve ya años con la fidelidad hecha...



(Leer artículo completo...)




Santificación del trabajo ordinario.- pepito

Muy bien lo de Pareto comentando a Gervasio, tan bien como de costumbre.

A este respecto yo me permito suponer que, en efecto, en viejos tiempos Su Padre pensaba en unos hijos que, amén de tener un trabajo profesional, aunque solo fuera el de estudiante, lo ejercían con la máxima dedicación y luego lo santificaban, en los términos consabidos. Sin embargo, fueron llegando los famosos encargos, que pronto ocuparon el primer lugar.

A ese respecto –y espero no repetirme, pues a estas edades ya no se sabe-, recuerdo cierta anécdota edificante de mis días en el Opus Dei: don Federico Suárez, catedrático de Historia Contemporánea y luego también sacerdote, estaba en el último sprint de la preparación de sus oposiciones y, al parecer, había descuidado un poco el encargo que le había impuesto el mindundi de turno. Por ello, éste lo llamó a capítulo, y don Federico, al parecer, decidió estudiar un poco menos.

Pepito





Ciencia por aproximación.- Manzano

El tutor había citado a los padres de Lucio a las cinco de la tarde para hablar del rendimiento académico de su hijo. Les había hecho saber que estaba preocupado ya que, sin saber exactamente por qué, Lucio tenía una actitud desconcertante en sus asignaturas de religión y matemáticas.

Entraban puntuales por la puerta del despacho, la típica sala de un colegio medio de Fomento, en una ciudad media, de una España media. El profesor empezó tranquilizándolos, Lucio era un alumno excelente, educado, con un comportamiento ejemplar, considerado con sus compañeros y con los profesores, proactivo en clase y siempre atento. Se diría que incluso tenía un punto extra por encima de la media de la clase, pero… eso era precisamente lo que le preocupaba…

Los padres le miraron con expresión de no entender absolutamente nada, no por el hecho de tener quejas de su hijo, jamás se habían producido y sabían que era buen alumno, ellos se habían preocupado y esforzado por que fuese así. Por lo tanto, ¿a qué venía ese “pero”?, ¿por qué se veía tan contrariado a un profesor con un alumno, digamos, de los que gusta tener en clase?

El profesor les dijo que no tenía ninguna duda de la capacidad de compresión de su hijo. Les comentó que estaba convencido que entendía a la perfección las nociones y que era capaz de asociar perfectamente los enunciados de los problemas y vislumbrar de inmediato soluciones, pero…

Otra vez ese maldito “pero”. Los padres no salían de su asombro e insistieron en que, por favor, les explicase sin rodeos qué era lo que sucedía. Ciertamente empezaban a preocuparse.

- Es que jamás acierta un resultado exacto, ni en el campo de los números ni en la ciencia divina. He comprobado, en todos los exámenes de este año, que suele quedarse muy, pero que muy cerca de la respuesta adecuada, pero nunca da el resultado preciso y correcto. Esto es complejo porque en muchas ocasiones, llegar siquiera a dar un resultado aproximado sólo se consigue mediante un buen análisis y una metodología acertada. Él no hace nada de esto y es precisamente lo que me preocupa porque me dice que hace “ciencia por aproximación”.

La cara de estupor de los padres pedía a gritos una ampliación de la respuesta, suplicaban una aclaración, deseaban entender, era evidente que necesitaban comprender a su hijo y, evidentemente, mucho más al profesor.

- “He hablado con su hijo y me dice que en cuanto lee los enunciados, casi de forma inmediata obtiene opinión y solución, no le interesa el resultado en sí, el valor estricto y riguroso como respuesta, sino el ser capaz de dar respuesta a algo complejo. Una vez hecho este análisis la respuesta correcta pierde importancia y en ese momento deja de tener sentido el esfuerzo que debería realizar para llegar a la solución puntual o a la literalidad del Magisterio según sea la materia. Sin embargo, lo más curioso es que me dice que como sabe que debe decir algo, para evitar perder tiempo coloca su aproximación y ahí lo deja. Y eso no puede ser. Con la matemáticas tiene un pase, pero con la religión es inadmisible en este colegio”, les dijo el profesor, joven numerario del Opus Dei recién evacuado de alguna facultad.

Lucio, con el tiempo destacó como uno de los mejores estudiantes y acabó siendo un bioquímico de prestigio que tras un máster y un post doctorado en una universidad también de prestigio, por diversos motivos incomprensibles, acabó dedicándose a la docencia. Desde luego lo celebramos para bien de la enseñanza y de sus alumnos.

Desgraciadamente para su fanático tutor y para el mayor objetivo de esa red de colegios regidos por esa Prelatura, Lucio no perdió el hábito de hacer “ciencia por aproximación”. Todo es química y en religión un poco más, es bioquímica, solía decir. No es necesario que todo esté ajustado al máximo, de hecho no lo está casi nada. Formulamos principios teológicos aproximados, e incluso practicamos conductas de piedad de forma aproximada, exactamente igual que en todas las áreas del conocimiento. Es la vida misma.

Así pues Lucio da una excelente lección: por cuanto más sectaria es una institución más exige soluciones exactas e indiscutibles, más dogmas propios y menos interés en hacer aproximación a la verdad, mucho menos a ciertas verdades. Lo que irrita al Opus Dei es lo que precisamente más ha hecho progresar a la humanidad, que no es otra cosa que proponerse pensar como personas, a ser personas y a entender a las personas.

Manzano




 

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