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Opus Dei: ¿un CAMINO a ninguna parte?

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CORRESPONDENCIA

 

Miércoles, 11 de Marzo de 2015



Aniversario de la muerte de D. Juan José Martí.- Aurelio

Segundo aniversario del fallecimiento de D. Juan José Martí Martínez,

sacerdote del Opus Dei

 

 

El próximo día 17 de marzo de 2015 se cumple el segundo aniversario del fallecimiento de D. Juan José Martí, a quien recordaremos especialmente en ese día.

D. Juan José se hizo del Opus Dei en el año 1973 y se licenció en Medicina en 1978. Ordenado sacerdote en 1983, tuvo como primer destino Granada. Después, en 1984, fue nombrado Vicario Secretario de la Delegación de Madrid Este, donde permaneció 10 años. Posteriormente ocupó durante 5 años el mismo cargo en la Delegación de Barcelona. En el año 1999 fue nombrado Vicario Secretario Regional de Francia, cargo que desempeñó durante 9 años. En el año 2008 volvió a Valencia, colaborando sin cargo alguno en la Iglesia de San Juan del Hospital. El 17 de marzo de 2013, siendo sacerdote de la Prelatura, se precipitó desde una ventana de una casa en Alicante. En ese momento él buscaba cómo salir del Opus Dei.

En la red se puede encontrar información aportada por sus hermanos. Que descanse en paz.

Aurelio





La síntesis del padre Danilo.- E.B.E.

En su nota de despedida, el padre Danilo ha sintetizado perfectamente lo que le sucede a una gran cantidad de personas que deja el Opus Dei: el rechazo (por parte de la institución) y la perplejidad (frente al desenlace de la propia vida, luego de haber entregado a Dios años enteros dentro del Opus Dei).

El rechazo y el desenlace desconciertan -resultan difíciles de entender- porque, inicialmente, se suponía que el Opus Dei era una iniciativa divina. Pero el modo, en que terminan tantas vidas, desmiente tal origen sublime.

E.B.E.





Obedentia tutior!.- UBIVULT

Volviendo una vez más sobre el tema de la obediencia, me viene a la memoria una anécdota. Allí, por los años cuarenta, Escriva y don Álvaro todavía vivían con unos cuantos cerca del Vaticano, en la vía de Citta Leonina. Un día, estaban varios tomando el desayuno cuando, de repente, le dijo Escriva a don Álvaro, en tono de broma: “Álvaro, hijo mío, mete tus dedos en el café”. Y sin dudarlo ni un momento, he aquí que su hijo fiel le obedece, metiendo los dedos en su taza de café. Escriva sigue con buen humor: “Pero Álvaro, ¿qué haces? ¡Qué sucio eres!” Y Álvaro de responder: “Padre, “Obedentia tutior”“(la obediencia es lo más seguro).

El valor pedagógico de ese gesto es evidente por parte de don Álvaro. Viene a decir que así es como se obedece en la Obra, sin cuestionar lo que dicen el Padre y los directores que le representan.

Y en efecto, así vive la mayoría de los miembros de la Obra, obedeciendo sin pensar a los mandatos que les vienen de los directores, sin un atisbo de conciencia personal. Y bien sabemos que cualquiera que se atreviera a cuestionar lo indicado se vería tachado enseguida de “mal espíritu”.

A decir verdad, nada puede sustituirse al necesario trabajo de discernimiento personal, hecho en conciencia, porque la conciencia es el lugar propio de Dios, donde sopla el Espíritu Santo. Nada de extrañar que el Papa Francisco insista tanto en sus homilías en la necesidad del discernimiento. Solo así nos asemejamos a Cristo, compartiendo su mismo Espíritu, “donec Christus formetur in vobis”(Gal. 4: 19). Por eso decía San Serafín de Sarov que la finalidad de la vida cristiana no es otra cosa que la adquisición del Espíritu Santo.

“Son hijos de Dios los que se rigen por el Espíritu de Dios” (Rom. 8: 14). Nada que ver con criterios, mandatos, vademécum o «por favores». Desgraciadamente, son muchos los que tienen auténtico pánico a la hora de ejercer su libertad personal y libre albedrio: prefieren confiar en otros y seguir viviendo como esclavos, debajo de la ley que se les impone. En palabras de san Pablo, hacen que sea vana la pasión de Cristo que nos liberó de la ley.

En eso consiste para mí el pecado contra el Espíritu: la alienación de las conciencias, tarea llevada a cabo con perfección por el opusdei.

Por cierto, Satanás tiene su hora; Dios, en cambio, tiene la eternidad… Y son cada vez más, gracias a Dios, los que se despiertan y… se van.

“Omnia in bonum”, ¿verdad?

UBIVULT





Un buen día para Opuslibros.- JaraySedal

Lamento que entre aportaciones tan interesantes como las publicadas el 9 de marzo se haya deslizado la incomprensión de Ubivult a lo que no era más que una ironía sobre el ataque sufrido por la web en tiempos recientes, fruto, seguro, de no saber exponerla con corrección.

JaraySedal





Tirando piedras sobre el propio tejado.- zartan

Estos días ando un poco hecho puré. Se me han juntado varios nubarrones en la selva y ando un poco depre, que a veces los nubarrones se enconan como si viviésemos en Galicia y dejan caer en continuación la persistente lluvia, tanto que creo que me están saliendo branquias. ¿O será una paletada de rejalgar?

Y como al perro flaco todo se le vuelven pulgas, el otro día se le ocurre a Agustina y a Ezequiel publicar datos sobre la muerte de Danilo Eterovic siendo imposible ya dudar si su muerte fue un accidente. Al menos antes podría pensar que su estado de salud era tan precario que un mareo, una pérdida de equilibrio, un traspié podía haber sido causa de su caída ante el tren. Ahora ya no hay manera de autoengaño. Este nubarrón me está dejando como una sopa.

Mi hermana chica me diría “eso te pasa por tener empatía y lo que pasa en esa prelatura personal ya no te debiera importar”. Ya lo sé, pero eso no me quita el dolor y la tristeza que me dejó leer esa nota del 4 de marzo. Me duele y ando desquitándome a base de darles patadas a los demás inquilinos de la selva o a mi mismo y eso no es justo, que a quien debería dárselas es a Mariano F. o al mandril que afirmó eso de “no es conocido” pero me quedan fuera del alcance. ¡Hay que ser muy palangánido para hacer esa afirmación y luego irse a hacer la lectura o la oración tan pancho! ¡Alma de corcho! Vamos, que sería para trincarlo y enfilarle un par de ornitorrincos en salva sea la parte.

Hace poco le escribí aquí a un amigo mío (nacido en Francia, que ahora vive en Italia, físico él y cuyo nombre parece que no es sano decir aquí) pidiéndole que en serio hiciesen algo más con los ex o, mejor dicho, por los ex. Ahora, querido F., creo que no es necesario que te diga nada, con D. Danilo creo que os habéis pasado mogollón de pueblos. Espero que hayáis tocado fondo y que, a partir de ahora, de verdad cambien ciertas cosas y que cambien a mejor. Palabra de Zartán que el deseo es sincero.

Creo que ya lo he contado aquí mismo pero como se espera que la gente de la tercera edad nos repitamos, nos repitamos, nos repitamos… aquí va.

No soy ejemplo de nada (y menos para quienes saben que son superiores a mí), pero recuerdo que en el siglo pasado, en un centro cercano al mío, estaba recuperándose un sacerdote que había tenido un accidente de tráfico. Estaba vivo de milagro y con mas parches, placas y tornillos que Frankestein. Había pasado una larga temporada en cama sin poder moverse y luego, además de los remiendos ortopédicos que le habían hecho los brutos de los traumatólogos, le había quedado una depresión tamaño familiar y con riesgo de autolesionarse (eufemismo usado para no tener que decir “ideas suicidas”). En ese período de tiempo yo andaba liado con redactar la tesis doctoral y todos los días, en cuanto terminaba la Misa en mi centro yo salía a medio desayunar corriendo a ese otro centro para estar con ese hermano. Hasta que yo no llegaba lo acompañaba otro de su centro y yo no me marchaba hasta que llegaba al mediodía mi relevo. Mi trabajo era interrumpido a mitad de la mañana para ayudarle a celebrar Misa y muchas veces también por paseos a velocidad de caracol por la avenida de Bayona. Y todo eso con las prisas que siempre se tienen al intentar terminar una tesis. Años después, ya en la selva que me da asilo y durante un tiempo, he tenido que hacer lo mismo con una hija mía a la que le diagnosticaron una depresión endógena severa. Las dos veces lo he hecho con el mismo cariño. ¿Nadie ha podido hacer lo mismo con D. Danilo? Aquí me viene la idea de hacer una comparación de tamaño refiriéndome al famoso caballo de Espartero pero me aguanto las ganas no sea que desdiga del cargo y posición que ocupo.

Hay, además, una diferencia que cambia la especie del hecho: en ninguno de los dos casos anteriores la depresión fue producto del abandono, de la indiferencia o de la frialdad.

Me sumo a la propuesta de Hormiguita de abrir una sección “In memorian”para todos aquellos (curas y no) que vivieron el “sufrimiento del inocente” sobre el que habla el mismo Danilo en este link.

Ya se me pasará este nubarrón y, espero, alguno de los otros pero es que hay cosas que claman al cielo.

Desde una lluviosa selva y hasta las narices de mandriles
Un abrazo
Zartan


 

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