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CORRESPONDENCIA
Lunes, 29 de Junio de 2015
El cuerpo nunca miente.- Neruda
Este es el título de un opúsculo de Alice Miller. Para mí este hecho es la “prueba irrefutable” de que la obra no respeta el ordo naturae tal y como hablé en mi entrada anterior [La destrucción del Opus Dei se ha producido lentamente]. El cuerpo se venga y aparecen esas enfermedades psicosomáticas, que son una epidemia entre los numerarios (“Que hacen andar los cuerpos sin ventura / por do no pueden ir los corazones”, José Martí).
Ahora quiero escribir que el pedir la admisión como numerarios a los catorce años y medio presupone un niño herido. Elegimos un camino caracterizado “por la falta de respeto, el control obligatorio, la manipulación y el rendimiento a presión”. En mi caso, después de escribir la carta que cambió mi vida, el director me dijo: “no se lo digas a tus padres; tu vocación es como una vela recién encendida que incluso un tenue soplo de aire puede apagar”. ¿No sería natural manifestar a nuestros padres con alegría esta decisión de entrega a Dios? Comentando esto con un amigo me contestó que si a él le hubiesen dicho una cosa así habría salido corriendo, que en una ocasión fue a una reunión de un partido fascista y que cuando le dieron la consigna de no comunicarlo a sus padres, se fue para nunca más volver ¿Por qué no salí yo corriendo? ¿Era ya un niño herido? Solo un niño herido podría elegir ese camino. Probablemente no saliese corriendo porque es parte de la Iglesia y está poblado de curas ensotanados.
Otros se hicieron numerarios a tan temprana edad porque es lo que su entorno, al que querían complacer a toda costa, esperaba de ellos. Es el drama del niño que se olvida a sí mismo y solo quiere complacer a sus mayores.
La historia la conocemos todos. Al principio nuestro fundador prohibía la medicación psiquiátrica. Para él cualquier desorden de este tipo era debido a “la falta de vida interior”. Así, a un compañero del centro de estudios, que padecía de un trastorno obsesivo compulsivo, se le intentó tratar convirtiendo la charla semanal en charla diaria. Al llegar a un curso anual y sentarse a la mesa para cenar le preguntó el director ¿tú eres Menganito? Sí, contestó. Tú y yo hablaremos cada día, fue la respuesta, mientras el susodicho golpeaba la mesa para dar más fuerza a sus palabras (delante de los otros comensales; por la razón o por la fuerza, es el lema que aparece en el escudo de Chile). ¡El pobre Menganito!, que se golpeaba la cabeza contra la pared del centro de estudios y, por una relación inconsciente, tenía eyaculaciones cada vez que veía un delantal; ya había huido una vez del centro de estudios y lo tuvieron que ir a buscar a seiscientos kilómetros. La terapia espiritual no funcionó, un supernumerario sevillano lo intentó curar con medicina natural; su vida está ahora jalonada por intentos de suicidio (se suicida muy mal, no sabe: todavía no lo ha conseguido y lleva unos cuantos). Cuando se permitieron los psiquiatras en la Obra, demasiado tarde, fue a ver al numerario Dr. C., hermano del filósofo sacerdote. Me contaba que el doctor, mientras le señalaba su anillazo de la fidelidad, le gritaba: ¡¡¡treinta años de fidelidad, treinta años de fidelidad!!!! Al cabo de unos meses el doctor dejó la obra y se casó con su enfermera, que por cierto estaba como un tren.
Ese chico dejó la vocación en tercero de derecho y tardó quince años en terminar los dos cursos que le faltaban. Pasó de sacar matrículas de honor a aprobados raspados en la sexta convocatoria. Un psiquiatra le dijo que si se hubiese empezado a medicar a tiempo podría haberse curado. Nadie nunca en la obra se sintió responsable de lo que le pasó a este chico: lo depositaron (eso sí, con mucho cariño) en casa de sus padres y si te he visto no me acuerdo. Ahora se le puede ver caminando en el barrio de Chamberí con la toga de procurador puesta flotando al aire, hablando solo, como si hubiese salido de una película de terror o de una canción de Mocedades (que es lo mismo).
“Pero es igualmente verdad que nos acercamos a una evidencia: los violentos se reflejan en el espejo del mundo y su rostro no es hermoso ni para ellos mismos” (P. Neruda).
Neruda
Maripaz, tú sí que vales.- Amandus
Hace tiempo que no escribo pero no dejo de leer lo que aquí se cuece. El escrito de Maripaz, cuyo valiente, honesto y demoledor testimonio me sacudió en su día (como tantos otros) y su nueva aportación me da pie a redactar unas breves líneas.
Efectivamente, las cicatrices están ahí y se reabren una y otra vez. Yo también tengo curiosidad y sigo entrando en Opuslibros y buscando info de unos y otros. A muchos no los encuentro ni en fb ni en Google. Otros Sí están ahí, en algunos casos visten de riguroso negro con piquito blanco cual pingüinos (por cierto,animales éstos de sexualidad y moralidad dudosas). Unos parecen reír, otros intentan sonreír y a otros sólo les queda una especie de mueca (Sabina cantavit). Uff,¡qué suerte hemos tenido! ¡No querría verme en su pellejo!.
Quiero apoyar también y agradecer el libro de Antonio Esquivas, el cual me enganchó y lo devoré en apenas tres días. Creo que en estas páginas alguien (grandes colaboradores, por cierto) se ensañó injustamente con él. En mi caso, queridos amigos, ni perdono ni olvido. Sería como decir:"aquí no ha pasado nada" Y sí ha pasado, y mucho.... y, lo que es peor, sigue pasando...
¡Feliz verano LIBRE y playero (sin guardar la vista porfa) a tod@s.
Amandus
Otro encuentro en la tercera fase. Para Maripaz.- Hormiguita
Querida Maripaz,
Por un lado, quiero pedirte que te dediques a escribir novelas, porque redactas la mar de bien.
Por otro, me simpatizo contigo, y te diré que tus sensaciones no me han sorprendido. A mi me sucedió un "encuentro en la tercera fase" similar. Recién salido, recuerdo que sentía angustia y asco, cada vez que entraba en una iglesia de la Obra. Me afectaba los nervios de la espalda, y sentía que se ponía la espalda como la de un "gato erizado". Lo resolví fácilmente, escuchando a mí mismo. "Mi cuerpo me dice que no entres, pues no entras". Se acabó el problema. Nunca volví a entrar en una iglesia de la obra. Bueno, una vez sí, años después, porque un amigo no podía creer lo que le explicaba de la obra.
Muchos dirán, que no es para tanto, pero me da igual.
Aprovecha ese jardín, para refrescarse los pies, y estirarse al césped mirando el cielo estrellado. Y ríete a carcajadas del centro.
Deseando un buen verano a todos. Y a Maripaz, ojala algún día caiga en mis manos una novela tuya.
Hormiguita
La Obra de don José Maria.- Rocaberti
Amigos:
Como comentario a los escritos sobre el funcionamiento de la Obra, quisiera aportar mi punto de vista. Creo que considerar que el origen del Opus Dei fue una moción divina es un grave error. El origen de la Obra estuvo en su fundador y su forma de funcionar se debe a quien le dio vida. No es otra cosa que una institución modelada según su criterio. El Opus Dei y Escriva son lo mismo.
Únicamente partiendo del carácter y la ambición de don José Maria se entiende la Obra. Quien busque en el evangelio sus raíces nunca entenderá nada. El amor a los desfavorecidos, la sencillez, la cordialidad con todos, el desinterés por las riquezas,etc. etc., no existen en el Opus Dei. Allí se busca relacionarse con los poderosos; se sienten superiores; cuando se visita a un pobre es para animar al acompañante, el pobre es un mero instrumento, como si fuéramos a un museo para estimular el sentimiento estético del acompañante; la amistad no existe y la fraternidad tampoco; el dinero, las joyas, los edificios lo son todo: es como si Jesucristo se hubiera ido a vivir al mismo barrio que Poncio Pilato y la Virgen pasara las tardes en casa de la Poncia haciendo apostolado, mientras las auxiliares le limpiaban la casa.
Como dije no creo que don José Maria fuera una mala persona, pero sí que su alma tenía oscuridades: odio a quien dejara la Obra; engaño en no mostrar y traducir, en las lenguas del lugar, las Constituciones, para que los candidatos tuvieran un tiempo de discernimiento; no respetar la libertad en la elección de confesor para que cuando alguien necesitara un juez que no fuera parte, pudiera hacerlo; Afirmar que la Obra tuvo origen divino: él pudo creerlo, pero fue injusto en obligar a los demás a hacer lo mismo; fomentar un proselitismo interesado sin pensar en el bien de las personas, sino sólo en los intereses de la institución (El papa actual ha pedido que no se haga proselitismo); controlar la vida, el pensamiento y los bienes de los demás. Fue una perla, aunque santa, heroica. Tuvo carisma.
Yo le recuerdo amable: una vez tuve ocasión de hablar con él y fue muy simpático; pero también tengo la experiencia de que influyó demasiado en mi vida: mi religiosidad careció de espontaneidad, siempre intentando seguir las pautas señaladas por los directores, muy contrarias a mi forma de ser. Estuvo muy pendiente de su Obra y poco de las necesidades humanas de la gente que se acercaba a su organización. Supongo que si lo hubiera hecho, la Obra no tendría el poder y la riqueza que tiene. El éxito de su invento fue su gran baza, pero ha dejado mucha gente en el camino, y esto no es lo que predicó Jesucristo.
Rocaberti
Alejandro Castellani S. J.- Ruta
“Escrivá, de Barcelona tomó un barco a Génova, y luego viajó otra vez en auto a Roma. Raimundo Panniker recuerda el regreso de Escrivá de Roma. «Mis hijos», les dijo, «he perdido mi inocencia». De acuerdo a Panniker, Escrivá fue a Roma como un sacerdote sin doblez, honesto y simple -en otras palabras, ingenuo. Allí vio cómo se manejaba la Iglesia, cómo la intriga y los padrinazgos estaban a la orden del día en la corte papal. Si los cardenales y todos los monsignori podían comportarse así, razonó, debe ser perfectamente legítimo, y, por tanto él también podía proceder así, todo, desde luego, con miras a promover el Reino de Dios.” Alejandro Castellani S.J. 1899-1949 (Sebastián Randle)
La multitud de situaciones y estados interiores de su protagonista, y la paradoja de que muchas de las experiencias de su protagonista sean perfectamente extrapolables al Opus Dei, creo que convierten la biografía de Castellani, en un relato insustituible, para comprender muchas cosas que pasaron y pasan en el Opus Dei y ayudar a curar heridas.
Como ejemplo sirvan los siguientes párrafos sacados de la biografía de Alejandro Castellani, escrita por Sebastián Randle...
(Leer artículo completo...)
No me canso de asombrarme.- Apolo
Realmente cada vez que acudo a leer a esta página no me canso de asombrarme de como en una institución católica se puede a través del tiempo dejar tantas "víctimas".
He escrito en alguna ocasión, porque aunque no pertenezco al Opus, sí me toca un poco al formar parte de un matrimonio "mixto", es decir supernumerari@ con cristian@ sin más.
Pero como decía al principio nunca llegaré a entender cómo es posible que personas que con la mejor voluntad deciden pertenecer a un grupo católico que se dice llamar Obra de Dios nada más y nada menos, acaban heridas y abandonadas con la excusa de que ya no interesan. ¿ Acaso no se lee el Evangelio ? Jesús jamás dejó abandonado a nadie de sus amigos, y amigos para El eran todos. Esto si se lee el Evangelio diariamente se va entendiendo que sus palabras es roca sobre la que el hombre prudente edifica bien la propia vida. Esa misma palabra, oída y olvidada, es la arena sobre la que edifica para su ruina el hombre necio.
Mi opinión al respecto es que cuando a alguien se le rechaza a la vez se le está juzgando. Eso es como suplantar a Dios que es el único Juez y por lo tanto le niego a El para afirmarme a mí mismo y considerarme mejor que el hermano a quien juzgo.
Sólo de verdad con la Palabra de Dios, palabra viva y eficaz, palabra que penetra hasta los secretos del alma, podré ver con claridad mi enorme viga atravesada en mi ojo.
Las palabras de Jesús curan, no dejan víctimas, acogen y no abandonan JAMÁS.
Por esta razón, dudo cada vez más de que esta institución perdure en el tiempo. Algún día tendrá que pedir perdón.
Apolo
La huella alemana en la GESTACIÓN de CAMINO.- ArturoHV
La huella alemana en la GESTACIÓN de CAMINO
Arturo Hernández Vega, 29/06/2015
[…]
En Burgos, en Noviembre de 1938, Escrivá cambia su tranquilo trabajo como escritor de varios libros a la vez y de repente le entra mucha prisa, le urge terminar “su libro” y verlo publicado. (Más abajo me extenderé en la interpretación de estos rasgos históricos que nos ofrece con gran lujo de detalles Pedro Rodríguez).
[…]
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