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CORRESPONDENCIA
Lunes, 03 de Noviembre de 2014
Fraude vocacional.- E.B.E.
Una forma de comprobar el fraude vocacional que pueda existir dentro del Opus Dei, es comparando las nuevas constituciones de los Legionarios y los Estatutos del Opus Dei de 1982 junto con un tercer elemento: la vida real, es decir, lo que realmente sucede todos los días en la vida de cada integrante del Opus Dei (laico o sacerdote), particularmente en el caso de los miembros célibes.
De esta forma podrían comprobar tres cosas:
1) Las diferencias entre las Constituciones de los Legionarios y los Estatutos de la Prelatura del Opus Dei (donde, por ejemplo, no aparece la obligación de hacer testamento)...
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Dar la cara en Opuslibros.- La última de la fila
Hola a todos: desde hace días vengo pensando en los diferentes escritos que se han publicado sobre darnos o no a conocer. Es verdad, estoy de acuerdo en que el anonimato no es lo más aconsejable, pero también es verdad que a algunos no nos queda otra. Veréis, me gustaría saber explicarme. Cuando el daño te lo pueden hacer a ti solamente, por muy grande que éste sea, desde la difamación hasta que digan que has perdido la cordura, se puede soportar, pero cuando ese daño se lo pueden hacer y se lo hacen a tus hijos, la cosa varía...
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La única manera digna de salirse del Opus es ser nombrado obispo.- Josef Knecht
Me han parecido excelentes los dos artículos de Rampsall (24.10.2014 y 31.10.2014) que tratan de la excardinación de los sacerdotes de la prelatura personal. Sobre la cuestión de los obispos, que Rampsall glosa en su segundo artículo, tan sólo quisiera recordar que ya Idiota (11.07.2007) escribió a este respecto una sentencia graciosa, que ahora transcribo: “¡la única manera digna de salirse del Opus Dei es ser nombrado obispo!”. Rampsall –y también Newman– desarrolla esta idea explicándola en su artículo del 31.10.2014, del que cito el siguiente párrafo:
Así pues, los sacerdotes numerarios ordenados obispos no pertenecen en adelante al clero de la prelatura, ni tienen dependencia de régimen del Prelado. Cuando se jubilan, pueden elegir entre vivir en un domicilio particular a cargo de la diócesis, o de la Sta. Sede si son titulares curiales, o volver al convento o centro. Lo primero es lo más frecuente. ¡Cómo va a mandar el Prelado sobre un obispo! Es al contrario, los obispos son los que mandan. Los obispos jubilados siguen bajo la jurisdicción del Papa.
Son ironías de la vida humana, cuya casuística llega a veces a vericuetos complejos. La Obra de Escrivá, supuestamente tan laical y tan de cristianos corrientes en medio del mundo, considera “anatema” al laico o al sacerdote que libremente se desvincula de la prelatura personal, como ha recordado E.B.E. en su aportación “Cambiar al Opus Dei” (31.10.2014); de ahí que los directores del Opus dejen de ayudar a esos “anatemas” por ser traidores a su vocación. Ahora bien, si un sacerdote prelaticio es nombrado por el Papa obispo diocesano y, por tanto, se desvincula jurídicamente de la prelatura personal, no sólo no es “anatema”, sino que pasa a ser una gloria para la Obra de Escrivá. A esto es precisamente a lo que Idiota se refirió en 2007 con su irónica sentencia: “la única manera digna de salirse del Opus Dei es ser nombrado obispo”, es decir, una manera nada laical.
Quien se marcha del Opus no para ser obispo, sino para llevar una vida de cristiano corriente en medio del mundo, que es el caso de muchos ex numerarios/as, se convierte en un “anatema”, siendo así que el carisma específico de la Obra de Escrivá es el de ser cristianos corrientes en medio del mundo y no el de llegar al episcopado. ¿Acaso no es verdad que la vida humana alcanza de vez en cuando complejidades raras a más no poder?
Como bien explicó E.B.E. en la citada aportación, el Opus sabe halagar a los poderosos para encontrar en ellos apoyos a sus intereses institucionales. Los sacerdotes prelaticios que llegan al episcopado son piezas clave en el entramado de poder, tanto eclesiástico como civil, que el Opus Dei ha sabido tejer en la Santa Sede y en otros países, entramado que algunos periodistas denominan “Octopus Dei” (“Pulpo de Dios”), como he recordado en mi escrito del 27.10.2014. No es de extrañar que esos obispos aprovechen la posición privilegiada de su cátedra episcopal para halagar a distintos benefactores de la prelatura personal. Lejos de ser considerados “anatemas”, pasan a ser protectores oficiosos, pero eficaces, de los intereses institucionales de la Obra de Escrivá, el cual, dicho sea de paso, se quedó con las ganas de ser nombrado obispo (ver Marcus Tank: Petensión del espiscopado para san Josemaría Escrivá de Balaguer, 14.03.2014).
Josef Knecht
Sobre la carta de Antonio Esquivias.- Job Fernandez
Después de leer la carta de Antonio Esquivias (Carta abierta a los lectores y escritores de Opuslibros, 20-10-2014), tengo que decir que he vuelto a sentir ciertos fríos aires del pasado; de cuando estaba en una organización llamada Opus Dei. En concreto, la forma y el contenido de la carta me han llevado a rememorar el tono y contenido de escritos, alocuciones y consejos, con los que continua y profusamente nos pastoreaban en el Opus Dei. He vuelto a rememorar a personas que querían dirigir, más bien, empujar mi conciencia, para que actuase en la dirección que consideraban más adecuada o conveniente. He vuelto a rememorar los forzamientos de la conciencia a que he sido sometido; se supone que eran para mayor gloria de Dios y, en especial, de la institución que ahora se clasifica como prelatura personal. Fundada y dirigida, como “cosa propia”, por alguien al que han logrado subir a los altares, no sé si a la santidad.
No es que no necesite la opinión de los demás, siempre me parece adecuado escuchar, eso ayuda a enriquecerse en planteamientos y a valorar a los demás. Pero lo que valoro realmente es que no se metan a dirigir mi vida sin habérselo pedido. Compruebo con cierta frecuencia, que hay en la sociedad personas que necesitan hacer de redentor y que consideran que su función es pastorear a los demás. A los otros, que parecen carecer de criterio o de una actitud medianamente racional ante la vida. Pero yo hace tiempo que me he salido de un rebaño y no pienso adscribirme a otro, aunque tenga ligaduras etéreas.
No he dejado de ser cristiano después de mí salida del Opus Dei; ya era cristiano, digamos: responsable, antes de mi entrada. Después de la salida retomé mi camino vital anterior. Me liberé entonces de corsés mentales; de ser tratado como un menor de edad; de estar sometido a manejos y presiones sobre conciencia moral; y de tener fe sobrenatural en un personaje apellidado Escrivá (y escribo “fe sobrenatural”, porque eso era exactamente lo que nos inculcaban).
Partiendo de las consideraciones anteriores, entiendo la carta que escribe Gervasio (Publicada en Opuslibros el 24-10-2014) en contestación a los planteamientos de la carta de Esquivias, aunque quizás yo la hubiese realizado en otro tono. No es que yo le aplique a Esquivias mis consideraciones anteriores en toda su extensión, solamente son la referencia de la conclusión expuesta. Tampoco pretendo lanzar a Antonio Esquivias a las tinieblas exteriores de la nada, le entiendo perfectamente y me duele su problema. Pero, puede que se haya excedido un poco en la forma de plantear sus exigencias.
Job Fernández
Más sobre la larga batalla.- Conrad.
No puedo estar más de acuerdo con lo que EBE publicó el pasado viernes (31/10/2014):
"El método para enfrentar al Opus Dei ha de caracterizarse por la sutileza, no por el enfrentamiento abierto, y también por diversas iniciativas muy meditadas y sólidas, ejecutadas sin apuros".
En mi opinión, ese método no choca con iniciativas como la de Antonio Esquivias u otras de corte similar, pero no me parece que las de este tipo resulten, al final, las más eficaces.
Eso sí, todo suma, no lo olvidemos ni lo discutamos.
Un abrazo.
Conrad.
Exit(o).- Sharon Sharia
Ayer, 2 de noviembre me decía un amigo que los cadáveres se entierran, queman, refrigeran, embalsaman… pero siempre "crecer es aprender a despedirse”.
En mi caso jamás había pensado en cómo hubiera sido mi vida si hubiera doblegado mis principios morales y acallado mi racionalidad, para aceptar como bueno y cierto lo que me propusieron en la delegación. Fue providencial haber volado a tiempo.
Aprender a despedirse, saber decir hasta aquí con garbo, firmeza y alegría fue lo mejor que pude haber hecho. Para mí el dejar el Opus Dei no fue similar a un divorcio, más bien fue como alejarse o enterrar a quien en su momento se amó pero murió. Aunque efectivamente es duro descubrir que fui una de tantas víctimas de un fraude no tipificado pero no por eso menos cuantioso o doloroso.
Sharon Sharia
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