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CORRESPONDENCIA
Miércoles, 03 de Octubre de 2012
El voto.- Haenobarbo
Respecto al voto de no aceptar el episcopado que al parecer habría emitido Escribá, solo decir que Joseph Knecht no deja de tener razón: Desde los primeros tiempos, los jesuitas emiten ese voto como señal de que su vocación es servir a la Iglesia en la Compañía.
El voto solo puede ser dispensado por el Prepósito General una vez que este ha aceptado el requerimiento de la Santa Sede para que uno de sus súbditos acceda al episcopado.
Por razones que no vienen al caso, estudié este tema hace unos años y pude comprobar que muchos sacerdotes dirigidos espiritualmente por sacerdotes jesuitas lo emitían. Y esto porque los jesuitas, al igual que todos los religiosos, entienden que es de buen espíritu hacer vivir a otros su propia forma de vida.
En el confesonario y en la dirección espiritual, solían recomendar a los sacerdotes que se dirigían con ellos determinadas prácticas que les eran propias, como una forma de hacerles compartir su propio espíritu. Por otra parte es condición esencial, para que un sacerdote llegue al episcopado, que no lo haya deseado, por lo tanto la práctica de emitir ese voto era de cierta manera un modo de hacer patente ese desprendimiento de los cargos eclesiásticos.
No es raro así que Escribá, que se dirigía con un jesuita, lo haya emitido: era moneda corriente en su época.
Así, cuando la Santa Sede por medio de sus representantes, le comunicaba a un sacerdote que había sido propuesto como posible candidato a una mitra, éste podía decir que había emitido voto de no aceptar cargos eclesiásticos. El voto, si en realidad el candidato era interesante, podía ser inmediatamente dispensado.
No quiero decir con esto que quienes emitían ese voto, lo hayan hecho con doblez; de ninguna manera. Solo quiero decir que no es ni original – como casi nada en Escribá lo fue – ni heroico ni nada que se le parezca la emisión del tal voto: era una práctica bastante extendida entre los sacerdotes seculares.
Como también era bastante extendida – y esto es una digresión casi humorística – la práctica de los sacerdotes españoles de usar un amplio solideo. ¿Recuerdan que se enseñaba que Escribá, para disimular su juventud, usaba un gran solideo negro? ¿Y que había fotos de él con el tal solideo? Pues miren esta perlita:
El solideo hispano era amplio y borlado. Virtualmente desconocido fuera de España y muy corriente en la Corona de Aragón. De hechura más amplia que el solideo al que estamos acostumbrados, estaba rematado por una borla, y substituía convenientemente otros cubrecabezas, siendo habitual llevarlo fuera de casa y hasta con traje coral.
El tal solideo ese era aragonés y español: grande. No, Escribá no fue original ni siquiera en esto, a pesar de que los hagiógrafos lo quieran hacer pasar como una virtud.
Para terminar: Giovanna, flaco favor le has hecho a Guillaume.
Haenobarbo
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