Querido pepeg:

Estoy de acuerdo contigo, el no entendernos se debe más a mis malas explicaderas que a tus entendederas.

Todos sentimos miedo en nuestra vida. Gracias a él hemos llegado a sobrevivir como especie. Yo no he dicho que en esta vida no existan miedos, pero solo eres feliz cuando los superas, y esto está más cercano a la ancianidad que a otra etapa de la vida. ¿Y cómo es esta etapa en los centros de mayores?, ¿son felices? y en muchos casos ¿qué ha desaparecido el miedo o la razón?

Tú hablas del miedo que llamamos equilibrante porque está asociado a la prudencia y nos permite reconocer aquellas situaciones que pondrían en peligro nuestra propia integridad, está en inmerso en la educación, en la sociedad, y está demostrado que el miedo es un producto emocional del cerebro.

Está presente desde el comienzo en las escrituras: “Jehová Dios vio al hombre, y le dijo: ¿Dónde estabas tú? Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí”. (Génesis, 3,9).

Pero yo no me referí a ese miedo, sino más bien al miedo insuperable. El que llega a dominar la voluntad. Anula los contratos y puede excluir la responsabilidad criminal. (Están exentos de responsabilidad criminal (…) el que obre impulsado por miedo insuperable. (Código Penal español, Art 20.6, vigente desde 24 de mayo de 1996).

Yo me refiero al miedo que alcanza cotas de terror, que fue lo que yo sentí. Dije que no generalizaba, tal vez solo lo sentí yo, aunque por correos que me están llegando creo que no.

A menudo el individuo siente que está en peligro de muerte inminente, (no comes, no duermes, tienes nauseas, jaquecas, adelgazas constantemente) y tiene una necesidad imperativa de escapar de un lugar o de una situación temida (aspecto congruente con la emoción que el sujeto está sintiendo). El hecho de no poder escapar físicamente de la situación de miedo, extremo en que se encuentra el afectado, acentúa sobremanera los síntomas de pánico.

Experimentar un ataque de pánico es una terrible, incómoda e intensa experiencia que suele relacionarse con que la persona restrinja su conducta, lo que puede conducir, en casos, a adoptar conductas limitativas para evitar la repetición de las crisis. La edad de inicio de este tipo de trastorno (entre 18 y 25 años la mayoría de los casos según DSM y CIE) puede hacer pensar que el problema esté relacionado con la desvinculación y la autonomía personal. En el ataque de pánico pueden presentarse varios síntomas físicos vinculados al miedo. En la crisis también se presentan algunos de los siguientes miedos y sensaciones:

• sensación de perder el control, miedo a perder la razón
• sensación de miedo incontrolable, hacia personas, cosas o situaciones
• despersonalización o desrrealización (percepción de irrealidad: sentirse que uno mismo y/o el entorno no son reales)
• deseo imperativo de escapar del lugar, momento y situación en los que se produjeron las crisis.

No obstante, insisto, aunque solo hubiera sido yo la que pasó por esto, me parece aberrante conducir a la persona a esta situación, cuanto menos en nombre de Dios. Yo no hablaba del miedo a ir a matar dragones, sino del que se puede sentir cuando te obligan a creer en ellos.

Janabenito (Julia)

Después de leer el escrito de Melqui del pasado miércoles me gustaría mostrar mi opinión.

Resumiendo, y por esquematizar tras las argumentaciones que aparecen en el mencionado escrito, la conclusión breve sería: látex no y mercurio sí. Y para ilustrar esta conclusión pone un ejemplo que me parece que no es adecuado ni oportuno: para no engordar hay dos caminos o prescindir de algunos alimentos o atiborrarse para luego echar todo fuera...

Quisiera no equivocarme, pero no creo recordar ninguna cita evangélica en la cual Jesucristo hiciese mención del control de la natalidad. Cierto es que la Santa Madre Iglesia sí lo ha hecho y, como todo cristiano, conozco la encíclica "Humane vitae". Aún así allá vamos.

Mi idea de la encíclica y de la moral de la Iglesia católica es la de abordar el tema de la PATERNIDAD RESPONSABLE, desde una determinada vertiente, como no podría ser de otra forma: LA VERTIENTE DEL AMOR. Al fin y al cabo, es el propio matrimonio, en base al amor que se profesan, quien sabe en el fondo de sus corazones abiertos a la verdad, hasta qué punto puede asumir, física, psicológica y materialmente, los hijos que el Señor pueda darles. Se debe pensar siempre que, también el Señor les ha dado, mediante las gracias recibidas en el sacramento matrimonial, inteligencia para discernir, amor para amar y capacidad para superar las dificultades propias de su estado...

No quisiera entrar en debate ni teológico ni doctrinal con nadie, entre otras cosas porque el discurso es harto conocido, la moral de la Iglesia Católica, la Humanae Vitae y el sum sum corda nos los sabemos de memoria, no hacía falta que nadie nos lo recordara. Precisamente al escribir mi anterior aportación omití expresamente el siguiente párrafo en el último momento: “Ya sé que alguien saldrá con que el material no tiene ninguna culpa, sea látex o sea el Levonogestrel (principio activo de algunos métodos anticonceptivos hormonales), sino el uso que se le da y la intención del que lo usa”, pensando que era obvio, pero me equivoqué…

Mateo 23, 24 ¡Guías ciegos que coláis el mosquito y os tragáis el camello!

En referencia a Sexo, mercurio y cintas de vídeo, de Melqui y La doctrina sobre la anticoncepción es de la Iglesia Católica de Daneel.

No a la reificación. Jesús no dijo nada sobre control artificial de la natalidad. Sin embargo nos han llegado sus palabras sobre la justicia, la misericordia con los más débiles, el obstáculo que supone el dinero para entrar en el reino de los cielos. También sabemos que fustigó la hipocresía religiosa. No porque las prácticas religiosas “estén mal”, sino porque un ser humano de fe no puede conformarse con cumplir mientras su corazón está lejos de ser misericordioso.

Es un peligro que acecha a toda persona que se considera religiosa, y desgraciadamente lo podemos comprobar con facilidad. En el Opus Dei directoras y directores causantes de inmensos sufrimientos en los demás con sus exigencias, no dejaran un solo día de su vida de asistir a la misa en latín, comulgar de rodillas y en la mano, rezar su rosario y confesar cada semana. Todas estas prácticas y miles más habituales, obligatorias, “camino al cielo” en el Opus según el fundador, son llevadas con rigor por seres humanos a los que no les tiembla la mano a la hora de hacer sufrir a sus subordinados con pesadas cargas, culpabilidades, enfermedades psíquicas, exigencias contradictorias que rompen el alma, obstáculos para desarrollar los talentos innatos mientras se obliga a otras tareas por las que no se siente inclinación. El afán de fastidiar elevado a ley, y además a método de santificación de los demás por medio de normas que uno mismo se guarda bien de cumplir...

He recordado algo y quiero contarlo. Yo vivía en un país extranjero y con motivo de la enfermedad de mi padre volví unos días a mi país (contra la voluntad de los directores que intentaron trampearme para que no lo hiciera). En fin, el hecho es que a los pocos días mi padre falleció, pero no viene al caso.

La anécdota es que en esos días me llamaron a la Comisión Regional, para almorzar. Mientras esperaba en una salita se me acerco el encargado de asuntos económicos y tuvimos una larga charla. Me comento que quizás podía encontrar fuentes de financiación en el país en el que entonces residía para proyectos impulsados por la obra. No habría nada de malo en ello, solo que los proyectos eran “falsos”. Jajaja… me río ahora porque lo cuento y yo mismo no puedo creerlo.

El tema es que cada Fundación u organización que da dinero tiene siempre algún objetivo en mente: la formación de la juventud, darle de comer a los niños pobres, educar a los brutos, etc. La idea era que yo consiguiera quien quisiera donar, ellos se encargaban de armar el proyecto a la medida, como un sastre. Luego el dinero se usaría para lo que las labores lo requirieran.

El relativismo moral de la obra es de tal calibre que a este señor no le parecía que estuviera haciendo nada malo: el bien de la obra es suficiente justificativo para apropiarse de los fondos ajenos. Pero lo peor de todo es que… ¡a mi tampoco me parecía mal!

Por eso no me animo a juzgar a esos profesores que escribieron el Itinerario Jurídico sin verificar los documentos originales… Todos vivíamos inmersos en cumplir la “voluntad de Dios” y nuestros parámetros éticos estaban muy pero muy desorientados.

Aprendamos la lección y arrepintámonos de nuestras malas obras.

Paz a todos.

Otaluto

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