CORRESPONDENCIA

Viernes, 08 de Mayo de 2009

8 - ¿Todo durante mi pertenencia en el Opus Dei fue malo?… pues no

Carlos F., 8 de mayo de 2009

Yo soy de los que piensan de que no hay que arrepentirse de nada en la vida y de que de los errores también se aprende, y desde luego, de mi pertenencia al Opus Dei, aunque en lo religioso las experiencias fueron negativas, en lo humano, también saqué experiencias positivas, especialmente de la maravillosa e idealista gente con la que conviví o traté (aunque algunos compañeros, directores o sacerdotes, pocos, no eran muy soportables, pero esto también pasa en cualquier empresa o colectivo en el que te muevas o incluso en tu propia familia). Así por ejemplo, entre las cosas interesantes citaré las siguientes...

He pensando en ocasiones, pero, gracias a Dios, cada vez con menor frecuencia, hasta olvidar la mayor parte de ellas, en alguna de las escatológicas y  rotundas frases con las que Escriba (pues ese era su verdadero apellido) nos ilustraba, nos “formaba” y nos… acojonaba, con el dogmatismo propio, no de un padre (aunque él se hacía llamar Padre, con mayúscula) sino de un Papa, hablando ex – cátedra, hasta esculpir en nuestras almas el espíritu de su opus. Me detuve uno de estos días, en  una de esas “perlitas” que no tiene pierde. Pero mejor os cuento la historieta.

Estaba yo recién pitado en una ciudad de provincias que sólo tenía “apeadero”. Allí las fuerzas vivas del opus éramos un grupo variopinto de cuatro o cinco inexpertos y jovenzuelos numerarios y agregados pilotados por un “señor” agregado de casi cuarenta años, que no era director pero al menos “hacia cabeza” como senior.

 Llegaron unas vacaciones y vino, desde Madrid, a visitar a su familia, un numerario que, como procedente de la capital, estaba más enteradillo que aquellos pardillos provincianos que éramos nosotros. Traía aquel numerario (L. M. L) noticias frescas de “Mariano”, por lo que el senior nos convocó a una tertulia especial para ponernos al día de las últimas andanzas del “padre”.

Una vez instalados en la sala de estar, y después de haberse producido el adecuado silencio, con cierta parsimonia y prosopopeya,  tiró el buen  L. M. L. de agenda… Leyendo unas veces las notas de su Luxcindex o haciendo comentarios de viva voz, en otras ocasiones, con un gran despliegue de detalles nos fue desgranando la historia:

-- “Mariano” ha estado en Bilbao, concretamente en Gaztelueta, para salir al paso de una calumnia que han difundido los jesuitas sobre el lujo de ese colegio de “casa”...

Es de notar que ese viaje a Bilbao  era una de las primeras salidas que Escribá  hacía de Roma, donde estaba recluido desde hacia tiempo debido al famoso “cerco”. Cerco, que según supe después a través de las filtraciones que circulaban en las tertulias piratas  (no oficiales, pero vistas con cierta complacencia por los directores) habían propiciado los jesuitas con las calumnias, que sobre el opus, habían difundido en el Vaticano, durante el pontificado de Pio XII…  

Pero continuemos la tertulia… Siguió L.M.L. su relato y en un momento dado, señalando insistentemente con el dedo índice a su agenda, dijo con voz solemne:

-- Esto es textual. (lo que podía interpretarse: vamos, que aquí anda de por medio el mismísimo Espíritu Santo)

Tras una solemne pausa, un prolongado silencio, una mirada, que se iba fijando sucesivamente durante unos segundos larguísimos, en cada uno los asistentes… es decir con una puesta en escena propia de una película de supense  soltó L.M.L. la “perlita” aleccionadora que había soltado el inefable Mariano, pocos días antes en Bilbao.

-- …¡Qué pena me dan los que se van! ¡Dudo de su salvación eterna y no daría por sus almas ni una perra chica*!

En medio del silencio aplastante de la sala de estar, la frase sonó rotunda, apabullante, definitiva. Mi acojonamiento fue olímpico. Estuvo sobre mi conciencia, como una pesada losa todos los años de mi pertenencia al opus, que no fueron pocos, y era el argumento que más me lastraba a la hora de tomar la decisión de largarme de aquella caverna.

Me consta que sus efectos devastadores resonaron durante muchos años en las fieles orejas y sencillas conciencias de muchos de los hijos del santo marqués. Yo solo fui uno más entre ellos. Ahora (bueno desde hace ya mucho, mucho tiempo) me río de la puerilidad mía  y de la presunción de Escribá que se irrogó atribuciones que el mismo Dios nunca se ha atrevido a imponer a nadie, alegando no sé qué iluminación que recibió  un día dos de octubre de 1928. Ahora le llaman santo y a los que gracias a Dios nos hemos ido se atreven a maldecirnos, a llamarnos renegados, cobardes, traidores y condenados al fuego eterno.

Asombroso ¿No? Increíble.

Ex_apéndice

*Perra chica= Nombre coloquial que se le daba a la moneda española de cobre o aluminio que valía cinco céntimos de peseta.

Querida Celeste:

Gracias por escribir, aunque las noticias que me das no son nada agradables para mí, pero por lo menos sé de Lucía, ya le rendiré mi homenaje en estas páginas. De todos modos, necesito que me confirmes que de ella se trata, cuesta aceptarlo...

Ya pedí tu email y te escribí pero no recibo una respuesta tuya. Por favor, escríbe a mi correo, tenemos tanto de qué hablar!!!

Espero tu carta, por favor, responde.

Un abrazo,

Nadie

Tampoco estoy de acuerdo con Malhijo:

Me parece algo muy absurdo decir que cuantos más hijos tenga un matrimonio menos cariño reciben los hijos porque lo deben repartir. Una de las ventajas de los bienes inmateriales, como la amistad, el amor, la bondad (y de los males inmateriales: como la ira, el odio, la envidia, diré para no ser tachado de cursi) es que se pueden repartir y multiplicar sin que se pierdan. No es como los panes o los peces, que eso se reparte y si hay muchos, pues toca a menos. Es lógico que si tienes 15 hermanos tengas que compartir una habitación con alguno de ellos; es lógico que el trozo de pastel sea más pequeño; es lógico que quizá no haya una PSP para cada uno; es lógico que te lleves mal con alguno de ellos; es lógico que te lleves bien con alguno de ellos. Pero decir que los padres dan menos cariño a sus hijos es una solemne tontería. Recuerdo que en la humanidad somos uno 6.000 millones de personas, y en otras culturas también está bien vista la paternidad. Y que hay mucha gente que tiene varios hijos y no ha oído hablar ni siquiera del mandato bíblico (Creced y multiplicaos) y quiere muchísimo a sus hijos. La familia es una realidad que supera con creces incluso al cristianismo, ya que antes de Cristo hubo familias; ya que hay mucha gente que no ha oído nunca hablar de Cristo y tiene una familia a la que quiere y ama.

Por favor, no seamos etnocéntricos (es decir, considerar que la humanidad es como nosotros). Como ya he dicho en otras ocasiones, no generalicemos a partir de una anécdota. Eso se llama en teoría de la argumentación accidente inverso y es una falacia o engaño.

Supo

 Miedo a la felicidad, porque quién sabe si ésta nos puede traer un disgusto, o quién sabe si ésta nos puede condenar para siempre.  Miedo a Dios, que los condena una y otra vez en cada conato de salirse del pequeño tiesto que los hace crecer atrofiados.

Lo siento por tí, Malhijo, de veras. Se vé que no tuviste una infancia feliz como la mia. Yo fuí afortunada por que mis padres me transmitieron la fé en el seno de una familia numerosa. No en vano mi madre (que después de muchos embarazos se hizo de la Obra, cosa que también hizo mi padre) dió a luz a nueve hijos vivos y perdió a otros tantos por que Dios así lo permitió.

A mí me enseñó mi madre que Dios había creado al hombre para que fuera feliz, por eso no le tengo miedo a la felicidad. Y en casa se nos enseñó que el pecado es una ofensa a Dios, y que a Él no hay que ofenderle como no se ofende a un padre, por amor. Y que en todo caso no es Dios el que te echa de su lado sino uno es el que se aparta de Él.

Tanto así que en la ilusión de crear un hogar alegre como fué el mio después de salirme de la Obra y haberme casado decidimos mi marido y yo (él no es de familia numerosa pero desde que nos conoció envidio nuestra familia) tirar para adelante mientras pudieramos. Hemos tenido ocho hijos a los que con la ayuda del Cielo y un poco que ellos pongan de su parte espero ver felices el resto de su vida, sabiendo que sus padres (a pesar de nuestros defectos)  les quieren a cada uno tal como son, y que les hemos dado lo mejor que teníamos (como cualquier padre hace) En nuestro caso el legado son sus hermanos,- nuestro tesoro.

Un abrazo y te deseo lo mejor.

Marta

Como a la mayoría de vosotros, supongo, no suele darme tiempo a leer todo lo que se publica en esta web. En ocasiones no me da tiempo a leer todas las actualizaciones, y si se me juntan varias seguidas sin leer, generalmente ni intento ponerme al día...: me resulta imposible ponerme al día. 

Seguramente por ese motivo no leí el 13 de abril de 2009 el escrito de Tolosa titulado “Quiero compartir algo que viví en el Opus Dei”, ni la única respuesta que ese escrito recibió en esta web por parte de Armando el viernes 17. Casualmente los he leído ambos hoy, y me siento fatal. Me gustaría explicaros porqué. 

En el escrito de Tolosa se denuncian de forma muy explícita los abusos sexuales a los que él fue sometido durante su pertenencia al Opus Dei, por parte de un miembro numerario de dicha institución. Me parece un tema gravísimo, y todavía me parece más grave que por lo visto y a tenor de la respuesta recibida (silencio...), a nadie excepto a Armando y ahora a mí nos lo parezca... ( y a las posibles personas que han escrito e-mails personales a Tolosa, que ignoro si los hay ni cuantos son, pero suponiendo que las hubiese y que prefieran dirigirse a él en privado, no comprendo qué problema hay en comentar además algo en público acerca de una denuncia tan grave como esta...). O es que nadie leyó la actualización de la web de ese día como me pasó a mí...?, no lo sé. O es que nadie da crédito a esa acusación, tal vez...?. No se me ocurren muchas más posibilidades para el silencio tan salvaje con que todos nosotros hemos contestado a Tolosa, pero si las hay personalmente me encantaría tener la oportunidad de conocerlas.  

Quiero aclarar que no estoy pretendiendo pegar una bronca camuflada de “buen criterio”, como esa que nos pegaba la directora del centro al final de alguna tertulia. Es que realmente estoy muy sorprendida; y también muy decepcionada, esa es la verdad. Se nos llena la boca diciendo que estamos aquí para que nadie se sienta solo, para que nadie sienta que lo que a él le pasó le pasó porque era raro, ...y nos callamos como muertos ante esto???. Qué nos pasa, que estamos mentalmente preparados para admitir que en el Opus Dei hubo/hay gente que se quita la vida, o que la praxis del Opus Dei está con demasiada frecuencia en contradicción con la doctrina y la pastoral de la Iglesia Católica, pero no estamos preparados para aceptar que se dan abusos sexuales en el seno de esa institución a la que un día pertenecimos o quizás todavía hoy pertenecemos?. Porque de ser así, esto sería muy preocupante... 

Cuando hablamos de los abusos sexuales en el seno de los Legionarios de Cristo, también estamos hablando de abusos cometidos por personas concretas: todos los Legionarios no cometen abusos sexuales, ni se les pasa por la mente el hacerlo... Pero cuando hablamos de esos hechos, nos escandaliza que se hayan producido y que además hubiese directores de esa institución que lo sabían y lo taparan. Exactamente lo mismo nos escandaliza de los casos de abusos sexuales por parte de numerosos miembros del clero de la Iglesia Católica en USA. Y cuando esto ocurre en el Opus Dei, qué nos pasa???. Aquí no tenemos nada que decir...???. Tengo la sensación de estar viviendo una pesadilla, me resulta completamente surrealista. 

Y lo que más terrible me parece es la soledad en la que todos nosotros hemos dejado a Tolosa, que después de haber tenido el coraje (porque hace falta coraje....) de denunciar este tema en voz alta y clara, se ha encontrado con el silencio también de “los suyos”: no solo el Opus Dei silencia, sino que nosotros también silenciamos... Se me venía a la cabeza eso de “no hay mayor desprecio que no hacer aprecio”... ¿Qué es lo que está pasando aquí?, ¿a qué estamos jugando todos nosotros?.  

Un saludo,

Isabel Sala

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