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CORRESPONDENCIA

 

Miércoles, 13 de Febrero de 2008



Sobre algunas tesis doctorales.- Beto

A quienes trabajábamos en la cosa intelectual y a veces nos quejábamos de falta de tiempo, tranquilidad, etc., para hacer una tesis doctoral, era frecuente que se nos pusiera por delante el ejemplo de Escrivá con su Abadesa de las Huelgas y, me parece recordar, otra tesis que se perdió antes de la guerra civil sobre la ordenación de los negros cuarterones en la América colonial hispana (si me equivoco, que alguien me corrija). Y el otro ejemplo era el trabajo de Alvaro del Portillo (Descubrimientos y exploraciones en las costas de California, 1532-1650), que si no estoy mal informado, le sirvió para tener un doctorado en Historia y se publicó por vez primera en 1947, y reeditado y corregido en 1982 por Rialp. Lo cierto es que estando dentro nadie supo contestarme sobre cuándo y cómo se hicieron esos trabajos; los que tenemos experiencia sabemos la cantidad de tiempo que se debe invertir en visitas a archivos, bibliotecas, redacción, corrección, vuelta a redactar, vuelta a corregir, vuelta a los archivos y bibliotecas,... y así hasta que el director de la tesis dice que es suficiente y que la cosa está madura para defenderse. Por eso siempre tuve la impresión de que había algo extraño; la pregunta era de sentido común: si a los que nos dedicábamos más o menos a esos menesteres ya nos costaba compatibilizarlos con la atención de un centro, ¿cómo lo habían hecho ellos, sin dedicar tiempo a la investigación? Porque, desde luego nunca oí entre las muchas anécdotas e historias de "los primeros tiempos" ninguna relacionada con visita a archivo alguno, biblioteca alguna, tareas de redacción,...que digo yo, que si las hubiera hubiera faltado tiempo para contarlas. Por ejemplo, hubiera sido muy edificante oir cómo en el paso de los Pirineos, entre caminata y caminata, el Padre se sentaba a garabatear en unas pequeñas hojas reflexiones sesudas sobre el gobierno de la abadía burgalesa; o cómo don Alvaro, aprovechaba las largas esperas en los pasillos vaticanos para estudiar las descripciones de la colonización de California. Pero nunca oí nada parecido; las dos tesis aparecen poco menos que por generación espontánea.

Algunos comentarios se han hecho en esta página a propósito de la famosa abadesa, pero no consigo localizarlos. Y desde luego sigue siendo para mí un misterio por qué un ingeniero de caminos se pone en los años cuarenta a investigar sobre California, y con qué medios. Supongo que algo tendría que ver en este súbito interés por la historia el afán del fundador por presentarlo en Roma con varios títulos académicos (de todos es conocido el relato de cómo lo envió al Vaticano ataviado con las galas de ingeniero). Y supongo que en la materialización de este trabajo algo tendrían que ver dos personas, Vicente Rodríguez Casado y Florentino Pérez Embid, aunque no sé cuál era su grado de implicación con el opus por entonces (años cuarenta) ni sus situaciones profesionales; las posteriores sí (impulso de los estudios americanistas en Sevilla, La Rábida, entre otras). Si alguien sabe algo de esto, me gustaría que me lo contase. Por ejemplo, ¿quiénes fueron los directores de esas tesis?; ¿alguien sabe cuándo y dónde se defendieron y quiénes formaron parte de los tribunales?; por entonces la única universidad española en la que se podían defender tesis era la de Madrid (la Central), así que ¿alguien ha visto las actas o cualquier otro tipo de documentación que pruebe esos doctorados?; y sobre todo, ¿alguien sabe cuál fue el proceso de redacción de los dos trabajos? y ¿por qué se eligieron esos dos temas y no otros?

Beto

Nota de Agustina.- Querido Beto, sobre "La Abadesa de las Huelgas" hay publicado un escrito de Compaq que también tiene algunas dudas. Comento una anécdota personal que me sucedió no hace más de un año. Llamé por teléfono a la librería Neblí (Madrid, calle Serrano), donde siempre íbamos a comprar los libros del fundador y libros afines: Camino, Es Cristo que pasa, Surco, forja... No quería hacer el trayecto en vano si es que no lo tenían, pero si en alguna librería debía de estar, esa era Neblí. Pretendía comprobar si habían cambiado el prólogo de una edición antigua que poseo por otra más de "acorde a los tiempos", como pedía Compaq. Descolgó el teléfono un chico -al menos tenía voz de hombre- y pregunté: ¿Tienen "La Abadesa de las Huelgas"? Y me respondió: ¿Podría decirme el autor?... Mi sorpresa fue mayúscula puesto que sé que ahí trabajan algunas numerarias, es decir, que no se ha "privatizado". Le dije: el autor es José María Escrivá de Balaguer. Su respuesta: "Espere un momento, que voy a mirar en el ordenador".  No lo tenían, ni siquiera sabía nada de ese libro ni de su autor. O sea, que ya ni en la librería Neblí saben quién escribió la "Abadesa", mejor dicho, quién firmó el libro. Y volviendo a citar a Compaq, ¿a que tiene gracia que "La Abadesa" sea recomendada como bibliografía en la webMujeres por el sacerdocio” para reclamar el derecho de la mujer al orden sacerdotal?. Al opusdei no le debe hacer la misma gracia.  Una anécdota sin más. Un abrazo, Agustina.





¿Personas que hayan dejado la obra en Sevilla?.- Worried

Me gustaría tener información acerca de testimonios de personas que hayan dejado la obra en Sevilla capital. Me ha conmovido muchísimo lo ocurrido con don Antonio Petit, al que conocí personalmente en varios cursos anuales. Muchas gracias a todos.

Worried





¿Cómo la Obra dejó escapar a tan buena gente que escribe aquí?.- Auckland

A veces intento escribir alguna cosa pero al leer lo que se publica lo dejo. Hay colaboradoras/es que escriben tanto y tan bien que, ¿qué podría añadir yo?.

Pero el último día me llamó la atención –nuevamente- el escrito de emeve y la réplica de Agustina y pensé: con un talento tan excepcional, ¿cómo la Obra dejó escapar a estas mujeres?, ¿qué tendrían en la cabeza las directoras?. Un mal día lo tiene cualquiera. Pero acto seguido me han venido a la memoria tantas y tantas personas excepcionales que escriben aquí. La lista es ya interminable. ¿Cómo pudo la Obra deshacerse de ellas o poner la cosas de manera que ellas se deshicieran de la Obra?. ¿Cómo pudieron tratar tan mal a gente tan buena?.

Andaba yo sin entenderlo cuando Dionisio me dio luz con su último escrito en el que decía: “No se merecen gente tan buena”. ¡Ay, si al final se les aplica la parábola de los talentos malgastados!.

Gracias Dionisio, gracias emeve, gracias Agustina y gracias a todas y a todos, por gastar vuestro talento en ayudar desde este lado.

vuestro
auckland



Qué hacer.- Chale

La verdad es que ya estoy "fuera" pero sigo dentro. Y no se como dar el paso. No he visto articulos de mujeres de Mexico, tal vez eso pueda aclararme.

Chale 





En diálogo con Bienvenido (Aspectos jurídicos de la Prelatura).- Josef Knecht

Querido amigo Bienvenido:

 

Muchas gracias por tu amable respuesta del 11 de febrero de 2008, bien detallada, a mis cinco cuestiones que te planteé en mi escrito del 6 de febrero. Estoy de acuerdo con muchas de las afirmaciones que sostienes en tu respuesta porque son indiscutibles a tenor de las leyes canónicas. Pero discrepo en algunos puntos, que a continuación expondré con detalle; son puntos referentes a cuestiones opinables, no fijadas por los cánones del Código de Derecho Canónico ni por la autoridad eclesiástica.

 

Comienzo indicando en lo que estoy de acuerdo con tu escrito. Tu respuesta a mi primera pregunta me parece clara y correcta; no le planteo objeción alguna. Pero no he entendido bien si un prelado personal tiene auténtica “potestad de jurisdicción” o solamente “autoridad o potestad administrativa”, ya que no es propiamente un “ordinario”. Evidentemente, esta sutil distinción entre “potestad jurisdiccional” y “potestad administrativa” es en la práctica inapreciable, ya que, a efectos prácticos y existenciales, es casi lo mismo lo uno que lo otro; pero me interesaría que en el plano teórico quedara clara la distinción, ya que, como bien explicaste en tu respuesta, un prelado de una prelatura personal, al no ser un “ordinario”, no puede tener potestad de jurisdicción, sino sólo administrativa. Si entendí bien, únicamente los “ordinarios” tienen potestad de jurisdicción...



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El Vaticano endurecerá las normas de canonización.- María Luisa

El Vaticano endurecerá las normas de canonización

El próximo lunes presentará un documento en el que dará instrucciones para que los obispos sean más selectivos en las causas de santidad

REUTERS - Ciudad del Vaticano - 13/02/2008

 

El Vaticano presentará el próximo lunes un documento de 20 páginas según el cual se endurecerán las normas de canonización de la Iglesia Católica y se darán las instrucciones adecuadas para que los obispos sean más cuidadosos y selectivos en las denominadas "causas de santidad", han informado fuentes vaticanas.

 

El proceso comienza a nivel local cuando los obispos buscan las evidencias que sostienen la santidad de una persona y las traslada al Vaticano, que, según sus normas, no inicia la canonización hasta pasados cinco años de la muerte del candidato para que las causas de santidad sean más claras.

Juan Pablo II hizo una excepción con la Madre Teresa de Calcuta y comenzó el proceso de canonización cuando aún no habían pasado dos años desde su muerte, acaecida en 1997. También el actual pontífice, el Papa Benedicto XVI, se saltó las reglas en la santificación de su predecesor, que comenzó seis semanas después de su fallecimiento.

Durante el pontificado de Juan Pablo II, que duró cerca de 27 años, el Vaticano recibió duras críticas al ser considerado como una "fábrica de santos", ya que fueron beatificadas cerca de 1340 personas y casi 500 canonizadas, más de lo que hicieron todos sus predecesores juntos desde que se instauró el actual proceso de santificación en 1588.

Por su parte, el Papa Benedicto ha tomado una postura diferente y sólo preside las ceremonias de canonización, a diferencia del Papa Wojtyla, que también presidía las de beatificación.

 

Nota de Agustina.- Publicamos hace tiempo en la web el libro “La fabricación de los santos”, de Kenneth L. Woodward. En el capítulo “Conclusiones: el futuro de la santidad” se refiere el autor al proceso de José María Escrivá, dentro del apartado de ese mismo capítulo, titulado “Proceso y profesionalidad”.





Libro 'olvidado' por el Opus Dei sobre Isidoro Zorzano (Cap. IX).- Brian

POSICIONES Y ARTÍCULOS

PARA LA CAUSA DE BEATIFICACIÓN

Y CANONIZACIÓN DEL SIERVO DE DIOS

ISIDORO ZORZANO LEDESMA

DEL OPUS DEI

Por José Luis Muzquiz, sacerdote numerario del Opus Dei -1948-

 

IX.-CARIDAD PARA CON EL PROJIMO

 

 

120.-Caridad heroica.-De su caridad heroica para con el Señor nació en el Siervo de Dios su amor hacia el prójimo. Durante su vida hizo todo el bien que estaba a su alcance, a todos, sin excepción ni distinción de clases, ideas ni categorías.

Heroica fué su caridad en circunstancias extraordinarias y particularmente difíciles. Delicada y fina con los pobres, con los obreros, con los alumnos. Admirablemente heroica en la naturalidad con que se olvidaba de sí mismo, para estar pendiente de las necesidades espirituales y materiales de los demás. Esta caridad alcanzó un grado supremo cuando, en su lecho de muerte, enseñaba a sufrir, a orar y a ofrecer por el bien de todas las almas, y muy en especial por la Obra y por sus hermanos, haciendo de sus dolores un apostolado de caridad, abnegación y sacrificio. Alguien que le conoció ha dicho a propósito

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del Siervo de Dios estas palabras: «Era todo corazón». Y este corazón, que ardía en amor de Dios, le llevaba a entregarse del todo a sus prójimos.

Todo lo cual será probado por testigos dignos de fe por haberlo visto, oído o leído, o que lo saben por ser cosa pública y notoria, los cuales indicarán, además, sus fuentes de información.

 

121. Desde su infancia.-Desde muy niño empezó a dar muestras de lo que, andando el tiempo, había de ser una de sus virtudes más características: la despreocupación de sus cosas para atender a los demás.

Vivía la caridad con gran delicadeza: no había persona necesitada que, acercándose a su casa, no fuera socorrida por él. Tomaba parte en el sufrimiento ajeno y, olvidándose de sí mismo, trataba siempre de favorecer a los demás. Si su madre le decía: «Isidoro, debes hacerte un traje», él contestaba: «Este que llevo está todavía muy bien: que se lo haga mi hermano o mi hermana, que son más jóvenes».

Con toda delicadeza les corregía cuando era necesario. Bastaba con que pronunciase el nombre de uno de ellos con tono grave para que éste se diera cuenta inmediatamente de que había faltado, aunque no supiera en qué. Después, a solas, le explicaba lleno de caridad dónde estaba la falta...

 

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Libro 'olvidado' por el Opus Dei sobre Isidoro Zorzano (Cap. X).- Brian

POSICIONES Y ARTÍCULOS

PARA LA CAUSA DE BEATIFICACIÓN

Y CANONIZACIÓN DEL SIERVO DE DIOS

ISIDORO ZORZANO LEDESMA

DEL OPUS DEI

Por José Luis Muzquiz, sacerdote numerario del Opus Dei -1948-

 

X.-PRUDENCIA

 

 

149.-Obraba con prudencia.-El Siervo de Dios mostró durante toda su vida una prudencia heroica, que gobernaba todas sus acciones y palabras, de modo que en todas las ocasiones obraba dirigiéndose a su último fin sobrenatural y evitaba todo lo que pudiera apartarle de él. Nunca se dejaba llevar por impresiones pasajeras o por impulsos apasionados. Pensaba antes de resolver; estudiaba los distintos aspectos y circunstancias de cada caso; no obraba nunca con ligereza; consultaba, acudía a la oración, y cuando en algo exponía su parecer, jamás era

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para imponer su criterio, sino en tono de consejo; y cuando se le contradecía, atendía las opiniones ajenas con paciencia.

Todo lo cual será probado por testigos dignos de fe por haberlo visto, oído o leído, o que lo saben por ser cosa pública y notoria, los cuales indicarán, además, sus fuentes de información.

 

150.-En todas las ocasiones de su vida.-Este hábito heroico de prudencia del Siervo de Dios se manifestó en él desde su niñez. Siendo todavía niño, dió pruebas de buen juicio, y en la familia, todos, incluso su madre, le consideraban como su jefe, consejero y guía, por su juicio sensato, su seriedad y buen ejemplo. Sus hermanas recuerdan cómo el Siervo de Dios exponía su opinión sobre cualquier punto «y siempre tenía razón». Durante la guerra, en circunstancias de peligro y privaciones, tuvo ocasión de brillar muy especialmente este hábito de prudencia heroica, cuando, como Director de sus hermanos, les aconsejó con sumo criterio y eficacia.



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