EL
OPUS, INTERPELADO
EDITORIAL
El País - 16-03-1986
LAS TRES interpelaciones sobre el Opus Dei presentadas al
Parlamento italiano por la izquierda independiente, el partido
socialista y el partido comunista, tienden a recabar del Gobierno
una investigación que permita poner en claro en qué
medida rigen normas secretas en el funcionamiento de dicha
organización religiosa. Este tema se ha convertido
en centro de una polémica en la que están interviniendo
muchas figuras de la política italiana. En realidad,
a través del Opus Dei, lo que se pone sobre el tapete
es la cuestión del peligro que pueden representar las
organizaciones secretas para la democracia. Y no es casual
que haya estallado precisamente ahora en Italia, cuando acaba
de cerrarse la investigación parlamentaria sobre la
logia Propaganda 2 (P-2); en este caso se descubrió
una trama en la que estaban envueltas, sobre una base masónica
más o menos ortodoxa, altísimas personalidades
de la Administración estatal, de los partidos, de los
servicios secretos, de las finanzas... Gelli, el jefe de la
P-2, acabó disponiendo de un enorme poder en la sombra,
que podía mediatizar las relaciones normales, legales,
entre los diversos poderes del Estado, y que le permitía
fomentar y encubrir acciones terroristas desestabilizadoras.
El problema es saber, como ha explicado el líder socialista
Formica en recientes declaraciones, si el Opus Dei, al establecer
entre sus miembros, una de cuyas misiones es ocupar puestos
dirigentes en el Estado y la sociedad, unos lazos secretos
de disciplina y fidelidad, no puede convertirse en polo de
fuerzas integristas y utilizar el secreto que rodea su actividad
de una forma contraria a las exigencias de una vida democrática.Los
portavoces del Opus en Italia, respondiendo a la polémica,
han argumentado que sus estatutos anteriores han sido modificados;
que las anteriores reglas del secreto ya no están vigentes.
Sin embargo, muchas actuaciones concretas del Opus Dei ponen
de relieve que la utilización del secreto sigue siendo
para él una regla básica, escrita o no. Su más
alta jerarquía, el padre Alvaro del Portillo, argumentó
en una ocasión la ventaja que el secreto otorgaba al
Opus para poder actuar en favor de la Iglesia en los países
comunistas, amparándose en reuniones de economistas
o intelectuales. Pero la realidad es que el Opus conserva
secreta una gran parte de su estructura y actividad también
en los países occidentales. En Italia, las listas de
miembros del Opus Dei siguen siendo secretas, y varios obispos
italianos han reconocido que el Opus Dei no les ha comunicado
las reglas actuales de funcionamiento de dicha organización.
Son razones esgrimidas para instar al Gobierno italiano a
esclarecer esas zonas de secreto; por ejemplo, dicen los que
piden la investigación, si un ministro pertenece secretamente
al Opus Dei, su actuación puede estar sometida a presiones
y compromisos que están fuera de un funcionamiento
político democrático, y que pueden interferir
con él.
Tratándose de una organización religiosa, el
mantenimiento de esas zonas de secreto resulta particularmente
incomprensible. El papa Pablo VI se opuso a la concesión
de una "prelatura personal" al Opus Dei con este
argumento: Si se trata de personas que desean dedicarse a
la religión, ¿por qué no lo hacen dentro
de la legislación que la Iglesia tiene estipulada para
ello? Si se trata de personas que desean dedicarse a ocupar
cargos en la sociedad y el Estado, ¿por qué
necesitan y piden una protección de la Iglesia? Juan
Pablo II modificó la actitud de su predecesor en relación
con el Opus Dei, del que pasa por ser un verdadero protector;
ello responde entre otras cosas a la simpatía del actual
Papa hacia las formas modernas de elevar la influencia de
la Iglesia en las sociedades contemporáneas, pero ya
una personalidad próxima al Papa dijo que la concesión
de la "prelatura personal" al Opus debía
servir para acabar con los métodos; secretos de esa
organización. ¿Ha sido efectivamente: así?
En el Gobierno italiano, la respuesta a las interpelaciones
sobre el Opus puede dar lugar a fuertes tensiones; dirigentes
de la democracia cristiana son amigos, si no miembros, del
Opus, y han salido ya en su defensa en la Prensa. Al presidente
Craxi, un conflicto de este género no le interesa en
la actual coyuntura, pero el partido socialista está
fuertemente comprometido, y el diputado que ha presentado
la interpelación es Rino Formica, una de sus personalidades
más prestigiosas.
Por otro lado, en España el asunto adquiere un formidable
interés, siquiera histórico. Durante los años
del desarrollismo franquista, numerosos personajes del Opus,
asociados a la figura del almirante Carrero Blanco, adquirieron
una relevancia en los centros de decisión política
y económica inusitada para un grupo que pretendía
ser exclusivamente una organización religiosa.
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