Diario Levante-El Mercantil Valenciano
Fecha: agosto 2002
EL OPUS DEI Y LOS POBRES
El pasado domingo 4 de agosto de 2002 el diario Levante-El
Mercantil Valenciano recogía en su sección de
Cartas al Director (página 43) el escrito de una asociada
al Opus Dei titulado Gracias Padre que reproducimos:
Gracias Padre
Escribo esta carta en agradecimiento al Beato Josemaría
Escrivá de Balaguer cuya próxima canonización
tendrá lugar el 6 de octubre en Roma.
Ayer estaba en el coche esperando a una persona en la estación
de autobuses de Alicante. Tuve la intuición de que
podían robarme el bolso por la ventanilla del copiloto
y tomé precauciones, pero no las suficientes. Sólo
acerqué el bolso a mi lado. Al instante una persona
se me acercó por la ventanilla y me entretuvo durante
diez segundos, sin yo entender qué quería.
ACTO seguido miré al otro lado y el bolso ya no estaba.
Había desaparecido con todos los documentos, el DNI,
carnet de conducir... y el dinero, claro. Fue tal la rabia
e impotencia que salí gritando diciendo que me habían
robado.
Llegó la policía, pero ni rastro de los personajes.
Dimos una vuelta por los alrededores por si los veíamos
y nada. Me acordé entonces de pedirle al Beato Josemaría
y le recé para encontrar el bolso con los documentos,
el dinero era lo de menos. Le dije, Padre (que es así
como lo llamamos en el Opus Dei) por favor, que aparezca
el bolso. Nada más empezar a rezar la estampa para
su devoción salió una señora de una
peluquería y dijo: ¿Buscáis un bolso?
Lo han tirado aquí hace un rato. Me quedé
helada y profundamente agradecida al Padre. Uno de los agentes
me dijo: ¡Señorita, ha tenido usted mucha suerte!
Y le dije, ¡suerte no!, me ha ayudado este Santo y
les di una estampa a cada uno para que la recen cuando tengan
algún problema.
De nuevo decir, ¡Gracias Padre! Sabía que
no me ibas a fallar. Y un consejo, agarren bien su bolso
cuando vayan en el coche.
Maísa Botella Muñoz. Valencia
El contenido de esta carta contrastaba profundamente con
el amplio reportaje que el dominical de dicho diario, que
bajo el título Casas de Cartón dedicaba
ese mismo día al retorno de los sin techo
a las calles de Valencia. El texto introductorio de dicho
reportaje explicaba que la década prodigiosa
de los 90 los había hecho desaparecer casi del todo,
pero ahora regresan, procedentes de otros países y
circunstancias. Vuelven los homeless, los sin
techo, a las calles de Valencia, son nuevos desposeídos
de la globalización liberalizadora, indigentes que
acampan incluso a escasos metros del despacho de la alcaldía
en el corazón de la Plaza del Ayuntamiento de Valencia
.
La indignación que suscitaba la mera contraposición
de estos dos textos, hizo que un lector se decidiera a enviar
ese mismo domingo una Carta al Director que vio la luz días
más tarde en el mismo diario:
La casualidad, el azar o, quizá, una proverbial
justicia poética hicieron coincidir en el mismo ejemplar
de Levante-EMV hoy, domingo 4 de agosto, dos textos que,
si ya por separado ya dejan constancia, el primero de uno
de los graves problemas sociales del siglo XXI, y de la
mojigatería de algunas expresiones religiosas el
segundo, incluidos ambos en las mismas páginas del
diario elevaban estas características, por contraste,
a niveles insospechados.
El reportaje dedicado ese día a los sin techo
que proliferan en las calles de Valencia quedaba de esta
forma realzado por la carta al director de una mujer que
daba las gracias al fundador del Opus Dei por cuya intercesión
milagrosa, así lo dejaba ver, había logrado
recuperar el bolso que momentos antes le habían robado.
Más allá de las creencias, más o menos
anacrónicas y rancias aunque siempre respetables
de cada cual, aquella carta es toda una declaración
paradigmática del prototipo de cristianismo que pregonan
instituciones como el Opus Dei: una doctrina enrocada en
sí misma, egocéntrica, con desmedido culto
a las personas y chata, muy chata (no me lo quito de la
cabeza: ¿de verdad que el santo Escrivá no
tendrá otra faena que reponer los sustraídos
bolsos de señora? ¿Hasta cuándo la
utilización de Dios?). Miles de personas carecen
de hogar, pero la divinidad prefiere dedicar sus esfuerzos
a la recuperación de objetos personales.
Toda una lección de catolicismo, sí señor.
José Lledó
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