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El poder del Opus Dei

Por François Normand, periodista.
Le Monde Diplomatique, Número12, Septiembre 2001

Desde que Karol Wojtyla asumió el papado, en octubre de 1978, inició una restauración de las tradiciones más conservadoras de la iglesia católica, que se hace sentir con particular fuerza en América Latina. La tradicional influencia de la Compañía de Jesús sobre el papado fue sustituida por la del Opus Dei, punta de lanza para combatir a las corrientes modernizadoras de la iglesia. En Argentina, la década menemista marca un resurgimiento del integrismo católico, cuyo conflicto con el liberalismo político -que en el siglo XIX sustentó la independencia respecto de la corona española y después la organización nacional- recorrió todo el siglo XX, pero dejando mayormente a salvo el liberalismo económico.

Por medio de una política de designaciones episcopales que casi no tiene en cuenta los deseos de las iglesias locales, Juan Pablo II lleva adelante su empresa de restauración, utilizando todos los medios a su disposición: doctrinales, disciplinarios y -sobre todo- autoritarios, con la ayuda de una cantidad de movimientos tradicionalistas "duros", en general sectarios y políticamente de derecha, que le son totalmente adictos.

Éstos forman parte de la "renovación carismática", o tienen por nombre: "Comunione e Liberazione", organización italiana creada en los años 70; "Focolari", movimiento fundado en 1943 en Trento; "Neocatechumenat", creado en Madrid en 1964; "Legionarios de Cristo", grupo ultrasecreto formado en México en los años 40 y, fundamentalmente, el Opus Dei (Obra de Dios), organización creada en España por el padre José María Escrivá de Balaguer.

El Opus, que goza del apoyo incondicional del Obispo de Roma, se infiltra en todos los escalones de la jerarquía católica. ¿Es el ejército secreto del Papa en su tarea de reconquista católica? ¿O Juan Pablo II es un prisionero inconsciente de esa "mafia blanca"?

El Opus cultiva el secreto desde sus orígenes. En su constitución (secreta) redactada en 1950, el artículo 191 precisa que "los miembros numerarios y supernumerarios sepan bien que deberán observar siempre un prudente silencio sobre los nombres de los otros asociados y que no deberán revelar nunca a nadie que ellos mismos pertenecen al Opus." Una vez dada a conocer, la constitución desató tantas críticas que en 1982 se redactaron nuevos estatutos, donde puede leerse (artículo 89): "(los fieles de la Prelatura) no participarán de manera colectiva en las manifestaciones públicas de culto, como las procesiones, sin por ello ocultar que pertenecen a la Prelatura."

A pesar de esta aparente concesión a la transparencia, el Opus continúa practicando el secreto y utilizando testaferros y sociedades pantalla, bajo el pretexto de la "humildad colectiva" y de la "eficacia apostólica".
"Como se niega a cualquier tipo de transparencia, el Opus excita la curiosidad y la hostilidad, despertando a veces hasta fantasmas de complot", sostiene un biógrafo de Juan Pablo II . De muchas personas se dice que son miembros o simpatizantes de la organización. La discreción, que por una parte sirve para hacer proselitismo entre los jóvenes a espaldas de su familia y por otra ayuda a tejer una red invisible en todos los ámbitos de la sociedad, se explica en primer lugar por el contexto en que nació el Opus, en la España franquista.

Esta "Obra de Dios" se parece en algunos de sus objetivos -santificar el trabajo diario- a los movimientos de la Acción Católica nacidos en Francia y en Bélgica en la misma época. Surgido en los años previos a la Guerra Civil española, el Opus quedó muy marcado por esa coyuntura, lo que explica su incondicional apego al aparato eclesiástico preconciliar, su odio obsesivo al comunismo y su gusto desmedido por la clandestinidad.

A pesar de que Escrivá de Balaguer pretendía haber "descubierto" el principio de la santificación de la vida cotidiana, esa idea es tan vieja como el Evangelio. De todos modos, la inspiración inicial del Opus fue rápidamente pervertida por la personalidad de su fundador: un pequeño burgués ambicioso, colérico y vanidoso . El secreto de su éxito fueron su fogosidad y su carisma personal, que subyugaban a quienes lo rodeaban.

La primera perversión fue la "clericarización" de la Obra, que sigue diciéndose laica, aunque son los sacerdotes los que tienen el verdadero poder y ocupan todos los puestos de mando. Los no religiosos, que representan el 98% de los miembros, son presentados como "personas corrientes que viven en el mundo", pero por sus "votos" de pobreza, castidad y obediencia (rebautizados "lazos contractuales"), se parecen más a religiosos que a laicos .

Mucho más preocupados por el derecho canónico que por la teología, Escrivá de Balaguer y sus discípulos maniobraron permanentemente para lograr que al Opus se le reconociese la condición jurídica que más le convenía. Definida en un principio como "unión piadosa" de laicos, la organización se transformó en 1947 en el primer "instituto secular" de la iglesia , antes de arrancarle a Juan Pablo II -mucho más favorable que sus antecesores Juan XXIII y Pablo VI- el codiciado título de "prelatura personal". Esta envidiable categoría, creada a medida para el Opus, le concede los atributos de una verdadera diócesis sin limitación territorial. El prelado del Opus depende directamente del Papa, escapando así a la autoridad de los obispos diocesanos, a pesar de la ficción que pretende que los miembros laicos de la organización siguen dependiendo jurídicamente de su obispo.

La segunda perversión fue política. El joven Escrivá de Balaguer vivió la Guerra Civil española como un combate entre católicos y comunistas, en quienes veía la encarnación del mal. Su visión del mundo se vio así deformada y del mismo modo que Pío XII, minimizó el horror del nazismo, tomándolo como un muro de contención "providencial" contra el comunismo. Vladimir Felzmann, ex miembro del Opus, da cuenta de una conversación con Escrivá de Balaguer que resulta elocuente. Luego de sostener que el cristianismo había sido salvado del comunismo gracias a la llegada al poder del general Francisco Franco con el apoyo del canciller Adolf Hitler, agregó: "Hitler contra los judíos, Hitler contra los eslavos, significaba Hitler contra el comunismo."

Esta indulgencia para con el nazismo lleva al alineamiento del Opus con el franquismo. En realidad, los sentimientos de Franco respecto de Escrivá de Balaguer -al que había conocido como un joven cura- eran ambiguos. En su biografía novelada de Franco Manuel Vázquez Montalbán hace decir al Caudillo: "Habiendo frecuentado durante casi veinte años a los miembros de esta institución, he podido comprobar la diversidad de sus elecciones concretas, pero evidentemente, todos llevaban el sello de una secta elegida para salvar el mundo desde lo alto de su sitial".

Para salir de la crisis económica, desde 1956 Franco se rodea progresivamente de ministros pertenecientes al Opus. Cuando piensa en restablecer la monarquía para que lo suceda en la persona de don Juan de Borbón, el Opus apoya a su hijo, Juan Carlos, que está al cuidado de un preceptor de la Obra: Anael López Amo. En 1969 Franco proclama a Juan Carlos heredero de la corona. Pocos meses después se completa el triunfo del Opus: de los diecinueve ministros del noveno gabinete de Franco, doce son miembros de la organización. El giro político del Opus estaba en marcha.

La tercera perversión fue teológica. En primer lugar, el acento exclusivo puesto en la "santificación por el trabajo" favorece el culto del éxito material y el reino del capitalismo liberal. Luego, el Opus cayó en la trampa del integrismo. El teólogo Urs von Balthasar (uno de los pensadores favoritos de Juan Pablo II, que no puede ser sospechado de progresista) describió al Opus como "la más fuerte concentración integrista de la iglesia (…) El integrismo se esfuerza en comenzar a asegurar el poder político y social de la iglesia por todos los medios, visibles y ocultos, públicos y secretos." .

Además de su falta de transparencia, otro rasgo distintivo del integrismo es su pretensión de poseer la verdad. El Opus es descrito por Crónica, la revista interna del movimiento, como "el resto santo, inmaculado, de la verdadera iglesia", fundado para "salvar a la iglesia y al Papado". Cuatro años después de terminado el concilio, el padre Escrivá de Balaguer deploraba una época de errores en la iglesia: "El mal viene de dentro y de lo alto. Hay una real pudrición, y actualmente parece que el cuerpo místico de Cristo fuera un cadáver en descomposición, que apesta."

Mejor hubiera sido que monseñor Escrivá de Balaguer se ocupara de sus ovejas descarriadas. Una serie de escándalos financieros que involucraron a miembros del Opus sacó a la luz las actividades de "la santa mafia" o "la masonería blanca", como comenzaron a llamarla sus detractores . Detrás de la ficción de una organización puramente espiritual, de esa "familia pobre, cuya única riqueza son sus hijos", gravita una nebulosa de sociedades, bancos y fundaciones, dirigidas de manera anónima por miembros del Opus.

En los años 70, mientras Escrivá de Balaguer vituperaba a la iglesia en descomposición, sus amigos organizaban la red financiera que permitiría a la Obra manejar millones de dólares. La institución más importante en ese terreno es la fundación Limmat, creada en Zurich en 1972, vinculada con bancos o fundaciones de España (Fundación General Mediterránea), de Alemania (Fundación Rin-Danubio o el Instituto Lidenthal) y de América Latina (Fundación General Latinoamericana, en Venezuela).

Hoy en día el Opus tiene un enorme poder en Roma. Su ascensión se vio coronada en 1992 por la beatificación de Escrivá de Balaguer por parte de Juan Pablo II -amigo de larga data de la organización- apenas diecisiete años después de su muerte y luego de un proceso expeditivo, donde sólo se tuvieron en cuenta los testimonios positivos. Siendo obispo de Cracovia, monseñor Karol Wojtyla ya viajaba a Roma invitado por el Opus, que lo alojaba en la bella residencia del viale Bruno-Bozzi N° 73, en un elegante suburbio de Roma. El Opus siguió mostrándose generoso con el Papa polaco, participando -por ejemplo- en la financiación del sindicato Solidaridad. El cardenal Wojtyla era el candidato papal del Opus y en su elección cumplió un papel determinante el cardenal König, arzobispo de Viena y hombre cercano a la organización. Además de la categorización de la Obra y de la beatificación de Escrivá de Balaguer -dos decisiones que levantaron una ola de críticas en todo el mundo- el Papa se rodeó de miembros del Opus. Entre sus más estrechos colaboradores se puede nombrar a cuatro capellanes: Joachim Pacheco, Klaus Becker, Fernando Ocariz y Felipe Rodríguez; su portavoz laico, numerario del Opus, Joaquín Navarro Valls y el cardenal Martínez Somalo, ex substituto, cercano también a la organización. Las congregaciones romanas tienen también numerosos miembros "opusianos": la congregación encargada de la causa de los santos, que había decidido la beatificación de Escrivá de Balaguer, tiene tres. El cardenal Palazzini, amigo de la Obra, era su prefecto en 1981, cuando se presentó la causa de Escrivá, mientras que monseñor Javier Echevarría Rodríguez, sucesor de Escrivá, ¡era consultor!

Más aún. El Papa designó numerosos miembros del Opus como obispos en América Latina (siete en Perú, cuatro en Chile, dos en Ecuador, uno en Colombia, uno en Venezuela, uno en Argentina y uno en Brasil). Perú fue elegido como cabeza de puente para la ofensiva del Opus en América Latina para contrarrestar la influencia del teólogo peruano Gustavo Gutiérrez, el "padre"de la Teología de la Liberación, maldecida por Escrivá y sus discípulos. El presidente Alberto Fujimori, cercano al Opus, es amigo de monseñor Luis Cipriani, arzobispo de Ayacucho, quien dirige la organización en Perú.

En Europa, la operación más criticada fue la imposición del "opusiano" Klaus Küng en Feldkirch, Austria. Pero la nominación de Fernando Saenz Lacalle como arzobispo de San Salvador fue más chocante aún, pues se trataba de la sede del mártir monseñor Oscar Arnulfo Romero, asesinado por la extrema derecha militar, mientras que el nuevo obispo -un español además- no sólo pertenece al Opus: era el capellán de las Fuerzas Armadas salvadoreñas.

Aparte de Italia, las regiones donde el Opus logra mayores éxitos son España y América Latina, incluido México. En España, la Obra se mantuvo a la expectativa durante los catorce años de gobierno socialista, aunque debió eclipsarse en el plano político. Con el regreso al poder de la derecha del Partido Popular de José María Aznar (otro amigo del Opus), la organización tomó su revancha, ya que cuenta con varios de sus miembros entre los ministros. Aunque el Opus haya encontrado mayor resistencia en los países no latinos, sobre todo en los anglosajones, progresivamente va implantándose en Estados Unidos, donde cuenta con más de tres mil miembros repartidos en 64 centros, la mayoría de ellos instalados cerca de campus universitarios. Varios capellanes universitarios se quejaron de los "métodos clandestinos" utilizados por el movimiento, al igual que de su "comportamiento sectario".

En Gran Bretaña, el Opus se ve obligado a mantener un perfil bajo luego de las revelaciones que hiciera John Roche, ex director de la organización y profesor de la Universidad de Oxford. En 1981, Roche publicó en The Times un duro alegato contra el Opus, junto a varios documentos secretos como prueba. Calificándolo de "iglesia dentro de la iglesia" y de"psicológicamente peligrosa para sus propios miembros", Roche cita artículos de Crónica donde se proclama que "la iglesia Católica se ha alejado de su camino original y que el deber del Opus Dei consiste en difundirse por el mundo por todos los medios. No hay otra forma de salvación". En Francia, el éxito de la organización es más limitado. A pesar de las simpatías de varios políticos, nunca logró hallar un partido que le sea adicto. Sin embargo, existen en ese país numerosos centros y asociaciones que mantienen vínculos con el Opus.

Pero la nueva estrategia de la Obra consiste en infiltrarse en las organizaciones internacionales, por ejemplo las Naciones Unidas, la Unesco o la Organización para el Comercio y el Desarrollo Económico (OCDE, integrada por los 21 países más ricos). El Parlamento Europeo en Estrasburgo y la Comisión Europea en Bruselas son sus lugares preferidos. Varios parlamentarios europeos son miembros del Opus. En Bruselas la organización actúa clandestinamente, como es su costumbre. Un ejemplo: el boletín semanal Europe Today -editado en español, francés e inglés- es enviado desde la capital belga a todo el Tercer Mundo, principalmente a América Latina, donde se distribuye gratuitamente. Presentándose como "una agencia de prensa internacional, especializada en salud, problemas de sociedad y educación", la publicación defiende las posiciones de la derecha católica.

El nombre del Opus no aparece en ninguna parte de la revista, que goza de una subvención de la Comisión Europea. Otros puntos estratégicos que el Opus trató de ocupar en Bélgica son el Instituto Robert-Schuman y la Universidad Católica de Lovaina. El primero es una escuela de periodismo fundada por el empresario holandés Piet Derksen, cercano a la extrema derecha católica.

Una dictadura espiritual

En Lovaina, en cambio, el Opus perdió la batalla, gracias a la tenacidad del vicerrector, el padre Gabriel Ringlet. Este sacerdote se negó a renovar el contrato de alquiler de dos residencias para estudiantes abiertas en el campus por el Opus y le prohibió distribuir sus publicaciones mientras siguiera ocultando su identidad. La decisión fue tomada por unanimidad por el consejo administrativo de la Universidad. El padre Ringlet explica que "el Opus apunta sólo a la élite de la sociedad, lo que resulta inadmisible para nuestra Universidad. No reconozco en ella mi fe. La búsqueda de la perfección encierra algo muy orgulloso y malsano. No puedo aceptar una religión que lava más blanco que el blanco... ¡el color de los sepulcros! Porque al final de ese camino encontramos siempre la exclusión, el racismo. En estos tiempos de avance de la extrema derecha, todas las precauciones son pocas contra las dictaduras espirituales."

En efecto, se trata de una dictadura que puede tomar al Papado como rehén. Esta "arma del Papa" es de doble filo, y podría volverse contra él.

Recogido de http://www.chile-hoy.de/internacional/041201_opus_dei.htm

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