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Las células madre

EL MUNDO. Jueves, 3 de enero de 2002
FRANCISCO UMBRAL

La negativa del Gobierno a permitir la investigación con células madre humanas ha provocado un fuerte debate entre científicos, religiosos y asociaciones de pacientes. Digamos que es la primera equivocación del Gobierno en el nuevo año.

¿Por qué se oponen nuestros gobernantes a esta clase de investigación novísima, que puede ser origen de tantas terapias decisivas para el hombre? Hay aquí una equivocación entre el concepto unitario y personal de la vida, que es el cristiano, y el árbol general de los crecimientos y los intercambios que no es sino vida biológica enriqueciéndose y remediándose. Un debate religioso, pues, donde se manifiesta una vez más el carácter reaccionario de nuestra Iglesia, que dentro de quinientos años pedirá perdón a estos científicos, como el Papa Juan Pablo se lo pidió a Galileo. Este Papa parece más propicio a remediar los irremediables errores del pasado que a evitar los errores actuales, tan escandalosamente enfrentados a la inteligencia y al progreso. Las asociaciones de pacientes también se manifiestan con su ademán mutilado. Ellos son los náufragos de este sotavento del vivir, las víctimas minuciosas de las mil enfermedades que traen muerte o vida. Es muy difícil decirle a un enfermo, que tiene la salvación al alcance de la mano, que lo suyo atenta contra un principio más teológico que biológico.

Nuestro Gobierno, entre otras cosas, es religioso, democristiano, y eso siempre supone un peligro para el investigador, para el sabio, para el sanador. Porque no se trata sólo de una nominación política de derechas sino de una inquisición anticientífica que encuentra más urgente la santificación de monseñor Escrivá que la conversión de la vida impersonal y pujante en sanación venidera, que es la que debemos a la inteligencia científica y a quienes realmente han pulsado los resortes de la vida con sensibilidad descubridora y progresista. Ahora vemos el peligro de habernos adscrito a un credo político que tiene más de credo que de político.

No se puede estar predicando progreso todos los días y en todos los campos para luego negar brutalmente la vida humana y sus aventuras, que no es de derechas ni de izquierdas, sino sencillamente vital, crecedera y regida por sus propias leyes naturales, interiores y anteriores. La Iglesia ha negado siempre aquellos puntos de acceso a la verdad panteísta de la vida en nombre de una sacralidad que luego no se respeta en las guerras de religión, en las guerras civiles ni en ninguna de tantas guerras históricas y recientes donde se utiliza la mano de Dios para bendecir toda la artillería del crimen. Que les pregunten a las asociaciones de pacientes, que son los únicos con autoridad moral y riesgo vital para decidir. La negativa del Gobierno devuelve a éste a su origen paleocatólico, feudorreligioso y reaccionario. O se es progresista en todo o no se es en nada. Los logros y edificios de toda una política pujante pueden venirse abajo por la menesterosa fidelidad a un enigma o a un padre Escrivá.

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