El
altar del Opus
«Apuntes virtuales sobre el mundo real»
por David Iwasaki
domingo, octubre 6 2002
Ahora toca canonización, que es la curiosa manera que
tiene el Vaticano de bendecir el poder. Concretamente el de
la organización más influyente dentro de la
Iglesia. Se eleva a los altares a Josemaría Escrivá
de Balaguer, beato desde 1992 y fundador del Opus Dei, la
'santa mafia' para sus más acérrimos detractores.
Es el «primer santo español del siglo XXI»
según una de esas simbólicas portadas de La
Razón. No sabemos si con esto Anson nos está
emplazando a convertirnos en fieles devotos del nuevo santo
y si debemos guardar la foto de portada de hoy junto a la
bandera rojigualda del otro día como reliquias periodísticas
a honrar con incensario y fervor patriótico. Hay quien
se quejaba de no poder disfrutar en España de panfletos
sensacionalistas como en el Reino Unido, pero no creo que
se quede a la zaga nuestra versión cañí
de 'tabloide' nacionalcatólico. Pronto llegará
el consejo de Anson para que en el homenaje mensual a la bandera
se repartan estampitas de san Josemaría, el santo que
guíe el destino de España en el nuevo milenio.
Al igual que «Cuéntame», vuelven a estar
de moda los tecnócratas del Opus. Sabemos que a los
actos en la plaza de San Pedro pretendía acudir medio
gobierno. En cambio, Aznar puso coto a la delegación
oficial, no vaya a ser que fueran todos los ministros en tropel
y se notara demasiado la confesionalidad del gobierno. Esta
vez, en comparación con la ceremonia de hace 10 años,
el eco mediático está siendo bastante 'light'
como denuncia el Incitatus de elconfidencial.com. La larga
mano de la Obra en la prensa silencia las críticas,
y el ambiente general, con tantos opusinos ilustres en puestos
de poder, parece amortiguar el chaparrón que les podría
caer. Alguna excepción ha recordado por ahí
la clara contradicción con el mensaje cristiano hacia
los débiles, como una carta al director de El Correo:
«Ni Escrivá de Balaguer, ni el Opus, ni sus realizaciones,
pastorales y sociales, son, hasta donde alcanza el sentido
común de muchos creyentes, claros testimonios de esta
Buena Nueva del cristianismo para los pobres y las víctimas».
Y es que al margen de lo que dice ser, al Opus Dei hay que
verlo como lo que parece: un entramado de intereses elitista
y que actúa con secretismo. Siempre se ha hablado del
ansia de ocultación, lo cual conecta con su naturaleza
sectaria. Se conocen casos de miembros que no pudieron abandonar
la Obra libremente. Es, por tanto, una secta, una iglesia
dentro de la Iglesia. Con una peculiar forma jurídica,
la de Prelatura Personal, que le otorgó el papa Wojtyla.
Además trata de extender su influencia dentro de la
jerarquía, funcionando paralelamente como una especie
de diócesis independiente que se extiende por todo
el mundo sin anclaje geográfico. Responden ante Roma,
aunque priman sus pretensiones de movimiento 'renovador' que
busca un retorno a las esencias. El Vaticano vive momentos
de lucha de poder para, llegado el momento de nombrar nuevo
Papa, sumar adhesiones a una misma causa. La del Opus es,
como sabemos, la hegemonía del sector conservador de
la Iglesia. Por el momento, ya han dado algunos pasos que
les han permitido manejar muchos hilos vaticanos en estos
tiempos del Papa marioneta.
Es característico su extremo conservadurismo. Pero
su objetivo es más elevado: la santificación
personal a través del trabajo y la vida cotidiana.
Lo cual acerca las enseñanzas del catolicismo a los
centros de poder, económicos y políticos: se
acabaron las cargas de conciencia. Decía Luís
Carandell en su biografía
de Escrivá de Balaguer, la primera que no tuvo
el entonces habitual tono hagiográfico: «Con
Escrivá el dinero se hace católico y esto va
a tener consecuencias incalculables en el desarrollo del capitalismo
español en nuestra época». El franquismo
se pasó de la Falange al Opus, y Escrivá de
Balaguer será conocido siempre por colaborar con la
dictadura. No será el primer santo ni el último
que sea llevado a los altares con ese curriculum. Compró
un marquesado, y además de dinero, fama y poder, ahora
alcanza la santidad. No sé si será incompatible,
pero lo que está claro es que tras la Obra de este
cura de Barbastro se edifica un impresionante poder que influye
en no pocos ámbitos políticos y económicos.
Ya ni los santos son neutrales.
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