Los homosexuales no somos unos pervertidos.- Edu
Fecha Thursday, 05 August 2004
Tema 075. Afectividad, amistad, sexualidad


Veo que desde hace unos días se ha empezado a tratar el tema de la sexualidad/homosexualidad relacionado con la religión: Daniel (3 de agosto), José A. Botella y Chamogüiny (4 de agosto). El asunto es serio e importante porque se suele hablar de él con superficialidad y muchos prejuicios. Procuraré ser breve (difícil) pero sé de lo que hablo pues soy gay.

Durante muchos años y hasta hace bien poco, no sólo ser, sino sentirte homosexual era punto menos que sinónimo de delincuente. Mucha gente lo ha ocultado durante siglos porque la sociedad y la iglesia les trataban como seres perversos. Pienso que es bien fácil la explicación de los recientes escándalos en América, Irlanda, Austria y otros países donde muchos sacerdotes y religiosos han sido probadamente acusados de abusos sexuales, casi siempre con jóvenes. Muchas personas católicas nacidas con una tendencia homosexual se han hecho sacerdotes como única escapatoria posible para ocultar su orientación ante la presión de la sociedad. Y seguro que muchos han sido y serán santos, pero en muchas familias cristianas a mediados del siglo pasado era impensable que alguien confesara abiertamente ser gay. Ante la perspectiva de tener que casarse con una mujer, algunos se refugiaron en la religión como forma de escape ante esa situación pero, claro, la válvula tiene que saltar por algún lado, desgraciadamente con los más jóvenes. Esto no es una teoría simplona. Conozco varios casos.

El novio de un amigo mío entró en el seminario pues la idea de compartir lecho con una mujer le aterraba. Al final tuvo la fortaleza de echarse para atrás unos meses antes de ordenarse. Al no tener estudios civiles, ahora da clases de religión en un colegio privado siendo -por cierto- muy fiel a la doctrina cristiana.

También hablo por propia experiencia pues a mi me ocurrió lo mismo. Mi familia es casi toda de la Obra y yo, desde pequeño, sentía una fuerte atracción por mis compañeros de clase. Ni se me pasó por la cabeza hablar del tema con mis padres en la España provinciana de los 60 en la que nací. Por eso, cuando me hablaron de pitar de numerario a los 15 años no lo dudé ante la sorpresa del director que esperaba una lógica resistencia. Pero así me olvidaba de un "problema" que no sabía cómo solucionar. Dentro de la Obra siempre traté de cumplir con las obligaciones de la vocación lo mejor que pude, ejerciendo cargos de dirección hasta poco antes de salir. Por una serie de motivos que no vienen ahora al caso permanecí más de 20 años como numerario. Juro que jamás puse la mano encima de nadie pero lo pasé muy mal, llegando a llorar muchas veces al enamorarme sin querer de gente que vivía bajo el mismo techo. Más de 2 horas al día llevé muchas veces el cilicio para poder soportar tanta tensión. A través de esta web conocí a otro ex-numerario gay que me ha ayudado mucho tras mi salida. He conocido a mi pareja no hace mucho y soy la persona más feliz del mundo.

El tema de la homosexualidad es muy delicado. Se ataca lo que se desconoce y hay que decir que en la inmensa mayoría de los casos dicha orientación sexual no se elige sino que se nace así. Las leyes judaicas del Antiguo Testamento condenan la homosexualidad igual que condenan comer carne de cerdo, tocar un cadáver o andar determinado número de pasos el Día del Señor. No condena, en cambio, la esclavitud, por poner un ejemplo. Además los Mandamientos de la Ley de Dios condenan desear y quitar la mujer del prójimo, así como los deseos y actos impuros. Pero ¿son actos impuros las demostraciones de amor? ¿Y si a quien amas es del mismo sexo? Dios me ha creado así y no puedo reprochárselo porque es Dios. Para mí un acto contra natura sería acostarme con una mujer. Os puedo asegurar que se violentaría seriamente mi naturaleza si me viera obligado a hacerlo. Jesucristo no dice NADA contra la homosexualidad; sí tiene palabras muy fuertes contra los falsarios y fariseos, y contra los escribas y sacerdotes que pasan delante de un herido sin ayudarle. La sentencia contra los habitantes de Sodoma equivale a una condena general contra los violadores que eso es lo que eran: unos burdos y crueles violadores. ¿O acaso si hubieran querido forzar a una invitada, en vez de un invitado, habrían recibido las bendiciones de Dios?

Bueno, al final no he sido tan breve. Ya perdonaréis. Pero quería subrayar que los homosexuales no somos unos pervertidos y que -¡mira por dónde!- también somos hijos de Dios. Y a mucha honra.

Un saludo para todos.
Edu.







Este artículo proviene de Opuslibros
http://www.opuslibros.org/nuevaweb

La dirección de esta noticia es:
http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=2525