Hace unos años, cuando pasé frente al hermoso Chalet sito en la calle Crisol 384, casi esquina Concepción Arenal y con salida por la parte posterior a la calle Thays, justo frente al Club Fuerzas Armadas y a la Plazoleta con el bello monumento en bronce del Deán Funes -prohombre del nuestra Universidad y de nuestras letras y uno de los próceres de la naciente Nación Argentina- en la ciudad de Córdoba, República Argentina, donde viví un par de años cuando era la Residencia Universitaria masculina del Opus Dei con el nombre de Centro Universitario Parque (CUP) y vi el inmueble transformado en un jardín de infantes, fue muy grande mi sorpresa. Ese hermoso hotel particuliero petit hotel construido por una acaudalada familia belga a principios del siglo XX, y que estaba originariamente muy bien puesto, siguiendo el gusto y estilo de la aristocracia local y hacia la que se dirigía primariamente la labor del Opus Dei entonces, y particularmente a mejores estudiantes universitarios de entre los que salieron las primeras vocaciones, de las que varios tuvieron lucida actuación en ámbitos académicos luego, además de ser una residencia universitaria que acogía estudiantes que no eran del Opus Dei –al menos al llegar- era el verdadero “cuartel general” de toda la labor en Córdoba. Se consiguió la donación del terreno contiguo sobre la calle Thays, contiguo a su vez con el edificio más antiguo de los Tribunales Federales, donde se construyó un ala de dormitorios y un oratorio de gran capacidad. Funcionaba allí también el Club Champaquí, el típico club de bachilleres, y se atendía toda la labor de San Gabriel, o sea la atención pastoral de gente mayor casada, y el trabajo con los Agregados.

Decía que fue grande mi sorpresa, porque era una muestra clara de la disminución, o el reperfilamiento de la pastoral del Opus Dei. Me enteré luego que prácticamente todo el personal, tanto masculino como femenino, está avocado a la atención pastoral –y en algunos casos, también al trabajo profesional docente- en dos prestigiosos colegios, uno masculino y otro femenino, y un jardín de infantes mixto (de esos que son pero no son del Opus Dei... caracterización que se parece a lo que en otros tiempos eran parentescos extramatrimoniales vergonzantes…). O sea, a hacer lo que tantas beneméritas órdenes y congregaciones religiosas hacen, y que según el Santo Marqués Fundador el Opus Dei jamás haría…

Pero más grande fue mi sorpresa en el día de hoy, mientras desayunaba leyendo el diario de mayor circulación en la Provincia de Córdoba, LA VOZ DEL INTERIOR, cuando vi la foto del Chalet y la noticia que transcribo: el jardín de infantes que funcionaba en la ex guardería para adultos había cerrado, aparentemente con estafa y escándalo, porque los dueños del inmuebles (seguramente una sociedad auxiliar, no el Opus Dei: el inmueble, como los colegios “es pero no es”) habían decidido su venta.

Hace casi treinta años que dejé de vivir en ese lugar, cuando una mañana el que era Director –ya no pertenece él tampoco al Opus Dei- me dijo que hiciera las valijas y me puso en la calle con mis bártulos y petates, ayudado por un numerario adscripto que entonces colaboraba conmigo en la Universidad en un equipo de investigación al que por esos días le dijeron también “que lo suyo no era el Opus Dei”… Fue dura la experiencia del desamparo, porque no tenía donde ir, pero por suerte un párroco al que conocía de un barrio cercano de gente trabajadora (no el del barrio de clase alta donde vivía) me consiguió donde ubicarme, y por suerte tenía no uno sino dos trabajos donde cobraba sueldo que nada tenían que ver con el Opus Dei, además de otras entradas aleatorias. No guardo rencores ni con la institución Opus Dei ni con las personas, pero esta noticia me trajo a la cabeza dos cosas: las palabras de Gamaliel, que todos recordarán,  y un refrán árabe que solía traer a colación un Presidente de ese origen, muy pícaro, que supinos elegir: siéntate a la puerta de tu casa, y verás pasar el cadáver de tu enemigo… No me siento ni me considero enemigo de nadie, pero el cuento aplica a la situación que describo.

El Burrito Cordobés