Todos los diciembres compro la revista TELVA porque regalan una agenda a cuyo formato me he acostumbrado.

Entre el perfil de la revista de este año 2007 y el de las primeras, años sesenta, hay un abismo. Telva fue la tercera de las revistas que el Opus lanzó para dar doctrina. La más importante fue La Actualidad Española y su primer director, Antonio Fontán, luego hombre de UCD. Si eras un numerario con buena pluma te invitaban a escribir en ella. Yo lo hice una vez.

Ese lanzamiento editorial ocupó muchas horas en Diego de León con la idea de que había llegado el momento de la evangelización, “hemos de envolver al mundo en papel impreso”, alardeaba Escrivá. Como se fue viendo, el opus no tenía ningún mensaje que ofrecer digno de ser reiterado semanalmente y no se atrevía a tomar partido en los asuntos públicos. Las revistas fueron desapareciendo o pasando a otras manos.

TELVA se presentaba internamente como el gran instrumento para dar doctrina a la mujer española y al principio era incluso piadosa, con Jesus Urteaga como inspirador de un grupo de mujeres dirigido por Covadonga O`Shea, una numeraria de buena familia, muy resultona.

Pero poco a poco TELVA se ha ido transformando, como el opus, en un producto para la burguesía. Pura evasión clasista, está llena de recetas para la buena vida y el éxito social. Papel couché, fotos de alto standing y hasta con el último número regalan una guía de hoteles caros, inalcanzables para el vulgo. Dice la publicidad que es la que más leen las mujeres de clase alta. Cuesta €4,50 y por menos dinero las hay mejores en su estilo.