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OPUS DEI: ¿un CAMINO a ninguna parte?

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DIECISIETE AÑOS EN EL OPUS DEI

Testimonio de un ex numerario de Estados Unidos

(Traducido por Hormiguita, Dionisio y Galileo)
versión original en inglés

 

Mi nombramiento como director

El gobierno del Opus Dei esta muy centralizado, y protegido por una confidencialidad absoluta llamada "discreción". Los centros son dirigidos por un consejo local, bajo la supervisión de un director. Cada consejo local informa a una comisión regional (delegación) y éstas a una comisión nacional donde manda un consiliario que es sacerdote. Este gobierno nacional está sometido a un Consejo General en Roma, bajo la más absoluta autoridad del Prelado (llamado "el Padre"). A los socios se les informa sobre quiénes son nombrados como directores para que les conozcan y les obedezcan. No obstante, se da muy poca información sobre cuales son las responsabilidades concretas de un director. Hay cierta ambigüedad sobre sus funciones y sus atribuciones. Después de 17 años de pertenencia a la obra, todavía no tenía una idea clara sobre el trabajo de determinados directores.

Llegó el momento en que los directores ya me consideraban preparado para un cargo de gobierno. Me nombraron Tesorero de Warrane college. Era el administrador del Colegio. Tenía tres colaboradores a quienes supervisaba: un responsable de mantenimiento, un administrativo, y un director para la oficina. Mis responsabilidades eran principalmente llevar el día a día del colegio mayor, además de los presupuestos, el mantenimiento, la dirección financiera externa de la residencia, y la interna del centro para nuestra labor apostólica. También me nombraron del consejo local de Warrane, pero poco podía aportar porque yo era el que menos experiencia de gobierno tenía de los 5 directores del centro.

Durante muchos años me habían enseñado que el Opus Dei no tenía "una escuela de pensamiento" por ser su principal característica la secularidad. No existía en el Opus Dei un posicionamiento en asuntos mundanales, porque solo tenía fines espirituales. Me enseñaron que nunca se nos indicaría cómo debíamos realizar nuestra labor profesional o cómo resolver los problemas cotidianos de nuestro trabajo. Estas eran cuestiones para resolver con nuestra "bendita" libertad personal en tanto que éramos personas laicas en medio del mundo y socios de una organización laical. El criterio para nuestra labor profesional era que había que hacer el trabajo con el mejor nivel profesional posible. Yo me creía esto y lo había enseñado a los demás durante 9 años. Pero el día que me nombraron a un cargo de gobierno, mi director me llamó aparte, y me dijo que en contra de lo que me habían enseñado, había excepciones. Me explicó que no siempre cumplían con las normas contables preceptivas porque eran demasiado legalistas y hacían perder el tiempo. Dijo que era más importante hacer apostolado y llevar almas a Dios. Empezaba a descubrir que hay muchas excepciones en el Opus Dei.

Lo primero que descubrí era que había desaparecido dinero. El Colegio mayor había estado presentando auditorias falsificadas durante años. Los directores habían logrado convencer al auditor de que éramos un grupo católico muy religioso, y éste se avino a firmar las auditorias sin verificarlas. Cuando intenté corregir estas practicas abusivas, mis directores me reprendieron verbalmente y me dijeron que estaba desobedeciendo, y que no "empleaba bien el tiempo". Para que yo pudiera preparar las cuentas me dejaron uno plazo de tiempo muy ajustado que era completamente irreal. Los directores, en palabras del fundador, "son el único criterio sobre la obediencia (o desobediencia)". Según esta definición les desobedecí, porque durante los 10 meses que tuve la responsabilidad de la auditoria, no presenté un solo balance a tiempo.

Cuando los directores me nombraron para el cargo se quitaron de encima a las dos únicas personas cualificadas que trabajaban en ello. Se trataba de dos supernumerarios que eran contables. Yo no sabía que esto estaba sucediendo, y me dijeron que no me inmiscuyera. Los contables explicaron que no les habían dejado hacer su trabajo de manera profesional. Su criterio profesional y su experiencia habían estado sometidos a "indicaciones" de obediencia. Ahora me incorporaban a mí y esto sirvió de pretexto para sacarlos de ese trabajo. En aquella época no tenía ninguna experiencia en contabilidad, pero en dos meses aprendí y me di cuenta de lo que estaba ocurriendo. El Opus Dei usa el método de "divide y vencerás". Me dijeron que no hablara con estos contables (supernumerarios) porque estaban pasando por "problemas personales". El colegio mayor estaba encabezado por una Junta de Administración que representaba oficialmente y legalmente al Colegio mayor. Pero este consejo no era más que una tapadera oficial para las directrices de la comisión. Me dijeron que no podía hablar con los miembros del consejo de administración basándose en distintas razones. Pude observar que cada uno de ellos también estaba presionado, intimidado, y manipulado como los contables. El consejo de administración "libremente" aprobaba las directrices que los superiores del Opus Dei les "indicaban". Una de estas personas trabajaba como profesor de contabilidad en la universidad, y se nos indicó que cierta información no debíamos dársela. Había cuentas que inclusive yo, que era el Tesorero, no tenía autorización o poderes para ver. Descubrí que esta limitación de poderes era también extensiva a algunos miembros de la comisión regional y que existía información que les era retenida. Realmente el Opus Dei es una organización secreta. Ahora puedo afirmarlo con la perspectiva del tiempo. En aquellos momentos, cuando me encontraba en la situación de un director joven, sólo veía lo que me pasaba por delante; ignoraba lo que pasaba por detrás o por la derecha o por la izquierda de los asuntos que trataba. Apenas pude procurar entender lo que estaba pasando, cumplir con mis responsabilidades diarias, y evitar las sanciones por desobediencia.

Hoy en día todavía no conozco lo que realmente está pasando, porque en el Opus Dei se sigue la política de "dar a conocer sólo lo que se necesita saber". Es decir, uno no descubre las cosas hasta que le hacen responsable y está directamente involucrado en ellas con su trabajo. Y solamente se puede comentar y recibir consejo a través de la cadena de mando. Encima tuve que aguantar que los directores me echaran las culpas, y me indicaran que dejara de perder el tiempo que Dios me había concedido para santificar mi alma.

Aquella contabilidad estaba en una situación de descuadre y de caos absoluto. Parecía que estábamos "lavando dinero" para otra entidad, nuestra entidad cabecera, que era una organización sin ánimo de lucro con fines educativos. Se hacían transferencias de dinero sin explicaciones claras. (Años mas tarde, descubrí que traspasábamos las deducciones fiscales que nos sobraban, a favor de ciertos benefactores quienes nos pedían estas deducciones fiscales. Aunque debo decir que nunca lo vi directamente). Había muchos directores incompetentes y ellos encubrían sus equivocaciones mediante órdenes fuera de lugar invocando al silencio y a la obediencia. Los directores parecía que sostenían una guerra particular entre ellos para conseguir el presupuesto de su respectiva labor apostólica. Me dijeron que intentásemos aflorar un beneficio contable, aunque se estuviera perdiendo dinero. Esto se hacía para que el vicario pudiera ir al banco y pedir un préstamo de mayor importe. Tengo la impresión que los directores intentaban engañar a los socios hablándoles de necesidades deficitarias que eran falsas. Se hacía para que nos esforzásemos aún más en recaudar fondos. Se suponía que nuestras labores apostólicas no debían ser deficitarias y ciertos directores procuraban que algunas personas no llegaran a tener conocimiento de estos déficits.

Lo que he explicado, desde el punto de vista de quien dirige una gran empresa o un órgano gubernamental, puede parecer una situación problemática o irregular, pero no manifiesta y formalmente mala. Por tanto, deseo aclarar lo que claramente estaba mal. Yo tenía la responsabilidad de gestionar los recursos financieros de la residencia. En el curso de las operaciones se contraían obligaciones financieras y se debía dinero, y a su vez, había gente que nos debía dinero. Pero el procedimiento contable estaba tan apañado por los directores, que ninguno de nosotros podía llevar a cabo la gestión de los recursos de forma razonable. Se esperaba de mí como tesorero que pagase los recibos que había que pagar, pero yo no podía saber cuánto dinero teníamos en la cuenta bancaria. Estoy hablando de temas muy básicos. Teníamos dos cuentas bancarias. Nuestra contabilidad interna mostraba un saldo negativo en una de las cuentas. A veces se me autorizaba para ver el extracto de esa cuenta, y sin embargo, siempre había dinero. El saldo contable de la "caja en casa" era negativo, sin embargo, siempre había dinero en la caja. Estos saldos contables eran negativos, pero no se guardaba ninguna indicación de cómo el dinero había desaparecido, y esto significa que no se controlaba la caja. La cuenta de clientes por cobrar indicaba que la caja llegaría a estar en descubierto, en negativo. No era fácil de ver la causa de un saldo negativo contable en esos momentos. Pero más adelante cuando se hacía la reconciliación de las cuentas se podía observar que el saldo negativo era provocado por unas deudas ficticias. Estas deudas ficticias se utilizaban para mostrar un aparente beneficio contable en los momentos oportunos. La cuenta de proveedores también estaba sin conciliar y tenía el mismo efecto.

Durante muchos años me enseñaron (y yo a su vez enseñé a otros) que el carisma fundamental del Opus Dei -el medio para lograr nuestra salvación eterna- era la santificación del trabajo profesional. Nuestra razón de ser y posición en la Iglesia era enseñar al mundo como convertir el trabajo profesional en oración. Y mediante este trabajo profesional convertido en oración se participaba en la creación comenzada por Dios y a través de El realizada. Mi experiencia es que como Tesorero de la residencia, los directores pusieron sobre mis espaldas un trabajo profesional que no podía santificarse.

Todo era muy confuso. Y yo me encontraba en medio de todo ello. Hubo un hecho que quiero destacar como ejemplo de las rarezas que ocurrían en general. Nos indicaron que se hiciera un cheque de varios miles de dólares y el cheque se entregó a la comisión regional. Mas adelante, el secretario de la comisión perdió el cheque (nos explicaron). Pero no descubrió que le faltaba el cheque hasta pasado un año entero. Cuando se dio cuenta nos indicaron que preparásemos otro nuevo cheque. Pero no hubo manera de poder averiguar si el primer cheque se había cobrado o no.

Era una época muy estresante para mi, y tenia dificultades para dormir. En un momento dado, los directores querían que tomara unos sedantes que les iba a proporcionar uno de nuestros médicos. Esto era algo abominable. Era una carencia de todo lo que es espiritual. Resulta que los directores que decían que tenían un don de Dios para llevar a cabo sus responsabilidades sobrenaturales, sugerían que cubriese con sedantes los efectos que en mi producían sus falsas acusaciones de desobediencia, su falta de experiencia y su mal carácter, y sus esfuerzos por hacerme ocultar y silenciar las cosas de mi trabajo profesional. Esto era espantoso, tenía miedo, y me negué. Debo decir, a su favor, que no utilizaron la obediencia para obligarme a tomar los sedantes.

Hacia finales de aquel año, murió el auditor que había estado certificando nuestra contabilidad sin mirarla. Esto nos obligó a buscar un nuevo auditor. Este se encerró en la oficina durante tres meses para averiguar lo que estaba pasando. Al final de los tres meses, dijo que los directores eran culpables de una gran negligencia porque habían nombrado a una persona sin experiencia -refiriéndose a mí- para el cargo de Tesorero. La verdad es que yo había averiguado que las cosas estaban mal y había aprendido a corregirlas. Pero mis directores habían intervenido y habían interpuesto barreras y filtros que me impidieron hacer los cambios necesarios. No querían que quedase constancia documental de las transacciones. Cuando se presentaron los resultados de la auditoria al consejo de administración de la residencia, me exigieron bajo obediencia que no hablase con nadie. El resultado de la auditoria se guardó en sobre cerrado y esa información sólo se entregó al consejo de administración. Esta auditoria se realizó en 1979 para la residencia "Warrane College" y para nuestra empresa matriz "Educational Development Association" (Asociación para el Desarrollo Educativo).

Más adelante se decidió tener una reunión para reestructurar la contabilidad y para proponer unas nuevas cuentas contables. Yo había preparado unos apuntes para la reunión, pero antes de entrar en la misma, mi director se reunió conmigo y me dijo que mis poderes habían sido revocados. No me dejaron asistir a la reunión. Toda la reestructuración se hizo a puerta cerrada y poco después me cesaron del cargo. De esta forma, lograron que yo fuese el chivo expiatorio de la situación. Era evidente que los problemas de las cuentas y las políticas internas existían antes de que yo comenzase como Tesorero en el cargo, pero eso no importaba. La firma que hizo la auditoria era:

Young, Barnsdall y Cía,
L18 MLC Center, 19 Martin Place
Sydney, N.S.W. 2000 Australia.

El auditor encargado era uno de los socios de esta empresa. Mi impresión de él es de una persona con integridad. Yo me hubiera quedado tranquilo si hubiera podido hablar con él, y saber si le permitieron analizar todas las cuentas. Pero todo se hizo a puerta cerrada, y me enteré después, de que los directores le habían convencido para que se limitase a auditar solamente determinadas cuentas de la residencia. Es decir, sólo un tercio de nuestras operaciones.

Creo que le explicaron la misma historia que le habían dicho al primer auditor. Las transacciones de la mayoría de las cuentas las realizaban las mujeres encargadas de la administración. Muchas de ellas no sabían demasiado inglés (o se pretendía que no lo sabían). El Opus Dei esta dividido en dos secciones, una para varones y otra para mujeres. Yo nunca tuve posibilidad de ver las cuentas gestionadas por las mujeres. La única comunicación que teníamos se hacía a través de un teléfono o mediante documentos oficiales. El Opus Dei necesita a sus sacerdotes por este motivo específico. Para hacer la conexión entre las dos secciones. Hay sacerdotes en cargos de gobierno cuyo trabajo consiste en salvar las carencias que se ocasionan por el hecho de tener dos secciones independientes. Aún así, el Opus Dei insiste en que es una organización completamente laical. La sección femenina administraba grandes cantidades de dinero para las compras y el pago de proveedores y de salarios. Es posible que el auditor diese como bueno un resumen de estos gastos presentado por la sección femenina. Pero yo tenía conocimiento de que hubo una serie de transacciones realizadas por la sección femenina a través de cuentas bancarias anónimas, que nunca aparecieron en nuestro balance.

Una de las cosas que me molestaba en mi trabajo como Tesorero era que abusábamos de los pequeños proveedores en la medida que era posible. Siendo un Instituto secular de la Iglesia Católica, (en aquel entonces, no éramos todavía una Prelatura personal), me molestaba. Alegando que teníamos que "ser astutos" en los negocios, abusábamos de la confianza de los proveedores en cuanto se podía. Nos dimos cuenta de que algunos proveedores no eran muy competentes en el seguimiento de sus cuentas por cobrar, y que por tanto podíamos demorar el pago e incluso dejar de pagarles nuestras compras. Esto fue verificado por la auditoria, y los auditores nos dijeron que teníamos que terminar con esta práctica de demorar y no pagar.

Hubo otro acontecimiento que demuestra lo "libres" que son los socios para hacer lo que les piden los directores. Algunos de los estudiantes de la residencia abrían las puertas de la salida emergencia y se disparaba la alarma de incendios. Los directores sospecharon que de esta forma los residentes estaban dejando entrar a chicas dentro de la residencia y cerraron todas las salidas de incendio. Era una residencia de 8 pisos con 200 dormitorios. Nos dijeron que era mejor que se quemasen todos en esta vida a que se quemaran unos cuantos en el infierno. Un director dijo que si se diese el caso de un incendio su Ángel Custodio le despertaría y que él saldría por la puerta principal y que desde fuera abriría las salidas de emergencia. Pasaron varios días y alguien informó a la Universidad sobre las puertas cerradas. La Universidad nos dijo que esta política era inaceptable, y que se debían abrir las puertas de emergencia. Se hizo de la siguiente forma. Públicamente se anunció lo agradecidos que estábamos de que la Universidad se hubiera dado cuenta de este descuido nuestro, y se agradecía a la Universidad su apoyo en procurar un entorno más seguro para los estudiantes. Pero hecho esto, los directores cerraron las salidas de emergencia de nuevo. Un profesor de la Universidad que era miembro de la Obra, y que "libremente" había accedido a colaborar en la Junta de Gobierno, no se creía que las puertas permanecían abiertas. Decidió inspeccionarlo por su cuenta. Al día siguiente, la Universidad nos envió una directriz de que las salidas de incendios no deberían permanecer cerradas, y que permanentemente había que tenerlas sin cerrojo. Los directores regionales nos dijeron que este profesor -miembro del Opus Dei- no tenía porque haber dudado de la palabra de un director del Opus Dei. También que éste miembro no tenía autoridad sobre ese director que decidió cerrar las puertas. Nos dijeron que los directores sólo respondían ante Dios de sus actos. Y que los miembros han de emplear su tiempo haciendo apostolado, y que no han de estar comprobando las acciones de los directores.

Como ya no trabajaba de Tesorero en la residencia, reanudé mis estudios en la universidad y completé mi doctorado en física de polímeros. Aproveché una beca del gobierno para hacer un estudio sobre la comercialización de la lana. Posteriormente hice un post grado en espectroscopia con resonancia magnética. También hice un trabajo sobre la medicina de la imagen y terminé más estudios de post grado en física médica.

Podría contar muchas más cosas pero no quiero repetirme en algunos temas. Es más fácil darse cuenta y explicar estos hechos con el paso del tiempo y es muy difícil analizar todo cuando está ocurriendo en ese momento. Uno está en desventaja cuando los directores están muy encima de ti, acusándote de desobediencia y prohibiéndote que veas ciertas cosas y que hables con determinadas personas.

Existen aspectos del Opus Dei que podría comentar en el plano teórico, pero este relato se haría inacabable. Por ejemplo, el Opus Dei dice que sus miembros no hacen votos. Esto es un tecnicismo legal, porque en el Opus Dei te exigen que hagas una promesa solemne "por el honor de una persona (hombre o mujer) cristiana". Esta promesa es tan vinculante como si fuese un voto, y bajo pena de pecado. Comento algunas de estas cuestiones al final.

Comencé a despejar las dudas que tenía un día que el defensor regional, el segundo en el mando, nos comentó que hacer trampas no era malo mientras se hiciese por Dios, por la Iglesia y por el Opus Dei. Afirmó que él había copiado en sus exámenes de medicina para salir adelante. Unos días después, el vicario -el primero en el mando-, se me acercó para cerciorarse de que yo había comprendido esta cuestión.

En el Opus Dei no debíamos tener amistades particulares. Un día uno de los miembros que vivía conmigo tuvo un ataque de nervios; intentó hablar conmigo, pero el director intervino impidiéndolo y me pidió que me ocupara de mis asuntos y al otro le dijo que se callase. La condición de esa persona era tan frágil que no podía quedarse sola. Estuvo continuamente supervisada por el director durante las tres semanas siguientes hasta que encontraron a alguien para sacarla del país. Yo le veía cada día en el desayuno y en la cena, pero ya no volvió a intentar hablar conmigo. Me acuerdo de una vocación joven que trabajaba en mi oficina. Un día me lo encontré llorando en el oratorio. En menos de una semana, le pusieron en un avión para que se fuera del país. Después de ver algunos de estos hechos, empecé a hablar en cuanto percibía que algo no estaba bien y me negué a quedarme callado.

Con cierta regularidad, en el Opus Dei un enviado del Padre hace una visita oficial desde Roma. Puede hablar con él cualquiera que lo solicite. Explicaré lo ocurrido cuando hablé con él. El día que nos lo presentaron, lo primero que dijo fue que teníamos que crecer en la vida espiritual silenciosamente, como los champiñones que crecen en la oscuridad de una cueva sin ser molestadas por el mundo exterior. Alguien debió decirle que este ejemplo era muy malo, porque no volvió a utilizarlo. Supongo que él no conocía que en el mundo anglosajón se hacen bromas de esto: se dice que los directores de empresa tratan a los trabajadores como a los champiñones, porque les conservan vivos "en la oscuridad" y les dan de comer el estiércol. (Nota del traductor: quiere decir que no les mantienen informados y además les pagan mal). Vuelvo sobre mi charla con el enviado del padre. Me dejó explicarle varios temas durante una hora. Pasado ese tiempo, me dirigió una mirada de frustración y aburrimiento, y ya no me dejo seguir hablando. Mirándome directamente a los ojos me dijo que las cosas de las que me quejaba simplemente no ocurren en el Opus Dei y me dirigió a la puerta.


 

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